Predica; 26 de MAYO de 2019
HABLEMOS DE ODRES VIEJOS Y DE ODRES NUEVOS
Jesús NO vino a remendar un viejo sistema; Esto quiere decir que, no había venido a remendar al
judaísmo. Sería como poner un remiendo de paño nuevo en vestido viejo, que
tiraría de él y haría peor la rotura. O
verter vino nuevo en odres viejos que lo único que provocaría sería que
reventaran. Su propósito era y es introducir algo nuevo: La
Sana Doctrina de Cristo. Había venido para sacar a un grupo del
judaísmo e introducirlo en el reino en virtud de sí mismo y su justicia. La
verdadera justicia no se basaba en la ley ni en las tradiciones farisaicas: (Marcos 2:21,22) “21 Nadie pone
remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo
nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura. 22 Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino
nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el
vino nuevo en odres nuevos se ha de echar”; (Lucas 5.36–39) “36 Les dijo también una parábola: Nadie corta un pedazo de un vestido
nuevo y lo pone en un vestido viejo; Pues si lo hace, no solamente rompe
el nuevo, sino que el remiendo sacado de él no armoniza con el viejo. 37 Y nadie echa vino nuevo en odres
viejos; De otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los
odres se perderán. 38 Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha
de echar; Y lo uno y lo otro se conservan. 39 Y ninguno que beba del añejo, quiere luego el nuevo; Porque
dice: El añejo es mejor”. Tenemos una muy importante transformación en la vida
de un hombre que trabajaba para el judaísmo y practicaba esa religión, y cuando
Jesús llegó a su vida, no llegó a remendar, ni tampoco a poner su vino nuevo,
en el odre viejo de él, sino que puso un vestido nuevo y un odre nuevo, estoy
hablando de Zaqueo: (Lucas 19:10) “Porque
el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Zaqueo públicamente dio pruebas de haber
llegado a ser un verdadero convertido. No busca ser justificado por sus obras como el fariseo, pero
por sus buenas obras demostrará la sinceridad de su fe y el
arrepentimiento por la gracia de Dios. Siempre que Jesucristo viene a una
casa, establece nuevo vestido y nuevo odre y donde Cristo va, lleva consigo la
salvación. Vino a este mundo perdido a buscarlo y salvarlo. Su objetivo es salvar, donde no hay
salvación en ningún otro. Él busca a los que no lo buscan y ni preguntan por Él.
¡¡JESUCRISTO NO VINO A REMENDAR VIDAS!!!
Vino a demostrar que la nueva vida
en Él no se puede vivir en vida vieja. Esto sería el remiendo de paño nuevo en
vestido viejo: (Mateo 9:16) “Nadie pone
remiendo de paño nuevo en vestido viejo; Porque tal remiendo tira del vestido,
y se hace peor la rotura”. Con esto quiso aclarar que como la vasija en
manos del alfarero, lo viejo sería quebrado y hecho de nuevo (Jeremías 18:2-6) “2 Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis
palabras. 3 Y descendí a casa del
alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. 4 Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y
volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. 5 Entonces vino a mí palabra de Jehová,
diciendo:
6 ¿No podré yo
hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí
que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh
casa de Israel”. Cuando Dios viene en contra nosotros con juicios, podemos
estar seguros que es por nuestros pecados, pero la conversión sincera del mal
del pecado evita el mal del castigo a personas, familias y naciones.
