LO PEOR DE MIRAR ATRÁS ES QUE TE HACE VOLVER ATRÁS
Con
todo el contexto de las Sagradas Escrituras, podremos entender mucho mejor, que
no es solo mirar, sino volver atrás porque, nos daña nuestra relación con
nuestro Padre Celestial: (Lucas 9:62) “Y Jesús le dijo:
Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el
reino de Dios”. ¿Qué cosas del pasado
debemos dejar atrás? ¿Cómo nos mantenemos al paso del Reino de Jehová?
Ésta es una seria advertencia, dada por Jesucristo por más de dos mil años, es
hoy más importante que nunca: (Luc.
17:31,32) “31
En aquel día, el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a
tomarlos; y el que, en el campo, asimismo no vuelva atrás. 32 Acordaos de la mujer de Lot”. ¿Por qué debemos acordarnos de la esposa de Lot? ¿Cómo
destacó Jesús la importancia de no mirar atrás? ¿Por qué volvió la vista
atrás? Pudo ser por
curiosidad, por falta de fe, o tal vez porque añoraba lo que dejaba en aquella
ciudad. Sea cual sea la razón, pagó su desobediencia con la vida. ¡Murió el mismo día que los depravados
habitantes de Sodoma y Gomorra! Con razón dijo Jesús: “Acuérdense de la
esposa de Lot”. Muchos de nosotros
conocemos muy bien el relato: mientras huía de Sodoma con su familia,
aquella mujer desobedeció la orden de no mirar atrás y se transformó en una
estatua de sal ¿Por qué miró atrás la esposa de Lot, y cómo pagó su
desobediencia? (Génesis 19:17, 26) “17 Y
cuando los hubieron llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida; no mires tras
ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas.
26 Entonces la mujer
de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió
estatua de sal”. (Hebreos 10:37-39)
“37 Porque aún un poquito, y el que
ha de venir vendrá, y no tardará. 38 Mas
el justo vivirá por fe; Y si
retrocediere, no agradará a
mi alma. 39 Pero nosotros no somos de los que
retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación
del alma”. (2Pedro2:20-22) “20 Ciertamente, si habiéndose ellos
escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y
Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer
estado viene a ser peor que el primero. 21
Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que
después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue
dado. 22 Pero les ha acontecido lo
del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a
revolcarse en el cieno”.
Para
los cristianos de hoy día, especialmente los que estamos estudiando la Sana
Doctrina de Cristo, también es vital no mirar atrás.
Jesús destacó esta idea cuando cierto hombre le preguntó si antes de hacerse
discípulo podía ir a despedirse de su familia. Esta fue su respuesta: (Luc. 9:62) “Y Jesús le dijo: Ninguno que
poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”. ¿Fue Jesús demasiado brusco o exigente
con él? No. Él sabía que su
petición no era más que una excusa para eludir su responsabilidad, y por eso lo comparó a un labrador que
“mira a las cosas que deja atrás”. No importa si solo echa un
vistazo rápido o si suelta el arado y se gira para mirar; en ambos casos está
desatendiendo su obligación y puede dañar su trabajo.
ENTONCES: ¿En qué debemos concentrarnos?
Bueno; Es
de suma importancia que, en lugar de fijar la atención en el pasado, nos
concentremos en lo que tenemos delante. Las Sagradas Escrituras, dice sin rodeos: (Pro. 4:25) “En cuanto a tus ojos, directamente adelante deben mirar,
sí, tus propios ojos radiantes deben mirar con fijeza directamente enfrente de
ti”. ¿Qué razón tenemos para no mirar hacia las cosas que dejamos atrás? Hay una razón muy poderosa para que los
cristianos no miremos hacia las cosas que dejamos atrás. ¿Cuál? Que vivimos en “los últimos días” (2 Tim. 3:1) “También
debes saber esto: que en los postreros
días vendrán tiempos peligrosos”. Lo que se avecina no es la
destrucción de dos ciudades depravadas, sino la de todo este mundo malvado.
¿Qué debemos hacer para no caer en el mismo error que la esposa de Lot? Lo
primero es identificar qué cosas de nuestro pasado pueden hacer que volvamos la
vista atrás (2 Cor. 2:10,11) “10 Y al que vosotros perdonáis, yo
también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por
vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, 11 para que satanás no gane
ventaja alguna sobre nosotros; pues
no ignoramos sus maquinaciones”. Así pues, analicemos tres de ellas y
veamos cómo evitar que atraigan nuestra mirada.
