LA SANA DOCTRINA DE CRISTO MOLDEA TU
CARÁCTER, AL CARÁCTER DE JESUCRISTO
INTRODUCCIÓN
(2Pe
1:2-4;8-11) “2
Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro
Señor Jesús. 3 Como todas las cosas
que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder,
mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, 4 por medio de las cuales nos ha dado
preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser
participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay
en el mundo a causa de la concupiscencia;
8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar
ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. 9 Pero el que no tiene estas cosas
tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus
antiguos pecados. 10 Por lo cual,
hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque
haciendo estas cosas, no caeréis jamás.
11
Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino
eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”.
Dios
tiene un plan para con nosotros. Ese plan incluye
que seamos parte su pueblo. Es el deseo de Dios es que seamos miembros de su
familia. Quiere que formemos parte de su gente. Un pueblo muy especial,
escogido, apartado, con bendiciones muy especiales para sus miembros. Bien. Una
vez que ya hemos creído en Cristo y nos hemos unido a su familia, Dios espera
más de nosotros. (1Jn 2:17) “Y el
mundo pasa, y sus deseos; pero el que
hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. Dios desea que cada creyente entienda correctamente la Sana Doctrina de
Cristo para que pueda ser formado el carácter de Jesucristo en cada cristiano. (Santiago
5:10) “Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los
profetas que hablaron en nombre del Señor”.
Dios al enviar a su Hijo Jesucristo
a enseñarnos la Sana Doctrina quiere que lo imitemos, porque Jesús nos ha
dejado todo por ejemplo para que vayamos siendo transformados y pareciéndonos
más a Cristo; quiere que adonde vayamos reflejemos su gloria, llevemos su
aroma, mostremos en todos lados la alabanza que corresponde a su gloria.
(1Pe
2:21-25) “21 Pues para esto fuisteis llamados; porque
también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus
pisadas; 22 el cual no hizo pecado,
ni se halló engaño en su boca; 23
quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no
amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; 24 quien llevó él mismo nuestros
pecados en su cuerpo sobre el madero,
para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia;
y por cuya herida fuisteis sanados. 25
Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al
Pastor y Obispo de vuestras almas”.
La
Sana Doctrina de Cristo y por medio del apóstol Pedro
nos dice estas palabras: (1Pe 1:13-15)
“13 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y
esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea
manifestado; 14 como hijos
obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra
ignorancia; 15 sino, como aquel que
os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
16 porque escrito está: Sed santos,
porque yo soy santo”. Seamos santos en toda nuestra manera de vivir.
Una
vez que han creído en Jesús como su salvador, las
personas aún sienten atracción por sus costumbres, gustos y deseos pasados. Sin
embargo, al ser una nueva creación, nuestra mirada debe estar puesta en nuestro
Padre Celestial, que nos ha dado una nueva naturaleza, una nueva vida, nos ha
dado poder para ser diferentes. Una de las funciones del Espíritu Santo es
formar el Carácter de Cristo en nuestras vidas.
La Sana Doctrina de Cristo nos
enseña a través del apóstol Pablo y nos manda a no ser conformados por los
deseos de este mundo, sino a ser transformados mediante la renovación de nuestra
mente, y esto a través de la Sana Doctrina en la Palabra de Dios. En una ocasión dijo: ya no vivo yo; Cristo
vive en mí. Es nuestro deber crecer en semejanza a Cristo, nuestro modelo
de conducta y carácter. Veamos algunas maneras en que podemos imitar a Cristo
en lo que hizo mientras estuvo aquí en la Tierra en carne. En primer lugar,
debemos imitar el Carácter de Jesucristo.
EN
MEDIO DEL SUFRIMIENTO. (1 Pedro 2:21-23) “21 Pues para esto fuisteis llamados; porque
también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus
pisadas; 22 el cual no hizo pecado, ni
se halló engaño en su boca; 23 quien cuando le maldecían, no respondía con
maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga
justamente; 24 quien llevó él
mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando
muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis
sanados”.
Hay
muchas causas del sufrimiento. Sin embargo, hay dos razones básicas:
justas e injustas. Sufrimos justamente cuando se trata de alguna
consecuencia de nuestro pecado, cuando es el resultado de alguna necedad o
simplemente cuando se trata de los efectos de vivir en un mundo imperfecto y
lejos del temor de Dios.
En la Sana Doctrina de Cristo a
través del apóstol Pedro no se refiere a ninguna de estas circunstancias. Pedro
se refiere a sufrir como resultado de hacer el bien. El sufrimiento que tiene
en mente se trata de uno que tiene como causa alguna injusticia. El V- 22 dice claramente que Cristo no
cometió pecado; sin embargo, él escogió sufrir para que nosotros pudiéramos ser
libres.
En la época de Pedro, muchos
cristianos eran servidumbre, siervos o empleados; Pedro los anima a que estén
sujetos a los amos sin importar si su carácter los hacen merecedores de su
obediencia. Tal vez tengan Ustedes un patrón o un jefe irracional o difícil de
complacer. Este pasaje es para ti, tu actitud debe ser de confianza de que Dios
sabe lo que hace al permitir que esta persona esté por encima de ti en autoridad.
La actitud correcta es confiar en que hay un juez justo que en su tiempo
mostrará la justicia de cada ser humano.
Cuando
seguimos el ejemplo de Cristo y vivimos para los demás,
también podemos llegar a sufrir. Nuestra meta debe ser afrontar el sufrimiento
como Cristo: con paciencia, calma y confianza de que Dios tiene el dominio del
futuro. UNA TRAGEDIA ES COMO METERSE EN
AGUA HIRVIENDO. Si tu Heres como el huevo, la aflicción te hará duro e
insensible. Pero si tú eres como una papa, entonces tú saldrás suave y dócil,
maleable y adaptable. Tal vez se oiga chistoso, pero debemos pedirle a Dios
que seamos una papa.
En medio de una sociedad corrompida
por deseos de venganza, odio, resentimiento y rebelión a las autoridades,
debemos estar dispuestos a sufrir por el bien mayor de los demás. Al igual que los resultados que Cristo
logró en nuestras vidas al salvarnos, Dios también puede obrar mayores
beneficios en las vidas de otras personas si nosotros decidimos seguir el
ejemplo de Cristo en el sufrimiento. Y podemos preguntarnos ¿Por qué sufren
los justos? A lo que podemos responder es: ¿Y por qué no? Ellos son las únicas
personas que pueden resistir. Otra área en la que podemos imitar a Cristo es:
EN
EL SERVICIO Pues si yo, el Señor y el Maestro, he
lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los
otros, porque ejemplo os he dado para que, como yo os he hecho, vosotros
también hagáis. (Juan 13:12-15) “12 Así
que, después que les hubo lavado los
pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? 13 Vosotros me llamáis Maestro, y
Señor; y decís bien, porque lo soy. 14
Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también
debéis lavaros los pies los unos a los otros. 15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho,
vosotros también hagáis. 16 De
cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es
mayor que el que le envió. 17 Si
sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis”.
Era la última noche que Jesús
pasaría con sus discípulos antes de ir al Calvario a morir por ellos cuando
hizo algo que los dejó a todos con la boca abierta: lavarles los pies sucios y
llenos de polvo. Lavar los pies de los
invitados era una tarea que era realizada por un sirviente, no por el
anfitrión. Lo hacía el esclavo, no el dueño de la casa. Y no era cualquier sirviente,
sino el de menor rango. Con razón Pedro se sorprendió hasta el punto de
indignarse y resistirse a que Jesús le lavara sus pies. (Juan 13:5-10) “5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a
lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba
ceñido. 6 Entonces vino a Simón
Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? 7 Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes
ahora; mas lo entenderás después. 8 Pedro le dijo: No me lavarás los pies
jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. 9 Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo
mis pies, sino también las manos y la cabeza. 10 Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los
pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos”.
Al igual que Pedro, muchos no hemos
entendido la lección que Jesús enseñó a sus discípulos aquella noche de
intimidad y hasta el día de hoy, muchos tienen la creencia que en la Iglesias
debe de haber líderes en lugar de servidores; pero lo que deja Jesús muy en
claro es que en el reino de los cielos es imposible dirigir sin estar dispuesto
a servir. Es muy fácil y agradable servir a quienes consideramos que están por
encima de nosotros, como nuestro jefe, el pastor, nuestros padres, alguna
autoridad o simplemente alguna persona renombrada. Pero servir a quienes
consideramos por debajo de nosotros como nuestros hijos, empleados, esposa y
desde un pastor hacia la congregación; es un precio muy alto que pocos están
dispuestos a pagar. (Mar 10:45) “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir,
y para dar su vida en rescate por muchos”.
Esto
nos deja una gran enseñanza: Si Dios, el rey
del Universo hecho carne está dispuesto a servir, cuánto más nosotros -sus criaturas- debemos imitarlo
sirviendo de
cualquier manera que glorifiquemos
su Nombre. Lo menos que podemos hacer al respecto es lo mismo que está en el (Juan 13:16) “De cierto, de cierto os digo:
El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió”:
no somos mayores que nuestro Señor; así que debemos ir más allá del
reconocimiento de lo importante que es servir y demostrarlo con hechos.
Tal vez nos haga falta resaltar una
frase que aparece escondida en el V-1 Allí dice que Jesús amó a sus discípulos
hasta el fin. Los amó hasta en el último momento. Una posible traducción podría
ser que los amó hasta lo sumo. Y eso es precisamente lo que Jesús demostró en
estos últimos 4 capítulos del evangelio de Juan.