Jesucristo vino entonces a salvar y hacer de nuevo a las
vidas: (Mateo 9:17) “Ni echan vino nuevo en odres
viejos; De otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres
se pierden; Pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se
conservan juntamente”. Esto es el vino nuevo, la Palabra de Dios
(sustentada por el Espíritu Santo) echado en los odres nuevos (las vidas
renovadas). Si alguien dijera, “yo
quiero la vida nueva, pero quedarme con la vida vieja”. Esto
sería echar el vino nuevo en un odre viejo; El odre viejo se rompería y todo se
echaría a perder como lo menciona el versículo que acabamos de leer [v. 17]. Esto quiere decir que el
Espíritu de Dios (el vino nuevo) no puede habitar en las vidas que no han sido
renovadas. El Espíritu Santo es la garantía que tiene aquel que ha sido salvo,
en lo que recibe todo lo que Dios le ha prometido (Efesios 1:13,14) “13 En
ÉL también vosotros, habiendo oído la PALABRA de VERDAD, el EVANGELIO de
vuestra salvación, y habiendo creído en ÉL, fuisteis sellados con el Espíritu
Santo de la promesa, 14 que es las arras de nuestra herencia
hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria”.
¡Qué promesa de gracia es esta que
asegura la dádiva del Espíritu Santo a quienes lo piden! La obra
santificadora y consoladora del Espíritu Santo sella a los creyentes como hijos
de Dios y herederos del cielo. (2
Corintios 1:21,22) “21 Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el
que nos ungió, es Dios, 22 el cual
también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros
corazones”. Todo esto nos dice que no hay otra opción porque: Jesucristo vino a salvar las vidas
(Juan 3:15) “para que todo aquel que
en ÉL cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. Jesucristo vino a hacer nuevas las vidas (Juan 3:5-7) “5 Respondió Jesús: De
cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
6 Lo que es nacido de la carne,
carne es; y lo que es nacido del
Espíritu, espíritu es. 7 No
te maravilles de que te dije: Os es
necesario nacer de nuevo”. Jesucristo
vino a llenar las vidas nuevas con su Santo Espíritu (Efesios 5:18) “No os
embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; Antes bien sed llenos del Espíritu”. ¡Y sólo Jesucristo salva! (Hechos 4:12) “Y en ningún otro hay
salvación; Porque no hay otro nombre
bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.
Existen muchos prejuicios dentro del cristianismo, que son
barreras que los hombres levantan, pero en Jesucristo no hay barreras que nos
separen, sino un Espíritu Santo que nos une. El amor de Jesucristo se brinda a todos por igual, sin
discriminar raza, credo o condición social. Él quiere formar una sola raza, la
cristiana, y que todos hablen un solo idioma, el del amor. Hay quienes piensan que Jesús no trajo enseñanzas nuevas, sino que
la novedad radica en la capacidad de Jesucristo para tomar las antiguas
verdades del primer Pacto, que son permanentes e inmutables por ser verdades, y
colocarlas a la luz de la visión que Dios quiere que tengamos. Por
supuesto que el odre viejo, el creyente tradicional y conservador, sentirá cómo
se rompe su esquema de religiosidad, pero podrá experimentar que, si acepta el
criterio con que Jesús comprende y acepta a la gente, entonces será un hombre
nuevo. Pero, cuando se cose un parche de tela nueva sobre la tela vieja, la
nueva se encoge y rompe la tela vieja. El
resultado es una rotura más grande. La verdad central es que los defectos de la
religiosidad (tela vieja) no se pueden cubrir con algunas pocas verdades
de la Sana Doctrina de Cristo, de nuestra fe cristiana (parche de tela
nueva). Jesús no vino para destruir la ley, sino para cumplirla (Mateo 5:17) “No penséis que he venido
para abrogar la ley o los profetas; no
he venido para abrogar, sino para cumplir”. Esto significa que iba a
respetar las leyes morales del judaísmo pero que no estaría limitado por el
sistema viejo y endurecido de las instituciones sus ceremonias y rituales.