LOS VIEJOS TIEMPOS. ¿Por qué no
podemos siempre confiar en nuestra memoria? Uno de los principales peligros es que idealicemos los viejos
tiempos. Al pensar en cómo
era nuestra vida antes, la
memoria puede traicionarnos llevándonos a exagerar los buenos recuerdos
y minimizar los problemas del pasado.
Esta visión distorsionada del ayer
puede hacer que nos invada la nostalgia. Pero las Sagradas Escrituras, nos
advierte: (Ecl. 7:10) “Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos
pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con
sabiduría”. Pero ¿por qué es tan peligroso añorar los viejos tiempos? (Ecl. 7: 7-9) “7
Ciertamente la opresión hace entontecer al sabio, y las dádivas corrompen el corazón.
8 Mejor es el fin del negocio que su
principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu. 9 No
te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios”.
Pensemos
en un ejemplo,
en lo que les sucedió a los israelitas en tiempos de Moisés.
Aunque al principio los egipcios los trataban como invitados, tras la muerte de
José “pusieron sobre ellos jefes de trabajos forzados con el propósito de
oprimirlos mientras llevaban sus cargas” (Éxo.
1:8-14) “8 Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no
conocía a José; y dijo a su
pueblo: 9 He aquí, el pueblo de los hijos
de Israel es mayor y más fuerte que nosotros. 10 Ahora, pues,
seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo
guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se
vaya de la tierra. 11 Entonces pusieron sobre ellos comisarios
de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y
Ramesés. 12 Pero cuanto más los
oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios
temían a los hijos de Israel. 13 Y
los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza, 14 y amargaron su vida con dura
servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su
servicio, al cual los obligaban con
rigor”. De hecho, el faraón ordenó una forma de genocidio (una horrible
matanza de niños) para impedir que el pueblo de Dios siguiera aumentando (Éxo. 1:15,16,22) “15 Y habló el rey de
Egipto a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifra, y
otra Fúa, y les dijo: 16 Cuando asistáis
a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo, matadlo; y si es
hija, entonces viva. 22
Entonces Faraón mandó a todo su pueblo, diciendo: Echad al río a todo hijo que nazca, y a toda hija preservad
la vida”. Tan grave era su situación que Jehová le dijo a Moisés: (Éxo. 3:7) “Dijo luego Jehová: Bien he
visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa
de sus exactores; pues he conocido sus angustias”. Pensemos en todas las
manifestaciones del Poder de Jehová Dios de que fueron testigos.
¡Qué
inmensa alegría debieron de sentir al ser liberados de su esclavitud! ¿Verdad?
Para empezar, habían visto cómo Jehová empleó su poder de forma espectacular y
envió diez plagas contra el altivo faraón y su pueblo (Éxodo 6:1,6,7) “1 Jehová
respondió a Moisés: Ahora verás lo que YO haré a Faraón; porque con mano fuerte
los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su tierra. 6 Por tanto,
dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las
tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con
brazo extendido, y con juicios grandes; 7
y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy
Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto”. En segundo lugar, los egipcios
no solo los dejaron salir de Egipto, sino que se lo rogaron, y hasta les
entregaron una gran cantidad de oro y plata. Tanto es así que la Biblia afirma
que los israelitas “despojaron a los egipcios” de muchas de sus riquezas (Éxo. 12:33-36) “33 Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de
la tierra; porque decían: Todos somos muertos. 34 Y llevó el pueblo su masa antes que se leudase, sus masas
envueltas en sus sábanas sobre sus hombros. 35 E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de
Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y de oro, y vestidos. 36 Y Jehová dio gracia al pueblo
delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los
egipcios”. Finalmente, tuvieron la alegría de presenciar el fin del faraón y
sus soldados en el mar Rojo (Éxo.
14:30,31) “30 Así salvó Jehová
aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. 31 Y vio Israel aquel grande hecho que
Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a
Jehová y a Moisés su siervo”. Sin
duda, ser testigos presenciales de aquellos emocionantes sucesos fortaleció
mucho su fe.
