DEVOCIONAL CON LA FAMILIA SEMANA #12
DEVOCIONALES CON LA FAMILIA DÍA 1 (JUAN 12:44-50)
44
Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; 45 y el que me ve, ve al que me envió. 46 Yo, la luz, he venido al mundo, para
que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. 47 Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque
no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.48 El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le
juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.49 Porque yo no he hablado por mi
propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de
decir, y de lo que he de hablar. 50 Y sé que su mandamiento es vida
eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.
Vv.
44-50.
Nuestro Señor proclamó públicamente que todo aquel que creyera en Él, como su
discípulo verdadero, no creería sólo en Él, sino en el Padre que le envió.
Contemplando en Jesús la gloria del Padre, aprendemos a obedecer, amar y
confiar en Él. Mirando diariamente a Aquel que vino como Luz al mundo, somos
liberados crecientemente de las tinieblas de la ignorancia, del error, del
pecado y la miseria; aprendemos que el mandamiento de Dios nuestro Salvador es
vida eterna, aunque la misma palabra sellará la condenación de todos los que la
desprecian o la rechazan.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 2 (JUAN 13:1-17)
1
Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para
que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en
el mundo, los amó hasta el fin. 2 Y
cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas
Iscariote, hijo de Simón, que le entregase, 3 sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las
manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, 4 se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla,
se la ciñó. 5 Luego puso agua en un
lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la
toalla con que estaba ceñido. 6
Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? 7 Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo
hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. 8 Pedro le dijo: No me lavarás los pies
jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.
9
Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la
cabeza. 10 Jesús le dijo: El que
está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros
limpios estáis, aunque no todos. 11
Porque sabía quién le iba a entregar;
por eso dijo: No estáis limpios todos. 12 Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto,
volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho?13 Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo
soy. 14 Pues si yo, el Señor y el
Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los
unos a los otros. 15 Porque ejemplo
os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.16 De cierto, de cierto os digo: El
siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.17 Si sabéis estas cosas,
bienaventurados seréis si las hiciereis.
Vv.
1-17. Nuestro Señor Jesús tiene un pueblo
en el mundo que es suyo; los compró y pagó caro por ellos, y los puso aparte
para sí; ellos se rinden a Él como pueblo peculiar. A los que Cristo ama, los
ama hasta lo sumo. Nada puede separar del amor de Cristo al creyente verdadero.
No sabemos cuándo
llegará nuestra hora, por eso, lo que tenemos que hacer como preparativo
constante para ella, nunca debe quedar sin hacer. No podemos saber qué camino
de acceso a los corazones de los hombres tiene el diablo, pero algunos pecados
son tan excesivamente pecaminosos, y es tan poca la tentación a ellos de parte
del mundo y la carne, que es evidente que vienen directamente de parte de
Satanás.
Jesús lavó los
pies de los discípulos para enseñarnos a pensar que nada nos rebaja si podemos
fomentar la gloria de Dios y el bien de nuestros hermanos. Debemos dirigirnos
al deber y dejar de lado todo lo que impida lo que tenemos que hacer. Cristo
lavó los pies de los discípulos para representarles el valor del lavado
espiritual, y la limpieza del alma de las contaminaciones del pecado.
Nuestro Señor
Jesús hace muchas cosas cuyo significado ni sus discípulos saben en el
presente, pero lo sabrán después. Al final vemos qué era lo bueno de los hechos
que parecían peores.
No es humildad,
sino incredulidad rechazar la oferta del evangelio como si fueran demasiado
ricos para que sea para nosotros o noticia demasiado buena para ser cierta.
Todos los que son
espiritualmente lavados por Cristo tienen parte en Él, y solamente ellos. A
todos los que Cristo reconoce y salva, los justifica y santifica. Pedro se
somete más de lo requerido; ruega ser lavado por Cristo. ¡Cuán ferviente es por
la gracia purificadora del Señor Jesús, y el efecto total de ella, hasta en sus
manos y cabeza! Los que desean verdaderamente ser santificados, desean ser
santificados por completo, y que sea purificado todo el hombre, en todas sus
partes y poderes. El creyente verdadero es así lavado cuando recibe a Cristo
para su salvación. Entonces, véase cuál debe ser el afán diario de quienes, por
gracia, están en un estado justificado, esto es, lavar sus pies; limpiar la
culpa diaria, y estar alertas contra toda cosa contaminante. Esto debe hacernos
sumamente cautos. Desde el perdón de ayer debemos ser fortalecidos contra la
tentación de este día. Cuando se descubren hipócritas, no debe ser sorpresa ni
causa de tropiezo para nosotros.
