JEHOVÁ DIOS DICE QUE
NUESTROS PECADOS NOS SEPARAN DE ÉL
Dios
odia el pecado. Pero si hay alguien que se arrepiente verdaderamente, entonces
nuestro Padre y Dios perdonará al pecador, (Éxo
34:6,7) “6 Y pasando Jehová por
delante de él, proclamó: ¡Jehová!
¡Jehová! Fuerte, Misericordioso y Piadoso; tardo para la ira, y Grande en Misericordia y Verdad;
7 que guarda misericordia a
millares, que perdona la iniquidad,
la rebelión y el pecado, y que de
ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los
hijos de los hijos, hasta la
tercera y cuarta generación”. Jehová Dios dice que nuestros pecados nos
separan de Él, que aquellos que pecan ganan su paga, la muerte, (1 Juan 1:9) “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad”. Sin embargo, ¿qué significa esto? ¿Qué es
exactamente el pecado? ¿Dan las Sagradas Escrituras una definición clara? Ahora
lo vamos a saber.
Las
Sagradas Escrituras dicen que tenemos al menos una cosa en común con cada
hombre, mujer o niño que haya vivido alguna vez: (Romanos 3:23) “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la
Gloria de Dios”. Las Sagradas
Escrituras también dice que cuando alguien peca, automáticamente gana
la pena de muerte (Rom. 6:23) “Porque
la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo
Jesús Señor nuestro”. ¿Pero qué es el pecado, y qué hemos hecho para ganar la
muerte? Jehová Dios dice que nuestros pecados nos separan de Él (Isa.59:1,2) “1 He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni
se ha agravado su oído para oír; 2 pero vuestras iniquidades han hecho
división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no
oír”. Él no puede oír sus oraciones, no le puede hablar a través de Su
Palabra, a menos que primero te arrepientas, y cambies tu forma de vivir tu vida,
del camino de pecado, (Juan 9:31) “Y
sabemos que Dios no oye a los
pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye”.
¿Pero
qué es el pecado, qué has hecho para separarte de Dios? Hasta las personas que
nunca han abierto una Biblia están familiarizadas con (Juan 3:16) “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a
su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga
vida eterna”. La mayoría entiende que
Dios voluntariamente permitió que Jesucristo sufriera arresto, falsas
acusaciones, humillaciones, y soportara torturas brutales y ejecución pública,
sacrificio, todo para que Su sangre derramada pagara la pena de muerte, que
cada uno de nosotros hemos ganado. En otras palabras, Cristo tuvo que
morir por causa de los pecados de todos los seres humanos. ¡Incluyéndote a ti!
(Juan 8:7) diciendo: “El que de
vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra”. La mayoría de
las personas que citan Juan 8:7 lo
hacen a fin de justificar las malas acciones. En realidad, Jesús les
estaba hablando a los escribas y fariseos, que habían traído ante Él a una
mujer que habían sorprendido cometiendo adulterio. Probándole, ellos querían
ver si Jesús la condenaría a ser apedreada de acuerdo a la ley del Antiguo pacto.
Pero ellos no leen el resto de la escritura: (Juan 8:8-11) “8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió
escribiendo en tierra. 9 Pero ellos,
al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los
más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en
medio. 10 Enderezándose Jesús, y no
viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te
acusaban? ¿Ninguno te condenó? 11
Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni Yo te condeno; vete, y no
peques más”. Esto es vital. Jesucristo
le ordenó que dejara de pecar.
Jehová Dios por medio
del apóstol Juan escribió: (1Juan
3:4) “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado
es infracción de la ley”. Cuando pecamos,
quebrantamos la ley. Pero, ¿qué ley? Por medio del apóstol Pablo
escribió (Rom. 7:7) “¿Qué diremos,
pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino
por la ley; porque tampoco conociera
la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás”. La ley de Dios revela el pecado. ¿Pero sobre cuál ley estaba
escribiendo Pablo? Este es el Décimo Mandamiento, que se encuentra en (Éxodo 20:17) “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su
criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” y (Deuteronomio 5:21) “No codiciarás la mujer de tu
prójimo, ni desearás la casa
de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su
asno, ni cosa alguna de tu prójimo”. La
ley a la que Pablo y Juan se referían era los Diez Mandamientos. A través de ambos apóstoles aprendemos
que cuando los quebrantamos, la ley de Dios pecamos.
Juan también
escribió, en (1Juan 5:17) “Toda
injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte”. Puesto que los
Mandamientos de Dios son justicia (Sal.
119:172) “Hablará mi lengua tus dichos, porque todos tus mandamientos son justicia”, entonces la injusticia,
es pecado, debe ser lo opuesto. Es quebrantar los mandamientos de Dios.
El apóstol Santiago
amplió al respecto. Él enseñó: (Santiago.
2:10,11) “10 Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en
un punto, se hace culpable de todos. 11
Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora
bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la
ley”. Santiago se estaba refiriendo a
los Diez Mandamientos. Aunque es posible que las personas vayan por la
vida sin cometer físicamente algún asesinato o adulterio, o robo o mentira, aun
así, todos han pecado. ¿Cómo puede ser esto? Porque, aunque obedezcamos la
letra de la ley, aún podemos quebrantar el espíritu de la ley, y esto también
es pecado.
Pablo,
llama a la ley “santa”, (Rom. 7:12,14)
“12 De manera que la ley a la verdad
es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. 14 Porque sabemos que
la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado”. Jesús magnificó y expandió la letra de la
ley, revelando su intención espiritual. (Mat. 5:27,28) “27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.
28 Pero yo os digo que
cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su
corazón”. El pecado comienza en la
mente. ¡Lo que usted piensa eventualmente se convierte en lo que hace! (Prov. 23:7) “Porque cuál es su
pensamiento en su corazón, tal es él. Come y bebe, te dirá; Mas su corazón no
está contigo”. (Mat. 15:18-20) “18 Pero lo que sale de la boca, del
corazón sale; y esto contamina al hombre. 19
Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los
adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las
blasfemias. 20 Estas cosas son las
que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al
hombre”. (Santiago 1:14,15) “14 sino que cada uno es tentado, cuando
de su propia concupiscencia es atraído y seducido. 15 Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz
el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”. Muestra que cuando los hombres tienen malos
pensamientos, ellos eventualmente producirán malas acciones. Por ejemplo:
cada guerra, cada batalla, cada pelea a través de la historia ha ocurrido
porque los hombres han codiciado algo que no les pertenecía. Y a causa de que
los hombres han fracasado en controlar sus deseos carnales, vivimos en un mundo
destrozado por el dolor, el sufrimiento y la angustia de la guerra (Santiago 4:1,2) “1 ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es
de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? 2 Codiciáis, y no tenéis; matáis y
ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo
que deseáis, porque no pedís”. Ejemplo
de codicia concibiendo pecado. Las Sagradas Escrituras, registran un
ejemplo trágico de cómo los pensamientos codiciosos de un hombre concibieron pecado,
infracción de la ley, y dieron nacimiento a la muerte. Este hombre fue el Rey David.
Una
tarde de primavera, mientras David caminaba sobre el terrado de su palacio, él
vio a una mujer que se bañaba desnuda (2
Sam. 11:2) “sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su
lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a
una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa”. En vez de mirar a otra parte, y poner esa imagen fuera de su mente,
se quedó mirándola. Él le permitió a su mente tener malos pensamientos;
David quebrantó el Décimo Mandamiento.
Este
pecado lo llevó a preguntar por ella (2
Sam. 11:3) “Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron:
Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo”. Él descubrió que ella era Betsabé, la mujer de Urías, uno de sus
siervos más fieles. Pero esto no detuvo a David de cometer adulterio
con ella (2 Sam. 11:4) “Y envió
David mensajeros, y la tomó; y vino a él, y él durmió con ella. Luego ella se
purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa”, quebrantando el Séptimo
Mandamiento. David también quebrantó el Octavo Mandamiento al tomar algo que no
le pertenecía; La esposa de Urías.
Estos
pecados tuvieron por resultado que David y Betsabé concibieran un hijo
ilegítimo (2 Sam. 11:5) “Y concibió
la mujer, y envió a hacerlo saber a David, diciendo: Estoy encinta”. Queriendo
ocultar el embarazo, David trató de engañar a Urias, quien había estado
ausente, peleando fielmente una guerra por su rey. Llamándolo del frente de
guerra, David trató de engañar a Urías convenciéndolo que durmiera con Betsabé,
para que Urías pensara que el niño por nacer era de él (2 Sam. 11:6-13) “6
Entonces David envió a decir a Joab: Envíame a Urías heteo. Y Joab envió a
Urías a David. 7 Cuando Urías vino a
él, David le preguntó por la salud de Joab, y por la salud del pueblo, y por el
estado de la guerra. 8 Después dijo
David a Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de la
casa del rey, le fue enviado presente de la mesa real. 9 Mas Urías durmió a la puerta de la casa del rey con todos los
siervos de su señor, y no descendió a su casa. 10 E hicieron saber esto a David, diciendo: Urías no ha descendido
a su casa. Y dijo David a Urías: ¿No has venido de camino? ¿Por qué, pues, no
descendiste a tu casa? 11 Y Urías
respondió a David: El arca e Israel y Judá están bajo tiendas, y mi señor Joab,
y los siervos de mi señor, en el campo; ¿y había yo de entrar en mi casa para
comer y beber, y a dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma,
que yo no haré tal cosa. 12 Y David
dijo a Urías: Quédate aquí aún hoy, y mañana te despacharé. Y se quedó Urías en
Jerusalén aquel día y el siguiente. 13
Y David lo convidó a comer y a beber con él, hasta embriagarlo. Y él salió a la
tarde a dormir en su cama con los siervos de su señor; mas no descendió a su
casa”. Estas acciones quebrantaron el
principio del Noveno Mandamiento. Cuando Urías rehusó dormir con ella,
la creciente montaña de pecados de David lo guio a utilizar a sus enemigos para
que mataran a Urías (2 Sam. 11:14-17)
“14 Venida la mañana, escribió David
a Joab una carta, la cual envió por mano de Urías. 15 Y escribió en la carta, diciendo: Poned a Urías al frente, en lo
más recio de la batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera. 16 Así fue que cuando Joab sitió la
ciudad, puso a Urías en el lugar donde sabía que estaban los hombres más
valientes. 17 Y saliendo luego los
de la ciudad, pelearon contra Joab, y cayeron algunos del ejército de los
siervos de David; y murió también Urías heteo”, quebrantando así el Sexto Mandamiento.
