ANTES DE QUE LOS HOMBRES PUEDAN SER
CONVERTIDOS
DEBEN ESTAR CONVENCIDOS DE PECADO
Sabían que cualquier predicación que
calma, conforta y agrada a los que nunca han sido llevados al temor de Dios, ni
buscar Su misericordia, no es predicación que el Espíritu Santo de Dios posee y
bendice. Muchísimos
de los predicadores modernos, están fundamental mente equivocados. Porque no le
dan el derecho legal al Espíritu Santo para que haga la obra de convencer de
pecado y de humillar a los hombres en la presencia de Dios. (Juan 16:7-13) “Pero yo os digo la
verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no
vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. 8 Y cuando Él venga, convencerá
al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9 De pecado, por cuanto no
creen en mí; 10 de justicia, por
cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11
y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. 12 Aún tengo muchas cosas que deciros,
pero ahora no las podéis sobrellevar. 13
Pero cuando venga el Espíritu de Verdad, Él os guiará a toda la Verdad; porque
no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará
saber las cosas que habrán de venir”. La
verdad es que la predicación poderosa evangelística, está en la Sana Doctrina
de Cristo.
(Salmo
51:3) “Porque yo reconozco mis rebeliones, mi pecado está siempre delante de mi”. Cuando
David estuvo en un estado convicto, su pecado estaba siempre delante de él. Aun
había una manera de que sus pecados fuesen perdonados porque todavía estaba
vivo en este mundo. Todavía le era
posible ser perdonado. Nota que en este Salmo David confesó dos aspectos de su
pecado.
Primero,
David estaba convicto del pecado que
había cometido. David dijo en el versículo
4: (Salmo 51:4) “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he
hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu Palabra,
y tenido por puro en tu juicio”. Él demostró que sentía culpa por los pecados
que había cometido.
Segundo,
en el versículo 5 David llegó hasta la
raíz del asunto: (Salmo 51:5) “He
aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre”. En la
segunda parte de su confesión demuestra que sentía la culpa de su pecado
heredado, el cual le había pasado Adán, su primer padre. David se sintió impío
e inmundo por el pecado a través de la herencia con el que había nacido.
Los predicadores como Jesucristo y
sus apóstoles en particular, apuntaban a los pecadores en sus predicaciones
hasta que ellos admitían sus pecados y se arrepentían. Jesucristo y sus
apóstoles punzaban sus conciencias respecto a la naturaleza pecaminosa
heredada, el estado natural de pecado en el que nacieron, y en el cual habían
vivido toda su vida.
La
Sana Doctrina de Cristo, dice a menudo que el hombre que no siente terror por
su naturaleza pecaminosa heredada no puede tener una verdadera conversión en
Cristo.
La
Sana Doctrina de Cristo, pone tanto énfasis en este punto de
tal modo que el pueblo de Dios cuando nos congregamos a escuchar la Palabra vienen
bajo la convicción profunda de que somos culpables en Adán, que somos corruptibles
porque somos carne y siempre estamos en una constante lucha y desafiantes hacia
Dios. (Galatas 5:17) “Porque el
deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne;
y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”.
Éramos tan corruptos y desafiantes
por naturaleza, por nacimiento, que si no cometíamos un solo pecado físico, aun
éramos condenados al Infierno, porque nuestra naturalezas mismas que eran
pecaminosas. (Efesios 2:1-7) “1 Y él
os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis en otro
tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la
potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3
entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los
deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los
pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. 4 Pero Dios, que es rico en
misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente
con Cristo (por gracia sois salvos), 6
y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús, 7 para
mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su
bondad para con nosotros en Cristo Jesús”.
¿Has sentido tú alguna vez algo de
esto? ¿Has sentido alguna vez que tu mismo ser interno está arruinado, rebelde
y pecaminoso ante los ojos que Dios que lo ven todo? ¿Has sentido alguna vez
que fuiste formado en iniquidad, y que naciste en pecado?
Muchos
piensan y dicen que tienen el Espíritu Santo, pero para estar seguros de que
así es, entonces tiene que haber un resultado del convencimiento del Espíritu
Santo y debe avergonzarte profundamente y hacerte culpable de los pecados que
has cometido. Además, la obra de convencer del Espíritu
Santo debe hacerte consiente de que por naturaleza eres pecador, de nacimiento,
que tienes una reacción pecaminosa inherente a través de la vida hacia Dios,
haciendo imposible complacerlo en la carne, porque eres un pecador por la
naturaleza heredada: (Romanos 8:5-14) “5
Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los
que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del
Espíritu es vida y paz. 7 Por cuanto
los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la
ley de Dios, ni tampoco pueden; 8 y
los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. 9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si
es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu
de Cristo, no es de él. 10 Pero si
Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más
el espíritu vive a causa de la justicia. 11
Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús
vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en
vosotros. 12 Así que, hermanos,
deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; 13 porque si vivís conforme a la carne,
moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. 14 Porque todos los que son guiados por
el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”.
Cuando una persona se ve a sí misma
de este modo, esclavizada por el pecado innato, privada de bondad natural por
su propio ser maldecido por el pecado, él clamará a Dios:
(Salmo
51:3) “Porque yo reconozco mis rebeliones, mi pecado está siempre delante de mi”. Los
pecados personales que ha cometido también lo cargarán con una terrible carga
de culpa por sus pecados, y será cargado y aplastado por su innata naturaleza
pecaminosa inherente, que lo han doblegado y arruinado de modo que no se puede
escapar del pecado dentro de su propio corazón y mente.
Entonces
él dirá: “Mi pecado está siempre delante de mí” (Salmo 51:3).
La primera obra del Espíritu Santo
es reprobar y convencerte así. Respecto a la obra del Espíritu Santo, Jesús
dijo: (Juan 16:8) “Y cuando él
venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio”. Es absolutamente cierto que esta obra del
Espíritu tiene que ocurrir dentro de ti para que seas convertido. Tienes
que ser reprobado interiormente, convencido por Dios de que eres un pecador por
naturaleza así como también por tus acciones. Bajo esta obra del Espíritu Santo
empezarás a sentir lo que David sintió cuando dijo: “Mi pecado está siempre delante de mí” (Salmo 51:3).
Si tú deseas ser verdaderamente
convertido, tienes que permanecer en ese pensamiento, más o menos, hasta que
halles alivio en Cristo Jesús. Tienes que cuidarte de no apagar al Espíritu Santo
(1 Tesalonicenses 5:14-23) “14 También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que
alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes
para con todos. 15 Mirad que ninguno
pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y
para con todos. 16 Estad siempre
gozosos. 17 Orad sin cesar. 18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con
vosotros en Cristo Jesús. 19 No apaguéis al Espíritu. 20 No
menospreciéis las profecías. 21
Examinadlo todo; retened lo bueno. 22
Absteneos de toda especie de mal. 23
Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
Si
el Espíritu Santo enciende la llama de convicción en tu corazón, debes tener
mucho cuidado de no apagarla.
(Efesios
4:22-31) “22 En cuanto a la pasada manera de vivir,
despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra
mente, 24 y vestíos del nuevo
hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. 25 Por lo cual, desechando la mentira,
hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los
otros. 26 Airaos, pero no pequéis;
no se ponga el sol sobre vuestro enojo, 27
ni deis lugar al diablo. 28 El que
hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para
que tenga qué compartir con el que padece necesidad. 29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que
sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. 30 Y
no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados
para el día de la redención. 31
Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda
malicia”.
Tú sí puedes apagar al Espíritu al
excusarte por tu pecado. Tú puedes culpar a alguien más. Te puedes comparar con
alguien más, y pensar “yo no soy peor
que él”. Eso apaga la llama, y apaga el fuego de la convicción en tu
corazón.
Tú puedes descuidarte de aplicar las
predicaciones a ti mismo, y pensar: “Está
bien que ellos escuchen, pero yo no necesito prestar atención”. Esto también apaga el fuego de la
convicción y te lleva más lejos de la verdadera salvación en Cristo. Tú
puedes tener el sentimiento de convicción, pero lo sacas de tu mente a
propósito al pensar sobre algo más placentero cuando acaba el servicio. Así,
cuando llega la siguiente predicación no has ganado nada. Los sentimientos de
culpa que tuviste en la última predicación han sido apagados, y se han apagado
el fuego en tu corazón.
(Lucas
8:12-15) “12 Y los de junto al camino son los que oyen,
y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y
se salven. 13 Los de sobre la piedra
son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen
raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. 14 La que cayó entre espinos, éstos son
los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los
placeres de la vida, y no llevan fruto. 15
Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto
retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia”.
Tú
debes tener mucho cuidado o esto te sucederá. El Diablo está siempre listo para
quitar de tu corazón las palabras de convicción de la última predicación.
Si cada predicación se toma como unidad
separada, será más fácil para satanás “quitar la palabra” de tu corazón.
Cada
predicación debe convencerte más y más de que eres pecador, un hijo Adán, de
que estás “bajo pecado” (Romanos 3:9) “¿Qué, pues? Somos
nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y
a gentiles, que todos están bajo pecado”, y de que en verdad has cometido
muchos pecados ante los ojos y el conocimiento de Dios. Y en cada predicación
debe llevarte más y más profundamente a estar consiente de tu pecado, hasta que
puedas decir como David: “Mi pecado está
siempre delante de mí” (Salmo 51:3).
Cada
conversión es diferente porque cada ser humano tiene una distinta personalidad.
No todos somos exactamente iguales. Algunos, como mi esposa, pueden ser
convertidos rápidamente después de un corto período de convicción, quizá solo
unos cuantos minutos.
Otros, como yo que seguí en un
estado convicto por mucho tiempo. Pasé muchos años bajo un estado pesado de
convicción, casi enloquecedor, hasta que hallé alivio en Jesús.
También el grado de convicción puede
variar. Algunos, como algunas personas que todavía no se convencen, porque no
le dan el derecho legal al Espíritu Santo en sus vidas, pasan un largo período
de lo que hoy llaman “depresión” y esto no existe en la Palabra de Dios solo
alivia la ansiedad.
Por supuesto que no es realmente
“depresión” o ansiedad. En realidad es la convicción del Espíritu Santo de Dios. Este tipo de persona no pode salir de este
estado convicto hasta que se volva a Jesucristo para justificación y limpieza.
¿Quién puede poner en duda que
Nicodemo atravesó por esa batalla interna por varios meses? Él vino de noche a
hablar con Cristo, probablemente por miedo de que otros lo vieran ir. Él
admitió que Jesús era un gran “maestro que viene de Dios”.
(Juan
3:1,2) “1
Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los
judíos. 2 Este vino a Jesús de
noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque
nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él”.
Pero
Jesús señaló: (Juan
3:6,7) “6 Lo que es nacido de la
carne, carne es; y lo que es nacido del
Espíritu, espíritu es. 7 No te
maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo”. No hay ninguna
evidencia de que fue convertido esa noche. Pero es obvio que las palabras que
Cristo le habló le mordían el corazón.
Según las cuentas, Nicodemo todavía
batallaba con la cuestión de su salvación aproximadamente dos años después. En
30 D.C. Cristo le dijo: “Os es necesario nacer de nuevo”. Pero él se fue
pensando sobre ello. Dos años después en 32 D.C. él defendió abiertamente a
Cristo por primera vez. Nicodemo le habló a los fariseos esa vez. (Juan 7:50,51) “Les dijo Nicodemo, el
que vino a él de noche, el cual era uno de ellos: ¿Juzga acaso nuestra ley a un
hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?”.
Los fariseos lo criticaron
insinuando que era seguidor de Jesús. Pero Nicodemo guardaba silencio cuando le
dijeron eso. Él todavía no había tomado una posición abierta por Cristo.
Todavía estaba perdido, batallando con la convicción y los pensamientos sobre
Cristo. Esto se hace obvio al leer (Juan
3:1-15) y (Juan 7:40-53).
Luego vemos a Nicodemo un año
después (33 D.C.) llevando mirra y ungüentos para la sepultura del cuerpo
muerto de Jesús (Juan 19:39) “También
Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto
de mirra y de áloes, como cien libras”.
Es
obvio que todavía no estaba salvo porque esta acción demuestra que no tenía fe
en la promesa de Cristo, que Él resucitaría de los muertos. Pero muestra que le
tenía un gran cariño a Cristo, y que había estado pensando en Cristo y en su
necesidad de salvación por como tres años.
Tal vez hay alguien aquí esta noche
que esté batallado de un lado al otro respecto a la salvación por largo tiempo,
tal vez todavía no has sido convencido de tu necesidad de una verdadera
conversión, tal vez te resistes a la obra completa del Espíritu Santo de Dios
para despertarte a tu pecado, ¿Dejarás
que el Espíritu Santo de Dios te arrastre esta noche y te lleve cara a cara con
la terrible verdad de que no estás salvo, de que has resistido a Jesús, de que
eres un pecador con una profunda necesidad del Salvador?
Un carcelero en Filipense solamente
oyó unos cuantos himnos y oraciones de Pablo y Silas, encadenados en la
prisión. Pero esos poco himnos y oraciones le dieron tal convicción por dentro
que cuando llegó el terremoto: (Hechos
16:25-31) “25 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a
Dios; y los presos los oían. 26 Entonces sobrevino de repente un gran
terremoto, de tal manera que los cimientos
de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las
cadenas de todos se soltaron. 27
Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que
los presos habían huido. 28 Mas
Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos
aquí. 29 El entonces, pidiendo luz,
se precipitó adentro, y temblando, se
postró a los pies de Pablo y de Silas; 30
y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? 31 Ellos dijeron: Cree en el Señor
Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”.
Aunque
en el caso del carcelero la convicción duró solo unos cuantos minutos, fue
profunda e intensa.
Ya sea que la convicción que tienes
dure corto o largo tiempo, ya sea profunda o una breve punzada al corazón, como
la sintieron los hombres en Pentecostés (Hechos
2:37,38) “37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a
los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en
el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.
Es
vitalmente necesario que seas profundamente convencido de pecado o no verás el
valor de la muerte de Jesús para pagar por tus pecados en la Cruz, y no verás
el valor de Su Sangre para limpiarte del pecado.
Y
ahora, un pensamiento final. (2Corintios 6:2) “Porque
dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He
aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación”. Ahora es el tiempo aceptable para que los
pecadores de conciencia herida vengan a Jesucristo para el perdón y la limpieza
del pecado.
Tú tienes que experimentar la
convicción y la conversión ahora, o tendrás una conciencia atormentada para
siempre. (Mat 3:8) “Haced, pues, frutos
dignos de arrepentimiento”.
Predica por: Pastor
Víctor Ramón Preciado Balderrama
Hola hermanos les saludo con mucho amor en el Nombre de
Nuestro Señor Jesucristo, y con un solo propósito de que sean edificados sus
vidas y sus ministerios, me gozo el saludarles y el que Dios me dé la
oportunidad de servirles si me lo permiten, y con todo respeto a su doctrina o
denominación, mi único interés es que corra la Sana Doctrina de Cristo, estoy ofreciendo:
MATERIALES BÍBLICOS GRATIS (en formato Word)
Todo es
completamente gratis, como escritor de estos materiales te voy a dar los
originales para que tú le pongas el nombre de tu Iglesia o tu ministerio o le
hagas las modificaciones que a ti te parezcan convenientes. Mi interés es que me des la oportunidad de
servirles pues me queda muy claro que mi llamado no es de ser titular sino el
de servir y que la Sana Doctrina de Cristo corra como un río poderoso arroyando
toda basura de ignorancia.
Por favor si les
interesan estos materiales escríbanme pidiéndomelos a cualquiera de los
siguientes correos, y con mucho gusto y en el amor a Cristo se los enviaré
inmediatamente sin cuestionar nada y que
el Espíritu Santo los dirija y los lleve por buen camino, solo les pido en
este mismo amor NO LO VENDAN: lo recibes
de gracia dalo de gracia.
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