En las Sagradas
Escrituras vemos que Jehová Dios nos llama constantemente a ser fieles a su PALABRA ETERNA como también a
avanzar constantemente en el camino de la fe. Por tanto, nos encontramos a la vez con un principio de «CONSERVADURISMO»
y con otro de renovación continua. La revelación de Jehová Dios es
inmutable, pero nos llama a nuevas
experiencias diarias de la misericordia de Dios (Lamentaciones 3:22,23) “22
Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron
sus misericordias. 23 Nuevas son cada mañana; Grande es tu fidelidad”. Nuestra
comida espiritual es siempre la misma, (EL
MANÁ DE LA PALABRA DE DIOS), pero no nos puede servir, como buen
alimento, si guardamos comida para el día siguiente. Jehová Dios al que servimos no cambia,
pero nuestra comunión con ÉL debe ser nueva cada día. Jehová Dios. es
constante y eterno y es el que anuncia: (Isaías
42:9) “He aquí se cumplieron las
cosas primeras, y YO anuncio
cosas nuevas; Antes que salgan a luz, YO os las haré notorias”; Y también nos hace oír cosas nuevas
(Isaías 48:6) “Lo oíste, y lo viste
todo; ¿y no lo anunciaréis vosotros? Ahora, pues, te he hecho oír cosas nuevas y ocultas que tú no sabías”;
Las cosas viejas pasan; Y nuestro Padre Celestial, siempre hace cosas nuevas (2 Corintios 5:17) “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas”;
(Apocalipsis 21:5) “Y el que estaba
sentado en el trono dijo: He aquí, YO
hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas PALABRAS son fieles y verdaderas”.
Este equilibrio entre lo eterno y lo nuevo es un gran tema.
A Jehová Dios se le consigna un papel honorífico en la
iglesia: Todo se lleva a cabo en su NOMBRE; A fin de cuentas,
¡¡Dedicamos media hora a cantar sus alabanzas al principio de cada servicio!!!
Pero, en el fondo, se practica una religión sin Dios. Dios
avanza siempre. Pero muchas veces, su pueblo se queda rezagado
o postrado en el desierto. En realidad, a la luz de lo
expuesto, nos enfrentamos a dos peligros diferentes: LA BÚSQUEDA
DE LO NOVEDOSO. Por un lado,
podemos confundir el vino nuevo de Jesús con la búsqueda de todo lo que sea
novedoso por el solo hecho de su novedad. Pero lo nuevo no es necesariamente
bueno ni indicativo del Espíritu de Jesucristo. Los falsos vientos de doctrina que soplan suelen aparecer en formas
novedosas. Algunos van de
iglesia en iglesia, de supuesta experiencia espiritual en experiencia
espiritual. Son como las mujercillas denunciadas por Pablo, las cuales,
llevadas por diversas pasiones, están
siempre aprendiendo, pero
nunca pueden llegar al pleno CONOCIMIENTO
de la VERDAD (2 Timoteo 3:6,7) “6 Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan
cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. 7 Estas
siempre están aprendiendo, y nunca
pueden llegar al conocimiento de la verdad”. El estancamiento espiritual es deplorable, pero también lo
es la inestabilidad. ¡¡Ojo, pues, con
las innovaciones que NO llevan la marca del EVANGELIO ETERNO!!! Debemos
entender que lo «NUEVO» traído por
Jesús no representa una ruptura total con la revelación divina del pasado, sino
que era fiel a ella. El avance era también una continuidad. Jesús no introdujo
lo nuevo aboliendo lo anterior, sino cumpliéndolo. El Evangelio de Jesucristo
está firmemente anclado en las promesas y sombras del Primer Pacto (Antiguo
Testamento).
Estas raíces son intocables. La palabra de Dios permanece
para siempre. Jesucristo llamaba a la gente no a
abandonar las Escrituras, sino a entenderlas correctamente. Acusaba a
los líderes religiosos no de aferrarse demasiado a las Escrituras, sino de
desconocerlas. Por tanto, su
enseñanza no debe servirnos como excusa para abrir la puerta a cualquier viento
novedoso de doctrina. La auténtica renovación nunca margina la Palabra Eterna
de Dios, sino que constituye un redescubrimiento de su verdadero significado.
