POR MEDIO DE LA
SANA DOCTRINA DE CRISTO
APRENDEREMOS
ACERCA DEL FUEGO
El
evangelio de Lucas del Capítulo 12 nos deja un tanto preocupados. ¡Y está muy
bien que así sea! Jesús habla con símbolos llamativos de su destino y de su misión. Algunos
grupos judíos de la época. Ellos insistían en la inminencia de la llegada de
Dios que salvaría a su pueblo y castigaría a sus enemigos. Esto dijo nuestro
Señor Jesucristo, con sus palabras. (Lucas
12:49-53) “49
Fuego vine a echar en la tierra;
¿y qué quiero, si ya se ha encendido? 50
De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se
cumpla! 51 ¿Pensáis que he venido
para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión. 52 Porque de aquí en adelante, cinco en una familia estarán
divididos, tres contra dos, y dos contra tres. 53 Estará dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el
padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su
nuera, y la nuera contra su suegra”.
Las preguntas que surgen ante este
texto son: ¿Cómo puede decir Jesús que
no ha venido a traer paz, sino división? ¿No es la paz una de las grandes
esperanzas humanas que sólo Dios, en Jesús, puede derramar definitivamente? Jesús
se refiere aquí a las consecuencias de su llegada y de su mensaje. No todos lo aceptan porque Dios es al mismo
tiempo luz que ilumina y fuego que juzga, que purifica y que destruye el mal.
Sin luz no podemos caminar hacia el amor de
Dios, pero con luz quedan al descubierto también nuestras malas acciones.
El fuego que se utiliza para extraer los metales preciosos también hace que se
manifieste con claridad la escoria, que antes estaba disimulada, mezclada,
escondida. No es que Jesús pretenda provocar la división, es el pecado que
tan arraigado que está en el mundo el que hace que nos rebelemos a la Sana
Doctrina de Cristo expuesta en la Palabra Escrita en la biblia. Deseamos el Amor
de Dios y su justicia, pero al mismo tiempo nuestro corazón nos atrae a seguir
como si Dios no existiera, como si no tuviésemos que dar cuenta de nuestras
malas acciones.
En aquel tiempo, bautizarse y entrar
en la comunidad cristiana era una decisión radical que cambiaba toda la vida. Hoy, las cosas no son tan diferentes; tus
familiares te ven raro, fanático y hasta enemigo. Para nosotros, por tanto,
este texto tan duro puede ser un aviso para que nos planteemos el rumbo de
nuestras decisiones de cada día. No se
trata de generar divisiones y polémica allí donde vayamos, claro que no. Pero
sí tenemos que provocar conflicto con nuestro propio pecado, con nuestras
comodidades, con nuestros egoísmos, y también, con las estructuras de pecado de
la sociedad que se infiltran por todas partes por medio de las tradiciones del
mundo.
Por
medio de la Sana Doctrina de Cristo examinémonos,
las luces y sombras de nuestra vida y nuestro entorno y pedirle a Jesucristo el
fuego del Espíritu Santo que nos purifique de la escoria y haga brillar el oro
que Dios ha puesto en nuestra alma. Que importante reconocer que Jesús nos
trajo ese fuego de amor que transforma nuestro corazón y lo purifica en medio
de las contradicciones de este mundo.
Jesucristo
nos invita a vivir en su Reino de justicia y nosotros
por lo tanto debemos dar una respuesta con nuestros actos: ser justos con
nuestras familias, trabajo y un ejemplo en la congregación, etc., aunque esto
provoque en algunas personas envidia, negación, persecución y rechazo; pero la
verdad de vivir con Dios me hace libre de todo esto.
No
nos es fácil pero Jesucristo nos fortalece día con día.
Ánimo y fuertes en la fe a todos los que procuramos colaborar en el Reino de
Dios. En
las Escrituras se habla de muchas clases de fuego, pero uno de ellos, el fuego
de Dios en los creyentes, debe ser atendido y avivado en estos días de
apostasía. (Lucas 3:15-17) “15 Como
el pueblo estaba en expectativa, preguntándose todos en sus corazones si acaso
Juan sería el Cristo, 16 respondió
Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más
poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; Él os bautizará en Espíritu Santo y
fuego. 17 Su aventador está
en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se
apagará”.
