miércoles, 20 de noviembre de 2019

DE VERDAD DELANTE DEL ESPÍRITU SANTO, LO QUE ESTÁS HACIENDO ES GRATO A DIOS


Predica; 13 de Enero de 2019
DE VERDAD DELANTE DEL ESPÍRITU SANTO, LO QUE ESTÁS HACIENDO ES GRATO A DIOS
Transfórmense rehaciendo nuestra mente (Romanos 12:2) “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la Buena Voluntad de Dios, Agradable y Perfecta”. ¿LO SABES? ¿Por qué debemos cómo cristianos sentir el deseo de transformarnos? ¿Qué transformación debe efectuar todo cristiano? ¿Cómo podemos lograr la transformación necesaria? Dice en las Sagradas Escrituras en el Libro de: (Filipenses 4:8) “Por lo demás, hermanos, todo lo que es Verdadero, todo lo Honesto, todo lo Justo, todo lo Puro, todo lo Amable, todo lo que es de Buen Nombre; Si hay Virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto PENSAD”. ¿Cómo influyen en nosotros nuestra crianza y nuestro entorno? NUESTRA Crianza y nuestro entorno influyen profundamente en todos nosotros. Nos vestimos de cierta forma, nos gustan ciertas comidas y nos comportamos de cierta manera. Esto se debe en parte a la influencia de quienes nos rodean y de las circunstancias. Ahora bien, hay aspectos de la vida mucho más importantes que los alimentos que nos gustan o nuestro modo de vestir. Por ejemplo, desde pequeños se nos enseña que algunas cosas están bien y que otras hay que rechazarlas porque son malas o inaceptables. En muchos casos, las opiniones varían de persona a persona. Nuestras preferencias pueden incluso deberse a los dictados de nuestra conciencia. Las Sagradas Escrituras, reconocen que, con frecuencia, (Rom. 2:14) “Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos”. Pero ¿significa esto que, mientras no haya una ley Divina específica que lo prohíba, podemos seguir las costumbres y normas que aprendimos de pequeños y que son comunes en el lugar donde vivimos? ¿Por qué dos razones no se limitan los cristianos a seguir las costumbres y normas del mundo? En las Sagradas Escrituras, hallamos por lo menos dos razones importantes por las que esto no es así para los cristianos. La primera es esta: (Prov. 16:25) “Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte”. Debido a nuestra imperfección, no tenemos la capacidad de guiar nuestros pasos sin cometer ningún error (Prov. 28:26) “El que confía en su propio corazón es necio; Mas el que camina en sabiduría será librado”; (Jer. 10:23) “Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos”. La segunda es que satanás, “el dios de este mundo”, es quien establece las normas del mundo, es decir, lo que el mundo considera bueno o malo y lo que es popular o no (2 Cor. 4:4) “en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del Evangelio de la Gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”; (1 Juan 5:19) “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”. Por consiguiente, si deseamos la bendición y la aprobación de Dios, tenemos que seguir el consejo de (Romanos 12:2) “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la Buena Voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Existen tres aspectos importantes de Romanos 12:2 que veremos en esta predicación. 1) ¿Por qué tenemos que transformarnos? 2) ¿Qué implica esa transformación? 3) ¿Cómo podemos transformarnos? ¿POR QUÉ TRANSFORMARNOS? ¿Para quiénes tienen especial significado las Palabras de Romanos 12:2? En el Libro de los Romanos, nuestro padre Celestial, por medio del apóstol Pablo no se dirige a no creyentes ni a la gente en general, sino a cristianos ungidos (Rom. 1:7) “a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”. Y por medio de éste ejemplo, nuestro Padre Celestial nos anima a transformarnos y a dejar de “amoldarnos a este mundo de cosas y sus tradiciones. Para nosotros como cristianos, en nuestra era, el “mundo de cosas” se refiere a las normas, costumbres, conducta y modo de vestir que caracterizan al mundo en el cual vivimos. El hecho de que nuestro Padre Celestial nos esté hablando por medio de Pablocesen de amoldarseindica que algunos cristianos todavía actúan y piensan como la gente que los rodea. ¿Cómo influye en muchos cristianos este mundo y sus tradiciones? ¿Qué presiones imponen a los cristianos la vida religiosa y social cuando nuestro Padre Celestial por medio del apóstol Pablo nos Escribe esto para nuestro ejemplo? Hoy, los turistas pueden contemplar en nuestras Ciudades, las ruinas de construcciones, algunas muy antiguas como templos, tumbas, monumentos, estadios y teatros. Estos restos nos permiten entender la vida religiosa y social de aquella época. Además, en los libros de Historia se habla de la revolución, las obras dramáticas y musicales sobre una amplia variedad de temas, algunos de ellos vergonzosos. Así como en Roma, también nuestra Ciudad un próspero centro comercial, así que no falta las oportunidades de ganar dinero (Rom. 6:21) “¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte”; (1 Ped. 4:3,4)3 Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías. 4 A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan”. Nuestro Padre Celestial que nos Ama Mucho nos dice: (1Ped. 4:2) “para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la Voluntad de Dios”. A pesar de los numerosos templos y “dioses”, no hacen mucho por tener una relación personal con Jehová Dios y su Palabra, porque no viven de acuerdo a lo que predican, sino más bien a sus deidades. Para esto, la religión consiste principalmente en pequeños sermones con muy poquita Palabra de Dios, más bien son ritos conectados con los nacimientos, las bodas y los funerales, ritos que son parte de este mundo y la vida diaria. Podemos imaginarnos las presiones que todo esto impone a los cristianos en general. Muchos cristianos han metido las tradiciones del mundo a las congregaciones y han creado en este ambiente, “tradiciones del mundo, pero a la manera cristiana” así que para ser auténticos cristianos necesitamos transformarnos. Y esta transformación no acaba el día de nuestro bautismo. ¿Por qué es el mundo de hoy es un lugar peligroso para nosotros los cristianos? ¿Por qué? Porque el espíritu del mundo está por todas partes, solo analicemos esta frase tan popular “El espíritu navideño es el que une familias” aunque después se andan peleando des pues de haber tomado mucho; Sin embargo nuestro Padre Celestial nos envió al Espíritu Santo para que de Verdad estemos juntos y unidos “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”. Este es el Verdadero espíritu que une familias: (Efesios 2:2,3) “2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”. Y (1 Juan 2:16) “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”. Día tras día nos vemos expuestos a los deseos, ideas, valores y normas morales de este mundo,  así que estamos en constante peligro de ser asimilados por él mundo y sus tradiciones. De modo que tenemos muchas razones para seguir el consejo de nuestro Padre Celestial por medio del apóstol Pablo de dejar de “amoldarnos a este mundo y sus tradiciones” y transformarnos. ¿Cómo podemos conseguirlo? Muchos cristianos debemos hacernos esta pregunta: ¿Qué cambios debimos de haber hecho cómo personas antes de poder bautizarnos? Cuando alguien estudia y aplica las enseñanzas de las Sagradas Escrituras, comienza a progresar espiritualmente. Tal progreso se refleja en los cambios que hace en su vida, como abandonar la religión falsa y cultivar una nueva personalidad semejante a la de Jesucristo (Efes. 4:22-24) “22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la Verdad”. Todos los años nos alegra ver a personas que reúnen los requisitos para bautizarse en símbolo de arrepentimiento y su dedicación a Dios. Sin duda, esto nos regocija el corazón y el de Jehová Dios (Prov. 27:11) “Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, y tendré qué responder al que me agravie”. Pero nos conviene pensar en lo siguiente: ¿son estos los únicos cambios que se necesitan? Muchos deben salir del mundo de satanás y transformarse. Por qué transformarse… ¿No es lo mismo que mejorar? En realidad, transformarse significa más que progresar o mejorar. Por ejemplo, un producto podría etiquetarse o anunciarse como “mejorado” pero seguir siendo esencialmente el mismo producto; Tal vez solo se le haya añadido un ingrediente secundario o tenga un envoltorio más atractivo.
La expresión “transfórmense” En Romanos 12:2 se contrasta el conformarse exteriormente a las cosas de este mundo en contraste a ser transformado (o transfigurado) internamente por la renovación de nuestros pensamientos mediante el Poder del Espíritu Santo. Por lo tanto, la transformación que debe efectuarse en el cristiano no se limita a dejar atrás los hábitos perjudiciales, el habla malsana y la conducta inmoral. Algunas personas no tienen ningún conocimiento de las Sagradas Escrituras y se esfuerzan por mantenerse más o menos libres de estas cosas. ¿Qué implica, entonces, la transformación que debemos de realizar cómo cristiano? “Transfórmense rehaciendo su mente”, escribió Pablo. Aunque la mente se relaciona con la facultad de pensar, en las Sagradas Escrituras que es la Palabra de Dios que también se refiere a la inclinación mental, la actitud y la capacidad de razonar. En el Libro de los Romanos, Jehová Dios por medio de Pablo ya se había referido a personas que demostraban tener “un estado mental desaprobado” y que estaban llenas de “injusticia, iniquidad, codicia, maldad, envidia, asesinato, contienda, engaño” y otras características dañinas (Rom. 1:28-32) “28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; 29 estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; 30 murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, 31 necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; 32 quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican”. Es comprensible que a quienes han crecido en este ambiente y se han hecho siervos de Dios los anima a transformarse y a rehacer, o renovar, su mente. (Efesios 4:31) “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia”. Podemos preguntarnos ¿Qué piensa la gente en general hoy día? Y además podemos pensar que importa lo que piensen conque nosotros pensemos, de una manera diferente es suficiente ¿Por qué es peligrosa esta actitud para los cristianos? Porque; Por desgracia, vivimos rodeados de personas como las que Pablo describió. Probablemente piensan que insistir en regirse por normas y principios es anticuado. Muchos maestros y padres tienen una actitud permisiva y promueven un modo de pensar “liberal”. Según ellos, todo es relativo, nada es absoluto. Hasta muchos que afirman creer en Dios sostienen que tienen derecho a hacer lo que quieran, sin ninguna obligación de obedecer los mandatos Divinos (Salmo 14:1) “Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; No hay quien haga el bien”. Esta actitud constituye un auténtico peligro para nosotros, los cristianos verdaderos. Si no estamos alertas, podríamos dejar de seguir las instrucciones de las sagradas Escrituras que es la Palabra de Dios e incluso quejarnos de cualquier cosa que no nos guste. O quizá podríamos cuestionar los consejos que recibimos sobre las diversiones, Internet o los estudios que tienen muy poco sustento. Por consiguiente, para que el mundo ya no nos moldee tenemos que examinar con honradez cuáles son nuestras actitudes, sentimientos, metas y valores. Estas cosas tal vez no se vean abiertamente. Otros quizás nos digan que somos buenos siervos de Jehová Dios; Pero solo nosotros sabemos si el conocimiento de las Sagradas Escrituras realmente nos ha transformado y sigue transformándonos en estos aspectos esenciales (Santiago 1:23-25) “23  Porque si alguno es oidor de la Palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. 24 Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. 25 Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”. ¿Qué nos ayuda a ver los cambios que debemos realizar? Bueno; La transformación debe producirse en nuestro interior, y para efectuar estos cambios tan profundos, necesitamos algo que pueda atravesar la superficie y llegarnos a lo más hondo. ¿Qué puede ayudarnos? Cuando aprendemos lo que Jehová Dios como nuestro Padre Celestial, nos instruye constantemente, entonces, lo que Él, espera de nosotros según su propósito expuesto en las Sagradas Escrituras, nuestra reacción revela lo que tenemos en el corazón y nos hace conscientes de los cambios que debemos realizar para cumplir “la Perfecta Voluntad de Dios” (Hebreos 4:12) “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. ¿Qué clase de transformación se produce cuando Jehová Dios por medio de Jesucristo y el Espíritu Santo nos moldean? (Isaías 64:8) “Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro Padre; Nosotros barro, y TÚ el que nos formaste; Así que obra de tus manos somos todos nosotros”. La imagen verbal que empleó Nuestro Padre Celestial, por medio del profeta Isaías señala un aspecto en el que meditar. ¿En qué sentido nos moldea Jehová Dios, el Alfarero, a nosotros, el barro? Él no nos cambia físicamente, quizás para darnos una apariencia más atractiva. El entrenamiento que nos da no es físico, sino espiritual. Si nos dejamos moldear por él, la transformación que se produce es interna, espiritual: Justo lo que necesitamos para combatir las influencias del mundo. ¿Cómo funciona el proceso con el que Jehová nos moldea? Pensemos por un momento el proceso del Alfarero: Para hacer una vasija de buena calidad, se necesita que la arcilla sea excelente. Pero además, el alfarero tiene que hacer dos cosas. Primero debe lavarla para eliminar todo elemento extraño o minerales contaminantes. Y luego debe mezclarla con la adecuada cantidad de agua y amasarla para que conserve su forma después de que la moldee. Observemos que el agua se emplea tanto para lavarla como para darle la debida consistencia y flexibilidad a fin de transformarla en una vasija que puede ser muy valiosa. Pues bien, tal como el agua cambia la arcilla, la Palabra de Dios nos cambia a nosotros. Nos ayuda a dejar  atrás la forma en que pensábamos cuando no conocíamos a Dios y a transformarnos en personas valiosas a sus ojos (Efesios 5:26) “para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra”. ¿Vemos por qué se nos anima tantas veces a leer todos los días las Sagradas Escrituras y a no perdernos las reuniones, donde se Estudia la Palabra de Dios? Porque así permitimos que Jehová nuestro Padre Celestial y Dios, nos moldee (Sal. 1:2) “Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche”; (Hech. 17:11) “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la Palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Sagradas Escrituras para ver si estas cosas eran así”; (Hebreos 10:24,25) “24  Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. Transformarse nos ayudará a afrontar mejor los problemas; Pero leer regularmente las Sagradas Escrituras y aprender de ellas no es suficiente para que nos transforme. Mucha gente la lee de vez en cuando y la conoce bastante bien. Tal vez usted haya encontrado personas así en el ministerio. Algunas hasta son capaces de recitar pasajes bíblicos de memoria. Sin embargo, su conocimiento quizás tiene poco o ningún efecto en su modo de pensar o en su forma de vivir. ¿Qué les falta? Para ser transformado por la Palabra de Dios, uno debe permitir que esta Palabra “se ahonde” en nuestro corazón (Gálatas 6:6) “El que es enseñado en la Palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye”. Por lo tanto, debemos dedicar tiempo a pensar en lo que aprendemos. Nos conviene preguntarnos: ¿Estoy convencido de que lo que he aprendido es mucho más que un simple conjunto de enseñanzas religiosas? ¿Acaso no he visto en mi propia vida pruebas de que es la verdad? Además, ¿veo formas de aplicar personalmente los principios de las Sagradas Escrituras, o solo las veo como algo que Enseñar a otros? ¿Siento que Jehová Dios me está hablando a mí, por medio de las Sagradas Escrituras? Si reflexionamos en estas preguntas, nuestros sentimientos por Jehová Dios nuestro Padre Celestial, Jesucristo nuestro Señor y El Espíritu Santo que nos une con todo lo Divino, se harán más profundos. Nuestro amor por ÉL crecerá. Y cuando el corazón se conmueva de esta forma, nos impulsará a hacer los cambios necesarios (Proverbios 4:23) “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida”; (Lucas 6:45) “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”. Como verdaderos cristianos debemos de preguntarnos: ¿Qué consejo debemos de seguir de las Sagradas Escrituras para que nos traiga muchas bendiciones? Para empezar debemos de Leer con regularidad la Palabra de Dios y meditar en ella nos motivará a seguir este consejo de nuestro Padre Celestial por medio del apóstol Pablo: (Colosenses 3:9,10) “9 No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno”. En efecto, si captamos todo el sentido de lo que las Sagradas Escrituras nos enseñan y lo aplicamos, adquiriremos la nueva personalidad cristiana, la cual nos protegerá de las astutas trampas de Satanás. Por último veamos lo que nos dice nuestro Padre Celestial por medio del apóstol Pedro cuando nos recuerda: Que como hijos obedientes, debemos de dejar de amoldarnos según los deseos que tuvimos en otro tiempo. Y luego pasa a decirnos que, más bien, nos comportemos de manera santa en todo (1 Pedro 1:13 al 16) “13 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; 14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque Yo Soy Santo”. Si hacemos cuanto podamos por dejar atrás las ideas y actitudes que tuvimos en el pasado y nos dejamos transformar, recibiremos muchas bendiciones. Predicador de la Sana Doctrina de Cristo: Raúl. Para la difusión gratuita entre cristianos, se permite fotocopiar esta hoja (por favor no cambiar el texto).

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