La Iglesia siempre necesita renovación no porque Dios sea voluble y cambie
constantemente de idea, sino porque la Iglesia tiende siempre al formalismo, al
legalismo, al humanismo y a la decadencia. Sin
embargo, el peligro denunciado aquí por Jesús es el opuesto. El Evangelio de Jesucristo no debe
encorsetarse nunca en fríos formalismos y legalismos. No debemos confundir la fidelidad a Dios
y a su Palabra con la adhesión ciega a determinadas tradiciones eclesiales.
La verdadera espiritualidad en Jesús se caracteriza más bien por su vitalidad,
por su dinamismo. El Evangelio es PODER
de Dios, no estructura humana.
La Iglesia sólo es Iglesia cuando
Dios está presente por su Espíritu y cuando ella vive bajo su dirección
soberana. Cada vez que el señorío de Jesucristo por medio de su Palabra
y su Espíritu es reemplazado por una dirección basada sólo en el liderazgo
humano y en tradiciones consagradas, ha llegado el momento de cambiar los
viejos odres por unos nuevos. La reforma de la Iglesia debe ser constante,
profunda y deseada por todo verdadero hijo de Dios.
Para poder contener el vino nuevo de
la restauración, necesitamos odres nuevos. (Salmos
119:81-83) “81 Desfallece mi
alma por tu salvación, mas espero en tu PALABRA. 82 Desfallecieron mis ojos por tu PALABRA, Diciendo: ¿Cuándo me
consolarás? 83 Porque estoy como el odre al humo; Pero no he olvidado tus estatutos”.
En un proceso de restauración, Dios toma algo y lo lleva hacia un lugar nuevo
para poder derramar en ello lo que anhela soltar sobre nuestra vida: Nuestro
vino nuevo. Para hacer un odre nuevo,
Él empapa un odre viejo en agua y lo frota con aceite. Frotarlo con
aceite es la parte del proceso que nos hace flexibles. Las cosas difíciles por las que atravesamos son el aceite con el
cual nos frota. Este aceite
contiene una nueva unción. Mientras le permitimos al Espíritu Santo
llevarnos a través del proceso de frotado, no sólo nos volvemos más flexibles
para concretar los deseos que Dios pone en nuestro corazón, también somos
capaces de derramarlo en una mayor medida. Nuestro
padre Celestial, me habló hoy muy claramente, que hay una BATALLA sobre los
ODRE NUEVOS en este momento. Nuestro
padre Celestial, está liberando la revelación del ODRE NUEVO en la vida de Su
pueblo y las nuevas estrategias e instrucciones para esta nueva temporada, sin
embargo, en medio de la revelación de estos nuevos odres e instrucciones, el
enemigo ha venido con toda su furia. Jehová Dios, me mostró que hay una
intensa batalla sucediendo sobre estos nuevos odres. Consideren esto, en este
tiempo de transición y cambios en el cual nuestro Padre, está revelando el odre
nuevo para el Cuerpo de Cristo, y para las vidas de Su pueblo individualmente,
hay un intenso nivel de oposición. ¿Por
qué? Por el VINO NUEVO y SU GLORIA será derramada y manifestada.
Lo
que tenemos que entender hermanos, con todo esto que hasta aquí hemos estado
hablando es que, es que dejemos que nuestro Padre Celestial por medio de
Jesucristo y del Espíritu Santo hagan un nuevo odre
(Jeremías 15:19) “Por tanto, así
dijo Jehová: Si te convirtieres, YO te restauraré, y delante de mí estarás; Y
si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos”. Algunas
personas buenas pierden mucho del placer de servirle a Dios, por el afán y la
inquietud de sus temperamentos naturales, a los cuales consienten. Quiero hablarles de algo tan importante
como lo es la restauración de nuestras vidas. Restaurar es levantar lo
caído, componer, volver a crear, sanar, limpiar, etc. Para profundizar
en ello debemos primero analizar cuáles son las áreas de nuestras vidas que
necesitan ser restauradas. Ejemplo: tu corazón, alma, santidad, sentimientos,
sueños, tu amor y pasión por Dios. Una
vez identificada el área de tu vida que requiere ser sanada, surge la pregunta:
¿Qué ocasionó que esta área de tu vida este, desecha, rota, en mal estado o
completamente inservible? (Jeremías 15:6) “Tú me dejaste dice Jehová; Te
volviste atrás; Por lo tanto, YO extenderé sobre ti mi mano y te
destruiré, estoy cansado de
arrepentirme”. El porqué de las cosas que nos suceden, la mayoría de las
veces están dentro de nosotros, originadas al darle la espalda a Dios.