Nuestro Señor
Jesucristo, es el mismo de ayer, hoy y por los siglos. No hay ni una
sombra de variación en su persona ni en su obra gloriosa. (Santiago 1:17) “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de
lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de
variación”. Te bendecimos, Jehová Dios y
a nuestro Señor Jesucristo. Nosotros sabemos que no hay Dios fuera de ti. ¡La Gloria
y honra sea para tu Bendito Nombre! Que no hay Salvador fuera de nuestro
Señor Jesucristo. ¡Gracias, Señor Jesucristo! Que tu Santo Espíritu me de Poder esta mañana para compartir tu Palabra.
Ayuda, Señor Jesucristo, a tu siervo para compartir y a tu pueblo para que tu Poderosa
Palabra sea sembrada en corazones fértiles para que den mucho fruto. ¡Bendito y Santo eres tú, Jehová Dios! Y ¡Bendito
es el nombre de nuestro Señor Jesucristo!
Jesucristo dijo que
había venido a la tierra a echar fuego sobre la tierra. El fuego está
asociado con Jesucristo, está asociado con Jehová Dios de distintas maneras en
la Escritura. Todos conocemos la historia de Moisés y la zarza. Cuando la zarza ardía y Moisés se acercó
y Dios le habló desde la zarza ardiendo. (Éxodo
3:2) “Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza
no se consumía”.
El profeta
Ezequiel,
cuando ve la visión del trono de Dios en:
(Ezequiel 1:13) “Cuanto a la
semejanza de los seres vivientes, su
aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visión de hachones
encendidos que andaba entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del
fuego salían relámpagos”. También
Isaías, vio: (Isaías 6:6,7) “6
Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido,
tomado del altar con unas tenazas; 7
y tocando con él sobre mi boca, dijo: He
aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado”. Porque
hay fuego delante de Dios.
El profeta Habacuc lo dice con estas palabras, con respecto
también al trono de Dios: (Habacuc
3:3-6) “3 ¿Por qué me haces ver
iniquidad, y haces que vea molestia?
Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se
levantan. 4 Por lo cual la ley es
debilitada, y el juicio no sale según
la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la
justicia. 5 Mirad entre las naciones, y
ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os
contare, no la creeréis. 6
Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, nación cruel y presurosa, que camina
por la anchura de la tierra para poseer las moradas ajenas”.
El
fuego está asociado con el Poder, con la Majestad, con la Autoridad de Jehová
Dios.
Juan,
cuando vio al Señor Jesús en la isla de Patmos, dice: (Apocalipsis 1:14,15) “14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos
como blanca lana, como nieve; sus
ojos como llama de fuego; 15
y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz
como estruendo de muchas aguas”.
El fuego en la Sana
Doctrina de Cristo en la Escritura también está asociado con la prueba. En Isaías dice: (Is. 43:2) “Cuando
pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te
quemarás, ni la llama arderá en ti”. Porque cuando Jehová Dios está con
nosotros, ni el fuego puede arder en nosotros. Hay fuegos de prueba. (1Pe 4:12,13) “12 Amados, no os sorprendáis
del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña
os aconteciese, 13 sino gozaos por
cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en
la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría”. Esto ocurre en el mundo entero: hay una prueba permanente sobre todos
los hijos de Dios. Y en el primer siglo, una prueba de fuego y de
persecución había sobre la iglesia de Dios.
PERO TAMBIÉN
NUESTRA FE ES PROBADA.
(1Pe 1:6-9) “6 En lo cual vosotros
os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que
ser afligidos en diversas pruebas, 7 para
que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el
cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado
Jesucristo, 8 a quien amáis sin
haberle visto, en quien creyendo, aunque
ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; 9 obteniendo
el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas”.
En el libro de
Daniel se registra el caso de tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego. Ellos declararon: (Daniel 3:16-18) “16
Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es
necesario que te respondamos sobre este asunto. 17 He aquí nuestro Dios a
quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu
mano, oh rey, nos librará. 18 Y si
no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la
estatua que has levantado”. Ellos pasaron por el fuego, pero no se quemaron, ni
olor a humo salió en ellos.
También en
Corintios dice: (1Corintios 3:13) “la obra de cada uno se hará
manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada;
y la obra de cada uno cuál sea, el
fuego la probará”. El fuego de
prueba revelará la realidad de la obra de cada uno, de la fe de cada creyente.
El fuego de Dios, el fuego de la prueba viene sobre cada creyente.
HAY UN FUEGO
TAMBIÉN QUE ES UN FUEGO DE APROBACIÓN. Cuando Elías el profeta desafió a los
falsos profetas, a los baales, él los desafió que el Dios que respondiera con
fuego, ése fuera Dios. (1Reyes 18:36-39)
“36 Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta
Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en
Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas
cosas. 37 Respóndeme, Jehová,
respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que
tú vuelves a ti el corazón de ellos. 38
Entonces cayó fuego de Jehová, y
consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua
que estaba en la zanja. 39
Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es
el Dios!”. Ustedes conocen la historia,
todos los artificios que hicieron los falsos profetas y no hubo respuesta. ¡Cómo iba a haber respuesta, si Baal no es
Dios! Sin embargo Elías, cuando le tocó su turno, puso el altar, lo
edificó, puso la leña, puso el buey descuartizado, hizo una zanja alrededor, la
llenó con agua. Cuando Elías oró, fuego del cielo descendió y consumió el
holocausto, porque nuestro Dios responde. Nuestro
Dios es real, vivo, verdadero. ¡Bendito sea su Nombre de Jehová Dios!
Veamos cuando
Moisés consagró a los sacerdotes. Cuando fue consagrado Aarón y hubo una
reunión solemne: (Lv. 9:23,24) “23Y
entraron Moisés y Aarón en el tabernáculo de reunión, y salieron y bendijeron
al pueblo; y la gloria de Jehová se apareció a todo el pueblo. 24Y salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto con las
grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y se postraron
sobre sus rostros”.
Nuestro Dios es
"fuego consumidor", dice en: (Hebreos 12:29) “porque nuestro Dios es fuego consumidor”. El fuego
está asociado con Jehová Dios, el fuego de aprobación. Cuando Dios aprueba,
responde con fuego desde el cielo.
Hay otra clase de
fuego
que también está muy cercano en nuestro conocimiento de la Sana Doctrina de
Cristo. Todos hemos leído o alguna vez
escuchado en los días de Abraham, cuando fuego del cielo cayó sobre las
ciudades impenitentes, sobre las
ciudades pecadoras, Sodoma y Gomorra. Fuego descendió, y en un instante
fueron consumidas, y el humo de la ciudad subió como el humo de un gran horno. Porque
el fuego del juicio de Dios se dejó caer en aquel tiempo.
(Hebreos 10:26,27)
“26
Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento
de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, 27 sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios”.
¡horrenda
cosa es caer en manos del Dios vivo! ¡Ay de aquel que ataca al Dios vivo,
porque nuestros Dios es fuego consumidor!
El Señor Jesús
habló también del fuego eterno. (Mat
25:41) “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí,
malditos, al fuego eterno preparado para
el diablo y sus ángeles”. Hay un lago de fuego (Ap. 20:15) “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida
fue lanzado al lago de fuego”. Todos los soberbios, todos los altivos, todos
aquellos inteligentes, los filósofos de nuestros días, irán a parar allí, todos
los que no se arrepintieron.
El fuego de Dios en
los creyentes. Esto nos interesa: la
provisión de Dios para los creyentes, el fuego que te enciende a ti y que me
enciende a mí, ¡esto nos interesa hoy día! (Jeremías 20:7-9) “7 Me sedujiste, oh Jehová, y fui
seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido
escarnecido, cada cual se burla de mí. 8
Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque
la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. 9 Y dije: No me acordaré más de él, ni
hablaré más en su nombre; no obstante, había
en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude”.
Hermanos,
recordemos la palabra que leímos al principio: "Fuego vine a echar en la
tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido?". El fuego del Señor se mete
en lo más profundo de nosotros. Cuando
está de verdad el fuego de Dios en una persona, no está solamente tocado en la
parte externa suya, no es sólo un entusiasmo emocional que dura como un
suspiro. Es algo mucho más profundo: ¡a
los huesos mismos! El fuego del Señor se mete dentro de nosotros. Este
fuego es capaz de prevalecer por sobre la ansiedad del profeta. Jeremías, al ver que el mundo se le venía
encima, al ver que había que había vergüenza y había afrenta por causa de la
palabra que había recibido. Él tenía una encomienda; el proclamar lo que proclamaba le significaba dolor, le significaba
burla, le significaba persecuciones. Él quiso escapar de esto, la prueba
era demasiado grande para él, se desanimó tremendamente. Pero cuando quiso
callar, fue imposible callar, porque se
encontró que había un fuego metido
en sus huesos. ¡Gloria al Señor,
hermanos!
Hay
tentaciones en el mundo, que afectan la carne. Sí; el que está en la carne no
puede prevalecer. Hermanos, grande puede ser la atracción, grande puede ser el
fuego de la tentación, pero si tú
tienes un fuego metido en tus huesos, de ahí saldrá la defensa,
¡Aleluya! Ningún fuego del mundo podrá atraer ni seducir ni corromper a uno que
está con este fuego de Dios metido dentro de nuestros huesos.
¡Bendito sea el
nombre de Jehová Dios y de nuestro Señor Jesucristo nuestro Señor, porque este
fuego de Dios está presente en todos los creyentes, los que hemos recibido al
Señor en nuestros corazones! ¿Cuántos tienen al Señor en su corazón? ¡Amén!.
¿Cuántos han recibido el Espíritu del Dios vivo dentro de Ustedes? ¡Amén!. Hay
un fuego metido en tus huesos, hermanos, y aunque tú quisieras callar, no lo
puedes hacer. Este fuego es superior, porque: (1Juan 4:4) “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor
es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”. No es el
fuego del entusiasmo humano: es el fuego del cielo metido en el corazón de un
creyente. ¿Es verdad o no es verdad? ¡Aleluya, es un fuego que prevalece, es un
fuego que nos hace vencedores!
El
profeta también decía que las palabras, la palabra de Dios había venido a ser
como un fuego en su boca. Claro, porque de la abundancia del corazón habla la
boca, (Luc 6:45) “El hombre bueno,
del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro
de su corazón saca lo malo; porque de la
abundancia del corazón habla la boca”. Eso es lo que sale a la luz. Si en
lo más profundo de tu corazón tú tienes frustración y amargura, aunque tengas
la apariencia más grande, tarde o temprano saldrá a luz la herida, la amargura,
el dolor. Mas, si tienes un fuego metido
adentro, aunque todo el mundo te quisiera apagar, ese fuego va a prevalecer, ¡y
tú vas a salir confesando que Jesucristo es el Señor! ¡Confesémoslo, porque él
es el Señor! ¡Jesucristo es el Señor!
¡Aleluya! Que arda
ese fuego, hermanos, porque no es el entusiasmo nuestro. No es algo humano, es
el Señor en nosotros.
El
Señor Jesucristo, nuestro Señor Jesucristo, da testimonio de Juan el Bautista.
Dice de él, que Juan el Bautista (Juan
5:35) “Él era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros
por un tiempo en su luz”. Él era una antorcha que ardía. Una antorcha es algo
artesanal, es algo que mientras arde se va consumiendo, produce calor, irradia
luz. "Una antorcha que
arde..." Alumbraba porque
ardía. Si no hubiese tenido un fuego dentro, no habría producido ningún cambio,
ningún efecto. Él fue enviado como precursor, él estaba anunciando que el
salvador venía.
En realidad, Juan
Bautista tenía una urgencia a causa del mensaje que tenía que proclamar:
"¡El Rey viene!". Su mensaje es: "¡Arrepentios!". Su mensaje al
mundo religioso creyente de esos días, a los judíos que se suponía que tenían
el testimonio de Dios, era violento: (Mat
3:7,8) “7 Al ver él que muchos
de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación
de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? 8 ¡Haced frutos dignos de arrepentimiento!”. Era un mensaje
poderoso, un mensaje que conmovía. La gente estaba absorta. Lo oían y
temblaban, lo oían y reaccionaban. Él los llamaba al arrepentimiento y ellos
corrían, y multitudes iban al Jordán y se arrepentían de sus pecados. Eran
profundamente conmovidos. A él no le interesaba reunir multitudes, a él le
interesaba una palabra enviada de parte de Jehová Dios.
¡Él
estaba anunciando al Rey que venía! ¡Aleluya! Estaba tan seguro de su mensaje
que no vacilaba, no vacilaba: "¡El Rey viene!". "Viene detrás de
mi uno del cual no soy digno de desatar la correa del calzado. Él os bautizará
con Espíritu Santo y fuego".
Estaba
anunciando la venida de Alguien precioso, poderoso. ¡Qué tremendo era el
mensaje! Era un mensaje urgente. Tenía
que conmover a la gente, tenía que decirle: "¡Preparad el camino;
prepárense, porque el Señor viene!".¡Pero nosotros tenemos un mensaje
positivo! ¡El Rey viene otra vez! ¡Cristo viene otra vez!
¿Cómo
habrá que decirlo, hermanos? ¿Habrá que hacer un estudio y juntar una palabra
del Antiguo y del Nuevo Testamento y presentar una joya literaria? Hermanos,
¡el Señor viene!.
Hay
un fuego que el Señor vino a encender, hermanos, y es tiempo que tú y yo
estemos ardiendo con este fuego.
¿Cómo se lo diremos
a la gente? ¿Se lo diremos muy suavemente? ¿Se lo diremos con mucha diplomacia?
No sé cómo; pero lo único que sé que si el corazón nuestro se enamora del Señor
y está enamorado de Cristo, hermanos, vamos a anunciar el retorno glorioso del
Señor.
¡He aquí, que nuestro Rey viene!
Amados
hermanos, ¿qué más podemos decir de esto? En realidad, al ver a Jeremías con el
fuego ardiente dentro de él, al ver a Juan el Bautista que ardía y alumbraba,
esto nos está mostrando a nosotros cómo quiere Jehová Dios y nuestro Señor Jesucristo
vernos a nosotros.
Si hemos de ser
creyentes de la Sana Doctrina de Cristo, seámoslo de verdad. Si hemos de ser
siervos de Dios, hermanos, seámoslo con los recursos de Dios. ¿Y qué dijo el
Señor? "Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero si ya se ha
encendido?". Se encendió en el primer tiempo. El día de Pentecostés,
lenguas de fuego vinieron sobre los creyentes. ¡Gloria al Señor! Más tarde, se reúnen los hermanos, y a la oración de
esos creyentes encendidos, la casa tiembla, todos son llenos del Espíritu Santo
y hablan con denuedo la palabra de Dios. Hermanos, la iglesia no puede
conformarse con una medida menos que esta. Esta
iglesia debe de estar fortalecidas con el Espíritu Santo y los discípulos
llenos de gozo y del Espíritu Santo.
Un
fuego se encendió en Hombres y Mujeres encendidos, hermanos que compartan la
palabra y esa palabra toca los corazones y los vuelve a encender. ¿Qué quiere el Señor este día de ti y de
mí, hermano? Ya sabemos que Jehová Dios abomina y aborrece la tibieza. La
tibieza significa que el fuego se apagó. El fuego debe encenderse otra vez.
Pero para que se encienda un tibio, tiene que arrepentirse primero de corazón,
arrepentirse de todas aquellas cosas que hicieron que el fuego se fuera
apagando.
Hay otro fuego que
no lo he mencionado.
Si tú necesitas el calor del mundo, necesitas la alegría del mundo, si para ser
feliz necesitas los chistes del mundo, la alegría del mundo, la música del
mundo, el deporte o los ídolos del mundo, entonces te pasará como a Pedro: estás
pronto a negar al Señor. Si te estás calentando con el fuego del mundo, si tu
alegría y tu atención y tu preocupación son el fuego que viene de la tierra,
entonces no me extrañaré, no nos extrañaremos si mañana estás negando al Señor
Jesucristo, ¡estás a punto de negarlo!
