EL
AMOR DEBE DE SER RECIPROCO
(2Jn
1:3-6) “3 Sea con vosotros gracia,
misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre, en
verdad y en amor. 4 Mucho me
regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad,
conforme al mandamiento que recibimos del Padre. 5 Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo
mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a
otros. 6 Y este es el amor, que andemos
según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como
vosotros habéis oído desde el principio”.
Todos
hemos vivido pensando sólo en nosotros mismos.
Todos hemos vivido como si el universo girara en torno a nuestra pequeña vida. Todos hemos ignorado el amor de Dios. Pero
Jesús vino a demostrarnos una forma diferente de vivir y nos dejó su Sana
doctrina de Cristo.
De hecho, (Romanos 5:8) dice así: "Dios demuestra su amor por nosotros
en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por
nosotros". En Jesucristo, se demuestra un amor totalmente diferente al
amor que nosotros demostramos. El amor de Dios es un amor de otra clase; es un
amor que ocupa un nivel diferente.
Podemos
experimentar ese amor. (Romanos 5:5) dice
que "Dios ha derramado su amor en
nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado". El Espíritu
Santo trae a nuestra vida una experiencia del amor de Dios, sobre todo cuando
comprendemos lo que Cristo hizo en la cruz por nosotros.
Ese amor que
conocemos en Jesucristo trae la responsabilidad de amar a otros también. Jesús nos enseñó que el primer mandamiento
es amar al Señor nuestro Dios, y el segundo es amar a nuestro prójimo. No
se pueden separar las dos cosas; si hemos llegado a conocer el amor de Dios,
tenemos que aprender a amar a los demás. Sin
embargo, es muy fácil que ese deber se convierta en algo fingido, que demos
solamente una apariencia de amor hacia los demás.
¿Cómo
podemos amar de veras? El pasaje que
leeremos hoy nos da algunas pistas. En
la vida, somos llamados a compartir el amor de Dios con dos grupos diferentes
de personas: con la gente del mundo, y con nuestros hermanos en Cristo. Este
pasaje nos enseña como amar a los dos grupos; se enfoca primero en el amor
dentro de la familia de Dios, luego a los de afuera, luego de regreso a la
Iglesia y después otra vez hacia fuera de la misma manera en que, en la vida,
nos movemos entre los dos grupos.
Abramos
la Biblia en (Romanos 12:9-21)
“9 El amor sea sin fingimiento. Aborreced
lo malo, seguid lo bueno.
10
Amaos los unos a los otros con amor
fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.
11
En lo que requiere diligencia, no
perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor;
12
gozosos en la esperanza; sufridos en la
tribulación; constantes en la oración;
13
compartiendo para las necesidades de los
santos; practicando la hospitalidad.
14
Bendecid a los que os persiguen; bendecid,
y no maldigáis.
15
Gozaos con los que se gozan; llorad con los
que lloran.
16
Unánimes entre vosotros; no altivos, sino
asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.
17
No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo
bueno delante de todos los hombres. 18 Si
es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. 19 No os venguéis vosotros mismos,
amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el
Señor.
20
Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale
de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego
amontonarás sobre su cabeza.
21
No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal”.
El
tema del pasaje se encuentra en el versículo 9. Vamos a recoger de este pasaje tres enseñanzas que nos dirán cómo amar
de veras.
1) El amor envuelve
esfuerzo. Sea que se trate del amor de pareja
o el amor entre hermanos en Cristo, el amor es algo que envuelve un esfuerzo. Por
ejemplo, lo que dice el versículo 11.
Si vamos a amar a otros y así servir al Señor, tenemos que ser diligentes. Tenemos que esforzarnos. Aquí
precisamente es donde mucha gente se confunde.
Si
alguien no les cae bien, toman sus sentimientos como pretexto para no
mostrarles amor. Dicen algo así: "Yo no soy hipócrita. No le voy a
hablar bien si no me cae bien". Pero la hipocresía tiene que ver con
la intención, no los sentimientos.
Ser
hipócrita es sonreírle a la cara a alguien mientras hablas mal de él detrás de
sus espaldas. Es ser amable cuando tienes la intención de hacerle daño a la
persona. Pero el simple hecho de que no
sientas amor o ternura, o siquiera amistad, hacia la persona no significa que
no debes de mostrarle amor.
¡Al
contrario! Si sólo tuviéramos la responsabilidad de amar a las personas cuando
sintiéramos ganas de hacerlo, entonces Dios no nos diría aquí que debemos de
servir con el fervor que da el Espíritu. El amor implica un esfuerzo.
Déjenme
ponerles un ejemplo. Si me sirven un pescado
frito, y me invitan a comerlo, no les voy a responder diciendo: "Voy a hacer un esfuerzo muy
grande". Para comerme un pescado frito, no tengo que hacer ningún
esfuerzo, porque ¡me gustan los pescados
fritos! En cambio, a veces sí requiere de un esfuerzo amar.
Por
ejemplo a la esposa que ya no es la misma señorita que estuvo con su esposo en
la luna de miel, por el contrario ahora tiene achaques y arrugas… ¡¡¡Claro
que si, el amar es una decisión y esfuerzo!!!.
Sin
embargo, el Espíritu Santo está presente para darnos fuerzas, si estamos
dispuestos a buscar de Él. Por lo general, sucede
algo muy interesante cuando hacemos el esfuerzo de mostrar amor hacia las
personas que no nos caen muy bien.
¡Nuestros
sentimientos hacia ellos empiezan a cambiar también! Pero todo tiene que
empezar con un esfuerzo, con una intención. El amor envuelve esfuerzo.
2) La segunda cosa
que nos enseña este pasaje acerca del amor es que el amor se pone en el lugar
del otro. Esto es, en realidad, la esencia
del amor. El amor se ve cuando sólo queda una soda, y el esposo se lo da a su
esposa porque la ama. El amor se ve
cuando tenemos la sensibilidad para notar que otra persona está triste, en
lugar de sólo estar conscientes de nuestros propios sentimientos.
Observen las
formas en que Pablo nos llama a poner a otros primero. En el versículo 10 nos llama a respetarnos y honrarnos mutuamente.
No a obligar a
los demás a respetarnos, sino a mostrar respeto y honra a todos. El versículo 16 completa esta idea:
"no se crean los únicos que saben". El versículo 13 nos dice que
ayudemos a los hermanos necesitados. En lugar de enfocarnos en nuestra
propia necesidad, busquemos a la persona que Dios nos está llamando a ayudar.
El versículo 15 nos llama a aprender a tener empatía con los demás: a celebrar
con ellos sus logros, y llorar con ellos en sus tristezas y derrotas. ¿Te das
cuenta cómo todo esto se resume con ponerse en el lugar del otro? Jesús lo dijo
así: (Lucas 6:31) "Traten a los
demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes". Aprende a ponerte en el lugar de la otra
persona, a sentir lo que está sintiendo, a ver sus necesidades. Esto es amar.
Fíjate que esto
es precisamente lo que Dios ha hecho con nosotros. El se identificó tanto con
nosotros que El mismo se hizo uno de nosotros. Dios se hizo hombre. Podría haber mandado un ángel para traernos unos
regalos, y sería bastante generosidad. Pero El hizo mucho más de eso; vino a
vivir en nuestra carne, a sentir lo que sentimos, a conocer nuestra vida desde
adentro.
Si Dios así nos
ha amado, nosotros también podemos aprender a hacerlo. El amor se pone en el
lugar del otro. Ahora bien, hasta aquí
hemos hablado del amor entre hermanos en Cristo, en la familia cristiana, en la
Iglesia. ¿Cómo podemos amar de veras a los de afuera?
3) La respuesta es
la tercera cosa que vamos a recoger de este pasaje: el amor devuelve bien por
mal. Observa lo que dice el verso 14. ¿Te han perseguido por ser
creyente en Jesucristo? ¿Se han burlado de ti? ¿Se han reído de tu fe? Cuando
Jesucristo estuvo ante sus acusadores, El se mantuvo callado. No les devolvió
las ofensas que ellos le aventaban.
El
nos llama a hacer lo mismo; a responder a las ofensas con bendición. (1Pedro
2:21-24) “21 Pues para esto
fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos
ejemplo, para que sigáis sus pisadas; 22
el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; 23 quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando
padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; 24 quien llevó él mismo nuestros
pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los
pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.
El
versículo 17 nos dice lo mismo. Aunque
nos hagan mal, no podemos pagarles con la misma moneda; conocemos a Cristo, y
El nos ha llamado a ser diferentes. ¿Será entonces que, si hacemos esto,
estaremos en paz con todos? No necesariamente. Mira el versículo 18: debemos vivir
en paz, hasta donde dependa de nosotros. Algunas personas simplemente no
querrán vivir en paz con nosotros. Pero debemos de procurar la paz con todos,
hasta donde podamos.
Pero ¿qué hacemos
con todo el daño que nos hacen? ¿Qué hacemos con esos sentimientos de
impotencia, de frustración, de coraje? Tenemos dónde dejarlos - en las manos de
Dios. Así los dicen los versículos 19 y
20. Dios dice: "Mía es la
venganza", y podemos estar seguros de que El se encargará de hacer
justicia. El hecho de que nosotros no tomemos venganza no significa que la
gente que nos maltrata se vaya a salir con la suya. Podemos confiar en que Dios
hará justicia.
Si recordamos
eso, podemos vivir el versículo 21.
En lugar de dejarnos vencer por el mal, podemos vencer el mal con el bien.
Ahora te pregunto: ¿Estás amando de
veras? El amor que debe prender fuego a tu corazón no es el amor de los demás.
Si
tú sólo amas a tus hermanos en la medida que ellos te aman, nunca vas a
superarte.
Más bien, la
chispa de amor que tiene que encender un fuego en nuestro corazón es el amor de
Dios. Es sólo si has conocido a Cristo
que podrás amar así. Es sólo si su amor está en tu corazón que podrás
sorprender a los demás con tu amor. Quizás en esta mañana Dios te esté
hablando de algo que tengas que cambiar. Quizás tengas que reconciliarte con
alguien. Quizás tengas que hacer algo. Te
invito, ante Dios, a decidir ahora mismo que lo vas a hacer.
Predica
en Lerma por: Pastor Víctor Ramón Preciado Balderrama
Hola hermanos les saludo
con mucho amor en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo, y con un solo
propósito de que sean edificados sus vidas y sus ministerios, me gozo el saludarles
y el que Dios me dé la oportunidad de servirles si me lo permiten, y con todo
respeto a su doctrina o denominación, mi único interés es que corra la Sana Doctrina de Cristo,
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1 comentario:
Hermosa palabra de aliento y mandamiento divino del Sr. Dios bendiga a Mexico y a los hermanos Unidos en cristo. Los abrazo fuertemente. Saludos desde Argentina. BENDICIONES.
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