Por culparlo a Él de cosas que te han sucedido, por dejar de buscarlo. Cuando
encontramos la raíz del problema, angustia, fracaso, dolor, temor, inseguridad,
falta de realización, etc. Es cuando podemos ir en busca de la solución. Y la
solución que buscamos se encuentra en lo que acabamos de leer en el versículo
19 de Jeremías 15: Hemos llegado a la solución, la medicina, he aquí la
restauración que Dios quiere hacer en ti. Solo te pide dos cosas: 1. Convierte a Él, y te sanara,
te restaurara. 2. Deja de hacer lo vil, lo que te contamina,
lo que te causa dolor y muerte. Saca de tu corazón estas cosas que tanto mal te han causado.
El
dice si entresacares lo precioso de lo vil. Dios sabe que no somos perfectos,
pero que el en nuestro interior, hay algo precioso que destacar.
Él quiere que te enfoques en ello. Tanto Dios anhela restaurarnos que Él mismo
promete cosas grandes para nuestras vidas. Él dice que cuando volvamos a Él,
nos restaurara y seremos como su boca. Imagina la boca de Dios, rugiente,
PODEROSA, DE AUTORIDAD, que establece victoria, tierna, amorosa. Pues ese es al
nivel al cual Dios quiere llevarnos. Cuando nos volvamos a Él, sus
características estarán en nosotros, seremos portavoz de Dios, poderosos, nada
nos intimidara, alcanzaremos lo que soñamos, nada nos lastimara y nunca
estaremos desamparados. (Jeremías 30:17)
“Mas YO haré venir sanidad para ti,
y sanaré tus heridas, dice Jehová;
Porque desechada te llamaron, diciendo: Esta
es Sion, de la que nadie se acuerda”. Aun cuando todos se hayan olvidado de ti, aun cuando te
menosprecien, cuando te sientas sin importancia, nuestro Dios te restaurara y
pondrá en alto. Él quiere sanarte con el propósito de que ya no estés
desamparada, al contrario Dios quiere cosas grandes para ti. (Deuteronomio 26:19) “A fin de
exaltarte sobre todas las naciones que hizo, para loor y fama y gloria, y para
que seas un pueblo santo a Jehová tu
Dios, como ÉL ha dicho”.
Esto es lo que Él desea para ti, Dios quiere que alcances tus sueños, que
cumplas tus metas, que seas grande y fuerte. (Jeremías 15:20,21) “20
Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra
ti, pero no te vencerán; Porque YO
estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová. 21 Y te libraré de la mano de los
malos, y te redimiré de la mano de los fuertes”. Dios quiere restaurarte y
ponerte en las alturas, ahora depende de ti elegir: Una vida de ruina, dolor,
pobreza espiritual, angustia, miedo, mediocridad y derrota; o prefieres, ser
restaurado para vivir en poder, victoria, salvación, autoridad y cumplimiento
de tus sueños.
Predicador de la Sana Doctrina de Cristo: Víctor. Si usted no tiene la
intención de guardar esta hoja, tenga la amabilidad de entregarla a otra
persona interesada. Para la difusión gratuita entre cristianos, se permite fotocopiar
esta hoja (por favor no cambiar el texto).
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