Para
que esta Poderosa Palabra de Dios haga el efecto en nosotros, tenemos que
tomarla como un ejemplo para cada una de nuestras vidas, para la cual nuestro
Padre Celestial la envió a nuestras vidas para que tome vida en ti y en mi,
acompáñenme a leer: (Romanos 15:4) “Porque las cosas que se Escribieron antes,
para nuestra enseñanza se Escribieron,
a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos
esperanza”. Y también el Libro de:
(1 Corintios 10:11) “Y estas cosas les acontecieron como
ejemplo, y están Escritas para amonestarnos a nosotros, a
quienes han alcanzado los fines de los siglos”. Por esta razón es tan
sorprendente que, poco después de su milagrosa liberación, los israelitas
comenzaran a murmurar. ¿De qué? ¡De la
comida! Descontentos con lo que Jehová les proporcionaba, exclamaron en son
de queja: “¡Cómo nos acordamos del pescado que comíamos de balde en Egipto, de
los pepinos y las sandías y los puerros y las cebollas y el ajo! Pero ahora
nuestra alma se halla seca. Nuestros ojos no se posan en cosa alguna sino en el
maná” (Núm. 11:5,6) “5 Nos acordamos del pescado que
comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las
cebollas y los ajos; 6 y ahora
nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos”. Se habían
vuelto tan miopes que pretendían volver al mismo lugar donde antes habían sido
esclavos (Núm. 14:2-4) “2 Y se quejaron contra Moisés y contra
Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto;
o en este desierto ojalá muriéramos! 3 ¿Y por qué nos trae Jehová a
esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean
por presa? ¿No nos sería mejor
volvernos a Egipto? 4 Y
decían el uno al otro: Designemos un capitán,
y volvámonos a Egipto”. Su obsesión por las cosas que habían
dejado atrás los llevó a perder la aprobación de Jehová (Núm. 11:10) “Y oyó Moisés al pueblo,
que lloraba por sus familias, cada uno a la puerta de su tienda; y la ira de
Jehová se encendió en gran manera; también le pareció mal a Moisés”.
Entonces…: ¿Qué es lo que aprendemos de lo que les
sucedió a los israelitas? ¿Cuál es la enseñanza de todo esto? Cuando
afrontamos problemas, no debemos idealizar el pasado pensando que la
vida que llevábamos, incluso
antes de conocer la Verdad, era
mejor. Claro, no hay
nada de malo en que meditemos en nuestros actos para aprender de ellos o que
reflexionemos con cariño en los buenos recuerdos. Pero es importante que mantengamos una perspectiva realista.
Si perdiéramos el equilibrio,
podríamos llegar a sentirnos tan descontentos con nuestras circunstancias que
deseáramos volver a nuestra vida anterior (2 Pedro 2:20-22) “20
Ciertamente, si habiéndose ellos
escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son
vencidos, su postrer estado
viene a ser peor que el primero. 21
Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido,
volverse atrás del santo mandamiento
que les fue dado. 22 Pero
les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno”.
LOS
SACRIFICIOS DEL PASADO. ¿Cómo ven algunos cristianos los
sacrificios que hicieron?
Por
ejemplo,
cuando se vive del recuerdo y solo no pueden avanzar porque están atorados
en una falsa añoranza. Lamentablemente,
algunos cristianos ven sus sacrificios como oportunidades desaprovechadas.
Tal vez renunciaron a cursar estudios avanzados, alcanzar un puesto importante
o buscar cierta seguridad económica. O quizás dejaron atrás carreras muy
lucrativas en el mundo de los negocios, el espectáculo, la educación o los
deportes. Pero ven que ha pasado el tiempo, y el fin todavía no ha llegado.
Entonces puede que fantaseen y se pregunten: ¿Adónde habría llegado yo si no
hubiera hecho aquellos sacrificios? Veamos
otro ejemplo que nuestro Padre Celestial no da por medio de la vida del apóstol
Pablo: ¿Cómo consideraba Pablo
todo lo que había dejado atrás? El apóstol Pablo dejó atrás muchas
oportunidades cuando se hizo cristiano (Fili. 3:4-6) “4 Aunque yo tengo también
de qué confiar en la carne. Si
alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: 5 circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de
Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; 6 en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la
justicia que es en la ley, irreprensible”. Les
pregunto a cada uno de Ustedes: ¿Acaso
alguna vez se arrepintió de haberlo hecho? Él mismo responde: (Fili.
3:7,8) “7 Pero cuantas cosas
eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. 8 Y ciertamente, aun
estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de
Cristo Jesús, mi Señor,
por amor del cual lo he perdido todo,
y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”. Tal como nadie añora una bolsa de basura
que ha tirado al contenedor, Pablo nunca se arrepintió de haber desechado lo
que el mundo le ofrecía. Para
él, ya no tenía ningún valor.