Lo que había
comenzado con malos pensamientos pronto dio lugar a múltiples pecados,
quebrantamientos de la ley, y finalmente llevó al asesinato. El pecado siempre
se esparce y se combina en sí mismo.
Dios odia el pecado,
infracción de la Ley. Finalmente, David se arrepintió. Él llegó a ver sus
pecados como Dios los veía, como un terrible quebrantamiento de la ley,
iniquidad.
Por esto es que David
escribió,
en (Salmos 5:4,5) “Porque tú no eres
un Dios que se complace en la maldad; El malo no habitará junto a ti. Los
insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen
iniquidad [pecado]”. Después que Dios liberó a los Israelitas de la esclavitud,
los alimentó, protegió y proveyó para ellos, les dio la Tierra Prometida, y
peleó sus batallas, ellos aún continuaron pecando, quebrantando Sus
mandamientos. (Sal. 78:56-59) “56 Pero ellos tentaron y enojaron al
Dios Altísimo, y no guardaron sus testimonios; 57 Sino que se volvieron y se rebelaron como sus padres; Se
volvieron como arco engañoso. 58 Le
enojaron con sus lugares altos, y le provocaron a celo con sus imágenes de
talla. 59 Lo oyó Dios y se enojó, y
en gran manera aborreció a Israel”. ¡Dios
no puede, ni tolerará el pecado o los que lo practican! Él nunca permitiría
a tales personas en Su reino. Salomón,
hijo de David, escribió en (Proverbios
15:26) “Abominación son a Jehová
los pensamientos del malo; Mas las expresiones de los limpios son
limpias”. Esto es porque Dios sabe
que, si no son eliminados, los malos pensamientos siempre producen malas
acciones, como en (Jeremías
44:22,23) “22 Y no pudo sufrirlo
más Jehová, a causa de la maldad de vuestras obras, a causa de las
abominaciones que habíais hecho; por tanto, vuestra tierra fue puesta en
asolamiento, en espanto y en maldición, hasta quedar sin morador, como está
hoy. 23 Porque ofrecisteis incienso
y pecasteis contra Jehová, y no obedecisteis a la voz de Jehová, ni anduvisteis
en su ley ni en sus estatutos ni en sus testimonios; por tanto, ha venido sobre
vosotros este mal, como hasta hoy”. Pecar,
quebrantar la ley espiritual de Dios, nos corta de Dios. (Isa. 59:2) “pero vuestras iniquidades
han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho
ocultar de vosotros su rostro para no oír”. Y Jeremías escribió: (Jeremías
5:25) “Vuestras iniquidades han estorbado estas cosas, y vuestros pecados
apartaron de vosotros el bien”. Cuando Dios usó a Su profeta, Natán, para
confrontar a David, David le suplicó a Dios (Sal. 51:11) “No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu
santo Espíritu”. Él reconoció sus
transgresiones, su quebrantamiento de la ley ante Dios, diciendo: (Sal.
51:3,4) “3 Porque yo reconozco
mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. 4 Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante
de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en
tu juicio”. David le imploró a Dios (Salmo
51:1,2,7,9,10) “1 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. 2 Lávame más y más de mi maldad, y
límpiame de mi pecado. 7 Purifícame con
hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve. 9 Esconde tu rostro
de mis pecados, y borra todas mis maldades. 10 Crea en mí, oh Dios,
un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. Jehová Dios lo oyó y lo perdonó.
Lo
que significa pecar: quebrantar la Ley.
Cuando las Sagradas
Escrituras dicen:
“Porque todos han pecado”, quiere decir que todos han quebrantado la ley de
Dios. Cuando dicen: “la paga
del pecado es muerte”, quiere decir que su quebrantamiento de la ley
automáticamente le otorga a usted la pena de muerte. Cuando Dios dice que sus pecados lo separan de Él, está
hablando de usted quebrantando Sus leyes.
¡El pecado es
quebrantar la ley de Dios!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario