NO
PARTICIPES EN SUS MALAS OBRAS
(2Juan
1:1-11)
(1Pe
5:1-3) “Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con
ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante
de la gloria que será revelada: 2 Apacentad la grey de Dios que está
entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por
ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; 3 no como teniendo señorío sobre
los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey”.
Dice
la Biblia que en los últimos tiempos correremos el riesgo de ser engañados por
doctrinas de demonios. Y nosotros, pese
a creer esto, estamos muy tranquilos porque todavía no hemos visto subir al
púlpito a ningún personaje vestido de rojo, con cuernitos y un tridente a
predicarnos que podemos pecar todo lo que se nos ocurra que no va a pasar nada.
Delito de simpleza. Nos estamos
olvidando de una palabra que tiene vinculación directa con todo lo diabólico: SUTILEZA.
Aquí me propongo demostrar que ya podemos estar recibiendo doctrina falsa,
doctrina de demonios, sin que nos hayamos dado cuenta de ello.
Empecemos
por saber qué es doctrina. En toda la
biblia, la palabra significa “ENSEÑANZA”.
Allí Dios, como fuente de conocimiento, es llamado “maestro” y su enseñanza se
manifiesta en juicios, (Que es
separación de lo verdadero de lo falso) y en su voluntad fundamentalmente
contenida en la biblia. Enseñar, en esta
esencia, significa conducir al hombre a la experiencia más íntima con la voluntad
divina, puesto que una doctrina afecta tanto al intelecto como a la voluntad
humana.
Quiero darles
algunos versículos que confirmen esto que le estoy diciendo.
(Deuteronomio
32:1,2) “Escuchad, cielos, y hablaré; y oiga la tierra los dichos de mi boca. 2
Goteará como la lluvia mi enseñanza; destilará como el rocío mi razonamiento;
como la llovizna sobre la grama, y como las gotas sobre la hierba”
PRIMER
PUNTO: la doctrina viene de Jehová Dios, no de la meditación (Bien
intencionadas, por supuesto), de alguna junta de notables, teólogos o auto
proclamados eruditos bíblicos. Isaías
55:11 dice que la palabra que sale de la boca de Dios no volverá a Él
vacía, sino que hará lo que él quiera y que prosperará en aquello para lo cual
fue enviada. Sana doctrina, entonces, es
todo aquello que se fundamenta con la palabra y no en reglas o estatutos
morales y éticos por mejor intencionados que sean. Falsa doctrina, entonces, será todo aquello que, aunque suene bien, no
pueda ser confirmado en la Biblia.
Mire lo que dice
Zofar en Job.
(Job
11:2-6) “¿Las muchas palabras no han de
tener respuesta? ¿Y el hombre que habla mucho será justificado? 3 ¿Harán tus falacias callar a los
hombres? ¿Harás escarnio y no habrá quien te avergüence? 4 Tú dices: mi doctrina es
pura, y yo soy limpio delante de tus ojos.5 Mas, ¡Oh, quién diera que Dios hablara, y abriera sus labios
contigo, 6 y te declarara los
secretos de la sabiduría, que son de doble valor que las riquezas! Conocerías
entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece”.
(Pro
4:1,2) “Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, y estad atentos, para que
conozcáis cordura. 2 Porque os doy buena enseñanza; no desamparéis mi ley”.
Muy bien. Hoy, hemos
ingresando el tercer milenio, la sana doctrina de Jesús está íntima y
directamente relacionada con Jesucristo.
Si
una palabra no lo exalta, no emana de la doctrina primera y legítima;
es falsa, es humana, es carnal y almática. La doctrina de Jesucristo siempre
tendrá tres palabras que la acompañarán donde quiera que sea predicada: Amonestación, Advertencia y Exhortación.
Con esto
aclarado, vamos al texto donde la palabra se habrá de revelar para usted en
este día.
(2Juan1:1)
“El anciano a la señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en la verdad;
y no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad”.
En
cuanto a la “señora elegida”, no cabe ninguna duda de que es una tipología de
la iglesia. Suponer y enseñar como muchos han
hecho, de que se trataba de una buena mujer a la que Juan le envía su carta, es
omitir la inspiración divina en la palabra y reducirla a hechos y actitudes
humanas de hombres que vivieron una época. Yo me pregunto, si fuera así, por
qué Juan le dice que la ama “en la verdad”, (Que es Cristo), y que no sólo la
ama él sino todos los que han conocido la verdad. Conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres. – Yo Soy el Camino, la
Verdad y la vida. Es Cristo, es su cuerpo. Es la iglesia. Por favor, si
quiere ser bendecido, véalo así.
