lunes, 2 de septiembre de 2013

LA SANA DOCTRINA DE CRISTO NOS ENSEÑA ESTAR FIRMES EN LA GRACIA

LA SANA DOCTRINA DE CRISTO NOS ENSEÑA ESTAR FIRMES EN LA GRACIA

(Juan 14:15) “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. (Juan 14:21) “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”.
Aquí hay una profunda verdad: el conocimiento de Jesús, llamada la Doctrina de Cristo lleva al conocimiento del Padre. (2Juan 1:9) “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo”.

Voy a tratar de ilustrar por medio de esta experiencia de un conductor al ser detenido por la policía de Los Ángeles California U.S. Por exceso de velocidad. Reconoció ante el oficial su culpabilidad, pero éste le dijo que tendría que comparecer ante el juez. Cuando el automovilista llegó a corte, el juez le preguntó: ¿Culpable, o inocente? El chofer, siendo culpable, se declaró como tal. El juez dictó sentencia: Diez dólares de multa, un dólar para cada milla en exceso del límite.
De repente, el juez reconoció al chofer. Dijo: “Usted ha violado la ley, y la multa tiene que ser pagada. Yo se la pagaré”. Con eso, el juez sacó un billete de diez dólares de su propio bolsillo y lo adjuntó al registro de la infracción. Luego, ¡le invitó al Sr. Chofer que era su conocido a cenar con él en un buen restaurante!

Así, es como Dios trata al pecador arrepentido. Le paga la pena de su pecado, y le da bendiciones que jamás se podría merecer. Esta pequeña historia es un prototipo de la gracia que disfrutamos en Cristo Jesús. Estamos hablando acerca de la vida en Cristo, que es una vida de paz con Dios. Cuando nosotros llegamos a tener fe en Jesucristo, somos reconciliados con Dios. ¡Ya no hay enemistad entre nosotros! ¡Ya no tenemos por qué escondernos de Él! Es una gran bendición.

Hoy veremos que la vida en Cristo es una vida de dos bendiciones más: es una vida fundada en la gracia, y es una vida de gozo, en toda circunstancia. (Romanos 5:2-4) “2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. 3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza”.

Hablemos primeramente de lo que describe el versículo 2, la gracia que nos mantiene firmes. La Palabra nos dice que, por medio de Jesucristo, tenemos acceso a la gracia, en la que nos mantenemos firmes. ¿Qué es la gracia? La gracia es favor o preferencia que no se gana. Si se merece, no es gracia. Si tu hijo se porta bien y le das una paleta, eso no es gracia; es una recompensa. Muchos de nosotros seguimos tratando de ganarnos la gracia de Dios, cuando no se puede ganar. Es algo que sólo se puede recibir, por fe.

Cuando llegas a comprender la gracia de Dios, todo cambia. Si tú asistes a la iglesia y le sirves al Señor, le das tu ofrenda y diezmo, y tratas de evitar el pecado porque quieres que Dios te ame, nunca podrás estar firme. ¡Siempre tendrás en un rincón de tu mente el temor de que un día le falles a Dios, y que así El ya no te quiera!


Pero ¿Cómo es que nos mantenemos firmes, según lo que hemos leído? No es por obras, no es por lo que hacemos, sino por gracia. Cuando conocemos a Cristo y confiamos en Él, Jesucristo nos abre la puerta a la gracia - y es en la gracia de Dios que nos mantenemos firmes, que estamos de pie sobre una roca inconmovible.
(1Corintios 10:1-5) “1 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; 2 y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, 3 y todos comieron el mismo alimento espiritual, 4 y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. 5 Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto”.

Cuando llegas a comprender esa gracia, ya no te preocupas por tratar de lograr que Dios te quiera. Asistes a la iglesia no por obligación si no porque quieres adorar al Dios que te amó tanto que envió a su Hijo a morir por ti. Sirves al Señor porque quieres que otros lo conozcan también. Das tu diezmo y ofrenda con alegría porque quieres ver que el Reino de Dios avance. Tienes la confianza que no tambalearás, porque por fe, estás firme en la gracia. (Romanos 5:2) “por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”.

A veces, en los conciertos, se les da a ciertas personas una entrada de acceso total. Esto significa que pueden entrar a partes del estadio o salón que normalmente están cerradas al público. Si una persona que no posee una de estas entradas trata de ir tras bastidores, se encontrará con la mano levantada de un miembro del equipo de seguridad, prohibiéndole la entrada.
En cambio, quien posee una entrada de acceso total encontrará más bien una puerta abierta. Jesús es nuestra entrada de acceso total a la gracia de Dios. Por medio de la fe en Jesús, llegamos a ser favorecidos por Dios - no porque lo hemos ganado, sino porque El nos recibe por amor.

Si estamos firmes en su gracia, sabemos que estaremos con Jesucristo para siempre. Sabemos que Jesucristo estará con nosotros todo el tiempo ahora. Sabemos que El nunca nos dejará en un callejón sin salida, sino que Jesucristo siempre estará presente para socorrernos. No depende de los favores que le hayamos hecho a Jesucristo, sino del favor inmerecido que Jehová Dios nos demuestra cuando confiamos en Jesucristo. La vida en Cristo es una vida firme, por gracia.
(2Juan 1:2-4) “2 a causa de la verdad que permanece en nosotros, y estará para siempre con nosotros: 3 Sea con vosotros gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y en amor. 4 Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre”.

La vida en Cristo es también una vida de gozo en toda circunstancia. Alguien podría preguntar: si por medio de Jesucristo los creyentes tenemos acceso a la gracia de Dios, ¿por qué todavía sufrimos? ¿Por qué no nos va todo de maravilla? En el cielo, será así; pero mientras estemos en este mundo, nos regocijamos - no a causa de los sufrimientos, sino en medio de ellos.



(Efesios 3:8-13) “8 A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, 9 y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios,  que creó todas las cosas; 10 para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, 11 conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, 12 en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él; 13 por lo cual pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros, las cuales son vuestra gloria”.
La vida en Cristo no es una vida libre de sufrimientos. Cuando Pablo y Bernabé estaban animando a los nuevos creyentes en las iglesias que ellos acababan de plantar, les decían: (Hechos 14:22) "Es necesario pasar por muchas dificultades para entrar en el reino de Dios". El reino de Dios es para los valientes, no para los que se buscan una vida fácil.

Pero cuando conocemos a Cristo, podemos tener gozo en toda circunstancia, aun en medio del sufrimiento. Podemos ver por lo menos dos razones para tener gozo. La primera razón está en (Romanos 5:2) “por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”. Si estamos en Cristo, sabemos que un día veremos la gloria de Dios, y moraremos siempre en El.

Los alpinistas invierten largas horas y considerable dinero en prepararse para trepar las montañas. ¿Cuál es su recompensa? Su recompensa es el paisaje que verán cuando lleguen a la cumbre. Nosotros estamos subiendo el monte del Señor, y cuando lleguemos a la cumbre, veremos algo mucho más bello que cualquier paisaje en este mundo. Veremos la gloria de Dios. (Romanos 1:20) “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”.

Si alguna vez has sentido la alegría que nace en el corazón al estar frente a algo impresionante - quizás una puesta del sol, un lago al amanecer, el mar durante una tempestad - has visto un pequeño destello de la gloria de Dios. La Biblia dice que el cielo cuenta su gloria. Pero un día, podremos morar en un lugar donde la gloria de Dios se verá claramente. (Salmos 19:1) “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.

¡Nunca nos cansaremos de verlo! Por eso, este viaje vale la pena. Pero hay una segunda razón por la que nos podemos gozar en medio de toda circunstancia. El sufrimiento, para nosotros, tiene un propósito. En la vida de la persona que no conoce a Cristo, el sufrimiento no tiene sentido.

En cambio, cuando conocemos a Cristo, llegamos a saber que la prueba puede ser usada por Dios para formar nuestro carácter. Podemos aguantar, porque sabemos que tiene un propósito. Es algo así como el piquete de aguja cuando recibimos una vacuna; duele, pero lo aguantamos, porque sabemos que es para bien.



(Romanos 5:1-5) “1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; 2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. 3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”.

La prueba produce perseverancia en nosotros; en lugar de ser inmaduros y volubles, llegamos a ser firmes. Esto produce madures de carácter. Al ver que nuestro carácter va cambiando, sentimos más gozo - porque esto confirma la obra de Jehová Dios en nosotros y el glorioso futuro que Jesucristo tiene preparado para nosotros. Cuando nos damos cuenta de que somos más pacientes que antes, cuando vemos que somos más sensibles a las necesidades de los demás, cuando los problemas ya no nos desesperan, sabemos que Dios está trabajando - y que El no abandona su trabajo. (Filipenses 1:6) “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra,  la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”.

¿Cuál es la diferencia cuando sufren los justos? ¡Ellos son los únicos que lo pueden aguantar! Esto es una profunda verdad: cuando estamos en Cristo, el sufrimiento no es inaguantable. Dios está con nosotros, y El sigue obrando.

La vida en Cristo es una vida que es firme por la gracia de Dios, y es una vida de gozo en cualquier circunstancia. ¿Estás viviendo esta vida? ¿La estás disfrutando? Si no, ¿por qué no? Pon tu mirada en Cristo, no en lo que te rodea. No mires la enfermedad, no mires al gobierno, no mires a los demás. Mira a Cristo, y se fuerte en Jesucristo y en su gracia.

Predica en Lerma por: Pastor Víctor Ramón Preciado Balderrama
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