Predica; 14 de Abril de 2019
¿EDIFICAS
SOLO O CON JEHOVÁ DIOS?
Edificar
tiene un significado muy amplio en lo material, pero también en lo espiritual;
En nuestra vida hay cosas que nos edifican y otras que no, existen claramente
proyectos en nuestra vida que queremos edificar y llevar adelante. Y por
supuesto, nos dedicamos a edificar nuestro hogar, pero ¿Podemos hacerlo solos? Nuestro
Padre Celestial, por medio de este salmo 127, nos aconseja claramente: (Salmo 127:1) "Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican;
Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia". Quiero
comentarles acerca de lo que he notado en mi vida, todo cuanto he emprendido
está mal si no lo he hecho de acuerdo al Sagrado Manual, y que, todo lo que dicen las Sagradas
Escrituras…, -absolutamente todo
lo que dicen las Sagradas Escrituras ES VERAZ- (Proverbios
16:9) “El corazón del hombre
piensa su camino; Mas Jehová endereza sus pasos”. Me he pasado noches
preocupado sin dormir, me he pasado a veces trabajando o estudiando cosas que
no debía hacerlo... Lo mejor que hay,
es que Jehová Dios nos guíe, por medio de: Jesucristo, El Espíritu Santo y su
Palabra Escrita. Ahora en cada
proyecto que se me ha cruzado por la cabeza le ruego a Jehová Dios, le
suplico…: Padre amoroso, Jehová Dios de los Ejércitos, si es tu VOLUNTAD, que se dé, si
no, por favor, NO lo permitas,
para que NO invierta tiempo en vano.
He trabajado en algunos proyectos que se me han ocurrido, que pudieran ser
negocio, y no me funcionaron pese a trabajar hasta de noche, y en otras que las
dejé casi por hacer, se ve que NO era
la voluntad de Dios, porque NO hubo provisión de Dios
y nunca multiplicó ni tampoco proveyó. Es bueno tener paz, es bueno
pedirle a Dios, nuestro Padre Celestial, que enderece nuestros caminos, y que
hagamos todo lo posible por ser su amado, un amado de Dios, y no un hijo desobediente del Padre,
o preocupados y tristes agobiados por algo. Atención, por favor, hermanos
porque nos va hacer muy bien si nos guiamos, con el Manual Divino, para
hacer lo que a Jehová Dios le agrada y lo que no le agrada, y descansaremos
en el Amado.
En muchas ocasiones tenemos planes
perfectamente trazados, los recursos dispuestos, todo muy bien cronometrado; Pero
lamentablemente nos encontramos dando vueltas en círculos, una y otra vez, y en
el mismo lugar donde comenzamos. La
pregunta es: ¿Cuánto estamos tomando en cuenta a Dios en nuestros planes,
en nuestros proyectos? Es
muy importante, comenzar bien el camino, y no que nos
encontrásemos con Dios a la mitad de él, sino empezarlo juntos. Edificar,
va más allá de esto, es además de caminar, también trabajar en conjunto con Jesucristo;
Jehová Dios conoce los anhelos de nuestro corazón, y sabe que es aquello que
queremos, incluso antes que lo digamos (Salmos
1:6) “Porque Jehová conoce el
camino de los justos; Mas la senda de los malos perecerá”. Tengamos en
cuenta a nuestro Padre Celestial, como
parte integral de nuestros proyectos; Como partícipe de un nuevo pacto, NO podemos actuar de forma
ajena e ignorar que Dios también tiene planes para nuestra vida tenemos que estar dispuestos a dejar de
lado nuestros propios anhelos por completo, y en su lugar que sean los planes de Dios los que se cumplan en
nuestra vida. De ser así, seguramente saldremos ganando, porque Dios
tiene grandes planes para nuestra vida. A través del profeta Jeremías
el Señor nos dice: (Jeremías 29:11) “Porque
YO sé los pensamientos que tengo
acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de
mal, para daros el fin que esperáis”. Podemos encontrar, que para muchas
personas puede ser un poco chocante esto, renunciar
a lo que más anhelo, por los
nuevos planes que Dios tiene para mí; Lo que ocurre es que, en este periodo de renuncia, también
obra una acción de entrega, y de esta manera Dios NO quiere destruir
tus sueños ni quitarte aquello que tanto anhelas, sino que desea multiplicarlo y dárnoslo en una forma mucho mejor, y con un beneficio