(2Juan1:2)
A causa de la verdad que permanece en nosotros, y estará para siempre con
nosotros: (Ojo con esto: le está
diciendo que la posesión de una verdad permanente es la razón principal para
permanecer fieles y no dejarse desviar, que es específicamente la intención de
la falsa doctrina.)
(2Juan1:3)
sea con vosotros gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor
Jesucristo, hijo del Padre, en verdad y en amor.
(2Juan1:4)
Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la
verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre.
AQUÍ
HAY DOS COSAS:
1)
Para conocer la verdad es necesario practicarla.
2)
En su tercera carta, versos 3 y 4, Juan dice casi lo mismo y
se goza de que lo que llama “sus hijos”,
anden en la verdad. Eso corrobora que de ningún modo podemos creer que esta carta fue dirigida a una buena
señora, ama de casa, sino a la iglesia.
(2Juan1:5)
Y ahora te ruego, señora, (Ahora te
ruego, iglesia), no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el
principio, que nos amemos unos a otros.
¿De
qué principio está hablando aquí? Es
indudable que no se trata del comienzo de algo, como alguna vez se pueda haber
enseñado, sino de un principio como un
fundamento, como un patrón. En este
caso, se trata de un principio implantado por Jesús durante su ministerio:
amar, porque eso complace a Dios. No un mandamiento nuevo sino uno antiguo,
dice el mismo Juan en su primera carta. En un sentido, el mandato de amar
es viejo, porque la ley de Moisés lo exige, pero en otro sentido es nuevo, porque el ejemplo de Cristo sienta una
nueva norma y un nuevo motivo. A esta altura pensar que esta carta le fue
escrita a una señora anónima de carne y hueso, de pantuflas y ruleros, ya está sonando como incomprensible. Tanto
como ser cristiano y no discernir.
(2Juan1:6)
Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento:
que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio.
ESTO
ES INDISCUTIBLE. Quien lo haya vivido puede
confirmarlo: el amor motiva la
obediencia. El seguimiento de los mandamientos no apunta, como tantos
lo han interpretado, a hacer del
evangelio una cosa rígida, contundente, legalista y hasta cruel en algunos
casos, sino una manifestación visible de conducta dura, suceda lo que
suceda, ante la vista de los demás como testimonio viviente de la presencia en
nuestras vidas del Dios viviente.
Ahora:
¿Por qué todas estas recomendaciones?
(2Juan1:7)
Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que
Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo.
Aquí
primero hay que puntualizar algo antes de que alguien tome esto con la ligereza
que es tan frecuente entre el pueblo, y que lo ha llevado en muchos casos a perecer
por falta de conocimiento. ¿Qué es un engañador? Simple; alguien que
toma una verdad y la tergiversa, la altera, le agrega o le quita cosas que no
son, en su propio beneficio.
Ahora
piense esto: para que alguien tome una verdad y
con sutileza la altere, y encima logre engañar a muchos que conocían esa
verdad, es indispensable que esa persona conozca muy bien esa verdad.
Ahora
cierre el círculo: ¿Usted podría ser engañado por alguien que
no conozca la Biblia, por una persona atea, incrédula o mundana? Entonces
mis hermanos, ustedes ya están avisados; ya sabe de dónde habrá que esperar a
los engañadores.
Por otra parte,
el trasfondo histórico y lineal de esta segunda carta de Juan, nos muestra que estuvo dedicada a la
relación entre la verdad cristiana y a la hospitalidad ofrecida a los maestros
que por entonces viajaban de iglesia en iglesia. A veces se abusaba de esa
hospitalidad. Falsos maestros estaban confundiendo a las comunidades de
creyentes, igual a como está sucediendo hoy día y no necesariamente llegando
desde otros lugares. Muy bien podrían estar viviendo aquí, cerca de
nosotros, gozando de prestigio y hasta teniendo un nombre de qué viven aunque
estén muertos.
Con
respecto al término “anticristo” usado aquí,
es más que evidente que también
Juan tiene muy claro de que se trata de
una mentalidad y no de un hombre individual.
Al diablo le
encanta que haya mucha gente observando a un líder determinado, porque Jesús
nunca ha llamado a ningún líder Él solo ha llamado a servidores porque Él mismo
se puso por ejemplo diciendo que Él vino a servir no ha ser servido. (1Co 3:5” “¿Qué,
pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores
por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno
concedió el Señor”. Las falsas
religiones, están repletas de áreas de liderazgos para todo lo que se le ha
ocurrido al líder principal. (Juan
8:44) “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro
padre queréis hacer.El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque
no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso,
y padre de mentira”.
Porque mientras
tanto el líder principal, que es el mismo diablo está usando a falsos profetas,
falsos maestros o falsos pastores, que inducen a gente cómoda que no escudriña
la palabra a creerse mentiras y hasta correr el riesgo de irse al infierno con
una biblia debajo del brazo y con un cargo de Líder importante en la iglesia
local. Anticristo es todo lo que se
opone a Cristo. Pueden ser cientos,
miles o uno, depende el caso. Y así como pueden provenir desde el ateísmo, el
orientalismo o el ocultismo, también pueden llegar desde la religión
organizada, ya sea oficial o supuestamente evangélica.
(2Juan1:8)
Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo,
sino que recibáis galardón completo.
Este
“mirad por vosotros mismos”, Juan lo toma del propio Jesús cuando,
hablando con sus discípulos de las señales de los tiempos y del fin de la era,
les dice en (Marcos 13:9): “Pero mirad por vosotros mismos; porque os
entregarán a los concilios, (O sea que
al asunto va a estar adentro de la iglesia, no afuera) y en las sinagogas
os azotarán; y delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de mí,
para testimonio a ellos”.
Esto para que
vayamos teniendo en cuenta por dónde andará esta guerra. Con relación a no
perder el fruto de nuestro trabajo, Pablo lo define muy bien en (1Corintios 3:8): “Y el que planta y el que riega son una misma cosa; Aunque cada uno
recibirá su recompensa conforme a su labor”. Y como corolario de lo que
implica, cuesta y significa esta guerra, el escritor de (Hebreos 10:32) dice: “Pero
traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido
iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos”.
Hasta
aquí Juan ha detallado tres cosas muy específicas:
Nº1)
Que considera “señora elegida” a la iglesia que anda en la verdad. Y como la verdad es Cristo, la iglesia es aquella
que solamente se fundamenta en Cristo. “¿Me
está diciendo, hermano Víctor, que hay iglesias que se llaman cristianas que no
se fundamentan en Cristo?” No lo digo yo, lo dice Dios atraves de Juan. Si
usted ya lo había pensado y no es uno de esos obstinados a los que nada les cae
bien, no le estoy descubriendo nada nuevo.
Ahora,
si no lo había pensado y no es uno de esos robots automatizados que tanto se
ven en congregaciones según bíblicas, es porque gracias y gloria a Dios, ha
caído en un buen lugar.
Nº2)
Juan dice que sin amor, (Creo que es nuestra mayor asignatura pendiente), y sin
cuidado por la palabra, es imposible
andar por el Camino de la Verdad que conduce a la vida.
Nº3)
Recomienda encarecidamente que nos
cuidemos de los engañadores y de los anticristos, influencias internas muy sutiles que tienen como tarea inducir a error
a los elegidos.
Y ahora, en los
siguientes dos versículos, no sólo es la base de esta carta sino, además, la
base de la vida o la muerte segura de la iglesia del Tercer Milenio.
(2Juan1:9)
“Cualquiera que se extravía, y no
persevera en la doctrina de Cristo, (Que es la verdad revelada en la
palabra y el cuidado con respecto al engaño) no tiene a Dios; (Anote esto) el que persevera en la doctrina de
Cristo, (Aunque en su propia iglesia le digan que está loco, que es
demasiado espiritual, que no tiene los pies sobre la tierra) ese sí tiene al Padre y al Hijo”.
Los
falsos maestros, tanto en lo histórico de los días de Juan como en la
actualidad, siempre pretenden tener un conocimiento personal superior
pretendiendo ya conocerlo todo y contradictorio con la doctrina apostólica.
Lo que en realidad sucedía es que ellos, como tantos otros hoy, habían cortado
su relación con Dios, aunque estuvieran viviendo adentro de una iglesia las
veinticuatro horas del día.