Nuestro Señor
Jesucristo nos trajo la Sana Doctrina de Cristo no trajo una doctrina
simplemente para que pasivamente la analizáramos. No, el Señor
Jesucristo vino a echar fuego en la tierra. "¿Y qué quiero si ya se ha
encendido?", dijo el Señor. ¿Qué es este fuego de división, hermanos?
Porque uno querrá andar por el camino del Señor Jesucristo y si el otro no
quiere caminar, se producirá una división.
Hermanos,
debemos querer caminar con el Señor Jesucristo. Debemos de querer andar con
Cristo todos los días de nuestras vidas.
Conociendo
lo que viene, conociendo el fuego de juicio que está por delante y habiendo
venido el bendito Salvador, ¿cómo no le vamos a amar de todo nuestro corazón,
aunque esto signifique apartarse de alguien? Hermanos, lo haremos, aunque esta
sea la persona más íntima; pero nosotros amaremos al Señor Jesucristo y si
alguien quiere estar con nosotros tendrá que amar al Señor Jesucristo también. ¡Te amo, Señor Jesús! ¿Amas al señor,
hermano? ¿Quieres declararle tu amor? ¡Te
amo, Señor Jesús! ¡Aleluya, aleluya! Que todo otro fuego se apague. No necesito
el gozo que viene de otro fuego. ¡Me gusta el fuego de Dios, ese fuego que
quema, que arde por dentro, que nos hace estar activos en la obra de Dios!
Fíjense, hermanos,
que aquí el Señor se salta un parentesco. Por lo menos aquí en (Lucas 12:53) “Estará dividido el padre
contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija
contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra”. Pero el Señor se salta un parentesco, no
dice el hermano del hermano. Debe ser para que no nos confundamos,
porque cuando yo me abrazo con un hermano que tiene a Cristo en su corazón, mi
corazón arde de nuevo, mi corazón se vuelve a gozar. ¡Aleluya!, porque cuando
está Cristo en tu corazón y en el mío, los hermanos no se dividirán, los
hermanos no se entregarán unos a otros.
Antes
de concluir esto (porque todavía hay algo más que compartir), quisiera hacer
una pequeña mención a lo que dice la palabra de (Daniel 3:16,17) “16 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey
Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. 17 He aquí nuestro Dios a quien
servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos
librará”. Entonces, Nabucodonosor se
llenó de ira y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y
Abed-nego, y ordenó que el horno se
calentase siete veces más de lo acostumbrado. Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que
atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego
ardiendo. Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus
turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo.
Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama
del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Y
estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno
de fuego ardiendo. Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó
apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados
dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Y él dijo: He
aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir
ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses".
¡Bendito sea el nombre del Señor!
Hermanos, es
impresionante pensar en ese horno calentado siete veces. Pero a mí me
impresiona más otro fuego. Me impresiona
más que, antes que el milagro ocurriera, estos hombres tenían un fuego adentro.
Pudieron enfrentar a todo el consejo del rey. No aceptaron humillarse ante una
estatua, no quisieron adorar un dios extraño.
¡Este fuego me
impresiona! Es tan fácil irse en la corriente del mundo. "¿Para qué
nos hacemos problemas?". Aun la autoridad más importante del mundo en
aquellos días, Nabucodonosor, él viene en persona a desafiar a estos hombres y
a amenazarlos con el fuego. Aun la autoridad más importante del país puede
decir: "Esto es bueno, esta tolerancia es buena, esta 'onda' es
buena". No nos interesa lo que diga, aunque sea la primera autoridad de
esta república Mexicana.
¡A
nosotros nos interesa lo que dice Dios! ¡Qué importa que se levante el
presidente, el gobierno y el ejército entero! ¡Nuestro Dios está en los cielos!
¡Jesucristo está a su diestra intercediendo! ¡Ellos mismos tendrán que dar
cuenta un día! ¡Y nosotros tenemos a Cristo revelado en nuestros corazones! Nos
prohíban lo que nos prohíban, nos inviten donde nos inviten, nos traten de
arrastrar donde nos quieran arrastrar, ¡hay un fuego ardiente en nuestros
corazones! ¡Así como estos hombres
desafiaron al rey!
Hermano,
¿qué es lo que te está tentando a ti? ¿Quieres la amistad del mundo? ¿Quieres
aplaudir lo que el mundo aplaude? ¿Quieres vivir, quieres bailar a la comparsa
del mundo? ¿Hay un vicio del mundo que te quiere atrapar? ¿Qué fuego te va a
consumir? Hermano, ¿qué tentación, qué pornografía, qué sensualidad, qué
carnalidad? Estos días, nuestro país ha sido sacudido, hermanos, por todos
estos escándalos sexuales, por esta corrupción tan grande. No ha habido otro
tema estos días en las noticias. ¡Cómo sufre esta patria Mexicana!
Que
el Señor libre a la iglesia de esto. Que el Señor libre a los creyentes de
esto.¿Podrá el fuego del adulterio, de la fornicación, del pecado sexual,
apagar a un hijo de Dios, o enredarlo con cadenas, y atarlo y caer en la misma
concupiscencia? ¿No hay, acaso, un fuego
ardiendo dentro de nosotros, capaz de librarnos? ¿Será el buen consejo,
será la buena educación? ¿Qué te va a librar? A la hora del fuego de la tentación, nada te va a librar, a menos que
tengas un fuego ardiendo dentro de tu corazón.
Fuego
vino a echar el Señor a la tierra, y toda la corrupción de este mundo no podrá
apagar, ¡aleluya!, el fuego de Dios que se nos metió adentro! ¡Tenemos a
Cristo, hermanos, tenemos al Señor adentro!
Por
medio de la Sana Doctrina de Cristo Hemos visto al Señor glorificado, Hemos
visto que el Señor viene pronto, hermanos. ¿Podremos callar esto? ¿Podremos
decir que no es verdad? No podemos dejar de decir lo que hemos visto, lo que
hemos oído. ¿Amén, hermanos? ¡Amén!. Como diría Pablo: ¡No me avergüenzo del
evangelio, porque es poder de Dios! Y esa palabra, poder, ¿cómo se traduce?
Como fuego, como dinamita. Así es, hermanos, como dinamita. ¿Cómo puedo callar,
si el evangelio es poder de Dios, es fuego de Dios para salvación a todo aquel
que cree?
Hermanos, no
podemos terminar esta palabra sin una exhortación. Tú conoces la palabra de (2
Timoteo 1:6)
"Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en
ti por la imposición de mis manos". ¡Aviva el fuego del don de Dios que
está en ti! A ver, digámoslo juntos: ¡Aviva el fuego del don de Dios que está
en ti!
PREDICADOR DE
LA SANA DOCTRINA DE CRISTO: Pastor
Víctor Ramón Preciado Balderrama; Hola hermanos les saludo con mucho amor en el Nombre de Nuestro Señor
Jesucristo, y con un solo propósito de que sean edificados sus vidas y sus
ministerios, me gozo el saludarles y el que Dios me dé la oportunidad de
servirles si me lo permiten, y con todo respeto a su doctrina o denominación,
mi único interés es que corra la Sana
Doctrina de Cristo.
Mi interés es que me des la
oportunidad de servirles pues me queda muy claro que mi llamado no es de ser
titular sino el de servir y que la Sana Doctrina de Cristo corra como un río
poderoso arroyando toda basura de ignorancia. Por favor si les interesan estos
materiales escríbanme pidiéndomelos a cualquiera de los siguientes correos, y
con mucho gusto y en el amor a Cristo se los enviaré inmediatamente sin
cuestionar nada y que el Espíritu Santo
los dirija y los lleve por buen camino, solo les pido en este mismo amor NO LO VENDAN: lo recibes de gracia dalo de
gracia.
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https://www.bible.com/es/bible/149/jhn.6.rvr1960
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