imperecedero que es la vida Eterna; Tal como nos dice en el Libro de: (Mateo 19:29) “Y cualquiera que haya
dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o
tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”. Aliarnos con Jehová Dios para edificar
nuestros sueños, siempre será un proyecto que con seguridad nos llevará
a un buen puerto; No importa como luzcan nuestros planes, tal vez
tengamos el presupuesto exacto y todos los cálculos hechos; Pero andando el
camino solos, y deseando construir a "nuestra propia imagen y
semejanza" no nos exime del gran riesgo de fracasar, Dios no desea que
fracasemos. Confiemos hoy nuestro camino a Dios, aunque nuestro corazón sienta
desmayar, permitámosle hablar por un momento a nuestra vida, y recordar que estamos
recorriendo el camino juntos, y que la obra que Jesucristo ha empezado, no
descansara hasta verla terminada (Filipenses
1:6) “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena
obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Es de mucha importancia poner toda nuestra confianza en Jesucristo
como nuestro Señor.
En todos nuestros
planes, es de mucha importancia, saber hablar y oír a Dios, por medio de
nuestras oraciones, especialmente cuando estamos queriendo hacer alguna
edificación o algún plan donde queremos que Jehová Dios esté, involucrado,
porque hay ruidos que impiden oír a Jehová Dios, para
hacer una oración provechosa hay que favorecer el silencio. Es una condición
indispensable para oír y encontrarnos con Dios. Y más que propiciar un silencio exterior hay que propiciar el
interior; Hay que ELIMINAR
TODOS LOS RUIDOS que intervienen negativamente en la oración, ruidos
que distraen o, incluso, impiden realizar la oración: (Mateo 6:6) “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada
la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; Y tu Padre que ve en lo secreto
te recompensará en público”.
El silencio interior es el más
importante y difícil de conseguir, pero un verdadero encuentro con Dios nos da
el silencio a nuestra alma. Es importante conocer los ruidos que también
podríamos llamar “INTERIORES” para superarlos en la serenidad. Son ruidos
silenciosos que, aunque no salgan a flote, anidan en la profundidad de la mente
de todos nosotros como personas. Son ruidos que, incluso, a la larga nos van
enfermando. Mencionemos algunos: EL RUIDO DEL ODIO: Este sentimiento hace imposible la
oración, pues la persona no tiene vida espiritual: (Deuteronomio 1:45) “Y volvisteis y llorasteis delante de Jehová,
pero Jehová no escuchó vuestra voz, ni os prestó oído”. EL RUIDO DE LA CRÍTICA A DIOS: Cuando le reprochamos a Dios
lo malo que nos pasa o vemos. (Zacarías
7:11,12) “11 Pero NO quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; 12 Y pusieron su corazón como diamante,
para NO OÍR la ley ni las Palabras que Jehová de los
Ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros;
Vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los Ejércitos”. Este ruido
silencioso nos hace callar al ser una actitud de reproche, crea distancias y
elimina deseos de diálogo con Dios. Con un sentimiento de disgusto contra Dios
se impide entablar un diálogo sereno. EL
RUIDO DEL RENCOR: El enfado por algo o contra alguien, si no se elimina
a tiempo, se puede convertir en rencor. Este ruido es negativo hasta para la
salud física y mental. Aquí conviene recordar que una condición previa para la
oración es tener un corazón reconciliado (Isaías
59:1,2) “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír;
2 pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro
Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no
oír”. EL RUIDO DEL ORGULLO: Este ruido silencioso es exceso de
amor propio, un amor hacia los propios méritos por lo que la persona se cree
superior a las demás o no necesitada de Dios: (1 Samuel 16:7) “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su
parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no
mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus
ojos, pero Jehová mira el corazón”. EL
RUIDO DE LA ENVIDIA: Este ruido silencioso hace que no se alabe a nadie
ni se hable bien de alguien. Es un ruido que desconoce los propios talentos
negando la acción de Dios en la propia vida, esto crea tensión contra Él: (Proverbios 23:17,18) “17 No tenga tu corazón envidia de los
pecadores, antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo; 18 Porque ciertamente hay fin, y tu Esperanza NO será cortada”. EL RUIDO DEL MIEDO: Impide
confiar en Dios y en su providencia. Incluso se cree que a Dios no le
importamos: (Josué 1:8,9) “8 Nunca
se apartará de tu boca este LIBRO de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes
y hagas conforme a todo lo que en él está ESCRITO; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. 9 Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; NO temas ni desmayes, porque
Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”. EL RUIDO DE LAS PREOCUPACIONES:
Estas circunstancias absorben la atención. No hay la debida cercanía con Dios,
hay incomunicación pues las preocupaciones generan inquietud: (Filipenses 4:6,7) “6 Por nada estéis afanosos, sino sean
conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción
de gracias. 7 Y la paz de Dios, que
sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros
pensamientos en Cristo Jesús”. EL
RUIDO DE LA DEBILIDAD: Es prácticamente el silencio de la impotencia.
Se cree que la oración no es posible, o que sea ineficaz. No se sabe qué hacer
o decir en la oración y se decide no hacerla: (Salmos 73:26) “Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de
mi corazón y mi porción es Dios para siempre”. EL RUIDO DE LA ACOMODACIÓN EN EL PECADO: El recuerdo del
propio pecado y/o la complacencia o la instalación en el mismo es un ancla que
nos impide elevarnos a Dios, o sintonizarnos con Él (Salmos 19:12) “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame
de los que me son ocultos”. (Isaías
29:15) “¡Ay de los que se esconden de Jehová, encubriendo el consejo, y sus
obras están en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce?”. EL RUIDO DE LA VANIDAD: La
inclinación a amoldarnos a la mentalidad del mundo y a sus frivolidades
acaparan la atención y hacen que la oración sea inviable al no considerarla
algo prioritario en la vida: (Gálatas
6:3) “Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña”.
(Juan 15:4,5) “4 Permaneced en MÍ, y YO en vosotros. Como el pámpano no puede llevar
fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no
permanecéis en MÍ. 5 YO SOY LA VID,
vosotros los pámpanos; El que permanece en MÍ, y YO en él, éste lleva mucho
fruto; Porque separados de MÍ nada
podéis hacer”. EL RUIDO DEL PROPIO
PASADO PERSONAL: Un pasado en el que no se ha tenido experiencia ni de
Dios ni de oración. Además, el recuerdo de los errores del pasado crea un
desasosiego e inquietud interior: (Isaías 65:16) “El que se bendijere en la
tierra, en el Dios de verdad se bendecirá; y el que jurare en la tierra, por el
Dios de verdad jurará; porque las angustias primeras serán olvidadas, y serán
cubiertas de mis ojos”. EL
RUIDO DE LAS FANTASÍAS: Una imaginación desbordada que no se controla
genera fantasías de todo tipo que impiden escuchar la voz de Dios: (Jeremías 23:16,17) “16 Así ha dicho Jehová de los Ejércitos:
No escuchéis las palabras de los
profetas que os profetizan; Os
alimentan con vanas esperanzas; Hablan
visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová. 17 Dicen
atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y
a cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal
sobre vosotros”. (Job 27:11,12) “11 Yo os enseñaré en cuanto a la mano
de Dios; No esconderé lo que hay para con el Omnipotente. 12 He aquí que todos vosotros lo habéis visto; ¿Por qué, pues, os
habéis hecho tan enteramente vanos?”. Conviene
recordar estos ruidos y detectar otros tantos para luego reconocerlos como un
problema, porque sólo de esta manera podemos hacer algo para superarlos