Fijaos en la
lección que enseña aquí Cristo. Los deberes son mutuos; debemos aceptar ayuda
de nuestros hermanos y debemos darles ayuda. Cuando vemos que nuestro Maestro
sirve, no podemos sino ver cuán inconveniente es dominar para nosotros.
Y el mismo amor
que llevó a Cristo a rescatar y reconciliar a sus discípulos, cuando eran
enemigos, aún influye sobre Él.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 3 (JUAN13:18-30)
18
No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido; mas para que se cumpla
la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar. 19 Desde ahora os lo digo antes que
suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy. 20 De cierto, de cierto os
digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí,
recibe al que me envió. 21 Habiendo
dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de
cierto os digo, que uno de vosotros me
va a entregar. 22 Entonces los
discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba. 23 Y uno de sus discípulos, al cual
Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús. 24 A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién
era aquel de quien hablaba. 25 El
entonces, recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es? 26 Respondió Jesús: A quien yo diere el
pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón.
27 Y después del bocado, Satanás
entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto. 28 Pero ninguno de los que estaban a la
mesa entendió por qué le dijo esto. 29
Porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía:
Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres. 30 Cuando él, pues, hubo tomado el
bocado, luego salió; y era ya de noche.
Vv.
18-30. Nuestro Señor había hablado, a
menudo, de sus sufrimientos y muerte, sin esa turbación de espíritu como la que
ahora devela cuando habla de Judas. Los pecados de los cristianos son la
tristeza de Cristo.
No tenemos que
limitar nuestra atención a Judas. La profecía de su traición puede aplicarse a
todos los que participan de las misericordias de Dios, y las reciben con
ingratitud. Véase al infiel que sólo mira las Escrituras con el deseo de quitarles
su autoridad y destruir su influencia; al hipócrita que profesa creer las
Escrituras, pero no se gobierna por ellas; y al apóstata que se aleja de Cristo
por una nadería. Así, pues, la humanidad, sustentada por la providencia de
Dios, luego de comer pan con Él, ¡alza contra Él su calcañar! Judas salió como
uno cansado de Jesús y de sus apóstoles. Aquellos cuyas obras son malas aman
las tinieblas más que la luz.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 4 (JUAN 13:31-35)
31
Entonces, cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del
Hombre, y Dios es glorificado en él. 32
Si Dios es glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y en
seguida le glorificará. 33 Hijitos,
aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así
os digo ahora a vosotros: A donde yo voy, vosotros no podéis ir. 34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os
améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. 35
En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los
unos con los otros.
Vv.
31-35. Cristo había sido glorificado en
muchos milagros que obró, pero habla de ser glorificado, ahora, en sus
sufrimientos, como si eso fuera más que todas sus otras glorias en su estado de
humillación. Así fue hecha satisfacción por el mal hecho a Dios por el pecado
del hombre. No podemos seguir ahora a nuestro Señor a su dicha celestial, pero
si creemos verdaderamente en Él, lo seguiremos en el más allá; mientras tanto,
debemos esperar su tiempo y hacer su obra.
Antes que Cristo
dejara a los discípulos, les daría un nuevo mandamiento. Ellos tenían que
amarse unos a otros por amor a Cristo y, conforme a su ejemplo, buscar lo que
beneficie al prójimo, y fomente la causa del evangelio, como un solo cuerpo
animado por una sola alma. Este mandamiento aún parece nuevo para muchos
profesantes. En general, los hombres notan cualquiera otra palabra de Cristo
antes que estas. Por esto se revela, si los seguidores de Cristo no se
demuestran amor unos a otros, dan causa para sospechar de su sinceridad.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 5 (JUAN 13:36-38)
36
Le dijo Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy,
no me puedes seguir ahora; mas me
seguirás después. 37 Le dijo Pedro:
Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti. 38 Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás
por mí? De cierto, de cierto te digo: No
cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces.
Vv.
