LA
IDENTIDAD QUE RECIBES EN LA DOCTRINA
DE
CRISTO TE DA SEGURIDAD
EN TÍ MISMO
(Efe.4:11-16)
“11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a
otros, profetas; a otros, evangelistas;
a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13 hasta
que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a
un varón perfecto, a la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo; 14 para que ya no seamos niños
fluctuantes, llevados por doquiera de
todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar
emplean con astucia las artimañas del error, 15 sino que siguiendo la
verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,
16 de quien todo el cuerpo, bien
concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente,
según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir
edificándose en amor”.
Ninguna persona que sigue a Jesucristo
ha desarrollado jamás verdadera madurez espiritual sin haberse enfrentado a una
variedad de batallas, que son una serie de altibajos, ya que las batallas están
formadas por una serie de procesos. Tales
procesos espirituales o experiencias son necesarios para activar nuestra
maduración. La Identidad que recibes en la Doctrina de Cristo te da Seguridad
en ti mismo para enfrentar cada una de las pruebas y oportunidades para ir
creciendo porque sin proceso no hay crecimiento.
La
Identidad que recibes en la Doctrina de Cristo te da Seguridad en ti mismo se
define como un sentimiento de certeza y confianza porque tenemos nuestra
identidad basada en Jesucristo y sustentada en la Doctrina de Cristo. Para el
cristiano esta seguridad se manifiesta en la proporción de su confianza en la
Palabra de Jehová Dios. La certeza
indica la confianza en una persona o cosa, se enfoca en la fe. La fe es
fundamental para todo cristiano ya que (Hebreos 11:6) “sin fe es imposible
agradar a Dios”. La falta de fe
imposibilita alcanzar el potencial que se tiene en Dios y en las relaciones
personales.
La
fe. (Hebreos 11:1) “Es pues la fe la certeza de lo que se espera la convicción de lo que no se
ve".
La
certeza significa que es la parte real y esencial de algo,
lo que es sólido y real. Es como la sustancia que habla de la realidad, la
esencia y parte principal de un concepto. La
convicción significa la prueba de una cosa, datos e información en los que
puede basarse una conclusión para establecer la prueba de una cosa. La fe no
es, pues, una idea abstracta, sino una realidad concreta.
La confianza en Dios y por lo tanto
en uno mismo no se basa en sentimientos, si no en una prueba tangible, y la
prueba es nuestra fe en lo que salió de la boca de nuestro Dios y que no
volverá a Él bacía, (Isa 55:11) “Así
será mi Palabra que sale de mi Boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo
que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”. Ahora bien, la fe es la seguridad la
confirmación, el título de propiedad de las cosas que esperamos, la prueba de
las cosas que no vemos y la convicción de su realidad porque Jehová Dios lo
dijo. La fe es un hecho real que no se nos revela ante nuestros sentidos.
Nuestra fe es, pues, la seguridad, y
seguridad intelectual en ausencia de toda duda. Entonces tenemos: Certeza: calidad de estar completamente
seguros. Convicción: acción de
autentificar una cosa o corroborar su realidad.
(Num
11:23) “Entonces Jehová respondió a Moisés:
¿Acaso se ha acortado la mano de Jehová? Ahora verás si se cumple mi palabra, o
no”.
La
prueba autentica de que algo te pertenece legalmente es porque Dios lo ha dicho
y está Escrito. La fe basada en lo que está Escrito
es la prueba de la validez de una cosa. La Palabra Escrita es la prueba que significa
evidencia que establece la validez de nuestra fe sustentada y cimentada en la
Palabra Escrita. A la fe siempre se le
define como algo abstracto e invisible, por lo tanto, intangible. Sin embargo,
la prueba tiene que ver con algo real, algo que existe. La fe es una
convicción, la convicción significa convencimiento o acción de convencerse. La
fe pues, es un convencimiento absoluto.
Ladrones
de la fe. (Juan 10:1,10) “1 De cierto, de
cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino
que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. 10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he
venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Nuestra fe es fundamental para nuestra
madurez, es por eso que el enemigo envía constantemente una gran cantidad de su
gente para impedir que desarrollemos la fe y por lo tanto evitar que estemos
seguros. (Salmo 25:17,19) “Las
angustias de mi corazón se han aumentado; Sácame de mis congojas. Mira mis
enemigos, cómo se han multiplicado, Y con odio violento me aborrecen”.
A
través de la ansiedad viene el ladrón de la desesperanza, y desesperanza significa,
perder toda esperanza, ser vencido por la inutilidad y la derrota. Miremos solo tres ejemplos; En una ocasión
Moisés dijo: (Números 11:15) “Y si así lo
haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus
ojos; y que yo no vea mi mal”. David
escribió: (Salmo 55:5) “Temor y
temblor vinieron sobre mí, Y terror me ha cubierto. Y dije: ¡Quién me diese
alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría”. Incluso Jesús se enfrento contra este ladrón: (Mateo 26:38) “Entonces
Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad
conmigo”. Y podemos mencionara muchos.
Estos
pensamiento inmoderados no solo causan ansiedad, sino que alimenta a su vez a
esos pensamientos, que crean una adicción y que es casi necesaria, por eso es
que muchas personas están en congregaciones donde no los toman en cuenta y
además los maltratan y siguen ahí aferrados. Por eso proverbios dice:
(Proverbios 15:13) “Mas por el dolor del corazón el
espíritu se abate”. También dice: (Proverbios
17:22) “Mas el espíritu triste seca los huesos”. La ansiedad es un estado
de tristeza que debilita nuestras fuerzas.
El estar triste dice la Biblia que
seca los huesos, los huesos son una parte fundamental en el sostenimiento de
nuestros músculos mas sensibles e importantes y también intervienen en la
producción de la sangre, lo que nos lleva a decir que si nuestro huesos
envejecen al igual nuestros músculos y la producción de nuestra sangre no será
buena, o sea, la ansiedad causada por la tristeza envejece todo nuestro cuerpo.
(Salmo
119:28) “Se deshace mi alma de ansiedad; Susténtame
según tu palabra”. (Salmo 38:3, 6-8)
“3 Nada hay sano en mi carne, a
causa de tu ira; Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado. 6 Estoy encorvado, estoy humillado en
gran manera, Ando enlutado todo el día.
7
Porque mis lomos están llenos de ardor, Y nada hay sano en mi carne. 8 Estoy debilitado y molido en gran
manera; Gimo a causa de la conmoción de mi corazón”.
Como
la ansiedad es un estado de tristeza que debilita nuestras fuerzas, el remedio
para esta es la risa o el gozo. (Proverbios 15:13)
“El corazón alegre hermosea el rostro”. (Proverbios
17:22) “El corazón alegre constituye buen remedio”. (Mat 11:28) “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,
y yo os haré descansar”. (1Pe 5:7) “echando
toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”.
La capacidad de reír es la medida
del ajuste del ser humano a su ambiente, mientras que la incapacidad de
responder positivamente a las situaciones que hacen reír a las personas
normales indica presencia de problemas. Se ha probado que la risa, junto con un
sentido del humor bien desarrollado, es uno de los más seguros signos de
inteligencia. Entonces, sabiendo todo esto debemos pedirle a Dios que nos
bautice con una mayor dosis de gozo cada día.
Odio.
(Pro 10:12) “El odio despierta
rencillas; Pero el amor cubrirá todas las faltas”. (Pro 15:17) “Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, Que de
buey engordado donde hay odio”. (Pro
26:26) “Aunque su odio se cubra con disimulo, su maldad será descubierta en
la congregación”. El perdón es una cualidad
vital para la madurez espiritual y contribuye al crecimiento de la Confianza en
Dios, por lo que el enemigo tratará de causarnos problemas con el ladrón de la
ira, el cual lleva a un espíritu de odio.
Con
respecto a esto la Biblia dice: (Levítico 19:17,18) "17 No aborrecerás a tu hermano en
tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado. 18 No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo
como a ti mismo. Yo Jehová”.
La
palabra rencor significa: abrigar resentimiento o mala voluntad. Pronto la mente
subconsciente de la persona es un depósito de rencores. Tal persona encuentra
por último recurso confiar en Dios o en otras personas. Su confianza en otras
personas se ha destruido, y ha perdido toda confianza en si mismo. Y
normalmente actúa con ira, es la manifestación del rencor, su expresión siempre
será tendiente a la ira. El remedio para el odio es la benignidad.
El
primer paso para vencer al odio es la práctica del perdón, que proviene de un
espíritu benigno. Como dijo Pablo: (Efesios 4:32)
"Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a
otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. El odio siempre quita, pero la benignidad da. La benignidad no solo
vence al espíritu de odio también lleva a muchas bendiciones personales. Por
ejemplo: (Proverbios 11:17) “A su alma hace bien el hombre misericordioso; Mas
el cruel se atormenta a sí mismo”. Cuando
te muestras benigno tu alma se vigoriza.
Soberbia
y Orgullo. (Lev 26:19)
“Y quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo, y haré vuestro cielo como
hierro, y vuestra tierra como bronce”. El
enemigo tiene otro ladrón que se llama presunción. La presunción tiene que ver con un concepto excesivamente alto de uno mismo
y que está lleno del espíritu de orgullo. No me refiero a la confianza personal sino a la actitud de
arrogancia.
La
Biblia advierte: (Proverbios 16:18) “Antes del
quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu”. La Doctrina de Cristo por medio del apóstol
Pablo nos dice: (Romanos 12:16) “Unánimes entre vosotros; no altivos, sino
asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión”. Se
puede describir a la soberbia como una rotunda esclavitud, pues de este pecado
fue de donde surgieron los demás. La soberbia provocó la caída de lucifer.
Comúnmente la persona atrapada por la soberbia no se da cuenta de que está mal.
Por
ejemplo muchos cristianos que toman le echan la culpa a Jesús por haber
convertido el agua en vino y la verdad es que ese vino era no fermentado. La
Biblia dice: (Salmo
73:6) “Por tanto, la soberbia los corona; Se cubren de vestido de
violencia”. La soberbia surge
fundamentalmente, de dirigir la atención a nosotros mismos. Cuanto más quitamos
nuestros ojos de las necesidades y preocupaciones de los demás, tanto más nos
alimentamos de la soberbia.
El
remedio para la soberbia es la humildad de reconocer que andamos mal y pedir
perdón y con humildad apartarnos de ese falso camino.
(Isa.28:1-3) “1 ¡Ay de la corona de
soberbia de los ebrios de Efraín, y de la flor caduca de la hermosura de su
gloria, que está sobre la cabeza del valle fértil de los aturdidos del vino! 2 He aquí, Jehová tiene uno que es
fuerte y poderoso; como turbión de granizo y como torbellino trastornador, como
ímpetu de recias aguas que inundan, con
fuerza derriba a tierra. 3 Con los
pies será pisoteada la corona de soberbia de los ebrios de Efraín”.
La
humildad jamás se debe de tomar como auto condenación. La humildad no consiste
en rebajarse uno mismo, sintiéndose indigno. En verdad, la mejor manera de practicar la
humildad es exaltar a los demás. Cuanto más exaltamos a otros desde una
posición modesta, tanto más cultivamos la humildad. La Palabra de Dios
dice: (Proverbios 22:4) “Riquezas,
honra y vida Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová”. En la Sana Doctrina de Cristo nos dice en:
(Santiago 4:6) “Pero él da mayor
gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los
humildes”.
Y
también Jesucristo por medio del apóstol Pedro nos dice: (1 Pedro 5:5)
“Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a
otros, revestíos de humildad”. La humildad es más un estilo de vida que una
serie de actos individuales. Francamente
la persona que se esfuerza en humillarse para dar un ejemplo de humildad, está
dirigiendo la mirada hacia sí mismo, lo cual es en sí una forma de soberbia. Por
lo tanto, la humildad tiene que fijar su atención en los demás. Cuanto más
exaltamos a otros tanto menos pensamos en nosotros, tanto más derrotamos al
ladrón de la presunción.
El
Temor. (1Jn
4:18) “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el
temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado
en el amor”. El temor atrae el ladrón de
la ansiedad, es otro enemigo enviado para destruir nuestra fe. Desde luego
son imprescindibles algunas formas de temor como el temor a Dios (Pro 9:10) “El temor de Jehová es el
principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia”.
Indudablemente no hay nada malo en el temor normal, como el de pisar un insecto
venenoso.
Pero
el “temor” al que nos referimos es aquel que consiste en estar siempre a la
espera de peligros y sus posibles resultados que son
grandemente exagerados que no nos permiten hacer nada porque nos da miedo
iniciar algo. Dicho temor excluye la capacidad de Dios para intervenir a
nuestro favor. Específicamente nos
referimos a la ansiedad innecesaria. La Biblia nos manda continuamente a
que evitemos el temor, se dice que las
expresiones “no temas” y “no temáis” aparecen unas 350 veces en la Biblia. La
Sana Doctrina de Cristo nos enseña acerca de nuestros afanes (Filipenses 4:6) “Por
nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios
en toda oración y ruego, con acción de gracias”. Por esto nosotros tenemos seguridad porque la Palabra dice: (Proverbios 3:25) “No tendrás temor de
pavor repentino”.