Pero…: ¿Cómo podemos imitar el ejemplo
del apóstol Pablo? Si notamos que estamos empezando a pensar demasiado
en oportunidades “desaprovechadas”, haríamos bien en imitar a
Pablo. ¿Cómo?
Apreciando lo que ahora tenemos. Ciertamente, nuestra relación con
Jehová Dios y nuestro historial de fidelidad tienen un valor incalculable (Heb. 6:10) “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de
amor que habéis mostrado hacia su Nombre, habiendo servido a los santos
y sirviéndoles aún”. Además, lo que este mundo pueda ofrecernos no tiene ni
punto de comparación con el inmenso valor de las bendiciones espirituales de
que disfrutamos hoy y las que llegarán en el futuro (Marcos 10:28-30) “28
Entonces Pedro comenzó a decirle: He
aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. 29
Respondió Jesús y dijo: De cierto
os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas,
o padre, o madre, o mujer,
o hijos, o tierras, por causa de mí y del Evangelio,
30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas,
hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo
venidero la vida eterna”. ¿Cómo podemos
seguir fielmente adelante? Unos
versículos después, el propio Pablo explicó cómo lo lograba él: (Fili. 3:13,14) “13 Hermanos, yo mismo no
pretendo haberlo ya alcanzado; pero
una cosa hago: olvidando
ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de
Dios en Cristo Jesús”. El apóstol destacó dos pasos que son
imprescindibles. Primero, olvidar las cosas que dejamos atrás,
en lugar de malgastar nuestro valioso tiempo y energías preocupándonos en
exceso por el pasado. Y segundo,
“extendernos” hacia adelante para alcanzar nuestro
objetivo, como si fuéramos atletas que están cruzando la línea de
llegada. ¿Cómo nos beneficia meditar
en el ejemplo de otros siervos fieles de Dios? El ejemplo de otros
siervos fieles de Dios, también
puede ayudarnos a seguir hacia delante sin detenernos a mirar las cosas que
dejamos atrás.
Pensemos en Abrahán
y Sara, quienes abandonaron un estilo de vida cómodo
en la ciudad de Ur. Las
Sagradas Escrituras, explican que: (Heb. 11:13-15) “13 Conforme a la fe
murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos,
y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos
sobre la tierra. 14 Porque
los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 15 pues si hubiesen estado pensando en
aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver”. Pero no lo
hicieron. Otro caso es el de
Moisés. Cuando se fue de Egipto por primera vez, dejó atrás mucho más
de lo que ningún otro israelita dejó después. Pero no hay registro de que añorara
aquello a lo que renunció. Al contrario, (Heb.
11:26) “teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los
tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón”. ¿Por qué? “Porque miraba atentamente hacia el pago del
galardón”. LAS MALAS EXPERIENCIAS.
Injusticias. Si hemos sufrido una
injusticia, o al menos así
nos lo parece, podríamos
sentirnos como Habacuc, quien
clamó a Jehová por justicia al no
entender por qué permitía ciertas situaciones injustas
(Hab. 1:2,3) “2 ¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti
a causa de la violencia, y no salvarás? 3
¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y
violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan”. ¿Qué haremos en ese caso? Es importante que imitemos la fe de este
profeta, quien afirmó:
(Hab. 3:18) “¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron?”.
Al igual que hizo Jeremías, otro profeta de la antigüedad, debemos mantener
“una actitud de espera”. Tengamos plena fe en que Jehová, el Dios de la
justicia, pondrá todo en su sitio en el momento debido (Lam. 3:19-24) “19
Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel; 20 Lo tendré aún en memoria, porque mi
alma está abatida dentro de mí; 21
Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto, esperaré. 22 Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque
nunca decayeron sus misericordias. 23
Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. 24 Mi porción es Jehová,
dijo mi alma; por tanto, en él esperaré”. ¿Cómo seguimos el consejo de
Jesús? “Acuérdense de la esposa de Lot”. Vivimos en tiempos muy emocionantes.
Están ocurriendo acontecimientos históricos, y aún nos esperan muchos más. Es
vital que nos mantengamos al paso de la organización de Jehová. ¿Cómo?
Obedeciendo el consejo bíblico de siempre mantener la vista fija hacia
adelante, nunca hacia las cosas que dejamos atrás. Así seguiremos el consejo de
Jesús: “Acuérdense de la esposa de Lot”. Predicador de la Sana Doctrina de Cristo: Víctor. Si usted no tiene la intención de guardar esta hoja, tenga la amabilidad de
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cristianos, se permite fotocopiar esta hoja (por favor no cambiar el texto).
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