Hay
algo que no muchos alcanzan a distinguir:
cuidarse de aquellos presumidos que hacen
cosas que Dios nunca les ha ordenado hacer, y mucho menos involucrarse en ellas, ya que esto es tan malo como hacer
las cosas que Dios ha prohibido. “¡Pero
hermano Víctor! ¿Usted está hablando de la iglesia?” Yo estoy hablando de
aquellos lugares donde se hacen cosas en el nombre de Dios, pero ni se enseña
la doctrina de Jesús mucho ,menos la practican y que yo sepa, al mundo
incrédulo le importan poco, conoce poco y habla poco de las cosas de Dios.
(2Juan1:10)
“Si alguno viene a vosotros, y no trae
esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis ¡Bienvenido!”
Llegamos
al versículo cumbre y clave de esta carta y de todo este asunto.
Merece que lo desarmemos pieza por pieza para escudriñarlo con detenimiento y
no hacer como tenemos por costumbre: Entender
lo que nos parece, entender lo que algún comentarista de prestigio haya dejado
escrito o, la peor, no entenderlo y, por no tomarnos el trabajo de estudiarlo,
dejarlo allí para otro día.
Cuando
Juan escribió esto, él se refería al riesgo de dar hospitalidad a los falsos
maestros, indicando simpatía y apoyo a sus enseñanzas malignas.
Juan, claro, no está condenando la cortesía ni la hospitalidad, pero está alertando y hasta prohibiendo
todo aquello que pudiera estimular la labor de los herejes.
Llevado
al tiempo actual, esto se ha interpretado de diversas maneras,
lo que habla a las claras de una
carnalidad principiante por parte de los teólogos, porque si se hubieran dejado
guiar por el Espíritu Santo de Dios, jamás hubieran tenido diferencias.
Muchos, hoy, ni siquiera les abren la puerta de sus casas a Testigos de Jehová
o a Mormones, a la luz de este pasaje.
Sin
embargo, el texto no apunta a religiones inventadas por hombres, sino a gente
que convive con los creyentes y hasta ocupa lugares de eminencia, aunque su
doctrina se haya apartado totalmente de la doctrina de Cristo. Recuerde
que la Biblia, aunque de pronto sea útil para llevar a la conversión al
incrédulo y para enseñar los primeros pasos, en su contexto mayoritario, ha
sido escrita para lo que nosotros llamaríamos: “CREYENTES VETERANOS”.
Veamos
algo. “Casa”, aquí, no implica vivienda. Nadie
está hablando de su departamento ni de su propiedad. Casa, aquí, está escrita en sentido espiritual, el mismo que consigna
que somos “templo” del Espíritu Santo. Allí
es donde no debemos recibir, oír, compartir, soportar, ninguna doctrina que no
sea la de Cristo y, mucho menos, decirle: ¡Bienvenido! ¡Amén! ¡Gloria a
Dios! ¡Lo felicito por su mensaje!, Aunque esto último lo diga como
generalmente lo he visto hacer: no por
compartir los conceptos sino para quedar bien con el que manda.
“-¡Pero
hermano! ¡A mí no me van a meter una doctrina que no sea la de Cristo! ¡Tengo una
identidad con Jesucristo!” Es verdad; nadie
lo podría convencer diciéndole que puede pecar todo lo que quiera que no pasa
nada. A esta altura de su vida no va a ir a arrodillarse delante de una Biblia
encuadernada en oro por más que le digan que es sagrada. Pero hay otros modos más sutiles que sí pueden
confundirlo.
¿Nunca
le predicaron que orar, ayunar y alabar está bien, pero que la prioridad de la
iglesia son los pobres, los que no tienen qué comer ni qué ponerse encima, y
que si permitimos esa pobreza sin reaccionar y denunciarla, cometemos un enorme
pecado como es el de la omisión a los más elementales derechos humanos? Son
mensajes que le producen tal revolución interna que, cuando sale del templo,
usted es capaz de hacer algo por los necesitado para llevarle todo lo que
necesita, pero siempre se queda en buenas intenciones. Es un buen discurso, muy real, muy humano, pero tiene un problema: no
es esa la doctrina de Cristo, hay pruebas palpables en la Biblia de ello. Así
que si recibe ese mensaje y le dice ¡Bienvenido!, No tiene a Dios.
