MI NUEVA IDENTIDAD
ESPIRITUAL EN JESUCRISTO
(1Ped. 2:9) “9 Mas vosotros sois linaje escogido,
real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para
que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable”. El árbol de la vida y el árbol de la
ciencia del bien y del mal, no es un pasado en el Edén, si no es una realidad
palpable para cada generación sobre la tierra. (Génesis 2:16,17) “16 Y
mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; 17 más
del árbol de la ciencia del bien y del
mal no comerás; porque el día
que de él comieres, ciertamente
morirás”. Todos tenemos que tomar esta decisión. El único Dios es
Jehová el creador, y aquella propuesta satánica nos hizo imaginar y nos hace
imaginar que seriamos como ÉL. (Génesis 3:1-5)
“1 Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que
Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No
comáis de todo árbol del huerto? 2 Y
la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos
comer; 3 pero del fruto del árbol
que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para
que no muráis. 4 Entonces la serpiente dijo a la mujer:
No moriréis; 5 sino
que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”. En
la actualidad el mensaje satánico está siendo entregado, por la nueva era y
el esoterismo, que nos dicen, como si fuera un eco del Edén, “no
necesitan de ningún Dios, Uds. Son dioses”.
Entonces el hombre envuelto en la
carne y la soberbia que ella produce, se dispone a ser un dios con lo que la
carne tiene, pensamientos,
razonamiento, la ciencia, y las emociones. Producto de creer solo en la
mentira de esta existencia y no en la eternidad. Las Sagradas Escrituras
dicen: “vosotros soy dioses”. (Juan 10:34-36) “34 Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? 35 Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de
Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), 36 ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú
blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?”.
(Salmos 82:6,7) “6 Yo dije: Vosotros sois dioses, y
todos vosotros hijos del Altísimo; 7
Pero como hombres moriréis, y como cualquiera de los príncipes caeréis”. ¿Pero qué dioses y de quién?
Según el orden del patrón creativo yo soy un dios, para la creación, para los
animales, para las plantas. puedo quietarles la vida, puedo manipular sus genes
y crear nuevas especies que me sirvan a mis propósitos. Pero jamás puedo ser un
dios para un ser humano.
Entonces nunca seremos como Dios, porque ÉL así lo dispuso. El me dio autoridad para gobernar en su Nombre su creación, pero no para que compita con ÉL,
porque esto es de la más podrida esencia satánica. El ser humano fue
transformado de un ser espiritual a un ser emocional, y perdió así su
identidad. A partir de aquel momento FATÍDICO- (Que pronostica el porvenir y, sobre todo, las desgracias) en el Edén el hombre está anclado a sus emociones, dependiente de sus
emociones. Sus emociones hoy, son para él ser humano, el termómetro, que define
si se siente bien o se siente mal, si es feliz o infeliz, (Filipenses 4:7) “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo
Jesús”. Antes su espiritualidad lo
tenía centrado en la Verdad y podía disfrutar de una sensación de estabilidad y
gozo permanente. (Salmos 139:23,24)
“23 Examíname, oh Dios, y conoce mi
corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; 24 Y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino
eterno”. Las emociones no responden a un parámetro fijo, sino que por el
contrario responde a un patrón absolutamente variable. La variabilidad de
las emociones es producto de que ellas no dependen de nuestros deseos o
intenciones, sino que dependen de circunstancia incontrolables fuera del ámbito
personal. (Proverbios 3:5,6) “5
Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. 6
Reconócelo en todos tus caminos, y ÉL enderezará tus veredas. 7 No
seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal”.
LAS CIRCUNSTANCIAS
EXTERNAS SACUDEN MIS INCONTROLABLES EMOCIONES.
Las emociones están atadas a las
relaciones entre las personas. (Deuteronomio
28:65) “Y ni aun entre estas naciones descansarás, ni la planta de tu pie
tendrá reposo; pues allí te dará Jehová corazón temeroso, y desfallecimiento de
ojos, y tristeza de alma”. Las emociones son activadas por nuestros sentidos que
son nuestro aparato detector de la realidad que me rodea. (Josué 2:11) “Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha
quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová
vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra”. Según sean mis
sentidos, será percibida la realidad y enviada a mis emociones. Mis sentidos
observan la realidad según hayamos sido procesados en la vida con desilusiones,
desvalorizaciones, éxitos o fracasos en los anhelos de la vida. (1 Samuel 17:32) “Y dijo David a Saúl:
No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra
este filisteo”. Este proceso emocional del hombre, lo lleva a ir perdiendo
lentamente su esencial natural y se va transformando en personas que solo ven
una realidad, aunque esta no sea la exacta. (Proverbios 12:25) “La congoja en el corazón del hombre lo abate;
Mas la buena palabra lo alegra”. Al depender de las emociones el hombre es,
según las emociones que están manifestadas en ese momento.
DE PRONTO ES UN VIOLENTO, DE PRONTO ES UN DULCE. (Levítico 26:36) “Y a los que queden de vosotros infundiré en sus corazones tal cobardía,
en la tierra de sus enemigos, que el sonido de una hoja que se mueva los
perseguirá, y huirán como ante la espada, y caerán sin que nadie los persiga”. En definitiva, cree que es una cosa,
pero es otra. (Deuteronomio 28:67) “Por la mañana dirás: ¡Quién diera
que fuese la tarde! y a la tarde dirás: ¡Quién diera que fuese la mañana! por
el miedo de tu corazón con que estarás amedrentado, y por lo que verán tus ojos”. Su esencia creativa fue dañada y
distorsionada, llevándolo a la tristeza e infelicidad. Intentaremos una
vez entender quiénes somos, ya que sin ello nunca alcanzaremos la
revelación de la verdad en nuestras vidas.
(1Pedro 2:10) “Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que
en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado
misericordia”. Sin saber quién soy, el enemigo hace que mi verdad, sea su
mentira. Si yo acepto y creo que Cristo murió en la cruz y resucito y
que lo hizo por mí, para que pueda ser salvo, debo creer también en
mi identidad.
Si creemos en las promesas de Dios
para nuestras vidas aquí en la tierra, y creemos también en la eternidad con
Dios para mi futuro celestial, también debemos de creer en nuestra
identidad. SI creemos en la Palabra de Dios como en el Espíritu Santo
hablando a mi vida, también debemos de creer en nuestra identidad.
(Efesios 2:4,5) “4 Pero
Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5
aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo
(por gracia sois salvos) 10 Porque somos hechura suya,
creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas”. Nuestra identidad, no es un documento, no
es un nombre, sino que es nuestra esencia, nuestra sustancia, nuestro ser en
plenitud. Nuestra identidad tiene que ver con quien nos
formo y de cómo fuimos formados. Qué habilidades me fueron dadas y el objetivo
por el cual me dieron esas habilidades. Como
podemos saber; ¿Quiénes somos? Solo existe una sola posibilidad, que es
revisar las Sagradas Escrituras, que es la Palabra de Dios Escrita. (Génesis 2:7) “Entonces Jehová Dios
formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y
fue el hombre un ser viviente”. (Génesis
1:26-28) “26 Entonces dijo Dios:
Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme
a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los
cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra
sobre la tierra. 27 Y creó Dios al hombre a su imagen,
a imagen de Dios lo creó;
varón y hembra los creó. 28 Y los
bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar,
en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la
tierra”. Nosotros para la creación
dice este versículo que somos sus Señores. Todos nosotros hemos oído y leído estos versículos cientos
de veces, pero no nos consideramos creados así.
El no aceptar profundamente esta creación, me hace perder mi identidad y quedar a merced de la
ignorancia destructora. Fuimos creados del polvo de la tierra, ¿Por
qué?
Por esto: (Génesis 1:26) “Luego dijo
Dios produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y todo animal
que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno”.
El hombre necesitaba tener la misma esencia del resto de la creación, pero
también debíamos tener una esencia superior que nos proyectara como señores de
la creación. La imagen y semejanza de
Dios no se refiere a una composición física, sino a una esencia espiritual de
gobierno, similar a la de Dios, para poder ser representantes de su Reino en la
tierra. Entonces fuimos
creados con dos elementos, la sustancia TIERRA y el PODER ESPIRITUAL DE JEHOVÁ DIOS.
Nuestra semejanza con Dios no es en
el cuerpo carnal, sino en el espíritu de vida en el Hombre.
Jehová Dios siempre ha tenido un Cuerpo
Celestial, nunca un cuerpo carnal. Pero el hombre necesitaba un cuerpo carnal
para poder ejercer su función sobre la tierra. (Juan 4:24) dice que: “Dios es Espíritu y los que le
adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren”. El
espíritu de vida de Jehová Dios en nosotros es lo que nos da la filiación, no
la carne. La carne y nuestras habilidades, nos sirven para que nos respete la
creación.
(Hebreos 12:9) “Por otra
parte tuvimos nuestros padres terrenales que nos disciplinaban y los
venerábamos ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus
y viviremos?”. Entonces Jehová Dios es nuestro
Padre y nosotros somos sus hijos cuando entendemos que somos seres espirituales
y vivimos como tales, no lo podemos ser antes del bautismo, porque ÉL es “Padre
de espíritus”. (Juan 3:6) “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del
Espíritu, espíritu es”. (Romanos 8:5-8) “5 Porque los que son de
la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en
las cosas del Espíritu. 6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero
el ocuparse del Espíritu es vida y paz. 7 Por cuanto los designios de la
carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni
tampoco pueden; 8 y los que viven según la carne no pueden agradar a
Dios”. No podemos ser un hijo desde la carne, porque esto es ir en
contra de nuestra identidad. Para ser hijo de Jehová Dios debo ser un ser espiritual.
Ser un hombre o una mujer que se mueve por este mundo desde lo espiritual. En
obediencia a Jehová Dios.
Todos los seres humanos tenemos un
espíritu de vida, un cuerpo, y un alma, que nos fue dado para que
tuviéramos vida de reino sobre la tierra; Pero
nuestra alma, personal cómo raza humana que nos fue dado, se unió con un
espíritu de maldad en el Edén y perdió su identidad. Por esta razón hoy el ser
humano tenemos una profunda inclinación para hacer la maldad. (Tito 3:3) “Porque nosotros también éramos en otro
tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos
de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia,
aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros”. (1Pedro 4:2,3) “2para no
vivir el tiempo que resta en la carne, conforme
a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de
Dios. 3Baste ya el tiempo pasado
para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias,
concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías”. (2Pedro 2:18) “Pues hablando palabras
infladas y vanas, seducen con
concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente
habían huido de los que viven en error”. El proceso espiritual, es que debemos hacer
que nuestra alma se una al Espíritu Santo de Dios. La importancia de tener
comunión con el Espíritu Santo, es tanta que llega hasta definir la vida o la
muerte.
Si nosotros no nos llenamos del
Espíritu de Dios, estamos caminando el camino en el camino de muerte y nos quedamos
vacíos. Veamos este versículo: (Romanos
8:9) “Mas vosotros no estáis en la
carne, sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en
vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de
ÉL”. Aquí tenemos una definición clara de la necesidad de
que el Espíritu Santo este en nosotros. Nosotros no podemos ser convertidos, si
no está con nosotros el Espíritu Santo. Porque
solo haremos esfuerzos carnales e intelectuales, para ser mejores, y
fracasaremos una y otra vez.
Nuestra mente entendió, la
inteligencia lo proceso y vio que era bueno, pero le dio la orden a la carne
que haga eso que es bueno, pero la carne no quiere hacer lo que es malo
para ella. Cuando el espíritu Santo esta en nosotros podemos decir como
decía Pablo: (Romanos 1:9) “Porque
testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el Evangelio de su Hijo,
de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones”. Pablo
había pasado por el proceso de que su alma se uniera al Espíritu Santo y ahora
trabajaba con su alma, no con su carne e inteligencia. Su cuerpo había
sido puesto en servidumbre, al espíritu. (Romanos 8:11) “Y
si el espíritu de aquel que levanto de los muertos a Jesús mora en
vosotros, el que levanto de los muertos a Cristo Jesús vivificara también
vuestros cuerpos mortales por su espíritu que mora en vosotros”. Quiero
cerrar esta predicación dándoles una confirmación preciosa de las Sagradas
Escrituras, a cerca de tu identidad y de cómo nosotros tenemos que alcanzarla,
para poder recuperar el Poder que Dios nos dio a todos nosotros sobre la
tierra. (Efesios 3:14-16) “14Por esta causa doblo mis rodillas
ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15de quien toma nombre
toda familia en los cielos y en la tierra, 16para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el
ser fortalecidos con poder en el
hombre interior por su
Espíritu; 17para que habite Cristo por la fe en vuestros
corazones, a fin de que, arraigados
y cimentados en amor, 18seáis
plenamente capaces de comprender con
todos los santos cuál sea la ANCHURA,
la LONGITUD, la PROFUNDIDAD y la ALTURA, 19y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario