21 de Enero de 2018
EL HIJO SIEMPRE SE PARECE AL PADRE
No es raro que
alguien le diga a un niño o niña: “¡Eres igualito a tu papá!”. Además, los
hijos suelen imitar lo que ven hacer a su papá. ¿Y nosotros? ¿Podemos imitar
también a nuestro Padre Celestial, Jehová? Aunque no lo vemos, percibimos sus
hermosas cualidades contemplando la creación, así como estudiando la Sana
Doctrina de Cristo en su Palabra Escrita, reflexionando en lo que leemos,
especialmente en las Enseñanzas y el ejemplo de su Hijo, Jesucristo (Juan 1:18) “A Dios nadie le vio jamás;
el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, ÉL le ha dado a conocer”; (Rom. 1:20) “Porque las cosas
invisibles de ÉL, su Eterno Poder y Deidad, se hacen claramente visibles desde
la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo
que no tienen excusa”. Por lo tanto, reflejar la gloria de Jehová es algo que
está a nuestro alcance. (2
Corintios 3:18) “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un
espejo la Gloria del Señor,
somos transformados de Gloria en Gloria en la misma imagen, como por el
Espíritu del Señor”. Antes de crear a
Adán y Eva, Dios sabía que los seres humanos serían capaces de cumplir su Voluntad,
reflejar su personalidad y glorificarlo (Génesis 1:26,27) “26 Entonces
dijo Dios: Hagamos al hombre a
nuestra imagen, conforme a
nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los
cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra
sobre la tierra. 27
Y creó Dios al hombre a su imagen,
a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. Al manifestar
las cualidades de nuestro Creador, los cristianos tenemos el gran honor de
reflejar la gloria de Dios. Y esto es
algo que todos podemos lograr, sin importar nuestra raza, origen
cultural o nivel educativo. ¿Por qué? Porque (Hech. 10:34,35) “34 Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En
verdad comprendo que Dios no hace
acepción de personas, 35
sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia”. Sin embargo, el que hace la excepción eres
tú, que quieres vivir sin Dios, en tus actividades diarias
Quiero
en este momento captar tu atención, porque quiero que
se analicen cada uno de Ustedes, por medio de esta ilustración que le he
titulado CONGRUENCIA: ¿Es
Jesucristo más grande que un carro? ¿Es Jesucristo más grande que un camión?
¿Es Jesucristo más grande que un tren? ¿Es Jesucristo más grande que tú? Quiero hacerles otra pregunta:
¿Cuantos de Ustedes ya recibieron a Jesucristo en su corazón? Entonces, si
recibiste a Jesucristo que es mucho más grande que tú; Por qué no sobresale
de ti; Por qué, a simple vista veo que tú eres, el que sobresale; Y a lo que se
ve tu eres el gigante, y no Jesucristo. Según las Sagradas Escrituras dicen
así: (2Corintios 5:17) “De modo que, si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas”. Y como hasta aquí he enseñado que solo lo que está Escrito se
debe de creer, entonces; Me preguntaron, ¿Pastor Víctor,
donde dice en la biblia que NO se debe de fumar? La respuesta es que es
verdad que en la biblia no lo dice, pero si dice que si lo puedes hacer: (Apocalipsis
22:11) “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es
justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía”.
Así que, cuando fumas te vuelves inmundo(a) y Jehová Dios te dice pues si te
agrada la inmundicia entonces se inmundo(a) todavía. El caso es que se tiene que ver, cuando Jesucristo está en cualquier
ser humano, porque Él es muy, pero muy Grande, mucho más grande que todo lo que
tú puedas considerar grande.
Es
tan importante que nos esforcemos, en los cambios que va haciendo Jesucristo,
en nuestras vidas, y todo funciona de
esta manera: (Juan 3:30) “Es necesario que ÉL crezca, pero que yo mengüe”. La forma de ser que teníamos tiene que
cambiar paulatinamente (no es instantáneo) y de gloria en gloria
seremos transformados. No mirándonos a nosotros mismos (somos subjetivos). No
mirando al de al lado (su aspecto o cómo actúa) sino más bien mirar al blanco
de perfección que es Jesucristo. Tenemos que estar cambiando de gloria en
gloria, hasta que logremos esta medida:
(Efesios 4:13) “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios, a un
Varón Perfecto, a la medida
de la estatura de la plenitud de Cristo”. (Romanos 8:29) “Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que ÉL sea el primogénito entre
muchos hermanos”; (2 Corintios 3:18) “Por
tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria
del Señor, somos transformados de
gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”. Habla
de transformarnos: que es hacernos igual a la forma de Jesucristo.
Es
transformar el verdadero “Yo” que es la combinación tus rasgos con los cuales
nacemos que incluye fortalezas y debilidades.
Esto se le llama carácter que se encarga de tu temperamento y personalidad: (1 Pedro 3:4) “Sino el interno, el del
corazón, en el incorruptible ornato de un
espíritu afable y apacible, que
es de grande estima delante de Dios”, implica la mente, las emociones,
la voluntad influenciadas por nuestras experiencias, nuestra educación,
creencias, etc. En, Gálatas 5:22,23 DICE
QUE EL FRUTO DEL ESPÍRITU ES: Amor, Gozo, Paz, Paciencia, Fe, Benignidad,
Bondad, Mansedumbre, Templanza. Nuestro
carácter debe ir cediendo para dar lugar al carácter de Jesucristo. El carácter, es lo que perciben los
demás, la exteriorización de nuestro yo que NO siempre es auténtica.
Estos dos Versículos, muestran un temperamento lleno del Espíritu Santo, que
tiene nueve características que Jesucristo manifestó.
Esta
es la Voluntad de Dios para nuestras vidas que, aunque conservemos nuestros
rasgos naturales, no seamos dominados por nuestra debilidad.
TENGAMOS PRESENTE ESTO: Tenemos un
carácter presente y el Espíritu Santo lo irá transformando hasta llegar a la
meta: ser como Jesucristo. (Filipenses
3:12-14) “12 No que lo haya
alcanzado ya, ni que ya sea
perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual
fui también asido por Cristo Jesús. 13
Hermanos, yo mismo no pretendo
haberlo ya alcanzado; pero
una cosa hago: olvidando
ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome
a lo que está delante, 14 prosigo
a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”; (1Juan 5:20) “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha
dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el
verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna”.
Una de las cualidades de Jehová Dios
es ser Omnipresente, Jehová Dios es tan inmenso que nada lo puede
contener; tal vez por esta cualidad, Jehová Dios puede estar en todo lugar. Toda la creación cabe en Él, por esta razón Escrito Está en:
(Salmos 139:7-12) “7 ¿A dónde me
iré de tu Espíritu? ¿Y a
dónde huiré de tu presencia? 8
Si subiere a los cielos, allí estás
tú; Y si en el Seol hiciere
mi estrado, he aquí, allí tú
estás. 9 Si tomare las alas del alba y habitare
en el extremo del mar, 10 Aun allí me guiará tu mano, y me asirá
tu diestra. 11 Si dijere: Ciertamente las tinieblas me
encubrirán; Aun la noche
resplandecerá alrededor de mí. 12
Aun las tinieblas no encubren de ti,
y la noche resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz”.
Estas palabras nos aseguran y nos afirman que Jehová Dios está en todo lugar,
que nada podemos hacer para contenerlo; sin
embargo, para demostrar al ser humano, físico, finito y limitado cuánto lo ama
su Creador, decidió un día venir a morar en un lugar específico, sin dejar de
cubrir toda su creación. Lo
hizo para que sus hijos amados pudieran darse cuenta cuánto los ama y para que
se sintieran seguros. Además, demostrar otra de sus cualidades: la
humildad.
“Jehová
Dios es el Espíritu” (2
Corintios 3:17) “Porque el Señor
es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”.
Y ha comenzado una obra en cada uno
de nosotros y esta obra la está continuando a desarrollando por medio de
Jesucristo que empieza en tu corazón y el Espíritu Santo, convenciéndote de
pecado y lo perfeccionará hasta el día Jesucristo vuelva. Hermanos,
hemos sido predestinados para que seamos hechos conformes a la imagen de
Jesucristo, el Hijo de Dios. Amados, el Espíritu que hemos recibido es un
espíritu de Poder que actúa en nosotros poderosamente en conformidad con la
Voluntad de Jehová Dios; Él nos transforma diariamente para que asumamos la
imagen de Cristo… la imagen espiritual por supuesto. Escrito está: (2 Corintios 13:3) “pues buscáis una prueba de que
habla Cristo en mí, el cual no es débil para con vosotros, sino que es Poderoso
en vosotros”, de hecho, Jehová Dios nuestro Padre Celestial, que es Espíritu es
Poderoso en nosotros para hacer que nuestro carácter sea semejante al carácter
de Jesucristo. Ahora, tenemos un
hombre exterior y un hombre interior; el primero es de carne y huesos y lo
vemos desgastarse, siendo corruptible, mientras que el segundo es espiritual
así dice su Palabra: (2
Corintios 4:16) “Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando,
el interior no obstante se renueva de
día en día”, así nos lo dice
nuestro Creador por medio del apóstol Pablo.
Nuestra alma que es nuestro hombre o
mujer interior, que está en cada uno de los creyentes, que ya han recibido a
Jesucristo como su Señor y Salvador, entonces ya ha empezado la renovación,
mientras que el exterior se ha mantenido sin cambios, de hecho nosotros, cuando
hemos nacido de nuevo no hemos cambiado la imagen del cuerpo, ya que nuestra
altura, nuestro peso y nuestras características físicas no han cambiado, pero
lo que ha cambiado profundamente es nuestro carácter espiritual, de hecho, para
nuestros viejos amigos del mundo nos hemos convertido en irreconocibles; se nos ha dicho, después de haber nacido
de nuevo, por los que nos conocían en otro tiempo: ‘Te desconozco’, ‘Eres otra persona’ ‘Ya no eres el
mismo’; en cuanto a la apariencia física, no han notado ningún cambio,
pero en cuanto a la forma de hablar y la conducta han visto tal renovación para
quedarse sorprendidos.
Para
que esto suceda hay algo que debemos estar muy abiertos en nuestras mentes para
reconocer nuestros errores y arrepentirnos cuando Jehová Dios nos hable.
Tenemos este ejemplo que nos habla de cómo la semilla muere para desarrollar el
fruto: (Juan 12:24) “De cierto, de
cierto os digo, que, si el grano de
trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”.
Nuestro yo irá desapareciendo para dar lugar a la vida de Cristo en nosotros; El Espíritu de Jesucristo, crecerá y
nosotros menguaremos dando lugar al Espíritu de Jesucristo que prevalecerá
sobre nuestra personalidad. Las debilidades de nuestra vieja naturaleza
y que son un estorbo para la buena
relación que debemos de tener con nuestro Padre y Dios, serán
modificadas con el fin de hacernos aptos para la obra. No es simplemente que he
abandonado un vicio, sino que en mí se manifiesta una nueva forma de vivir. Siempre
contaré con la ayuda del Espíritu Santo para consolarme y enseñarme actuando
sobre mi conciencia.
Existen
casos donde la conciencia se ha cauterizado
(Hebreos 3:7-9) “7 Por lo cual, como
dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, 8 No endurezcáis vuestros
corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el
desierto, 9 Donde me tentaron
vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años”. Es el tiempo
perfecto, que debemos de auto-examinarnos, para que nuestras oraciones, no sean
rechazadas por nuestro Padre Celestial, porque Él no oye al pecador que no está
dispuesto arrepentirse: (Salmo 66:17-20)
“17 A ÉL clamé con mi boca, y fue exaltado con mi lengua. 18 Si
en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado. 19 Mas ciertamente me escuchó Dios; Atendió a la voz de mi
súplica. 20 Bendito sea Dios,
que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia”; Ver nuestras
debilidades como pecado (1 Juan 1:9)
“Si confesamos nuestros pecados, ÉL es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad”; Y pedirle a Jehová Dios, que nos llene
con su Gloria para poder transformar nuestra naturaleza, y que el Espíritu
Santo nos convenza de todo lo que Dios quiere que cambiemos. (2 Corintios 10:3-6) “3 Pues, aunque andamos en la carne, no
militamos según la carne; 4 porque
las armas de nuestra milicia no son carnales, sino Poderosas en Dios para la
destrucción de fortalezas, 5
derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el Conocimiento de
Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, 6 y estando prontos para castigar toda
desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta”. nos dice que llevemos
todo pensamiento cautivo a la obediencia de Cristo y enfrentemos con la Palabra
de Dios las mentiras de satanás que quiere que pensemos que no podremos
cambiar. (Filipenses 4:13) dice que:
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Y en (1 Corintios 6:17) dice que: “Pero el que se une al Señor, un
espíritu es con ÉL”.
Nuestro Padre Celestial nos dice esto
por medio del apóstol Pablo, acerca del hombre nuevo y todo lo que se trate de
ser una nueva persona la vamos aprender de Jesucristo, pues es Él el modelo a
seguir: (Efesios 4:20-24) “20 Mas vosotros NO habéis aprendido así a
Cristo, 21 si en verdad le habéis oído, y habéis sido por ÉL enseñados, conforme a la Verdad que está en Jesús.
22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo
hombre, que está viciado conforme a
los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente,
24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la Justicia y
Santidad de la Verdad”; esto significa que para vivir con justicia y
piadosamente en medio de esta generación maligna y perversa, es necesario conocer la Verdad, que por medio de la Sana Doctrina de
Cristo cada uno de nosotros ya tenemos bastante conocimiento, pero, ¿de
qué manera se llega a conocer la Verdad? Un día Jesús dijo a los Judíos que
habían creído en Él: (Juan 8:31-32) “31 Dijo
entonces Jesús a los judíos que habían creído en ÉL: Si vosotros permaneciereis
en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres”; En primer lugar, observen que Jesús dijo
estas palabras a los Judíos que habían creído en Él, y no a las
personas que todavía no creían en Él; ahora, para un creyente perseverar en la Palabra de Cristo significa seguir
creyendo y obedeciendo la la Palabra Escrita, seguir a meditarla y seguir observándola, y al hacerlo conocerá la
Verdad, que procede de la justicia, la santidad y la libertad.
Si
ya recibiste a Jesucristo en tu corazón, entonces como cristianos ya ha
empezado el proceso de reflejar la Gloria de Jehová.
Jehová Dios por medio del apóstol Pablo, escribió: (2 Cor. 3:18) “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta
como en un espejo la Gloria del Señor, somos
transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el
Espíritu del Señor”. Cuando Moisés bajó del monte Sinaí con las dos tablas del
testimonio, su rostro resplandecía, porque Jehová había hablado con él (Éxo. 34:29,30) “29 Y aconteció
que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su
mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo
hablado con Dios. 30 Y Aarón y todos los hijos de Israel
miraron a Moisés, y he aquí
la piel de su rostro era resplandeciente; y tuvieron miedo de acercarse
a él”. Por supuesto, los cristianos no hemos vivido esa experiencia, y nuestra
cara no resplandece literalmente. No
obstante, sí irradiamos gozo cuando hablamos con el prójimo acerca de Jehová,
sus cualidades y su maravilloso propósito para la humanidad. Al igual
que los espejos de metal pulido de la antigüedad, los ungidos y los demás
cristianos reflejamos la gloria de Dios en nuestra vida y nuestro ministerio (2 Corintios 4:1) “Por lo cual,
teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no
desmayamos”. Por esta razón, cada uno de
nosotros tenemos que preguntarnos: ¿Estoy reflejando la Gloria de Jehová con
mi conducta cristiana y mi constancia en la predicación del Reino?
Jehová
Dios odia el pecado, y lo mismo debe decirse de nosotros. Por tanto, en lugar de ver cuánto
podemos acercarnos a un pecado sin cometerlo, tenemos que poner tierra de por
medio. Por ejemplo, un pecado del que debemos alejarnos al máximo es la
apostasía, pues nos haría indignos de glorificar a Dios (Deut. 13:6-9) “6 Si te
incitare tu hermano, hijo de tu madre, o tu hijo, tu hija,
tu mujer o tu amigo íntimo, diciendo en secreto: Vamos
y sirvamos a dioses ajenos, que ni tú ni tus padres conocisteis, 7 de los dioses de los pueblos que
están en vuestros alrededores, cerca de ti o lejos de ti, desde un extremo de
la tierra hasta el otro extremo de ella; 8
no consentirás con él, ni le prestarás
oído; ni tu ojo le compadecerá, ni le tendrás misericordia, ni lo encubrirás, 9 sino
que lo matarás; tu mano se alzará primero sobre él para matarle, y
después la mano de todo el pueblo”. Les
recuerdo que esto es el ejemplo que tenemos a la luz de las Sagradas Escrituras
y que por supuesto no vamos a matar a nadie, pero vemos con que gravedad Dios
mira estas acciones. Así
pues, evitemos por completo a los apóstatas y a quienes, afirmando ser
cristianos, deshonran a Dios, aunque sean miembros de nuestra familia (1 Cor. 5:11) “Más bien os escribí que
no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o
idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis”. No ganamos nada intentando refutar las
afirmaciones de los apóstatas o de quienes critican a la Sana Doctrina de
Cristo, diciéndonos que somos muy religiosos por el hecho de obedecer a Dios y
su Palabra. De hecho, ni siquiera estaría bien tratar de enterarnos de
sus argumentos, sea que aparezcan en publicaciones escritas, en Internet o en
cualquier otro medio, pues esto pondría
en peligro nuestra espiritualidad (Isaías
5:20) “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo
bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo
amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”, y (Mateo 7:6) “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras
perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os
despedacen”. Predicador
de la Sana Doctrina de Cristo: Víctor. Si usted no tiene la intención de guardar esta
hoja, tenga la amabilidad de entregarla a otra persona interesada. Para la
difusión gratuita entre cristianos, se permite fotocopiar esta hoja (por favor
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