DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA SEMANA # 1
DEVOCIONALES CON LA FAMILIA DÍA 1 (JUAN 1:1-5)
Juan
1:1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y
sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4 En él estaba la vida, y la
vida era la luz de los hombres. 5 La luz en las tinieblas resplandece, y las
tinieblas no prevalecieron contra ella.
Vv.
1-5. La razón más simple del por qué se
llama Verbo al Hijo de Dios, parece ser, que como nuestras palabras explican
nuestras ideas a los demás, así fue enviado el Hijo de Dios para revelar el
pensamiento de Su Padre al mundo.
Lo que dice el
evangelista acerca de Cristo prueba que Él es Dios. Afirma su existencia en el
comienzo; su coexistencia con el Padre. El Verbo estaba con Dios. Todas las
cosas fueron hechas por Él, y no como instrumento. Sin Él nada de lo que ha
sido hecho fue hecho, desde el ángel más elevado hasta el gusano más bajo. Esto
muestra cuán bien calificado estaba para la obra de nuestra redención y
salvación. La luz de la razón, y la vida de los sentidos, derivan de Él, y
depende de Él. Este Verbo eterno, esta Luz verdadera resplandece, pero las
tinieblas no la comprendieron. Oremos sin cesar que nuestros ojos sean abiertos
para contemplar esta Luz, para que andemos en ella; y así seamos hechos sabios
para salvación por fe en Jesucristo.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 2 (JUAN 1:6-14)
6
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a
fin de que todos creyesen por él. 8
No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. 9 Aquella luz verdadera, que alumbra a
todo hombre, venía a este mundo. 10
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no le
recibieron. 12 Mas a todos los que
le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos
hijos de Dios; 13 los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino
de Dios. 14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Vv.
6-14. Juan el Bautista vino a dar testimonio
de Jesús. Nada revela con mayor plenitud las tinieblas de la mente de los
hombres que cuando apareció la Luz y hubo necesidad de un testigo para llamar
la atención a ella. Cristo era la Luz verdadera; esa gran Luz que merece ser
llamada así. Por su Espíritu y gracia ilumina a todos los que están iluminados
para salvación; y los que no están iluminados por Él, perecen en las tinieblas.
Cristo estuvo en el mundo cuando asumió nuestra naturaleza y habitó entre
nosotros. El Hijo del Altísimo estuvo aquí en este mundo inferior. Estuvo en el
mundo, pero no era del mundo. Vino a salvar a un mundo perdido, porque era un
mundo de Su propia hechura. Sin embargo, el mundo no le conoció. Cuando venga
como Juez, el mundo le conocerá. Muchos dicen que son de Cristo, aunque no lo
reciben porque no dejan sus pecados ni permiten que Él reine sobre ellos.
Todos los hijos
de Dios son nacidos de nuevo. Este nuevo nacimiento es por medio de la palabra
de Dios, 1 Pedro 1:23, y por el
Espíritu de Dios en cuanto a Autor. Por su presencia divina Cristo siempre
estuvo en el mundo, pero, ahora que iba a llegar el cumplimiento del tiempo, Él
fue, de otra manera, Dios manifestado en la carne. Obsérvese, no obstante, los
rayos de su gloria divina que perforaron este velo de carne. Aunque tuvo en la
forma de siervo, en cuanto a las circunstancias externas, respecto de la gracia
su forma fue la del Hijo de Dios cuya gloria divina se revela en la santidad de
su doctrina y en sus milagros. Fue lleno de gracia, completamente aceptable a
su Padre, por tanto, apto para interceder por nosotros; y lleno de verdad,
plenamente consciente de las cosas que iba a revelar.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 3 (JUAN 1:15-18)
15
Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que
viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. 16 Porque de su plenitud tomamos todos,
y gracia sobre gracia. 17 Pues la
ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio
de Jesucristo. 18 A Dios nadie le
vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.
Vv.
15-18. Cronológicamente y en la entrada en
su obra, Cristo vino después de Juan, pero en toda otra forma fue antes que él.
La expresión muestra claramente que Jesús tenía existencia antes de aparecer en
la tierra como hombre. En Él habita toda plenitud, de quien solo los pecadores
caídos tienen, y recibirán por fe, todo lo que los hace sabios, fuertes,
santos, útiles y dichosos. Todo lo que recibimos por Cristo se resume en esta
sola palabra: gracia; recibimos: “gracia
sobre gracia” un don tan grande, tan rico, tan inapreciable; la buena
voluntad de Dios para con nosotros, y la buena obra de Dios en nosotros. La ley
de Dios es santa, justa y buena; y debemos hacer el uso apropiado de ella. Pero
no podemos derivar de ella el perdón, la justicia o la fuerza. Nos enseña a
adornar la doctrina de Dios nuestro Salvador, pero no puede tomar el lugar de
esa doctrina. Como ninguna misericordia procede de Dios para los pecadores sino
por medio de Jesucristo, ningún hombre puede ir al Padre sino por Él; nadie
puede conocer a Dios salvo que Él lo dé a conocer en el Hijo unigénito y amado.
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CON LA FAMILIA DÍA 4 (JUAN 1:19-28)
19
Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén
sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? 20 Confesó, y no negó,
sino confesó: Yo no soy el Cristo. 21
Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías?
Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. 22 Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que
nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? 23
Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del
Señor, como dijo el profeta Isaías. 24
Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. 25 Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú
no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta? 26 Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; más en medio
de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. 27 Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del
cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado. 28 Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán,
donde Juan estaba bautizando.
Vv.
19-28. Juan niega ser el Cristo esperado.
Vino en el espíritu y el poder de Elías, pero no era la persona de Elías. Juan
no era aquel Profeta del cual Moisés habló, que el Señor levantaría de sus
hermanos como para Él. No era el profeta que ellos esperaban los rescataría de
los romanos. Se presentó de tal manera que podría haberlos despertado y
estimulado para que lo escucharan. Bautizó a la gente con agua como profesión
de arrepentimiento y como señal externa de las bendiciones espirituales que les
conferiría el Mesías, que estaba en medio de ellos, aunque ellos no le
conocieron, Aquel al cual él era indigno de dar el servicio más vil.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 5 (JUAN 1:29-36)
29
El siguiente día vio Juan a Jesús que venía
a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 30 Este es aquel de quien yo dije:
Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que
yo. 31 Y yo no le conocía; mas para que
fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua. 32 También dio Juan testimonio, diciendo:
Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él. 33 Y yo no le conocía; pero el que me
envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el
Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.
34 Y yo le vi, y he dado testimonio
de que éste es el Hijo de Dios. 35 El
siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. 36 Y mirando a Jesús que andaba por
allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.
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CON LA FAMILIA DÍA 6 (JUAN 1:37-42)
37
Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús. 38 Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué
buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? 39 Les dijo: Venid y ved. Fueron, y
vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora
décima. 40 Andrés, hermano de Simón
Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. 41 Este halló primero a su hermano
Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). 42 Y le trajo a Jesús. Y mirándole
Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere
decir, Pedro).
Vv.
37-42. El argumento más fuerte y dominante
de un alma vivificada para seguir a Cristo es que Él es el único que quita el
pecado. Cualquiera sea la comunión que haya entre nuestras almas y Cristo, Él
es quien empieza la conversación. Preguntó, ¿qué buscáis? La pregunta que les
hace Jesús es la que debiéramos hacernos todos cuando empezamos a seguirle,
¿qué queremos y qué deseamos? Al seguir a Cristo, ¿buscamos el favor de Dios y
la vida eterna? Los invita a acudir sin demora. Ahora es el tiempo aceptable, 2 Corintios 6:2. Bueno es para nosotros
estar donde esté Cristo, dondequiera que sea.
Debemos trabajar
por el bienestar espiritual de nuestros parientes, y procurar llevarlos a Él.
Los que van a Cristo deben ir con la resolución fija de ser firmes y constantes
en Él, como piedra, sólida y firme; y es por su gracia que son así.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 7 (JUAN 1:43-51)
43
El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo:
Sígueme. 44 Y Felipe era de
Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. 45
Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió
Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. 46 Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede
salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve. 47 Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He
aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. 48 Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le
dijo: Antes que Felipe te llamara,
cuando estabas debajo de la higuera,
te vi. 49 Respondió Natanael
y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. 50 Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque
te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. 51 Y le dijo: De cierto, de cierto os
digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que
suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.
Vv.
43-51. Véase la naturaleza del
cristianismo verdadero: seguir a Jesús; dedicarnos a Él y seguir sus pisadas.
Fijaos en la objeción que hizo Natanael. Todos los que desean aprovechar la
palabra de Dios deben cuidarse de los prejuicios contra lugares o
denominaciones de los hombres. Deben examinarse por sí mismos y, a veces,
hallarán el bien donde no lo buscaron. Mucha gente se mantiene fuera de los
caminos de la religión por los prejuicios irracionales que conciben. La mejor
manera de eliminar las falsas nociones de la religión es juzgarla.
No había engaño
en Natanael. Su profesión no era hipócrita. No era un simulador ni deshonesto;
era un carácter sano, un hombre realmente recto y piadoso. Cristo sabe, sin
duda, lo que son los hombres. ¿Nos conoce? Deseemos conocerle. Procuremos y
oremos para ser un verdadero israelita en quien no hay engaño, cristianos
verdaderamente aprobados por el mismo Cristo. Algunas cosas débiles,
imperfectas y pecaminosas se encuentran en todos, pero la hipocresía no
corresponde al carácter del creyente. Jesús dio testimonio de lo que pasó
cuando Natanael estaba debajo de la higuera. Probablemente, entonces, estaban
orando con fervor, buscando dirección acerca de la Esperanza y el Consuelo de
Israel, donde ningún ojo humano lo viera. Esto le demostró que nuestro Señor
conocía los secretos de su corazón.
Por medio de
Cristo tenemos comunión con los santos ángeles y nos beneficiamos de ellos; y
se reconcilian y unen las cosas del cielo y las cosas de la tierra.
Con la expresión “consejería bíblica” me refiero a
aquella que tiene como fundamento las Sagradas Escrituras. Con esto quiero
decir que la Biblia es la que define las motivaciones, los objetivos y las
estrategias de la consejería. Son las Escrituras las que nos dan el fundamento
teórico para la práctica de aconsejar.
ESTUDIO
en Lerma por él
Pr.
Victor R. Preciado Balderrama
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