Piense
ahora mismo: ¿A quién puedo servir hoy? ¿Quién necesita
de mis capacidades, de mis posesiones, de mis palabras, de mi esfuerzo, de mi
dinero? No pierda de vista que hay una bendición para todos aquellos que saben
y hacen lo que Jesús demanda de nuestras vidas. Hemos visto que debemos ser
modelos del carácter de Dios en el sufrimiento y en el servicio. Finalmente,
podemos ser un modelo del carácter de Dios en
EN
LA PACIFICACIÓN (Col. 3:13) “soportándoos unos a otros, y
perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que
Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”. ¡Qué palabras más pesadas a
nuestros oídos... y mucho más para nuestra voluntad! Somos vulnerables a las
ofensas de los demás hasta el punto de que andamos siempre a la defensiva para
no ser atacados. Hemos sido condicionados a responder instantáneamente de la
misma manera en que somos agredidos por quienes nos rodean. Vivimos en el nivel
de devolver mal por mal. No queremos ser vistos como inferiores o débiles si no
respondemos la ofensa. Queremos ser nosotros los que tengamos la última
palabra.
Y si no podemos salir triunfadores
porque nos topamos con alguien más terco que nosotros, entonces abrigamos los
perversos sentimientos de odio, resentimiento y amargura, que como dice
Santiago comienza como una peligrosa raíz, pero al final llegan a contaminar a
muchos. Mucha gente hoy duerme y despierta con resentimiento y odio hacia
ciertas personas que en algún momento de sus vidas los agredieron o hirieron.
En sus corazones hay sentimientos de venganza y rencor, y en consecuencia no
viven en gozo y paz completos.
Hubo alguien que tuvo todos los
motivos para abrigar rencor, venganza y resentimiento, pero que se resistió a
la idea de ser vencido por ellos. Tenía todo el poder a su alcance para
despedazar a sus enemigos, pero que en lugar de eso decidió hacer lo
impensable: perdonó. Jesús fue
burlado, agredido, despreciado y traicionado mientras estuvo en la Tierra, pero
en ningún momento dio muestras de ira hacia sus enemigos. En vez de agredir, él
sanó; en vez de maldecir, él bendijo; en vez de atacar, se dejó atacar. Su
misión fue de reconciliar al mundo con Dios, a pesar de que le tuvo que costar
su misma vida.
Todo esto que se enseña en la Sana
Doctrina de Cristo en la Biblia es muy conocido por todos nosotros. Pero, ¿Por
qué nos cuesta tanto trabajo hacer lo mismo? La respuesta es simple: nos hemos
olvidado de cuánto Dios nos perdonó. Dios nos perdonó y promete que nunca más
se acordará de nuestras ofensas; es más dice que las ha echado en el fondo del
mar. Cuando Ud. le vuelve a pedir perdón a Dios por un pecado que ya le ha
confesado anteriormente, él se sorprende y pregunta: ¿De qué me hablas? ¿Cuál
pecado?
¿Nos es difícil perdonar a alguien
que se ha equivocado un poco, cuando comparado con Dios, él le ha perdonado a nosotros
muchísimo? Entonces necesitamos meditar y reflexionar bastante en todo lo que
significó la muerte para Cristo. Su perdón y amor infinitos seguramente le
ayudará a amar y a perdonar a otros. No olvide: De la manera que Cristo os
perdonó, así también hacedlo vosotros.
Conclusión
Lo que hizo Cristo es nuestro máximo
ejemplo: son como las pisadas en las que debemos poner nuestros pies todos los
días para caminar con seguridad. Si queremos ser luz del mundo, es necesario
ser modelos del carácter de Dios, que nos ha sido revelado en su Hijo Cristo.
Al vivir como Él traeremos gloria y nuestras vidas serán bendecidas
ampliamente.
Predica expositiva por:
Pastor Víctor Ramón Preciado Balderrama
Hola hermanos les saludo con
mucho amor en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo, y con un solo propósito de
que sean edificados sus vidas y sus ministerios, me gozo el saludarles y el que
Dios me dé la oportunidad de servirles si me lo permiten, y con todo respeto a
su doctrina o denominación, mi único interés es que corra la Sana Doctrina de Cristo,
estoy ofreciendo:
MATERIALES BÍBLICOS GRATIS (en formato Word)
Todo es completamente gratis,
como escritor de estos materiales te voy a dar los originales para que tú le
pongas el nombre de tu Iglesia o tu ministerio o le hagas las modificaciones
que a ti te parezcan convenientes. Mi
interés es que me des la oportunidad de servirles pues me queda muy claro que
mi llamado no es de ser titular sino el de servir y que la Sana Doctrina de
Cristo corra como un río poderoso arroyando toda basura de ignorancia.
http://viclaly5757.blogspot.com/?spref=fb
viclaly5757.blogspot.com
Por favor si les interesan estos
materiales escríbanme pidiéndomelos a cualquiera de los siguientes correos, y
con mucho gusto y en el amor a Cristo se los enviaré inmediatamente sin
cuestionar nada y que el Espíritu Santo
los dirija y los lleve por buen camino, solo les pido en este mismo amor NO LO VENDAN: lo recibes de gracia dalo de
gracia.
viclaly_57_57@yahoo.com
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