36-38. Pedro pasó por alto lo que Cristo
dijo sobre el amor fraternal, pero habló de aquello sobre lo cual Cristo los
mantuvo ignorantes. Común es tener más celo por saber cosas secretas, que
corresponden sólo a Dios, que por cosas reveladas que nos corresponden a
nosotros y a nuestros hijos; tener más deseo de satisfacer nuestra curiosidad
que dirigir nuestra conciencia; saber qué se hace en el cielo más de lo que
debemos hacer para llegar allá. ¡Qué pronto se deja de hablar sobre lo que es
claro y edificante, mientras se sigue el debate dudoso como lucha interminable
de palabras! Somos dados a tomar mal que nos digan que no podemos hacer esto o
aquello, aunque sin Cristo nada podemos hacer. Cristo nos conoce mejor que
nosotros mismos, y tiene muchas maneras de descubrir a los que ama, y esconder
el orgullo para ellos. Dediquémonos a mantener la unidad del Espíritu en el
vínculo de la paz, a amarnos fervientemente unos a otros con corazón puro, y a
andar humildemente con nuestro Dios.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 6 (JUAN 14:1-11)
1
No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. 2 En la casa de mi Padre muchas moradas
hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3 Y si me fuere y os preparare lugar,
vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. 4 Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. 5 Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues,
podemos saber el camino? 6 Jesús le
dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por
mí.7 Si me conocieseis, también a mi
Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. 8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos el
Padre, y nos basta. 9 Jesús le dijo:
¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que
me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el
Padre? 10 ¿No crees que yo soy en el
Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi
propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.11 Creedme que yo soy en el Padre, y el
Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.
Vv.
1-11. Aquí hay tres palabras sobre las
cuales puede ponerse todo el énfasis: La palabra turbe . No os deprimáis ni os
angustiéis. La palabra corazón . Que su corazón esté guardado con toda
confianza en Dios. La palabra vuestro . Por más que el prójimo esté abrumado
por las penas de esta época actual, vosotros no estéis así. Los discípulos de
Cristo deben mantener su mente en paz, más que el prójimo, cuando todo lo demás
está turbado. He aquí el remedio contra este trastorno de la mente, “Creed”.
Creyendo en Cristo como Mediador entre Dios y el hombre, recibimos consuelo. Se
habla de la dicha del cielo como estar en la casa del padre. Hay muchas
mansiones, porque hay muchos hijos para ser llevados a la gloria. Las mansiones
son viviendas que duran. Cristo será el Consumador de aquello, de lo cual es el
Autor o Iniciador; si tiene preparado el lugar para nosotros, nos preparará
para eso.
Cristo es el
Camino al Padre que los pecadores tienen en su persona como Dios manifestado en
carne, en su sacrificio expiatorio, y como nuestro Abogado. Él es la Verdad,
que cumple todas las profecías del
Salvador;
creyendo eso los pecadores van por Él, el Camino. Él es la Vida, por su Espíritu
vivificador reciben vida los muertos en pecado. Nadie que no sea vivificado por
Él, la Vida, y enseñado por Él, la Verdad, puede acercarse a Dios como Padre
por Él, el Camino. Por Cristo, el Camino, nuestras oraciones van a Dios y sus
bendiciones vienen a nosotros; este es el Camino que lleva al reposo, el buen
Camino antiguo. Él es la Resurrección y la Vida. Todo el que ve a Cristo por
fe, ve al Padre en Él. A la luz de la doctrina de Cristo vieron a Dios como
Padre de las luces y, en los milagros de Cristo vieron a Dios como el Dios del
poder. La santidad de Dios brilló en la pureza inmaculada de la vida de Cristo.
Tenemos que creer la revelación de Dios al hombre en Cristo; porque las obras
del Redentor muestran su gloria, y a Dios en Él.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 7 (JUAN 14:12-17)
12
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las
hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. 13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que
el Padre sea glorificado en el Hijo. 14
Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré. 15 Si me amáis, guardad mis mandamientos. 16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté
con vosotros para siempre: 17 el
Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le
conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en
vosotros.
Vv.
12-17. Cualquier cosa que pidamos en el
nombre de Cristo, que sea para nuestro bien y adecuada para nuestro estado, nos
la dará. Pedir en el nombre de Cristo es invocar sus méritos y su intercesión,
y depender de estos argumentos. El don del Espíritu es un fruto de la mediación
de Cristo, comprado por su mérito y recibido por su intercesión. La palabra
aquí empleada significa abogado, consejero, monitor y consolador. Él permanece
con los discípulos hasta el fin del tiempo; sus dones y gracias alientan sus
corazones. Las expresiones usadas, aquí y en otros pasajes, denotan una
persona, y el oficio mismo incluye todas las perfecciones divinas.
El don del
Espíritu Santo es dado a los discípulos de Cristo, y no al mundo. Este es el
favor que Dios da a sus elegidos: como fuente de santidad y dicha, el Espíritu
Santo permanecerá con cada creyente para siempre.
"ES
FÁCIL CAMBIAR EL CURSO DE LOS RÍOS Y LAS MONTAÑAS,
PERO
DIFÍCIL CAMBIAR LA NATURALEZA DE UN HOMBRE."
ESTUDIO
en Lerma por él
Pr.
Victor R. Preciado Balderrama
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