y favorecer la oración. La parábola del sembrador muestra claramente la razón
por la cual nos estancamos y dejamos de crecer en diferentes áreas de nuestra
vida, aún siendo personas fieles dentro de la iglesia: (Lucas 8:5 al 8) “5 El
sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue
hollada, y las aves del cielo la comieron. 6
Otra parte cayó sobre la piedra;
y nacida, se secó, porque no tenía humedad. 7 Otra parte cayó entre
espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. 8 Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por
uno. Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga”. Para que Dios pueda levantar algo grande
dentro de cada uno de nosotros, es necesario que Él trabaje primero en nuestro
interior, por esta razón es muy importante determinarnos en lo que resta de
este año ser buena tierra. El fruto, los resultados, las conquistas no dependen
de las circunstancias, no dependen de nuestra edad o de nuestra cuenta
bancaria, dependen de nuestra confianza en Dios y en Su obra. Es tiempo de entrenar nuestros oídos
para oír la voz de Dios. Empecemos por nuestro corazón, dejemos
que Su Palabra nos limpie, nos forme y nos haga unas personas con carácter
firme, estaremos en las mejores manos.
Los
sueños, metas y acciones son tremendamente buenos, pero para asegurarnos de que
éstos nos den buenos resultados debemos de primero consultar a DIOS para así
confirmar que lo que hacemos va acorde con Su Voluntad: (2 Pedro 3:17)
“Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que, arrastrados
por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza”. No hagamos nada sin consultar a DIOS,
no nos arriesguemos a fracasar por no
contar con Su Aprobación, ya que esto nos frustrará y nos hará correr
el riesgo de que cuando nos llegue nuestra verdadera oportunidad no estemos
preparados, sin embargo, las cosas nos saldrán bien a su debido momento si
dejamos que DIOS sea Quien dirija nuestros caminos. DIOS está dispuesto a bendecir toda obra de nuestras manos, ÉL
quiere que todo lo que hagamos sea de bien y que nos ayude a bien, pero
es necesario tener en cuenta que ÉL debe de aprobar lo que hacemos para que
esto sea así.
Nuestro
trabajo para nuestro Padre Celestial, nunca va a quedar en la nada.
Quizás No vamos a ser importantes
para todo el mundo, y quizás
no podamos determinar nuestro valor interno por lo que alguien piense de
nosotros, tampoco esperemos que siempre nos den gracias y nos
aplaudan, coloquémonos en la brecha y nunca nos movamos porque
nuestro trabajo en el señor no es vano: (1 Corintios 15:58) “Así que,
hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor
siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”. Cuando oramos
uno por los otros nos ayuda estar firme, cuando evangelizamos nos fortalecemos.
Estemos firmes y en constante
crecimiento no nos quedemos estáticos, movámonos al próximo nivel no permitamos
que el nivel anterior sea un obstáculo para ir al próximo. No
permitamos que nuestra actitud religiosa nos haga sentir cómodos y realizados
en un mismo nivel, no tendremos más gloria al menos que tengamos otro nivel de
gloria, un nivel de gloria siempre viene porque tienes que olvidarte, del nivel
que queda atrás. (Gálatas 6:9,10) “9 No nos cansemos, pues, de hacer
bien; Porque a su tiempo segaremos,
si no desmayamos. 10 Así que, según tengamos oportunidad, hagamos
bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”. No gastemos nuestras
en cosas que no tienen valor. (Hebreo
6:10 al 12) “10 Porque Dios no
es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado
hacia SU NOMBRE, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. 11 Pero
deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin,
para plena certeza de la Esperanza, 12
a fin de que no os hagáis perezosos,
sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas”.
Él no se olvida de ningún detalle de los que temen a Jehová, el Señor tiene un
libro con sus memorias.
En
muchas ocasiones creemos que lo que hacemos no tiene un gran valor,
quizá porque nadie se da cuenta de lo que hicimos con tanto esfuerzo o quizá
porque no recibimos ni una sola felicitación por la obra que llevamos a cabo. Y
es que vivimos en un mundo hoy en día en donde ya no se suele reconocer el
trabajo, el esfuerzo o la dedicación que alguien tenga para realizar
determinado trabajo. Estamos tan acostumbrados a una rutina y a veces
pareciéramos maquinas que hacemos todo por pura programación. Las Sagradas Escrituras nos recuerdan
algo importante: (Colosenses 3:23,24) “23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el
Señor y no para los hombres; 24 sabiendo que del Señor
recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”. En muchas ocasiones mi Linda, esposa
LALY y un servidor hemos hecho algunas tareas para nuestro Señor Jesucristo y
no recibimos ni unas gracias, ni una palabra que nos animara a seguir
haciéndolo, sin embargo, comprendimos, que lo que hacemos no lo hacemos para
encontrar el favor o la aprobación humana, sino más bien para agradar a aquel
que un día creyó en nosotros, aquel que un día nos busco, nos llamo, nos
perdono y nos dio una nueva vida. Hoy quiero que dejes de pensar en
dejar de hacer lo que haces para el Señor Jesucristo, quita de tu mente que lo
que haces no tiene importancia, por muy humilde que sea tu servicio, por muy
pequeño que creas que es tu privilegio, ¡¡SÍGUELO
HACIENDO!!!, porque si eres fiel
en lo poco, Dios te pondrá en lo mucho, a Él nada se le escapa, Él está
pendiente de cada detalle y está muy feliz de ver como tu vida ha cambiado y
ahora le sirves a Él. Si el hombre no
reconoce tu esfuerzo o tu trabajo para el Señor, ¡NO TE PREOCUPES!, Dios
si ha tomado en cuenta todo lo que has hecho, estás haciendo y lo que harás
para Él, y Él a su debido tiempo te recompensara por el esfuerzo, dedicación y
pasión con la que le sirves. (Apocalipsis
2:19) “Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y
que tus obras postreras son más que las primeras”.
SI
JEHOVÁ NO EDIFICARE LA CASA: Tenemos que entender,
que el trabajo del hombre tiene su lugar, pero al final de cuentas es de poco
uso sin la obra y la bendición de Dios. Sin el trabajo y la obra de Dios, en
vano trabajan los que la edifican. Ninguna
construcción de casa, o de lo que planeemos hacer será exitosa si dejamos a
Jehová Dios fuera. Como hemos podido ver hombres construyendo solo su
casa, con gran cuidado y a un gran costo, solo para verlas caer a pedazos
¡Porque Dios fue olvidado! Es posible que la casa edificada aquí sea de hecho
la familia. También podría significar la cría de una familia, especialmente
porque esta sección precede una unidad donde la familia es enfatizada como una
recompensa de Dios (Salmo 127:3 al 5) “3
He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del
vientre. 4 Como saetas en mano del
valiente, así son los hijos habidos en la juventud. 5 Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; No será
avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta”. En los Libros de
Génesis en adelante, es usual el referirse a la familia como “CASA” de la misma manera en que
nos referimos a una familia prominente como “DINASTÍA” (2 Sam
7:27) “Porque tú, Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, revelaste al
oído de tu siervo, diciendo: Yo te edificaré casa. Por esto tu siervo ha
hallado en su corazón valor para hacer delante de ti esta súplica”. SI JEHOVÁ NO GUARDARE LA CIUDAD:
Los guardias tenían su función y debían de permanecer en vela, pero el trabajo
y la bendición de Dios es necesaria para realmente proteger la ciudad. Edifica
la casa… vela la guardia: Es
especialmente significativo saber que es tanto edificar una casa como velar por
una ciudad. Es necesario entender que, aunque Dios acepta e incluso
ordena los esfuerzos y la participación del ser humano, en su obra y sus Bendiciones
son mucho más importantes. POR DEMÁS
ES QUE OS LEVANTÉIS DE MADRUGADA: Entendemos que Jehová Dios no habla
en contra del trabajo duro, porque muchos de sus Proverbios alaban al
trabajador que se levanta temprano (Proverbios
6:6 al 11) “6 Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; 7 La cual, no teniendo capitán, ni
gobernador, ni señor, 8 Prepara en
el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. 9 Perezoso, ¿Hasta cuándo has de
dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? 10
Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzar por un poco las manos para
reposo; 11 Así vendrá tu necesidad
como caminante, y tu pobreza como hombre armado”. Desde el primer versículo de
este Proverbio, podemos entender que la intención de nuestro Padre Celestial, es
que la confianza que muchos de nosotros ponemos en nuestro trabajo duro, genera
ansiedad que demuestra que dependemos de nosotros mismos, no de Dios. Por favor veamos un último ejemplo en la
vida del rey Josafat:
(2 Crónicas 20:2) “Y acudieron algunos y dieron aviso a
Josafat, diciendo: Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar, y
de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi”. El rey Josafat se
enfrentó a un grande peligro. Le llegó la mala noticia al oído y por eso el
temor. (2 Crónicas 20:3) “Entonces
él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo
pregonar ayuno a todo Judá”. Entonces hizo oración junto con todo Judá. (2 Crónicas 20:6) “y dijo: Jehová Dios
de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre
todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal FUERZA y PODER,
que no hay quien te resista?”.
En todo esto vemos que el anhelo de
Josafat era obtener el favor de Dios. Estuvieron todos los hombres de Judá en ayuno e hicieron oración a
fin de confesar unidos sus pecados y pedir socorro a Jehová. Confesaron su entera “DEPENDENCIA” de
Dios. Decía Josafat en su oración a Dios: Aunque Josafat tenía
disponible un gran ejército y bien disciplinado dice: (2 Crónicas 20:12) “¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque
en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros;
no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos”. Jeremías reconoce la
soberanía y el dominio de la PROVIDENCIA
DIVINA. (Jeremías 10:23)
“Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino ni del hombre que
camina es el ordenar sus pasos”. No estamos a nuestra propia disposición sino
bajo la dirección de Dios; Los acontecimientos se desarrollan con mucha
frecuencia de forma extraña para nosotros, contraria a todas nuestras
expectativas. Es cierto que somos
responsables de nuestros actos, pero también somos muchas veces empujados por
las circunstancias. El hombre es moralmente débil y no siempre posee la
fuerza necesaria para vencer la tentación y dirigir sus pasos rectamente.
¡Depende enteramente de Jehová Dios! (Juan
3:27) “Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada si no le
fuere dado del cielo”. Dependemos de Dios para lo que Él tiene para nosotros; Pero
no nos paremos donde no somos llamados ni capacitados, pues nos hará daño. Jesús
iba a ser guiado en su ministerio terrenal, no haría más de lo que el Padre le
permitiría hacer, por tal razón Él dijo: (Juan
3:34) “Porque el que Dios envió, las Palabras de Dios habla; Pues Dios no
da el Espíritu por medida”. Jehová Dios es el que tiene dominio de todo y Él es
el que edifica y guarda porque en la vida todos pasamos, Él es Dios y no tiene
fin. Dependamos de Él en todo si queremos que nos vaya bien. Si Jehová no
edifica la casa en vano uno trabaja. Y no queremos trabajar en vano, pues
queremos agradar al que nos amó y nos salvó llevando mucho fruto en toda buena
obra. Amén.
Predicador de la Sana Doctrina de Cristo: Víctor. Si usted no tiene la
intención de guardar esta hoja, tenga la amabilidad de entregarla a otra
persona interesada. Para la difusión gratuita entre cristianos, se permite fotocopiar
esta hoja (por favor no cambiar el texto).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario