Predica; 20 de Octubre de 2019
EL TEMOR DE DIOS ES NECESARIO, PARA QUE LE TEMAS A JEHOVÁ
DIOS
Empezaré con un poco de gramática, porque es la parte de la lingüística que estudia la estructura de las
palabras, y las “PREPOSICIONES” que es el caso en esta predicación,
dónde el Temor “de” Dios, NO es igual
a: Temed “a” Jehová: (2Corintios
7:1) “Así que, amados, puesto
que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de
carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el TEMOR DE DIOS”. Porque
la preposición “DE” Indica la condición necesaria para que se
produzca: El, TEMED
“A” JEHOVÁ: (Salmo
34:9) “TEMED A JEHOVÁ,
vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen”. En correlación de la
preposición “a” con la preposición “de”, indica el final de un intervalo
de tiempo hasta llegar a la comprensión y obediencia, ya que la preposición “a” Introduce el objeto del “TEMOR DE DIOS” directamente en el corazón del ser humano.
Hace
ya cuatro semanas nuestro Padre Celestial me ha estado hablando sobre un tema
que despertó mucho mi interés acerca de: “EL TEMOR {DE} JEHOVÁ DIOS”
y “EL TEMOR {A} JEHOVÁ DIOS”. Las Sagradas Escrituras nos
están hablando, bastante del temor de Dios y también, el temerle a Jehová Dios.
Es fácil hacerse la idea de que debemos temer a Jehová Dios en el sentido de
vivir aterrorizados de incurrir en Su ira. Para un cristiano puede resultar
difícil reconciliar esto con el hecho de: (Juan
3:16) “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en ÉL cree, no se pierda, más tenga vida
eterna”. Que envió a Su único Hijo para manifestarnos Su Amor, y con el
mandamiento de: (Mateo 22:37) “Jesús
le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con
toda tu mente”. Si bien hay versículos de las Sagradas Escrituras, que hablan
de temer a Dios y Su ira, también hay muchos otros que lo refieren como algo
positivo. Cuando las Sagradas Escrituras, hablan de temer a Dios, hace
referencia a dos conceptos diferentes. Uno
es el de temer a Dios y Su ira, y el otro es el del Temor de Dios,
que se refiere a honrarlo y reverenciarlo. Al captar esta
diferencia podemos entender la relación entre temer a Dios y hacernos
acreedores a Sus bendiciones por recibir, EL
TEMOR DE DIOS. (Salmo 112:1)
“Bienaventurado el hombre que teme a
Jehová, y en sus mandamientos se deleita en gran manera”. (Salmo 31:19) “¡Cuán grande es tu
bondad, que has guardado para los que
te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los
hijos de los hombres!”. (Salmo 111:10)
“El principio de la sabiduría es el temor
de Jehová; Buen entendimiento tiene todos los que practican sus mandamientos;
Su loor permanece para siempre”. (Proverbios
1:7) “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la
enseñanza”. (Proverbios 10:27)
“El temor de Jehová aumentará
los días; Mas los años de los impíos serán acortados”. (Proverbios 14:27) “El
temor de Jehová aumentará los días; Mas los años de los impíos serán
acortados”. (Proverbios 19:23) “El temor de Jehová es para vida,
y con él vivirá lleno de reposo el hombre; No será visitado de mal”. (Eclesiastés 8:12,13) “12 Aunque el pecador haga mal cien
veces, y prolongue sus días, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su Presencia; 13 Y que no le irá bien al impío, ni le serán prolongados los días,
que son como sombra; Por cuanto no
teme delante de la Presencia de Dios”. (Proverbios 15:16,17) “16
Mejor es lo poco con el temor de
Jehová, que el gran tesoro donde hay turbación. 17 Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, que de buey
engordado donde hay odio”. (Salmos 25:14)
“La comunión íntima de Jehová es con
los que le temen, y a ellos hará conocer su Pacto”. (Salmos 34:7) “El ángel de Jehová acampa
alrededor de los que le temen, y los defiende”. (Salmos 34:9) “Temed a
Jehová, vosotros sus santos, pues
nada falta a los que le temen”. (Salmos
115:13) “Bendecirá a los que
temen a Jehová, a pequeños y a grandes”. (Proverbios 22:4) “Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová”. Como
mencioné más arriba, uno de los conceptos expuestos en las Sagradas Escrituras,
sobre temerle a Dios es el de terror, aprensión o temor; Se refiere a tenerle
miedo a Dios cuando se emplea principalmente cundo les está hablando a personas
que han pecado y tendrán que enfrentarse a Sus castigos.
A
continuación, mencionaremos algunos ejemplos de esto: (Isaías 2:19) “Y se meterán en las
cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, por la Presencia temible
de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando ÉL se levante para
castigar la tierra”. (Hebreos 10:29-31)
“29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis
que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre
del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de Gracia? 30 Pues conocemos al
que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El
Señor juzgará a su pueblo. 31
¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!”. (Mateo 10:28) “Y no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma
no pueden matar; Teme más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo
en el infierno”. Este concepto del
temerle a Dios, es consecuencia y se refiere de lo que se formula
en el sentido positivo de reverenciarlo por el Temor de Dios. Es decir,
manifestar admiración, reverencia, honor y respeto por Él. Algunos sinónimos de
esos términos son asombro, admiración, sorpresa, aprecio, veneración,
adoración, devoción, alta estima, deferencia, afecto. Temer a Dios de este modo
nos acarrea bendiciones y bienaventuranzas.
En
las Sagradas Escrituras, la Palabra “TEMOR” tiene la similitud con la palabra “REVERENCIA” y “RESPETO”.
Veamos otras traducciones más modernas que suelen emplear directamente el
término reverencia o respeto. Por
ejemplo, (Levítico 19:3) que en la versión (DHH) “Respete cada uno a su
padre y a su madre. "Respeten también mis sábados. Yo soy el Señor su Dios”.
Y en la versión (RV60) dice: “Cada
uno temerá a su madre y a su padre, y mis días de reposo guardaréis. Yo Jehová
vuestro Dios”. Y en la versión (NVI)
dice: “Respeten todos ustedes a su madre y a su padre, y observen mis
sábados. Yo soy el SEÑOR su Dios”. Y en
la versión (NBLH) “Cada uno de ustedes ha de reverenciar a su madre y a su
padre, y guardarán Mis días de reposo. Yo soy el SEÑOR su Dios”. Otro ejemplo en el que temer a Dios tiene
otra acepción que la de «tenerle miedo» es del libro de Isaías, que refiere que
el Mesías era temeroso de Dios. (Isaías
11:2,3) “2 Y reposará sobre ÉL
el Espíritu de Jehová; Espíritu de Sabiduría y de Inteligencia, Espíritu de
consejo y de Poder, Espíritu de Conocimiento y de Temor DE Jehová. 3
Y le hará entender DILIGENTE en EL
Temor DE Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por
lo que oigan sus oídos”. Obviamente
el Mesías no va a tenerle terror y pánico a Jehová Dios. Más bien puede
entenderse que el Mesías ama, reverencia y da Gloria al Padre. Jesús declara
que ÉL Temor de Dios le hace honrar al Padre: (Juan 8:49) “Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; Y
vosotros me deshonráis”.
Jesús,
oró como hombre y como Mediador de su pueblo, aunque habló con majestad y
autoridad, con el Padre, dijo: (Juan 17:1,2) “1 Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo:
Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te
glorifique a ti; 2 Como le has dado
potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste”. Jesús, había sido glorificado en muchos
milagros que obró, pero habla de ser glorificado, ahora, en sus sufrimientos,
como si eso fuera más que todas sus otras glorias en su estado de humillación:
(Juan 13:31) “Entonces, cuando hubo
salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es
glorificado en ÉL”. Tanto en todas
las Sagradas Escrituras, hay casos de personas que honraron y reverenciaron a Jehová
Dios, de las que se dice que le temían. Por ejemplo, por medio del
ángel, Jehová Dios le dijo a Abraham: (Génesis
22:12) “Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada;
porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu
único”. Jesús, fue sacrificado en
nuestro lugar, como este carnero en lugar de Isaac, y su muerte fue nuestra
expiación. (Job 1:1) “Hubo
en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del
mal”. Aunque Job contemplaba con satisfacción la armonía y el bienestar de sus
hijos, su conocimiento del corazón humano le
hacía temer por ellos. Dondequiera
que el TEMOR DE DIOS reine en el corazón, se manifestará en obras de caridad y
de la piedad sin que una sea excusa de la otra. (Hechos 10:1,2) “1 Había
en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la
Italiana, 2 piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas
limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre”. Era indudable que Cornelio tenía fe Verdadera en la
Palabra de Dios, en la medida que la entendía, aunque aún no tenía una
fe clara en Jesús.
En contraste, hay personas que son
incrédulas e impías, de las que se dice que NO tienen TEMOR DE
DIOS, lo que significa que no lo reverencian, respetan ni honran a
Jehová Dios. He aquí la raíz de
amargura de la cual viene toda la maldad de los hombres impíos: (Salmo 36:1) “La iniquidad del impío me
dice al corazón: No hay temor de Dios
delante de sus ojos”. Surge
del desprecio de Dios y la falta de la debida consideración hacia Él y también
del engaño que imponen a su alma. (Romanos 3:14–18) “14 Su boca está llena de maldición y de amargura. 15 Sus pies se apresuran para derramar
sangre; 16 Quebranto y desventura
hay en sus caminos; 17 Y no
conocieron camino de paz. 18 No hay TEMOR DE DIOS delante de sus
ojos”. Sus principios y su conducta
prueban que no hay TEMOR DE
DIOS delante de sus ojos. Y donde NO
hay temor de Dios no se puede
esperar nada bueno. (Eclesiastés
8:12,13) “12
Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo
también sé que les irá bien a los que
a Dios temen, los que temen
ante su Presencia; 13 y que
no le irá bien al impío, ni le serán prolongados los días, que son como sombra;
Por cuanto NO teme delante de la
Presencia de Dios”. Los días de un hombre bueno pueden tener algo de
sustancia; Él vive con un buen propósito; Los días del hombre malo son todos
como sombra, vacíos y sin valor. (Jeremías
2:19) “Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán; Sabe, pues, y
ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar “MI TEMOR” en ti, dice el
Señor, Jehová de los Ejércitos”. El
uso y aplicación de esto es: Arrepiéntete de tu pecado para que tu corrección
no sea tu destrucción. Como cristianos salvos no tenemos por qué vivir
con miedo de ser castigados por nuestros pecados, pues Jesús ya sufrió este
castigo por medio de la muerte en la cruz. Nuestras transgresiones nos han sido
perdonadas y hemos sido librados de la «paga del pecado» por medio del don de
la Salvación y vida eterna en Presencia de Jehová Dios.
Esto
no significa que no vayamos a enfrentar las consecuencias de nuestros pecados
en esta vida; Ni implica que Dios vaya a aprobar
la transgresión y desobediencia deliberada de sus preceptos morales. Las
Sagradas Escrituras, hacen referencia al castigo o la disciplina. En las Sagradas Escrituras normalmente el
castigo lleva implícita la connotación de aprendizaje, de moldear el carácter por medio de la
reprensión o advertencia, lo que difiere bastante del concepto de
recibir castigo por nuestros pecados. Puede que Jehová Dios nos castigue de
algún modo con el objeto de enseñarnos algo o moldearnos; Esto constituye un
acto de amor. Los cristianos no
debemos desmayar bajo nuestras pruebas: (Hebreos 12:5-8) “5 y
habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo
mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres
reprendido por ÉL; 6 Porque el Señor
al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. 7 Si soportáis la disciplina, Dios os
trata como a hijos; Porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? 8 Pero si se os deja sin disciplina, de
la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos”.
Aunque nuestros enemigos y perseguidores sean instrumentos para infligir
sufrimientos, son de todos modos, disciplina Divina; Nuestro Padre Celestial
tiene su mano en todo y su fin sabio es responder por todo. No deben tomar sus
aflicciones ni entristecerse bajo ellas, porque
son la mano y la vara de Dios, su reprimenda por el pecado. No deben
deprimirse ni hundirse bajo las pruebas, afanarse ni irritarse, sino soportar
con fe y paciencia. Dios puede dejar
solos a los demás en sus pecados, pero corregirá el pecado en sus propios hijos.
Como
creyentes de las sagradas Escrituras, la actitud que
debemos tener frente a todo lo que Jehová Dios es y ha hecho es la de temerle,
en el sentido de veneración, reverencia, adoración y devoción, además de
admiración y asombro. Si
reflexionamos en el hecho de que creó el universo, desde las estrellas hasta
las partículas subatómicas, no podemos menos que maravillarnos de Su PODER y GLORIA. Cuando tomamos conciencia de que los seres humanos
pecamos y por ende nos merecemos Su castigo, pero a causa de Su amor, hizo posible nuestra salvación y reconciliación
con Él, la reacción que más debería suscitar en nosotros es la de alabarlo,
rendirle servicio y honor, amarlo, obedecerle y reverenciarlo. Todo esto
forma parte de reconocer que Él es Dios Padre, que envío a su Hijo Jesucristo y
al Espíritu Santo. Quienes lo honran
de esta forma se hacen acreedores a Sus Bendiciones. (Salmo 112:1) “Bienaventurado el hombre
que teme a Jehová, y en sus mandamientos se deleita en gran manera”. (Salmo 128:1) “Bienaventurado todo
aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos”. (Salmo 31:19) “¡Cuán
grande es tu Bondad, que has
guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en
ti, delante de los hijos de los hombres!”. (Apocalipsis
11:18) “Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de
juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los
santos, y a los que temen tu Nombre,
a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra”.
Quienes
amamos a Jehová Dios, no tenemos por qué tener el tipo de temor que nos lleva a
vivir con miedo a Dios y a Su ira. Porque ahora somos
parte de Su familia (1 Pedro 2:10) “vosotros
que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; Que en
otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado
misericordia”. Se nos concedió este
derecho por medio de nuestra fe en Jesús. Nuestros pecados han quedado
perdonados, por ende, no enfrentaremos el castigo Divino. Estamos redimidos. Nuestra relación con Jehová Dios, es de amor,
gratitud, alabanza y adoración. Como miembros de esta familia, debemos
temer a jehová Dios, manifestándole nuestro amor, obedeciendo Su Palabra, y
viviendo de tal manera que lo glorifique, pues es infinitamente digno de ello. (Apocalipsis 4:10,11) “10 los veinticuatro ancianos se postran
delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos
de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: 11 Señor, digno eres de recibir la
gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu
voluntad existen y fueron creadas”. En
la tierra hagamos como ellos, que nuestras alabanzas sean constantes,
ininterrumpidas, unidas, indivisas, agradecidas, no frías ni formales; Humildes
y no confiadas en sí mismas. Las
Sagradas Escrituras nos hablan a menudo de la necesidad de tener el TEMOR DE DIOS. ¿Qué
significa esto? ¿Cómo debemos manifestar este TEMOR DE DIOS, en nuestras
vidas? Todos podemos
desarrollar el TEMOR DE DIOS
que ha descendido a nuestro corazón,
que es vital y apropiado para cada uno de nosotros,
que nos lleva a amarlo a ÉL y
a los demás, echando fuera el miedo cobarde al poner
a Dios primer lugar en nuestras vidas. ¡¡Este es el significado del temor de Dios!!! ¿Qué quieren
decir las Sagradas Escrituras cuando habla de temer a Dios, o del temor
de Dios? Es un tema muy extenso, mencionado más de trescientas veces en
las Sagradas Escrituras.
UN EJEMPLO DEL TEMOR EQUIVOCADO. En las Sagradas
Escrituras encontraremos un ejemplo del tipo de miedo nocivo: Cuando los israelitas estaban a punto de
entrar en la Tierra Prometida, diez de los doce espías enviados a
reconocer el territorio volvieron con un reporte pesimista. Este fue tan
desalentador; ¡¡Que el pueblo se llenó de miedo y desánimo al punto de querer
rebelarse contra Moisés y regresar a Egipto!!! Acompáñenme al Libro de:
(Números 14:1-4) “1 Entonces toda la
congregación gritó, y dio voces; Y el pueblo lloró aquella noche. 2 Y se quejaron contra Moisés y contra
Aarón todos los hijos de Israel; Y les dijo toda la multitud:
¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos!
3 ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que
nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a
Egipto? 4 Y decían el uno al
otro: Designemos un capitán, y volvámonos a Egipto”. Debido a que estos diez
tuvieron miedo, y NO tenían el TEMOR
DE DIOS en sus corazones, dieron un informe negativo, los israelitas
estaban listos para darse por vencidos, volver a Egipto y convertirse
nuevamente en esclavos. Recuerde que esta era la misma generación que acababa
de presenciar los poderosos milagros de las plagas en Egipto y la separación
del mar Rojo. Durante el día los había guiado una columna de nube y durante la
noche una de fuego, y habían sido testigos del extraordinario poder de Dios en
el monte Sinaí. ¡Y ahora estaban siendo alimentados y sostenidos milagrosamente
en el desierto! Sin embargo, cuando su miedo carente de fe invadió sus
corazones, se olvidaron de la PRESENCIA
de Dios y sus promesas y solo querían renunciar, sin el TEMOR DE DIOS se actúa irracionalmente.
AHORA UN EJEMPLO DEL TEMOR. La clase correcta de temor que tenían Josué y Caleb
por otro lado, dos
de los espías tenían el TEMOR DE DIOS en sus corazones: Josué y Caleb.
Esta es la clase de temor que respeta profundamente a Jehová Dios y sus
promesas. Ellos le dijeron a la congregación: (Números 14: 6-9) “6 Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de
Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus
vestidos, 7 y hablaron a toda la
congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para
reconocerla, es tierra en gran manera buena. 8 Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra,
y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. 9 Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo
de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; Su amparo se ha
apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; NO los temáis”. Jehová Dios
recompensó la fe viviente de estos dos jóvenes. Mientras a todo el resto de esta
generación se le impidió entrar a la Tierra Prometida, Josué y Caleb pudieron
entrar a ella porque tenían “TEMOR DE
DIOS”, es decir, que el espíritu de su mente les hacía actuar con una
actitud correcta de confianza en Jehová Dios (Números 14: 24,38)
“24 Pero a mi siervo Caleb, por
cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la
tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión. 38 Pero Josué
hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone quedaron con vida, de entre aquellos hombres
que habían ido a reconocer la tierra”. Por
tanto, es muy importante distinguir el TEMOR DE DIOS del miedo entorpecedor y paralizante que
carece de fe. De hecho, Jehová Dios dice que si nos dejamos invadir por el
miedo cobarde y falto de fe, aquel que nos hace eludir nuestras
responsabilidades y deberes cristianos, simplemente NO seremos parte de SU REINO: (Apocalipsis
21:7,8) “7
El que venciere heredará todas las cosas, y YO seré su Dios, y él
será mi hijo. 8 Pero los
cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y
hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago
que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”. Las palabras como “TEMOR” y “MIEDO” tenemos que
analizarlas con mucho cuidado cuál de ellas está en nuestro corazón.
El rey David, que tenía un gran don porque
tenía el TEMOR DE DIOS. En
una ocasión él usó la palabra para describir el miedo normal a ser perseguido.
Dijo: (Salmos 55:3-5) “3 A causa de la voz del enemigo, por la
opresión del impío; Porque sobre mí echaron iniquidad, y con furor me
persiguen. 4 Mi corazón está
dolorido dentro de mí, y terrores de muerte sobre mí han caído. 5 Temor y temblor vinieron sobre mí, y
terror me ha cubierto”. Sin embargo, la mayoría de las veces que usaba la
palabra Temor él se refería a un temor positivo y reverente a Dios, que incluía
una profunda reverencia hacia ÉL y su Palabra. Por ejemplo, él exclamó: (Salmos 112:1-3) “1 Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, y en sus mandamientos
se deleita en gran manera. 2 Su
descendencia será poderosa en la tierra; La generación de los rectos será
bendita. 3 Bienes y riquezas hay en
su casa, y su justicia permanece para siempre”. Con estos antecedentes, demos
una mirada AL TEMOR DIVINO: Es un regalo que ÉL nos hace: (Isaías 11:1-3) “1 Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus
raíces. 2 Y reposará sobre él el
Espíritu de Jehová; Espíritu de Sabiduría y de Inteligencia, Espíritu de
consejo y de Poder, Espíritu de Conocimiento y de TEMOR DE JEHOVÁ. 3
Y le hará ENTENDER DILIGENTE en el TEMOR DE JEHOVÁ. No juzgará
según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos”. El amor
genuino de Dios acompaña la conversión
verdadera y es el resultado de someterse a ÉL y recibir su Espíritu.
El
rey Saúl,
¡¡NO tenía el TEMOR
DE DIOS!!! Saúl fue llamado por Dios para ocupar Su lugar en la
dirección de Israel como reino. El privilegio que ostentó Saúl fue
considerable, pero no supo estar a la altura de su llamamiento, sino que muy
desde el principio de su reinado, hizo lo malo delante de Dios. Saúl murió suicidándose,
recibiendo la culminación de la maldición con que se maldijo a sí mismo por su
continuo pecado. La consecuencia de su pecado incluso alcanzó a Israel: (1 Crónicas 10:7)
“Y viendo todos los de Israel que habitaban en el valle, que habían huido, y
que Saúl y sus hijos eran muertos, dejaron sus ciudades y huyeron, y vinieron
los filisteos y habitaron en ellas”. Peleando contra los filisteos en el monte
Gilboa, murieron primero sus hijos Jonatán, Abinadab y Malquisúa. Luego Saúl
fue alcanzado por los flecheros, y posteriormente se dio muerte a sí mismo (1 Crónicas 10:1-6) “1Los filisteos pelearon contra Israel;
y huyeron delante de ellos los israelitas, y cayeron heridos en el monte de
Gilboa. 2Y los filisteos siguieron a
Saúl y a sus hijos, y mataron los filisteos a Jonatán, a Abinadab y a
Malquisúa, hijos de Saúl. 3Y
arreciando la batalla contra Saúl, le alcanzaron los flecheros, y fue herido
por los flecheros. 4Entonces dijo
Saúl a su escudero: Saca tu espada y traspásame con ella, no sea que vengan
estos incircuncisos y hagan escarnio de mí; pero su escudero no quiso, porque
tenía mucho miedo. Entonces Saúl tomó la espada, y se echó sobre ella. 5Cuando su escudero vio a Saúl muerto,
él también se echó sobre su espada y se mató.
6Así
murieron Saúl y sus tres hijos; y toda su casa murió juntamente con él”. Esto
concluye con dos últimos versículos que dicen: (1 Crónicas 10:13,14) “13Así murió Saúl a causa de su rebelión con
que pecó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó, y porque
consultó a una adivina, 14y no
consultó a Jehová; por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de
Isaí”.
Predicador de la Sana Doctrina de Cristo: Víctor Preciado. Si usted no tiene la intención de guardar esta hoja, tenga la amabilidad de
entregarla a otra persona interesada. Para la difusión gratuita entre
cristianos, se permite fotocopiar esta hoja (por favor no cambiar el texto).
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