¿Nunca
le predicaron que las tremendas necesidades, angustias y depresiones que tiene
la gente, deben ser evaluadas, analizadas y atendidas por profesionales
cristianos especializados en la psicología, ya que para eso los puso Dios en la
iglesia, ya que estas cosas en donde está en juego la mente y la vida de tantos
hombres y mujeres no es asunto que pueda ser encarado por improvisados que
jamás pisaron a una universidad? Este
también es muy buen discurso. Fíjese que si usted tiene un problemón de
aquellos y está a un paso de suicidarse, yo no puedo llevarlo al diván de mi
casa y, alegremente y sin conocimiento alguno, meterme en su vida a dar sugerencias o dictámenes que le pueden
producir una desastre tal que lo empuje definitivamente al suicidio. Claro
que entonces, este, es un buen discurso. Pero tiene un problema: no es conforme a la doctrina de Cristo y, por
lo tanto, no proviene de Dios. Proviene, -en el mejor de los casos-, de
la bien intencionada naturaleza humana.
¿Nunca
le predicaron que no pierda tiempo en nada, que el Señor viene esta misma noche
quizás, y que es necesario que lo encuentre esperándole? ¿Alguien puede decir
que esto es antibíblico? En absoluto.
Pero todo lo que está escrito debe ser pasado por la guía, la unción y la
sabiduría del Espíritu Santo, porque si no se correrán serios riesgos. El
mensaje de “El Señor viene pronto a
rescatarnos de este mundo de maldad, incrédulo y pecador es movilizador y
atractivo, pero no tiene absolutamente nada que ver con la iglesia gloriosa,
victoriosa y más que vencedora de la que habla la doctrina de Cristo. Es un
lindo y emotivo discurso, pero ha servido para castrar a cientos y cientos de
hermanos que ni se prepararon, ni se casaron, ni estudiaron, ni se compraron
una casa porque Cristo venía “Ya”. No emana de Dios.
¿Nunca
le predicaron que tenga cuidado, que está en la casa de Dios, bajo la cobertura
del Espíritu, que nada ni nadie puede sacarle la salvación aunque no viva como
Dios ha dicho que debe vivir, que la tierra y las naciones le pertenecen, que
la victoria está cerca, que el maligno no puede contigo porque tiene su
credencial de miembro, que todo está bien, que está en la mejor iglesia, con la
mejor doctrina y en la mejor denominación evangélica y que un día de estos,
Dios va a poner en su lugar todas las cosas y usted lo verá y lo celebrará?
Sí señor; es un mensaje reconfortante y alentador.
EN
CIENTOS DE PÚLPITOS SE PREDICA ESTO, HOY.
Pero sucede lo mismo cuando el predicador comienza a dar muchos ejemplos del
mundo incluso hasta chistes “cristianos” y noticieros de lo que está sucediendo
actualmente alrededor del mundo y además pronósticos para nuestra Iglesia local
de bienaventuranza. Este mensaje, que
suena precioso a diferencia de los otros y además de no ser tampoco la doctrina
de Cristo, tiene la particularidad de anestesiar y disminuir la capacidad de
batalla en la gente.
Le
he mencionado sólo cuatro, pero seguramente cualquiera de ustedes podría pensar
en varios más. A esta altura se está preguntando,
si esto es así, cómo es la historia. Y la historia es simple. Si predico la doctrina de Cristo, que no es
halagador ni adulador, sino comparación y fastidiosa, sin importarme como le
cae o le deja de caer, podré no resultarle simpático y hasta podré granjearme
rencores santos, pero estaré firme en la única sana doctrina. Ahora, si
para que la gente no se ofenda, no nos mire mal, me tenga simpatía y hasta me
dé alguna ofrenda, predico un evangelio liviano, permisivo, filosófico,
humanista, sin amonestación ni exhortación, podré llegar a ser un hombre de
éxito, pero a lo que no llegaré será a formar parte del ejército de Dios, ya
que he cambiado la doctrina de Cristo por otra que en el fondo, da más
importancia a la formación y la sabiduría del hombre, que al poder, la gracia y la unción de Dios.
Y
Ustedes me pueden decir: ¿Y qué puedo hacer, hermano Victor?
Yo sé que estoy escuchando uno de esos discursos. No me los creo porque mi
Biblia dice que no es así, pero me los aguanto y no digo nada porque realmente
no sé adónde irme. Está bien, pero eso quiere decir que con su silencio y aceptación
está participando de ese mensaje. ¡Hermano
Victor! ¿No es demasiado legalista, eso? Y sí, a mí también me sonaba
legalista, pero mire lo que dice el
verso once.
(2Juan1:11)
“Porque el que le dice ¡Bienvenido! (Al
que trae una doctrina que no es la de Cristo) participa en sus malas obras”.
¿Y
qué podemos hacer entonces? Yo no puedo cambiar los mensajes que no son fieles
a la doctrina de Cristo. ¿Habrá que cambiar los portadores de esos mensajes?
No, no alcanza, porque muchos de esos discursos
provienen de estructuras doctrinales denominacionales, de coberturas poderosas
a nivel mundial, “campamentos privados”, de los cuales es imposible evadirse. Pero, ¿Y entonces? Volver a la senda, al
Camino antiguo, a la iglesia del libro de los Hechos, la que tiene como única
autoridad indiscutida al Espíritu Santo y no a hombres sumamente preocupados
por sus intereses o por sus prestigios personales, tanto en lo interno
denominacional como en lo público y general.
Pero...
¿Podemos cambiar y modificar esto? Cuidado, no se confunda: nadie habla de
cambiar, se está hablando de rehacer. Y rehacer, que yo sepa, es “volver a
hacer” y si a algo hay que volverlo a hacer, es porque está destruido. “-¡Pero
hermano! ¿Eso es bíblico?- “No sé, mírelo usted...
(Jeremías
18:1) “1Palabra de Jehová que vino a
Jeremías, diciendo: 2 levántate y
vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. 3 Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre
la rueda. 4 Y la vasija de barro que
él hacía se echó a perder en su mano; (En
esta expresión “se echó a perder”, se usa la misma palabra que en el caso del
cinto de lino del capítulo 13 y verso 7, sólo que allí se traduce como
“podrido”. Es decir que, entonces, lo que tenemos es que la vasija se le
pudrió) y volvió y la hizo otra vasija según le pareció mejor hacerla. (Atención: dice que la hizo “otra” vasija,
no que intentó emparchar la misma). 5 Entonces vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 6 ¿No podré yo hacer de
vosotros como este alfarero, Oh casa de Israel? (¡Oh iglesia desobediente!) Dice Jehová: he aquí que como el barro
en la casa del alfarero, así sois vosotros en mi mano, Oh casa de Israel. 7 en un instante, (O sea: en un abrir y cerrar de ojos), hablaré (a través de mis ungidos) contra pueblos (En lo humano) y contra reinos (En
lo espiritual. Y la única cosa que puede vivir lo humano con lo espiritual, es
la iglesia. ¿Y qué hablaba? ¿Sugerencias amorosas y comprensivas? No parece,
mire:) Para arrancar, y derribar, y destruir.
¿Qué
es ARRANCAR? Sacar algo de raíz. O sacar con violencia una cosa del lugar en
donde está adherida. O quitar algo con violencia. En otro plano, separar
con violencia a uno de un lugar, de costumbres, de vicios. ¿Qué es DERRIBAR? Arruinar, demoler, echar abajo una cosa.
Trastornar, echar abajo lo que estaba en alto. Abatir, humillar. Hacer perder
el poder, el cargo, la estimación, o la dignidad adquirida. ¿Qué es DESTRUIR? Arruinar o asolar una
cosa material. Deshacer inutilizar un argumento, un proyecto.
V-8
Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual hablé, yo me
arrepentiré del mal que había pensado hacerles, V-9 y en un instante hablaré de la gente y del reino para edificar y plantar.
EDIFICAR:
Construir. Infundir en otros sentimientos de virtud.
PLANTAR.
Meter en tierra una planta, un árbol, una semilla u algo similar para que
arraigue. Colocar algo donde debe estar. Establecer
un sistema o una reforma. Estas son todas acepciones de un diccionario común.
Ya tiene usted
los elementos. No diga ahora que no lo sabía, que jamás se lo predicaron. No
espere, tampoco, que se lo prediquen en el marco de las instituciones formales
y nominales. ¿Quizás porque están todos
corrompidos? No. No están todos corrompidos, hay un suficiente remanente que
está vivo y anhelante de ver la manifestación del poder de Dios a través de la
Palabra. También hay, demasiados compromisos, demasiadas ligaduras del
alma, una concepción de la ética bastante dudosa y corporativa. ¡Pero somos un cuerpo! Sí, pero en Cristo,
jamás en lo humano, filosófico o religioso.
Estudio en Lerma por él:
Pr. Victor R. Preciado Balderrama.
sanadoctrinavictor@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario