lunes, 23 de noviembre de 2015

PARA COMPRENDER NUESTRA LIBERTAD, Y NO LLEGAR AL LIBERTINAJE NECESITAMOS DE LA SANA DOCTRINA DE CRISTO

PARA COMPRENDER NUESTRA LIBERTAD, Y NO LLEGAR AL LIBERTINAJE NECESITAMOS DE LA SANA DOCTRINA DE CRISTO

En lo personal me parece que la Sana Doctrina de Cristo es lo más extraordinario que Dios me ha permitido conocer porque en esta Doctrina se revela el Padre, e Hijo y el Espíritu Santo pues es la Doctrina que Jehová Dios le entregó a nuestro Señor Jesucristo para que nos la enseñara y así aprendiéramos ser verdaderamente libres en Cristo Jesús porque para eso fue enviado por nuestro Dios Todo Poderoso.
(Isaías 61:1-3) “1 El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; 2 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; 3 a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová,  para gloria suya.

Quiero por favor me acompañen al libro de Gálatas, para ver la libertad con la que  nos ha liberado Cristo. (Gálatas 5:7-15) “7 Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? 8 Esta persuasión no procede de aquel que os llama. 9 Un poco de levadura leuda toda la masa. 10 Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; mas el que os perturba llevará la sentencia,  quienquiera que sea. 11 Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz. 12 ¡Ojalá se mutilasen los que os perturban! 13 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. 14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros”. El punto central de la Sana Doctrina de Cristo, es Cristo crucificado y resucitado.

Un primer punto de la Sana Doctrina de Cristo, es la nueva condición del cristiano verdadero y esta libertad, nos ha dado Cristo a través de su sacrificio. Hemos sido llamados a la libertad. Es como una vocación. Hemos sido vocacionados a la libertad. Es mi vocación, mi nueva condición de cristiano creyente en la Sana Doctrina de Cristo.
Para que seamos libres nos ha liberado Cristo. Jesucristo quiere hacernos ver que la libertad no es un medio, ni es un estilo, que acompaña la vida. Que no es la forma, de su enseñanza sino que es un fin. Y además habla de la libertad sin determinaciones anteriores. La libertad como tal es el fin. Tiene categoría de fin. Es la nueva condición del cristiano. Es nuestro llamado. Nuestra vocación. Y es un don de Cristo: quien nos libertó es Cristo. Hemos sido llamados a la libertad por Cristo. Es Él el que nos ha liberado. Es un don de Cristo.

Pero no debe ser un don fácil de vivir, porque cuando luego dice: (Gálatas 5:1) “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. Claramente la Sana Doctrina de Cristo nos está enseñando acerca de la libertad que Jesucristo ya pagó en el calvario con su vida, y nos libertó del yugo de las religiones.

Y hay que recordar esto para no recaer otra vez en la esclavitud. Por eso dice: “manteneos firmes”. ¿Cuáles serían las opresiones, y las esclavitudes que nos podrían hacer perder nuestra condición de hombres libres por ser cristianos? Pues el centro de esta enseñanza de la Sana Doctrina de Cristo en Gálatas 5, éstas esclavitudes que nos podrían oprimir de nuevo, es el yo y las obras: partir de mí mismo y de mis obras. Partir del cumplimiento de la Ley. No soy yo ni mis obras lo que me hacen libre, lo que me salva. Estamos en lo de siempre: es el don de la fe recibido por Cristo. La fe que nos salva. Creer que estoy justificado por las obras.

La Sana Doctrina de Cristo dice en: (Gálatas 5:4) “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído”.
Porque es la gracia, don de Dios en Cristo, la que nos salva, la que nos libera; no son nuestras obras. Mirar nuestra vida de relación con Cristo, o nuestra vida de relación con el Padre, o bien desde abajo, como algo que yo conquisto; o desde arriba, como algo que yo recibo. Parece que es lo mismo. Pero la óptica es tan distinta que en un caso llegamos, y en el otro rompemos con Cristo, y nos ponemos nosotros por delante.

Otro peligro engañoso, que puede traicionar esta verdad de la Sana Doctrina de Cristo, es que después de esta dicha de las obras y de mí mismo, es lo que señala en el (Gálatas 5:13) “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros”.
Esta es la segunda tentación que puede oprimirnos de nuevo y perder así nuestra condición de libres, conseguida por Cristo. Es la segunda forma de esclavitud. El “pretexto” significa la excusa, la tentación, la incitación al egoísmo: a que yo me erija como medida de mi libertad. Como raíz de mi libertad. Y esto puede conducir a dos caminos: al camino de lo que me apetece, lo que me gusta; o la otra, que es que yo busco mi autocontrol, yo busco mi autodominio, yo busco mi plena posesión de mí mismo, que sería la postura un poco apacible, autocontrol, autodominio, posesión de sí. Pero en definitiva, con estos planteamientos uno se está poniendo a sí mismo como medida.

Y no es así. La libertad que es en Jesucristo es comunicativa. La libertad es expansiva. La medida de la libertad no está en mí mismo, ni en el control que yo ponga o no ponga en mi vida, sino que está en relación con. La libertad se realiza en y con el don de sí mismo. Por eso dice: “no toméis de esa libertad pretexto para la carne”. Y añade “antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros”.
Ya vemos que la libertad se realiza en el don de Jesucristo. No es dominio de uno mismo. No es posesión de uno mismo. Por tolerante y equilibrado que parezca. Pero tanto en un caso como en el otro, tanto en el que “se auto-controla” como el que “se di-vierte” y desparrama, siempre se parte de uno mismo, de sí mismo, y va hacia sí mismo.

Mientras que la libertad es un comienzo, es una expansión, es una comunicación del don de Jesucristo. Este don que me ha dado Jesucristo. No lo poseo, no lo domino para mí mismo sino que me doy: es el don de Jesucristo. Es una libertad que significa servicio.
Y si la libertad es la condición del cristiano, La sana Doctrina de Cristo nos dice: la libertad es servicio. Es este amor de unos a otros. Aquí hay una oposición tremenda: ¿cómo puede compaginarse libertad y servicio?

Parecen dos fuerzas contrarias que se anulan. El ámbito de la libertad, es el servicio. Porque el servicio se produce mediante el amor: “Amarnos los unos a los otros”. (Rom 12:10) “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra,  prefiriéndoos los unos a los otros”. Por tanto, la Sana Doctrina de Cristo excluye toda intención, de utilizar la libertad. O egoísta. O de búsqueda de prestigio, o de presunción. No.
La libertad auténtica se encuentra por completo en el recinto del amor. Es más: el amor es libertad y la libertad es amor. Sin libertad no hay amor, y sin amor no hay libertad. Mutuamente se sirven. Y por tanto el servicio, no tan solo no limita la libertad sino que la despliega y la realiza en plenitud. Así se entiende, y sólo así se comprende.

Y esto no se entiende por ahí y lejos de entenderlo mejor nos critican. Por tanto, el recinto, el ámbito de la libertad, y el ser mismo de la libertad, para la Sana Doctrina de Cristo es servicio. (Gálatas 5:13) “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros”.
Que la libertad no sea la excusa tentadora, la ocasión atrayente y propicia, atractiva, de referirla y de medirla a mí mismo para hacer y deshacer o para dominar y controlar, como líder y desde mí mismo, en beneficio de mí mismo. La razón, la medida de la libertad está en el servicio, en la entrega, en el don que nos dio Jesucristo.

Por eso la raíz y el modelo de esta libertad, es Jesucristo mismo, que hace este don de sí mismo en la Cruz y en la Resurrección. (Mar 10:45) “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.
Por tanto, no hay oposición entre libertad y servicio, al contrario: sin libertad no hay servicio, y sin servicio no hay libertad.