Los
antiguos griegos usaban la palabra “temor” para referirse al pavor, que
significa “terror”. Hay centenares de temores que son las fobias, y que plagan a la
humanidad. Lo malo de esto es cuando permitimos que estas fobias se
desarrollen de tal manera que excluyamos la capacidad de actuar de Dios. El temor es una especie de fe, pero a la
inversa. En efecto, creer que una calamidad o circunstancia adversa es
mayor a la capacidad de Dios (en eso
consiste el temor) es expresar más fe a la calamidad que a Dios. Por lo
tanto, cultivar el temor es reducir nuestra fe o torcerla. El remedio para el temor es el valor, algo que se cultiva aprendiendo
los pensamientos de Dios por medio de la Doctrina de Cristo, (2Ti 1:7) “Porque
no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.
No solo se cultiva preparándonos por medio de la Sana Doctrina de Cristo en la
Palabra de Dios sino que se aumenta viviendo en la presencia de Dios por la
obediencia. La confianza se relaciona con el acercamiento hacia a Dios, algo
que se desarrolla mediante el hábito de no dejar de congregarnos como muchos
tienen por costumbre lectura devocional diaria, que incluye la oración.
Culpa.
Vemos el profeta Isaías también fue preso del miedo y Jehová Dios tubo que
limpiar su pecado con un carbón encendido (Isa 6:5) “Entonces dije: ¡Ay de mí!
que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de
pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los
ejércitos”. Este es el más mortífero del
arsenal del enemigo, la culpabilidad da origen al ladrón de la condenación.
Se define a la culpabilidad como la conciencia, llena de remordimiento por
haber hecho algo malo. Naturalmente podemos tener una desilusión que nos lleva
a corregirla. Cuando es la conciencia
podemos hacer o no hacer la corrección todo depende de la cantidad de valores
humanos. En cambio cuando es el Espíritu Santo no nos deja en paz hasta que
pedimos perdón y entendemos que estamos mal para poder corregir nuestro mal
camino.
Por ejemplo, cualquier creyente que
quiere madurar en Cristo agradece el proceso continuo de convencimiento
ejercido por Espíritu Santo. La culpa
lleva al creyente a la esclavitud espiritual. Esclavitud significa estado o
sujeción a una fuerza o poder. ¿Cómo
podemos diferenciar entre convicción y condenación? La convicción siempre atrae
a una persona a Dios, en tanto que la condenación siempre nos aleja de Él.
La culpabilidad es mortal sobre todo porque crea una especie de ceguera
espiritual. (1Jn 1:9) “Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad”. Pero el enemigo de nuestras almas siempre está
recordándonos nuestra vida pasada y asiéndonos sentir culpables.
(Miqueas
7:19) “El volverá a tener misericordia de nosotros;
sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros
pecados”. Específicamente, la culpabilidad engendra ansiedad, ese ladrón que ya
estudiamos. En la Palabra de Dios se refiere a la ansiedad que causa este
sentimiento de culpa: (Salmo 38:4) “Porque
mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; Como carga pesada se han
agravado sobre mí”. Esencialmente, el sentimiento de culpa es causado por creer
las mentiras del enemigo. De modo que vencemos dicho sentimiento de colpa en nosotros:
Formando una identidad que recibimos en
la Doctrina de Cristo te da Seguridad en ti mismo. La seguridad es simplemente, el estado o la cualidad de estar seguro o
convencido de que cierta cosa es verdad. Seguridad es sinónimo de certeza, la
cual obviamente es vital para el buen desarrollo de la fe en Dios. (Isa 5:13) “Por
tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria
pereció de hambre, y su multitud se secó de sed”.
La
Sana Doctrina de Cristo nos manda a que nos acerquemos a Dios con certeza y
seguridad: (Hebreos 10:22,23) “22 acerquémonos con corazón sincero,
en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y
lavados los cuerpos con agua pura. 23
Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel
es el que prometió”. Podemos aumentar nuestra seguridad fijando nuestros ojos
en Dios. Con respecto a la culpabilidad
y la condenación es muy importante que recordemos que el centro de estas
actitudes somos nosotros mismos. Y Jesucristo es el centro del perdón. Así
que para vencer la culpabilidad que consiste en fijar la atención en los
fracasos necesitamos mirar con más cuidado a Jesucristo. La Doctrina de Cristo dice
que miremos a: (Hebreos 12:2) “Jesús,
el autor y consumador de la fe”. Nunca trate de despertar la fe desde adentro.
No podemos estimular la fe desde las profundidades de su corazón porque la fe
es un don de Dios y como tal se lo tenemos que pedir a Dios que nos sea dado
por medio del Espíritu Santo.
Inferioridad. Fue
este enemigo que casi derrotó a Gedeón antes que Dios tuviera oportunidad de
usarlo en Israel. A Gedeón se le dijo que Dios quería usarlo para librar a
la nación, a lo que él dijo: (Jueces
6:15) “Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia
es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre”. Dios jamás le
preguntó su condición, le dijo lo que tenía que hacer con él y le dio una
orden, pero puso los ojos en sí mismo.
El complejo de inferioridad, da
rienda suelta al ladrón de la duda en uno mismo, es el último ladrón que el
enemigo envía para despojarnos de nuestra seguridad en nosotros mismos.
Hablando en términos generales, la mayoría de las condiciones de inferioridad
se producen por las persistentes confesiones de fracaso. La Palabra dice: (Proverbios 15:23) “El hombre se alegra
con la respuesta de su boca; Y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!”, y: (Proverbios 23:7) “Porque cuál es su
pensamiento en su corazón, tal es él. Come y bebe, te dirá; Mas su corazón no
está contigo”.
Gracias
a Dios que Gedeón venció este sentimiento de inferioridad y reconoció que Dios
lo llamaba. Después conducía un pequeño ejército de
300 hombres a una victoria porque Dios
lo había llenado el corazón con una identidad y esto le dio confianza, que es remedio para todo el sentimiento de
inferioridad y de duda en uno mismo.
Formando
una identidad que recibimos en la Doctrina de Cristo nos da Seguridad en nosotros
mismos. La seguridad en nosotros mismos es el remedio para la inferioridad, no cabe la
menor duda, y no cabe la menor duda de que se puede cultivar por estudiar la
Doctrina de Cristo. Y aunque la “seguridad en si mismo” y la “confianza” estén
íntimamente relacionadas, si hay una diferencia.
CONCLUSIÓN.
La
confianza es básicamente una convicción de que podemos tener éxito en Cristo,
factor que trata mayormente del crecimiento y la madurez.
Además, el centro de la confianza está en la posición de uno en Jesucristo,
mientras el centro de la seguridad en sí mismo está en el “Poder” de uno en Jesucristo.
Una de las promesas más grandes de toda la Palabra respecto a nuestra seguridad
en Cristo fue escrita por Pablo: (Romanos
8:38,39) “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo
alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de
Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.".
Principio
de la seguridad en si mismo:
Solo puedo hallar el propósito
fundamental de la vida aprendiendo los aspectos esenciales de la plena
confianza en Dios para mi vida. Debo
aceptar su voluntad como mi voluntad, avanzando en su plan como la nube lo hace
con el viento. Debo tomar
fuertemente, seguro de que obtendré, cada promesa celestial como mi título de
propiedad que nunca he visto. Por tanto, resuelvo adoptar diariamente esta
manera de proceder, y con el Poder de Dios lo declaro ya hecho.
Pasaje
del Principio de la seguridad en si mismo:
(1
Juan 5:14,15) “Esta es la confianza que tenemos en él,
que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que
él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones
que le hayamos hecho”.
PREDICA en Lerma
por: PASTOR Víctor Ramón Preciado Balderrama
Hola
hermanos les saludo con mucho amor en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo, y
con un solo propósito de que sean edificados sus vidas y sus ministerios, me
gozo el saludarles y el que Dios me dé la oportunidad de servirles si me lo
permiten, y con todo respeto a su doctrina o denominación, mi único interés es
que corra la Sana Doctrina de Cristo. Por favor si les interesan estos materiales escríbanme
pidiéndomelos a cualquiera de los siguientes correos, y con mucho gusto y en el
amor a Cristo se los enviaré inmediatamente sin cuestionar nada y que el Espíritu Santo los dirija y los
lleve por buen camino, solo les pido si
lo recibes de gracia dalo de gracia.
También les invito con mucho
respeto a todas sus creencias a visitar el BLOGSPOT.
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