Predica; 13 de Enero de 2019
DE VERDAD DELANTE DEL ESPÍRITU SANTO,
LO QUE ESTÁS HACIENDO ES GRATO A DIOS
Transfórmense rehaciendo nuestra mente
(Romanos 12:2) “No os conforméis a
este siglo, sino transformaos por
medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la Buena Voluntad de Dios, Agradable
y Perfecta”. ¿LO SABES? ¿Por qué debemos cómo cristianos sentir el
deseo de transformarnos? ¿Qué transformación debe efectuar todo cristiano?
¿Cómo podemos lograr la transformación necesaria? Dice en las Sagradas
Escrituras en el Libro de: (Filipenses
4:8) “Por lo demás, hermanos, todo
lo que es Verdadero, todo lo Honesto, todo lo Justo, todo
lo Puro, todo lo Amable, todo lo que es de Buen Nombre; Si
hay Virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto PENSAD”.
¿Cómo influyen en nosotros nuestra crianza y nuestro entorno? NUESTRA Crianza y nuestro entorno
influyen profundamente en todos nosotros. Nos vestimos de cierta forma,
nos gustan ciertas comidas y nos comportamos de cierta manera. Esto se debe en
parte a la influencia de quienes nos rodean y de las circunstancias. Ahora
bien, hay aspectos de la vida mucho más importantes que los alimentos que nos
gustan o nuestro modo de vestir. Por ejemplo, desde pequeños se nos enseña que
algunas cosas están bien y que otras hay que rechazarlas porque son malas o
inaceptables. En muchos casos, las opiniones varían de persona a persona.
Nuestras preferencias pueden incluso deberse a los dictados de nuestra
conciencia. Las Sagradas Escrituras, reconocen que, con frecuencia, (Rom. 2:14) “Porque cuando los gentiles
que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no
tengan ley, son ley para sí mismos”. Pero ¿significa esto que, mientras no haya
una ley Divina específica que lo prohíba, podemos seguir las costumbres y
normas que aprendimos de pequeños y que son comunes en el lugar donde vivimos?
¿Por qué dos razones no se limitan los cristianos a seguir las costumbres y
normas del mundo? En las Sagradas Escrituras, hallamos por lo menos dos razones
importantes por las que esto no es así para los cristianos. La primera es esta:
(Prov. 16:25) “Hay camino que parece
derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte”. Debido a nuestra
imperfección, no tenemos la capacidad de guiar nuestros pasos sin cometer
ningún error (Prov. 28:26) “El que
confía en su propio corazón es necio; Mas el que camina en sabiduría será
librado”; (Jer. 10:23) “Conozco, oh
Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el
ordenar sus pasos”. La segunda es que satanás, “el dios de este mundo”, es
quien establece las normas del mundo, es decir, lo que el mundo considera bueno
o malo y lo que es popular o no (2 Cor.
4:4) “en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los
incrédulos, para que no les resplandezca la luz del Evangelio de la Gloria de
Cristo, el cual es la imagen de Dios”; (1
Juan 5:19) “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el
maligno”. Por consiguiente, si deseamos la bendición y la aprobación de Dios,
tenemos que seguir el consejo de (Romanos
12:2) “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la Buena
Voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Existen tres aspectos importantes de Romanos
12:2 que veremos en esta predicación. 1)
¿Por qué tenemos que transformarnos? 2) ¿Qué implica esa transformación? 3) ¿Cómo podemos transformarnos? ¿POR QUÉ TRANSFORMARNOS? ¿Para quiénes tienen especial significado
las Palabras de Romanos 12:2? En el Libro de los Romanos, nuestro padre
Celestial, por medio del apóstol Pablo no se dirige a no creyentes ni a la
gente en general, sino a cristianos ungidos (Rom. 1:7) “a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro
Padre y del Señor Jesucristo”. Y por medio de éste ejemplo, nuestro
Padre Celestial nos anima a transformarnos y a dejar de “amoldarnos a este
mundo de cosas y sus tradiciones. Para nosotros como cristianos, en nuestra
era, el “mundo de cosas” se refiere a las normas, costumbres, conducta y modo
de vestir que caracterizan al mundo en el cual vivimos. El hecho de que nuestro Padre Celestial nos esté hablando por medio
de Pablo “cesen de amoldarse” indica que algunos cristianos
todavía actúan y piensan como la gente que los rodea. ¿Cómo
influye en muchos cristianos este mundo y sus tradiciones? ¿Qué
presiones imponen a los cristianos la vida religiosa y social cuando
nuestro Padre Celestial por medio del apóstol Pablo nos Escribe esto para
nuestro ejemplo? Hoy, los turistas pueden contemplar en nuestras
Ciudades, las ruinas de construcciones, algunas muy antiguas como templos,
tumbas, monumentos, estadios y teatros. Estos
restos nos permiten entender la vida religiosa y social de aquella época.
Además, en los libros de Historia se habla de la revolución, las obras
dramáticas y musicales sobre una amplia variedad de temas, algunos de ellos
vergonzosos. Así como en Roma,
también nuestra Ciudad un próspero centro comercial, así que no falta las
oportunidades de ganar dinero (Rom.
6:21) “¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os
avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte”; (1 Ped. 4:3,4) “3 Baste
ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en
lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables
idolatrías. 4 A éstos les parece
cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de
disolución, y os ultrajan”. Nuestro Padre Celestial que nos Ama Mucho nos dice:
(1Ped. 4:2) “para no vivir el tiempo
que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme
a la Voluntad de Dios”. A pesar de los numerosos templos y “dioses”, no hacen
mucho por tener una relación personal con Jehová Dios y su Palabra, porque no
viven de acuerdo a lo que predican, sino más bien a sus deidades. Para esto, la
religión consiste principalmente en pequeños sermones con muy poquita Palabra
de Dios, más bien son ritos conectados con los nacimientos, las bodas y los
funerales, ritos que son parte de este mundo y la vida diaria. Podemos
imaginarnos las presiones que todo esto impone a los cristianos en general.
Muchos cristianos han metido las tradiciones del mundo a las congregaciones y
han creado en este ambiente, “tradiciones del mundo, pero a la manera
cristiana” así que para ser auténticos cristianos necesitamos transformarnos. Y
esta transformación no acaba el día de nuestro bautismo. ¿Por qué es el mundo
de hoy es un lugar peligroso para nosotros los cristianos? ¿Por qué? Porque el
espíritu del mundo está por todas partes, solo analicemos esta frase tan
popular “El espíritu navideño es el que une familias” aunque después se andan
peleando des pues de haber tomado mucho; Sin embargo nuestro Padre Celestial
nos envió al Espíritu Santo para que de Verdad estemos juntos y unidos “Cuando
llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino
del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda
la casa donde estaban sentados; Y se les aparecieron lenguas repartidas, como
de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del
Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les
daba que hablasen”. Este es el Verdadero espíritu que une familias: (Efesios 2:2,3) “2 en los cuales
anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al
príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de
desobediencia, 3 entre los cuales
también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne,
haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza
hijos de ira, lo mismo que los demás”. Y (1
Juan 2:16) “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los
deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del
mundo”. Día tras día nos vemos expuestos a los deseos, ideas, valores y normas
morales de este mundo, así que estamos
en constante peligro de ser asimilados por él mundo y sus tradiciones. De modo
que tenemos muchas razones para seguir el consejo de nuestro Padre Celestial
por medio del apóstol Pablo de dejar de “amoldarnos a este mundo y sus
tradiciones” y transformarnos. ¿Cómo podemos conseguirlo? Muchos cristianos
debemos hacernos esta pregunta: ¿Qué cambios debimos de haber hecho cómo
personas antes de poder bautizarnos? Cuando alguien estudia y aplica las
enseñanzas de las Sagradas Escrituras, comienza a progresar espiritualmente.
Tal progreso se refleja en los cambios que hace en su vida, como abandonar la
religión falsa y cultivar una nueva personalidad semejante a la de Jesucristo (Efes. 4:22-24) “22 En cuanto a la
pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a
los deseos engañosos, 23 y renovaos
en el espíritu de vuestra mente, 24
y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la
Verdad”. Todos los años nos alegra ver a personas que reúnen los requisitos
para bautizarse en símbolo de arrepentimiento y su dedicación a Dios. Sin duda,
esto nos regocija el corazón y el de Jehová Dios (Prov. 27:11) “Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, y tendré
qué responder al que me agravie”. Pero nos conviene pensar en lo siguiente:
¿son estos los únicos cambios que se necesitan? Muchos deben salir del mundo de
satanás y transformarse. Por qué transformarse… ¿No es lo mismo que mejorar? En
realidad, transformarse significa más que progresar o mejorar. Por ejemplo, un
producto podría etiquetarse o anunciarse como “mejorado” pero seguir siendo
esencialmente el mismo producto; Tal vez solo se le haya añadido un ingrediente
secundario o tenga un envoltorio más atractivo.
La expresión “transfórmense” En
Romanos 12:2 se contrasta el conformarse exteriormente a las cosas de este
mundo en contraste a ser transformado (o transfigurado) internamente por la
renovación de nuestros pensamientos mediante el Poder del Espíritu Santo. Por
lo tanto, la transformación que debe efectuarse en el cristiano no se limita a
dejar atrás los hábitos perjudiciales, el habla malsana y la conducta inmoral.
Algunas personas no tienen ningún conocimiento de las Sagradas Escrituras y se
esfuerzan por mantenerse más o menos libres de estas cosas. ¿Qué implica,
entonces, la transformación que debemos de realizar cómo cristiano?
“Transfórmense rehaciendo su mente”, escribió Pablo. Aunque la mente se relaciona con la facultad de pensar, en las
Sagradas Escrituras que es la Palabra de Dios que también se refiere a la
inclinación mental, la actitud y la capacidad de razonar. En el Libro
de los Romanos, Jehová Dios por medio de Pablo ya se había referido a personas
que demostraban tener “un estado mental desaprobado” y que estaban llenas de
“injusticia, iniquidad, codicia, maldad, envidia, asesinato, contienda, engaño”
y otras características dañinas (Rom.
1:28-32) “28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los
entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; 29 estando atestados de toda
injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia,
homicidios, contiendas, engaños y malignidades; 30 murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos,
soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, 31 necios, desleales, sin afecto
natural, implacables, sin misericordia; 32
quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas
son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los
que las practican”. Es comprensible
que a quienes han crecido en este ambiente y se han hecho siervos de Dios los
anima a transformarse y a rehacer, o renovar, su mente. (Efesios 4:31)
“Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda
malicia”. Podemos preguntarnos ¿Qué piensa la gente en general hoy día? Y
además podemos pensar que importa lo que piensen conque nosotros pensemos, de
una manera diferente es suficiente ¿Por qué es peligrosa esta actitud para los
cristianos? Porque; Por desgracia, vivimos rodeados de personas como las que
Pablo describió. Probablemente piensan que insistir en regirse por normas y
principios es anticuado. Muchos maestros y padres tienen una actitud permisiva
y promueven un modo de pensar “liberal”. Según ellos, todo es relativo, nada es
absoluto. Hasta muchos que afirman creer en Dios sostienen que tienen derecho a
hacer lo que quieran, sin ninguna obligación de obedecer los mandatos Divinos (Salmo 14:1) “Dice el necio en su
corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; No hay quien
haga el bien”. Esta actitud constituye un auténtico peligro para nosotros, los
cristianos verdaderos. Si no estamos alertas, podríamos dejar de seguir las
instrucciones de las sagradas Escrituras que es la Palabra de Dios e incluso
quejarnos de cualquier cosa que no nos guste. O quizá podríamos cuestionar los
consejos que recibimos sobre las diversiones, Internet o los estudios que
tienen muy poco sustento. Por consiguiente, para que el mundo ya no nos moldee
tenemos que examinar con honradez cuáles son nuestras actitudes, sentimientos,
metas y valores. Estas cosas tal vez no se vean abiertamente. Otros quizás nos
digan que somos buenos siervos de Jehová Dios; Pero solo nosotros sabemos si el
conocimiento de las Sagradas Escrituras realmente nos ha transformado y sigue
transformándonos en estos aspectos esenciales (Santiago 1:23-25) “23
Porque si alguno es oidor de la Palabra pero no hacedor de ella, éste es
semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. 24 Porque él se considera a sí mismo, y
se va, y luego olvida cómo era. 25 Mas
el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en
ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será
bienaventurado en lo que hace”. ¿Qué nos ayuda a ver los cambios que debemos
realizar? Bueno; La transformación debe producirse en nuestro interior, y para
efectuar estos cambios tan profundos, necesitamos algo que pueda atravesar la
superficie y llegarnos a lo más hondo. ¿Qué puede ayudarnos? Cuando aprendemos lo que Jehová Dios
como nuestro Padre Celestial, nos instruye constantemente, entonces, lo que
Él, espera de nosotros según su propósito expuesto en las Sagradas Escrituras,
nuestra reacción revela lo que tenemos en el corazón y nos hace conscientes de
los cambios que debemos realizar para cumplir “la Perfecta Voluntad de Dios”
(Hebreos 4:12) “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante
que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón”. ¿Qué clase de transformación se produce cuando Jehová Dios por medio
de Jesucristo y el Espíritu Santo nos moldean? (Isaías 64:8) “Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro Padre; Nosotros
barro, y TÚ el que nos formaste; Así que obra de tus manos somos todos
nosotros”. La imagen verbal que empleó Nuestro Padre Celestial, por medio del
profeta Isaías señala un aspecto en el que meditar. ¿En qué sentido nos moldea
Jehová Dios, el Alfarero, a nosotros, el barro? Él no nos cambia físicamente,
quizás para darnos una apariencia más atractiva. El entrenamiento que nos da no
es físico, sino espiritual. Si nos dejamos moldear por él, la transformación
que se produce es interna, espiritual: Justo lo que necesitamos para combatir
las influencias del mundo. ¿Cómo funciona el proceso con el que Jehová nos
moldea? Pensemos por un momento el proceso del Alfarero: Para hacer una vasija de buena calidad, se necesita que la arcilla
sea excelente. Pero además, el alfarero tiene que hacer dos cosas. Primero debe
lavarla para eliminar todo elemento extraño o minerales contaminantes. Y luego
debe mezclarla con la adecuada cantidad de agua y amasarla para que conserve su
forma después de que la moldee. Observemos que el agua se emplea tanto
para lavarla como para darle la debida consistencia y flexibilidad a fin de
transformarla en una vasija que puede ser muy valiosa. Pues bien, tal como el
agua cambia la arcilla, la Palabra de Dios nos cambia a nosotros. Nos ayuda a
dejar atrás la forma en que pensábamos
cuando no conocíamos a Dios y a transformarnos en personas valiosas a sus ojos (Efesios 5:26) “para santificarla,
habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra”. ¿Vemos por qué
se nos anima tantas veces a leer todos los días las Sagradas Escrituras y a no
perdernos las reuniones, donde se Estudia la Palabra de Dios? Porque así
permitimos que Jehová nuestro Padre Celestial y Dios, nos moldee (Sal. 1:2) “Sino que en la ley de
Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche”; (Hech. 17:11) “Y éstos eran más nobles
que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la Palabra con toda
solicitud, escudriñando cada día las Sagradas Escrituras para ver si estas cosas
eran así”; (Hebreos 10:24,25) “24 Y considerémonos unos a otros para
estimularnos al amor y a las buenas obras; 25
no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino
exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. Transformarse
nos ayudará a afrontar mejor los problemas; Pero leer regularmente las Sagradas
Escrituras y aprender de ellas no es suficiente para que nos transforme. Mucha
gente la lee de vez en cuando y la conoce bastante bien. Tal vez usted haya
encontrado personas así en el ministerio. Algunas hasta son capaces de recitar
pasajes bíblicos de memoria. Sin
embargo, su conocimiento quizás tiene poco o ningún efecto en su modo de pensar
o en su forma de vivir. ¿Qué les falta? Para ser transformado por la
Palabra de Dios, uno debe permitir que esta Palabra “se ahonde” en nuestro
corazón (Gálatas 6:6) “El que es
enseñado en la Palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye”.
Por lo tanto, debemos dedicar tiempo a pensar en lo que aprendemos. Nos conviene
preguntarnos: ¿Estoy convencido de que lo que he aprendido es mucho más que un
simple conjunto de enseñanzas religiosas? ¿Acaso no he visto en mi propia vida
pruebas de que es la verdad? Además, ¿veo formas de aplicar personalmente los
principios de las Sagradas Escrituras, o solo las veo como algo que Enseñar a
otros? ¿Siento que Jehová Dios me está hablando a mí, por medio de las Sagradas
Escrituras? Si reflexionamos en estas
preguntas, nuestros sentimientos por Jehová Dios nuestro Padre Celestial,
Jesucristo nuestro Señor y El Espíritu Santo que nos une con todo lo Divino, se
harán más profundos. Nuestro
amor por ÉL crecerá. Y cuando
el corazón se conmueva de esta forma, nos impulsará a hacer los cambios
necesarios (Proverbios 4:23)
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida”; (Lucas 6:45) “El hombre bueno, del buen
tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su
corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”. Como
verdaderos cristianos debemos de preguntarnos: ¿Qué consejo debemos de seguir
de las Sagradas Escrituras para que nos traiga muchas bendiciones? Para empezar
debemos de Leer con regularidad la Palabra de Dios y meditar en ella nos
motivará a seguir este consejo de nuestro Padre Celestial por medio del apóstol
Pablo: (Colosenses 3:9,10) “9 No mintáis los unos a los otros,
habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo
creó se va renovando hasta el conocimiento pleno”. En efecto, si captamos todo
el sentido de lo que las Sagradas Escrituras nos enseñan y lo aplicamos,
adquiriremos la nueva personalidad cristiana, la cual nos protegerá de las
astutas trampas de Satanás. Por último veamos lo que nos dice nuestro Padre
Celestial por medio del apóstol Pedro cuando nos recuerda: Que como hijos
obedientes, debemos de dejar de amoldarnos según los deseos que tuvimos en otro
tiempo. Y luego pasa a decirnos que, más bien, nos comportemos de manera santa
en todo (1 Pedro 1:13 al 16) “13 Por
tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por
completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; 14 como hijos obedientes, no os
conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 15 sino, como aquel que os llamó es
santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos,
porque Yo Soy Santo”. Si hacemos cuanto podamos por dejar atrás las ideas y
actitudes que tuvimos en el pasado y nos dejamos transformar, recibiremos
muchas bendiciones. Predicador de la Sana Doctrina de Cristo: Raúl. Para la difusión
gratuita entre cristianos, se permite fotocopiar esta hoja (por favor no
cambiar el texto).
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