lunes, 12 de noviembre de 2012

DEVOCIONAL CON LA FAMILIA SEMANA # 6



DEVOCIONAL CON LA FAMILIA SEMANA #6

DEVOCIONAL CON LA FAMILIA Día 1 (JUAN 7:1-7)

1 Después de estas cosas, andaba Jesús en Galilea; pues no quería andar en Judea, porque los judíos procuraban matarle. 2 Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos; 3y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. 4 Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo. 5 Porque ni aun sus hermanos creían en él. 6 Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto. 7 No puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas. 8 Subid vosotros a la fiesta; yo no subo todavía a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido. 9Y habiéndoles dicho esto, se quedó en Galilea. 10 Pero después que sus hermanos habían subido, entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto. 11Y le buscaban los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél? 12Y había gran murmullo acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros decían: No, sino que engaña al pueblo. 13 Pero ninguno hablaba abiertamente de él,  por miedo a los judíos.

Vv. 1-13. Los hermanos o parientes de Jesús se disgustaron cuando se dieron cuenta que no tenían posibilidades de lograr ventajas mundanales con Él. Los hombres impíos se ponen, a veces, a aconsejar a los ocupados en la obra de Dios, pero sólo aconsejan lo que parezca probable para fomentar ventajas en este mundo.
La gente discrepó acerca de su doctrina y de sus milagros, mientras los que le favorecían no se atrevieron a reconocer abiertamente sus sentimientos. Los que consideran que los predicadores del evangelio son estafadores, dicen lo que piensan, mientras muchos que los favorecen, temen que les reprochen por reconocer que los consideran buenos.

DEVOCIONAL CON LA FAMILIA Día 2 (JUAN 7:14-24)

14 Más a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba. 15 Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado? 16 Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. 17 El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. 18 El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió,  éste es verdadero, y no hay en él injusticia. 19 ¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley? ¿Por qué procuráis matarme? 20 Respondió la multitud y dijo: Demonio tienes; ¿quién procura matarte? 21 Jesús respondió y les dijo: Una obra hice, y todos os maravilláis.22 Por cierto, Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres); y en el día de reposo circuncidáis al hombre. 23 Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre? 24 No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.

Vv. 14-24. Todo ministro fiel puede adoptar humildemente las palabras de Cristo. Su doctrina no es de su propia invención, pero es de la palabra de Dios por medio de la enseñanza de su Espíritu. Y en medio de las disputas que perturban al mundo, si un hombre de cualquier nación procura hacer la voluntad de Dios, sabrá si la doctrina es de Dios o si los hombres hablan de sí mismos. Sólo los que odian la verdad serán entregados a errores que les serán fatales.
Ciertamente restaurar la salud al afligido concuerda con el propósito del día de reposo, al igual que administrar un ritual externo. Jesús les dijo que decidieran sobre su conducta según la importancia espiritual de la ley divina. No debemos juzgar a nadie por su aspecto externo, sino por su valor y por los dones y la gracia del Espíritu de Dios en él.

DEVOCIONAL CON LA FAMILIA Día 3 (JUAN 7:25-30)

25 Decían entonces unos de Jerusalén: ¿No es éste a quien buscan para matarle? 26 Pues mirad, habla públicamente, y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido en verdad los gobernantes que éste es el Cristo? 27 Pero éste,  sabemos de dónde es;  mas cuando venga el Cristo,  nadie sabrá de dónde sea. 28 Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo,  pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis. 29 Pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió. 30 Entonces procuraban prenderle; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora.

Vv. 25-30. Cristo proclamó en voz alta que estaban equivocados en lo que pensaban sobre su origen. Fue enviado por Dios, quien se demostró fiel a sus promesas. Esta declaración, de que ellos no conocían a Dios, con su pretensión de tener un conocimiento peculiar, provocó a los oyentes; y procuraron detenerlo, pero Dios puede atar las manos de los hombres aunque no convierta sus corazones.

DEVOCIONAL CON LA FAMILIA Día 4 (JUAN 7:31-36)

31 Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace? 32 Los fariseos oyeron a la gente que murmuraba de él estas cosas; y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen. 33 Entonces Jesús dijo: Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió. 34 Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir. 35 Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿Adónde se irá éste, que no le hallemos? ¿Se irá a los dispersos entre los griegos, y enseñará a los griegos? 36 ¿Qué significa esto que dijo: Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir?

Vv. 31-36. Los sermones de Jesús convencieron a muchos de que Él era el Mesías, pero no tenían el valor de reconocerlo. Consuelo para los que están en este mundo, pero que no son de este mundo, y por tanto, son odiados y están cansados de él, es que no estarán para siempre en el mundo, ni por mucho tiempo más. Bueno es que nuestros días sean pocos por ser malos. Los días de vida y de gracia no duran mucho; y cuando los pecadores estén en desgracia, se alegrarán de la ayuda que ahora desprecian. Los hombres discuten sobre sus palabras, pero cuando se produzca todo se explicará.

DEVOCIONAL CON LA FAMILIA Día 5 (JUAN 7:37-39)

37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed,  venga a mí y beba. 38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.

Vv. 37-39. En el último día de la fiesta de los tabernáculos los judíos sacaban agua y la derramaban ante el Señor. Se supone que Cristo alude a eso. Si cualquiera desea ser feliz verdaderamente para siempre, que venga a Cristo y sométase a Él. La sed significa el fuerte deseo de bendiciones espirituales, que ninguna otra cosa puede satisfacer; así, pues, las influencias santificadoras y consoladoras del Espíritu Santo estan representadas por las aguas, a las cuales Jesús invita que vayan y beban. El consuelo fluye abundante y constante como un río; fuerte como un torrente para derribar la oposición de las dudas y los temores. Hay en Cristo una plenitud de gracia sobre gracia. El Espíritu que habita y obra en los creyentes es como fuente de agua viva, corriente de la cual fluyen arroyos abundantes, que refrescan y limpian como el agua. No esperemos los dones milagrosos del Espíritu Santo, pero podemos solicitar sus influencias más corrientes y más valiosas. Estos arroyos han fluido desde nuestro Redentor glorificado hasta esta fecha, y hasta los rincones más remotos de la tierra. Deseemos darlos a conocer al prójimo.

DEVOCIONAL CON LA FAMILIA Día 6 (JUAN 7:40-53)

40 Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras, decían: Verdaderamente éste es el profeta. 41 Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo? 42 ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo? 43 Hubo entonces disensión entre la gente a causa de él. 44 Y algunos de ellos querían prenderle; pero ninguno le echó mano. 45 Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído? 46 Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre! 47 Entonces los fariseos les respondieron: ¿También vosotros habéis sido engañados?
48 ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos? 49 Mas esta gente que no sabe la ley,  maldita es. 50 Les dijo Nicodemo, el que vino a él de noche,  el cual era uno de ellos: 51 ¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye,  y sabe lo que ha hecho? 52 Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta. 53 Cada uno se fue a su casa;

Vv. 40-53. La maldad de los enemigos de Cristo siempre es irracional y, a veces, no se puede contar con que sea refrenada. Nunca un hombre habló con su sabiduría, poder, y gracia, esa claridad convincente y dulzura, con que hablaba Cristo. ¡Ay, muchos de los que estuvieron por un tiempo refrenados y que hablaron bien de la palabra de Jesús, perdieron rápidamente sus convicciones y siguieron en sus pecados! La gente es neciamente motivada en materias de peso eterno por motivos externos, estando dispuestos hasta ser condenados por amor a la moda. Como la sabiduría de Dios escoge frecuentemente cosas que los hombres desprecian, así la necedad de los hombres desprecia corrientemente a quienes Dios ha elegido. El Señor saca adelante a sus discípulos tímidos y débiles, y a veces los usa para derrotar los designios de sus enemigos.

DEVOCIONAL CON LA FAMILIA Día 7 (JUAN 8:1-11)

1 y Jesús se fue al monte de los Olivos. 2 Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. 3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, 4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. 5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? 6 Más esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.
7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. 8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. 9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia,  salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. 10 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.

Vv. 1-11. Cristo no halló defecto en la ley ni excusó la culpa de la mujer prisionera; tampoco tomó en cuenta el pretendido celo de los fariseos. Se condenan a sí mismos los que juzgan a los demás y, sin embargo, hacen lo mismo. Todos los que de alguna manera son llamados a culpar las faltas del prójimo, están especialmente preocupados de mirarse a sí mismos y mantenerse puros. En este asunto Cristo asistió a la gran obra por la cual vino al mundo, la cual era, llevar pecadores al arrepentimiento, no para destruir, sino para salvar. Él apuntaba a llevar al arrepentimiento no sólo al acusado demostrándole su misericordia, sino también a los acusadores demostrándoles sus pecados; ellos pensaron tenderle una trampa; Él procuró convencerlos y convertirlos. —Él rehusó inmiscuirse en el oficio de juez. Muchos delitos merecen un castigo más severo que el recibido, pero no debemos dejar nuestra propia obra para asumir aquella a la cual no hemos sido llamados. Cuando Cristo la mandó irse, fue con esta precaución: Vete y no peques más. Los que ayudan a salvar la vida de un delincuente deben ayudar a salvar el alma con el mismo cuidado.
Son verdaderamente felices aquellos a quienes Cristo no condena. El favor de Cristo para nosotros al perdonar los pecados pasados debe prevalecer en nosotros: Vete, y no peques más.




ESTUDIO en Lerma por él
Pr. Victor R. Preciado Balderrama

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