LO
GRAVE DE NO CREER EN LA SANA DOCTRINA DE CRISTO
Cristianos
verdaderos creen firmemente que toda la Escritura es inspirada por El Espíritu
Santo y que salió de la Boca de nuestro Dios Jehová y que es provechosa para todos
pensarían que son incrédulos. (Lucas 18:8) “Cuándo venga el Hijo del hombre, ¿hallara fe en la tierra?”.
La pregunta implica no solo falta de fe
en la tierra sino también en el pueblo de Dios que se está entreteniendo con
niñerías y jugando todavía con tradiciones del mundo participando en ellas.
Gracias a que Dios es bueno y además
de avernos dado a su Hijo nos dio su Poderosa Palabra que Él mismo le puso por
Nombre Doctrina de Cristo tal como lo dice en la Escritura: (2Juan 1:9) “Cualquiera que se extravía,
y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en
la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo”.
Y
por medio de esta enseñanza nos da esta advertencia en: (Hebreos 3:12-19)
“12 Mirad, hermanos, que no haya en
ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo;
13
antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy;
para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. 14 Porque somos hechos participantes de
Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del
principio, 15 entre tanto que se
dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la
provocación. 16 ¿Quiénes fueron los
que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto
por mano de Moisés? 17 ¿Y con
quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos
cuerpos cayeron en el desierto? 18 ¿Y
a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que
desobedecieron? 19 Y vemos que no
pudieron entrar a causa de incredulidad”. Estos
versículos nos dicen que debemos reconocer la incredulidad en nosotros mismos
cuando nos “apartamos del Dios vivo”. Sin embargo, ¿qué significa apartarse del
Dios vivo?
Esto
pasa porque dudamos acerca de la fidelidad de Dios en lo que nos dice y promete
por medio de su Palabra Escrita. Si permitimos
crecer aun pequeñas semillas de incredulidad en nuestro corazón, terminaremos
en una condición penosa. Este contexto bíblico nos advierte; Vela, y no permitas que nada de
incredulidad eche raíz. A veces nuestro Señor Jesucristo puede parecer
distante a ti, pero no dejes que tu alma en tu corazón se aparte de la realidad
de tu fidelidad para nuestro Dios Todo Poderoso, fidelidad que requiere de
nosotros.
Recientemente, he podido
experimentar en la familia que se congrega en Sonora de donde somos mi esposa
Laly y su servidor que tristemente pastores se basan en manuales hechos por
organizaciones religiosas que solamente pueden dar pastos secos los cuales
traen como consecuencia reuniones que se han convertido deprimentes. Y muchos siguen su ministerio sintiéndose oprimidos
y sin libertad de servir.
En
realidad algunas de estas organizaciones e instituciones de diferentes denominaciones,
se han convertido en semilleros de incredulidad.
El motivo por el cual en los seminarios teológicos existe tanta incredulidad es
porque los estudiantes entran convencidos de la veracidad de las Escrituras, de
la habilidad de Dios para obrar milagros. Pero si expresan sus creencias
durante clases, un profesor los ridiculiza.
El
profesor teocrático frecuentemente llama a sus creencias “antigua escuela”
y se burla de los estudiantes ridiculizándolos y son tratados como si fueran
incultos e inseguros. Muchos jóvenes sinceros se gradúan sin fe, porque han sido robados de toda confianza
en Dios.
Si
nosotros permitimos que crezca una pequeña semilla de incredulidad en nuestro
corazón, terminaremos en una condición penosa.
Con todo la Sana Doctrina de Cristo en
la Biblia nos dice en estos términos (Heb
11:6) “Sin fe es imposible agradar a Dios: Porque es necesario que el que
se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. Déjenme demostrarles cuan seriamente Dios
toma nuestro pecado de incredulidad.
LA
INCREDULIDAD ES EL PECADO QUE IRRITA A DIOS.
En
Éxodo 17, Israel
llegó al desierto llamado Sin. No había señal de agua apta para beber, y el
pueblo reprendió amargamente a Moisés: (Éxodo 17:2) “Danos agua para que
podamos tomar”. Ellos trataron al
escogido de Dios como si fuera su obrador personal de milagros. Sin
embargo, ninguno de ellos acudió al Señor en oración. Nadie dijo: Miren, Dios ha obrado muchos milagros de agua para
nosotros. Él partió el Mar Rojo para salvarnos de Faraón. Y él endulzó las
aguas amargas de Mara. Seguramente que aquí también Él proveerá agua potable
para nosotros.