Y luego la Sana Doctrina de Cristo a través del apóstol Pablo habla de otra oposición, que es la contraposición carne y espíritu. La carne es buscar la gloria de uno mismo, como líder, oír decir: (huy que buen líder de jóvenes) (Huy que buen líder de alabanza) (huy que buen líder de matrimonios) etc., etc.. Todo esto es gloria vacía. El espíritu es el amarse unos a otros. El hombre carnal es el que se busca a sí mismo. El hombre espiritual es el que se entrega al otro. Y fijémonos que esto “del uno al otro”, aparece mucho en este capítulo quinto de la carta a los gálatas: (Gálatas 5:14) “Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Aquí en clave positiva. (Gálatas 5:15) “Pero si os mordéis y os coméis unos a otros,  mirad que también no os consumáis unos a otros”.
Y también: (Gálatas 5:26) “No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros,  envidiándonos unos a otros”.

Esta insistencia del “mutuamente”, del “los unos a los otros”.
Pues bien, precisamente en este amor y servicio de los unos a los otros es donde se manifiesta la libertad, y por contrario, en las tendencias, en las rivalidades, en las enemistades, ahí está la ausencia de libertad. Cuando en nuestras relaciones mutuas impera el amor y el servicio, hay verdadera libertad. Cuando impera el devorarse, el morderse, el provocarse, este querer estar por encima, querer ostentar, ser más, enemistarse, todo esto, es falta de libertad.

Y por eso en la Sana Doctrina de Cristo a través del apóstol Pablo enumera las obras de la carne, y las obras del espíritu. Esto llama mucho la atención, porque de las obras de la carne, enumera 17; del espíritu 9.

En los versículos 19 a 21, indica la raíz oculta de la falta de libertad (y está hablando a la comunidad de los creyentes que se dicen cristianos). Que es cuando no hay servicio, sino que es cuando hay hostilidad, mixtura, provocación y desacuerdos, y los separa. (Gálatas 5:19-21) “19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”.

Ahora díganme por favor si estamos en una sociedad libre. ¡Y nosotros vivimos en esta sociedad! ¡Ojo! Que no nos dejemos encadenar también por todo esto. Obras de la carne que cuando se contraponen al servicio y al amor, están anulando o neutralizando la libertad. Por tanto, la amenaza a la verdadera libertad consiste en esta búsqueda de la gloria vana, de la gloria vacía. Este orgullo que se apoya en nada, en la agresividad, en la envidia. En definitiva, el buscarse a uno mismo.

Pero ¡atención! porque ocurre también en las cosas religiosas, y en los espíritus religiosos que pueden buscar erróneamente la gloria de Dios, una gloria de Dios vacía, porque en realidad se buscan a sí mismos. Y esto aún es más complicado que cuando se trata de los mundanos o de los no creyentes. Por eso el punto crucial, la prueba es el servicio. El don de Jesucristo. Está en la libertad. Este es el hombre espiritual. El servicio, el amor de unos a otros: el don de Jesucristo. Poner como medida de mi libertad a quien es raíz, modelo y medida de esta libertad, que es Jesucristo. Jesucristo, murió y resucito, esta es nuestra fe.

Y muchas veces, detrás de una gloria de Dios que es vana, engañosa, puede haber el vacio del que busca su propia gloria. Y esto pasa. Pero tiene más peligro que les pase a los que poco o mucho tenemos alguna autoridad en la Iglesia, que defienden a toda costa en que debe de haber liderazgos en las Iglesias cristianas. Sus argumentos son muchos pero sin fundamentos bíblicos basándose en que Moisés, las doce tribus de Israel, Saúl, David, Etc.Etc., que eran líderes de tribus y pueblos si, claro pero vino Jesús a traernos otra mentalidad de reino llena de gracia, verdaderamente, tenemos más, y más peligro, cundo somos aferrados y engañados, la Sana Doctrina de Cristo, sencillamente dice lo contrario a estos fundamentos de error en una gran mayoría de Cristianos que no escudriñan bien la Palabra de Dios.

(Mateo 20:21-28) “21 El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. 22 Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos. 23 El les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre. 24 Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos.

25 Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. 26 Más entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.

Ahora veremos las características de un verdadero cristiano, esforzándose por alcanzar cada una de las características del Fruto del Espíritu Santo, que es la ley de Cristo.
(Gálatas 5:22,23) “22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,  benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”.
“No hay ley” porque esto es el don, del Fruto del Espíritu Santo. Características del Fruto del Espíritu Santo en nosotros. Y el Espíritu Santo es el Don de Jesucristo Resucitado. Y si es resucitado es porque antes ha sido crucificado.
¿Cómo se resuelve este tema de las obras de la carne y las obras del espíritu?

Se resuelve liberándose de sí mismo, de las obras de la carne. Haciendo el bien, dando amor, sirviendo. Por eso dice la Sana Doctrina de Cristo en: (Gálatas 5:24) “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Y precisamente en esta crucifixión, participación de la crucifixión de Cristo, es de donde brota la libertad. Y finalmente, la Cruz que es el paradigma de la libertad.

En la Sana Doctrina de Cristo que le fue revelad al apóstol Pablo, la Cruz es la revelación de la libertad. No nos ha traído sólo la libertad, sino que la Cruz nos revela lo que es la libertad. A muchos que han ido a seminarios pero que aún les falta conocimiento y discernimiento de la Verdad que le fue revelada al apóstol Pablo de la libertad, está en la Cruz, porque el ve un nexo entre libertad y amor, entre servicio y amor.
(Mateo16:24) “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. (Lucas 9:23) “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”.

Es muy importante que entendamos que es un hecho muy importante que lo que debemos de traer en la crus es las obras de nuestra carne para que puedan las características del Fruto del Espíritu Santo en cada uno de nosotros porque todo esto decía Jesús mucho antes de ser crucificado es en la Cruz de Cristo donde Pablo ve con especial claridad este nexo de Libertad y Amor: se entrega a la muerte y muerte de cruz. Por amor. Y es el que da la vida por sus amigos, nadie me la quita sino que yo la doy (Juan 10:18) “Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre”.

La Sana Doctrina de Cristo pone al descubierto de manera clara a lo que se refiere en la Cruz de Cristo. La cruz es crucificar nuestras muchas costumbres mundanas que practicamos todavía y que nos asociamos con el mundo y sus prácticas sobre la libertad es que para la Sana Doctrina de Cristo, la libertad es Cristocéntrica, no es sólo histórica porque no emerge del hombre por sí mismo, porque el hombre como tal, por ser persona humana, sea libre. No.


Para la Sana Doctrina de Cristo la libertad arranca de Cristo que nos la da. Y que nos hace libres. (Juan 8:36) “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”.
Y tendremos que mirar a Jesús en su Cruz, para encontrar el modelo, la medida y la raíz de esta libertad. Jesús ve como en la Cruz se da la libertad de la Ley porque en la Cruz ve que el origen de nuestra salvación es Cristo. No nuestras obras. Para el la Cruz es la libertad de la Ley. Es la Cruz la que nos libera, no nuestras obras. La que nos salva. Y en clave positiva, sería: la libertad para confiar totalmente en el amor de Jesús. La libertad de sí mismo, para darse a los demás. Como Jesús que es raíz, modelo y medida de esta donación a los demás.

La Sana Doctrina de Cristo dice: (Juan 8:31,32) “31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. La libertad no la encuentro yo, ni la busco, en el cumplimiento de la Ley, o en mis obras, en el autodominio de mí mismo, tampoco es libertad la falta de compromiso, o la huida del mundo. Porque es que Cristo no hizo esto. Mira si se comprometió que no tuvo en nada su condición divina y se hizo hombre tomando la condición de esclavo.

Entonces, nuestra libertad tiene que ir por ahí. ¿Cómo se realiza nuestra libertad? Como Cristo, en la solidaridad más radical, en sufrir, en el mundo. En no abandonarlo a su suerte, en enfangarse en las cosas de este mundo. En el compromiso. (Gálatas 1:14) “y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres”. (Colosenses 2:8) “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo”. (Marcos 7:6-9) “6  Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. 7 Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. 8 Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. 9 Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición”.

Lo primero que tenemos que hacer es alejarnos de las tradiciones del mundo crucificando nuestros deseos mundanos para que sean nuevas todas las cosas, lo que nos hace criaturas nuevas, lo que nos hace libres, tiene su origen en la Cruz.
Por tanto la libertad está por encima de la reciprocidad de derechos y deberes. La gratuidad rompe la reciprocidad de derechos y deberes, y va más allá. Es el don de Jesucristo. Por eso hay que ir más allá de la justicia estricta que nos cuidó mientras llegaba Jesús. La libertad Dios la manifiesta en la Cruz. En su Hijo crucificado. Ahí manifiesta la libertad.

Por tanto, en nuestra vida ya no podemos vivir en un sano equilibrio de derechos y deberes. Sino que como Cristo tenemos que dar un paso más hacia la gratuidad. Como Dios. Dios es fiel porque es Fiel. No porque nosotros seamos fieles.
La medida de la libertad es la libertad de Dios que se manifiesta en la Cruz, y esta es la libertad. Y nuestra libertad está llamada a ser imagen y reflejo de la divina. Y esta es la gran novedad de la libertad  para los cristianos en la Sana Doctrina de Cristo.


Evidentemente todo esto son razonamientos que nada tienen que ver con los del mundo ni con los de algunos cristianos, pero ahora lo veremos, con Nicodemo: hay que romper todos los razonamientos, y entrar en la lógica y en los razonamientos de Dios. Y nosotros entrando en esta lógica y en este razonamiento es como tenemos que evangelizar, como lo hizo el apóstol Pablo. ¡Que recibió de pedradas y palos…! En una ocasión enumera las cosas por las que ha pasado: (2 Corintios 11:22-28) “22 ¿Son hebreos? Yo también. ¿Son israelitas? Yo también. ¿Son descendientes de Abraham?  También yo. 23 ¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. 24 De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. 25  Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; 26 en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación,  peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar,  peligros entre falsos hermanos; 27 en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; 28 y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias”.

Pues que el Señor nos convierta, en nuestros razonamientos, en nuestras lógicas, en nuestra mentalidad, en nuestros esquemas, en nuestros criterios, para que nuestra lógica, nuestros razonamientos, nuestros criterios, nuestros esquemas, sean los de Dios, manifestados en Cristo el Señor muerto y resucitado, y que el apóstol Pablo tan bien supo asumir en su vida, y tan bien supo enseñar. Con su propia vida primero, y también con su propia predicación, de la Sana Doctrina de Cristo que le fue revelada por el Espíritu Santo en el camino a Damasco.

El servicio y la libertad son la misma realidad, dicha con dos palabras distintas.
Predica por: Pastor Víctor Ramón Preciado Balderrama
Hola hermanos les saludo con mucho amor en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo, y con un solo propósito de que sean edificados sus vidas y sus ministerios, me gozo el saludarles y el que Dios me dé la oportunidad de servirles si me lo permiten, y con todo respeto a su doctrina o denominación, mi único interés es que corra la Sana Doctrina de Cristo. Mi interés es que me des la oportunidad de servirles pues me queda muy claro que mi llamado no es de ser titular sino el de servir y que la Sana Doctrina de Cristo corra como un río poderoso arroyando toda basura de ignorancia.
Por favor si les interesan estos materiales escríbanme pidiéndomelos a cualquiera de los siguientes correos, y con mucho gusto y en el amor a Cristo se los enviaré inmediatamente sin cuestionar nada y que el Espíritu Santo los dirija y los lleve por buen camino, solo les pido en este mismo amor NO LO VENDAN: lo recibes de gracia dalo de gracia.
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