Ustedes conocen el resto de la
historia. Dios dijo a Moisés que se parara delante de una roca y la golpeara.
Cuando lo hizo, fluyeron ríos de agua, mas que suficiente para calmar la sed de
todo el pueblo. Pero Jehová Dios puso un nombre a este episodio de
incredulidad. Él llamó aquel lugar Masah,
que significa provocación, así como exasperado, harto, irritado.
Así existe mucho pueblo de Dios que
todavía reniegan y se quejan de que antes de conocer la Palabra de Dios les iba
mucho mejor. Acusan a Dios de abandonarlos en la prueba. Ellos habían dicho a
Moisés, (Éxodo 17:3,7) “¿Por qué nos
hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y
nuestro ganado?… ¿Esta el Señor entre nosotros, o no?”.
La
deducción del pueblo que dirigía Moisés era, “Sí Dios esta con nosotros, ¿donde
esta ahora? Nosotros no vemos ninguna señal de su presencia o poder.
¿Dios Está vivo o muerto? ¿Cómo podemos
creer en un Dios que permite cosas tan terribles?.
(Deuteronomio
9:23,24) “También fuisteis rebeldes al mandato de
Jehová vuestro Dios, y no le creísteis, ni obedecisteis a su voz. Rebeldes
habéis sido a Jehová desde el día que yo os conozco”. Y así como en el tiempo
de Moisés mucho pueblo de Dios, son rebeldes y no reconocen autoridad de parte
de Dios y por eso son rebeldes que nunca han obedecido o creído en la Palabra
de Dios.
El
Señor dijo, (Hechos 7:42,43) “42 Y Dios se
apartó, y los entregó a que rindiesen culto al ejército del cielo; como está
escrito en el libro de los profetas: ¿Acaso me ofrecisteis víctimas y
sacrificios en el desierto por cuarenta años, casa de Israel? 43 antes bien llevasteis el tabernáculo
de Moloc, y la estrella de vuestro dios Renfán, figuras que os hicisteis para
adorarlas. Os transportaré, pues, más allá de Babilonia”.
¿Puedes imaginar ahora la
exasperación de Dios con este pueblo? Ellos estaban culpando a Dios por la
falta de agua, reclamando, ¿Por qué el Señor no ha respondido nuestra oración?”
Mientras que todo el tiempo, ellos se volvían a dioses extranjeros para que los
ayuden. El enojo de Dios aquí no era una
prueba de la fe de Israel; era un estruendoso llamado al arrepentimiento. Esto
es exactamente lo que Dios quiere hacer en nuestro corazón.
¿CREES
QUE DIOS VE TUS COSAS OCULTAS?
¿Tú crees que el Señor bendice a los
cristianos que tratan de servirle mientras esconden en una lujuria que les
asedia? Ese es el verdadero crimen de la incredulidad: Guardar algo secreto y
no llevarlo a la luz de Dios para liberación. El pecado oculto rae muchas malas
consecuencias.
Una cosa es estar ligado a una
lujuria habitual y despreciarla. Tal persona desprecia su pecado secreto y
lucha fuertemente en contra él. Él clama a Dios por liberación y busca el
consejo.
Piensen
en esto: En realidad, todo el tiempo Dios los había bendecido a pesar de la
idolatría del pueblo conducido por Moisés.
Con
todo el pueblo continúo ocultando su pecado. ¿Por qué continuaron de esta
manera? (Eclesiastés
8:11) “Por cuanto no se ejecuta luego la sentencia sobre la mala obra, el
corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal”.
No, este pueblo sencillamente no
tomo en serio los mandamientos de Dios. Ellos se sentían cómodos con sus
pecados, porque el Señor no los había juzgado al momento por ellos. Ellos no
temían las consecuencias; después de todo, ninguno de sus niños había muerto, y
aun tenían maná y carne del cielo. (Lamentaciones
3:22) “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca
decayeron sus misericordias”.
LA
INCREDULIDAD IMPIDE TODA LIBERACIÓN
DEL
PODER Y DOMINIO DE SATANÁS.
Estoy convencido que todo pecado no
sometido es causado por la incredulidad. Y ahora mismo, multitudes de
cristianos están peleando una batalla perdida con su pecado. De hecho, muchos
ya se han dado por vencidos en la pelea. Así
como en ellos estoy convencido de que algún poderoso espíritu demoníaco ha
levantado fortaleza en el alma y no puede ser expulsado. Y por esto, ellos
viven infelices, atados por un pecado que les provoca acidez estomacal. Pablo
expresa el clamor de su corazón de esta manera: (Romanos 7:24) “24 ¡Miserable
de mí! ¿Quién me librara de este cuerpo de muerte? 25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo
Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con
la carne a la ley del pecado”. En otras palabras, Jesucristo nos hace libres
del poder y el domino del pecado oculto” ¿Cómo es esto entonces? ¿Es esto
meramente una verdad teológica que tenemos que aceptar? ¿O tendrá un resultado
práctico en nuestra vida? ¿Cómo es que Cristo nos liberta verdaderamente?
La
respuesta es tan sencilla, que a veces no la entendemos.
Aun muchos cristianos preferirían añadir algunas reglas de confianza en sí
mismos a su liberación. Cristianos que hacen ayunos y desveladas de oración con
promesas a Dios y tratan de vencer todo los deseos de su carne con su propias
fuerzas. Pero aquí está el simple y nada complicado Porque todo está Escrito el
La Sana Doctrina de Cristo: Donde hay arrepentimiento genuino con sus frutos
dignos de que de verdad se han arrepentido, hay cambio de vida y perdón
instantáneo. Y hay limpieza instantánea, como también continuo acceso al trono
de Dios. Si creemos estas verdades, somos hechos libre. (2 Corintios 5:17) “De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
EL
PECADO HACE QUERER OCULTARNOS
DE
LA PRESENCIA DE DIOS.
Aquí está la esencia de la
incredulidad entre los cristianos: Cuando nosotros pecamos, fallándole a Dios,
tendemos a huir de su presencia. Pensamos que Dios está demasiado enojado para
querer comunicarse con nosotros. ¿Cómo puede ser posible que Dios comparta
intimidad con nosotros, cuando hemos pecado tan gravemente?
Así
que dejamos de orar. En nuestra vergüenza, pensamos; (Yo no puedo ir a Dios en esta
condición). Y comenzamos tratando de obrar nuestro regreso a su buena
voluntad. Estamos convencidos que necesitamos tiempo para purificarnos. Si
podemos mantenernos puros unas pocas semanas, evitando nuestro hábito
pecaminoso, pensamos que nos probamos dignos de acercarnos a su trono otra vez.
Esto
es una incredulidad malvada, y es un crimen a los ojos de Dios. Cuando
confesamos nuestros pecados, incluyendo los hábitos que nos asedian, Dios no
nos interroga. El no demanda una prueba de nuestro
arrepentimiento, preguntando, ¿Estas verdaderamente arrepentido? No veo ninguna
lágrima. ¿Prometes nunca más cometer este pecado? Ve ahora y ayuna dos días a
la semana, y ora una hora cada día. Si lo logras por ese tiempo sin fallar,
tendremos comunión otra vez. (Efesios
3:12) “En quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe
en Él”. La Sana Doctrina de Cristo lo
confirma diciendo: (Hebreos 4:16)
“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”.
Pero si permanecemos ahí, rehusando
entrar, no estamos siendo humildes; estamos actuando en incredulidad.
Tan
solo no venimos ante él cuándo nos sentimos justos o santos; tenemos que venir
cada vez que estamos en necesidad. Aún más, no tenemos que esperar a tener
nuestras almas limpias. (1 Juan 1:9) “Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad”. La Sana
Doctrina de Cristo lo confirma diciendo: que no debemos intentar trabajar
en limpiarnos, por horas, días o semanas. Esto pasa instantáneamente, tan
pronto como venimos al Señor. La misma
fe que nos salva y perdona, es también la fe que nos guarda. Pedro dice que (1
Pedro 1:5) “somos guardados por el poder de Dios mediante la fe, para
alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo
postrero”. Que verdad tan increíble.
EN
LUCAS 1 INCLUYE UNO DE LOS CASOS MÁS
REVELANTES
DE LA GRAVEDAD DE LA INCREDULIDAD.
Recuerda la historia del piadoso
Zacarías, el padre de Juan el Bautista. Zacarías fue un fiel sacerdote que
sufrió a causa de un episodio de incredulidad. Su historia ilustra precisamente
cuan seriamente Dios toma este pecado. La
escritura dice que Zacarías fue (Lucas 1:6) “Justo delante de Dios, y
andaba irreprensible en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor”. Aquí
está un hombre que vestía túnica de su posición respetable. Él ministraba ante
el altar del incienso, lo cual representaba ruego y suplica, actos de pura
adoración.
Un día, entre tanto que Zacarías
estaba ministrando, Dios envió al ángel Gabriel a decirle que su esposa tendría
un hijo. Gabriel dijo que el nacimiento de su hijo seria de motivo de regocijo
para muchos en Israel, y le dio a Zacarías detalladas instrucciones sobre cómo
criar al niño. Sin embargo, mientras el ángel hablaba, Zacarías tembló de
miedo. De pronto, la mente de este hombre devoto se lleno de duda, y se rindió
a una terrible incredulidad. Él le
preguntó al ángel, (Lucas 1:18) “¿En
qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada”.
Dios
no tomó amablemente la duda de Zacarías, y él dictó sentencia al sacerdote:
(Lucas 1:20) “Ahora quedarás mudo y no podrás hablar,
hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las
cuales se cumplirán a su tiempo”. La
Sana Doctrina de Cristo lo confirma diciendo: que la incredulidad cierra
nuestros oídos a Dios, aun cuando Dios nos está hablando claramente. Esto nos
corta de una revelación fresca. Y nos impide una comunión intima con Dios. De
repente, porque ya no oímos de Dios, no tenemos nada de que predicar o
testificar. No importa cuán fieles o diligentes podamos ser. Como Zacarías,
traemos sobre nosotros mismos una parálisis de ambos, oídos y lengua.
Finalmente,
somos confrontados por este versículo en Hebreos: (Hebreos 3:19)
“Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad”. Solo un pecado
mantuvo a Israel lejos de la tierra prometida: La incredulidad. (Hebreos 4:11) “Procuremos, pues,
entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de
desobediencia”.
El
siervo(a) creyente se apega a la promesa del Nuevo Pacto de Dios: (Ezequiel
36:27) “Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu,
y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por
obra”. También nos aferramos a esta Palabra: (Jeremías 30:21, 31:9) “Y le haré llegar cerca, y él se acercará a
mí…y los haré andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no
tropezarán”.
Finalmente,
La Sana Doctrina de Cristo lo confirma
diciendo: (Hebreos 4:6,7) “6 Por
lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes
primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia, 7
otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de
David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones”.
Yo te pregunto: ¿Por qué no tu, creyente? ¿Por qué no yo? Si nuestra
incredulidad nos mantiene fuera, debemos orar, (Señor, ayúdame en mi incredulidad. Sana mi incredulidad. Dame
abundancia de fe).
(Salmos
14:1-7) “1 Dice el necio en su corazón: No hay Dios.
Se han corrompido, hacen obras abominables; No hay quien haga el bien. 2
Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si
había algún entendido, que buscara a Dios. 3
Todos se desviaron, a una se han corrompido; No hay quien haga lo bueno, no hay
ni siquiera uno. 4 ¿No tienen discernimiento todos los que
hacen iniquidad, que devoran a mi pueblo como si comiesen pan, y a Jehová no
invocan? 5 Ellos temblaron de
espanto; Porque Dios está con la generación de los justos. 6 Del consejo del pobre se han burlado, pero Jehová es su
esperanza. 7 ¡Oh, que de Sion
saliera la salvación de Israel! Cuando Jehová hiciere volver a los cautivos de
su pueblo, se gozará Jacob, y se alegrará Israel”.
Nuestro Dios nos ha hecho increíbles
promesas. Y Jehová desea que le hagamos responsable de estas promesas.
Entonces, echemos mano de su maravillosa Palabra. Que cada uno de nosotros
entre en su prometido reposo. Entonces nuestras vidas serán un testimonio
brillante a esta generación.
Predicado por:
Pastor Víctor Ramón Preciado Balderrama
Hola hermanos les saludo con mucho amor en el Nombre de
Nuestro Señor Jesucristo, y con un solo propósito de que sean edificados sus
vidas y sus ministerios, me gozo el saludarles y el que Dios me dé la
oportunidad de servirles si me lo permiten, y con todo respeto a su doctrina o
denominación, mi único interés es que corra la Sana Doctrina de Cristo.
Mi interés es que me des la oportunidad de servirles pues me
queda muy claro que mi llamado no es de ser titular sino el de servir y que la
Sana Doctrina de Cristo corra como un río poderoso arroyando toda basura de
ignorancia.
Por favor si les
interesan estos materiales escríbanme pidiéndomelos a cualquiera de los
siguientes correos, y con mucho gusto y en el amor a Cristo se los enviaré
inmediatamente sin cuestionar nada y que
el Espíritu Santo los dirija y los lleve por buen camino, solo les pido en
este mismo amor NO LO VENDAN: lo recibes
de gracia dalo de gracia.
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