04 de Marzo de 2018
QUÉ
HACER CUANDO EL ALMA SE SIENTE CANSADA Y FATIGADA
(Salmos
4:8) “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque
solo tú, Jehová, me haces vivir confiado”. (Salmos
3:5) “Yo me acosté y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba”. Siempre he estado fascinado con el
repentino cambio en los discípulos antes y después de la Resurrección. Un minuto antes están derrotados,
y al minuto siguiente están muy
animados. Un minuto antes
están desbastados, y al
minuto siguiente están seguros. Un
minuto antes están lamentándose, y al
minuto siguiente están tomando el mundo. ¿Qué hizo la diferencia? Cuando conoces personalmente a
Jesucristo resucitado, te conviertes en una persona más segura. Esto se
puede ver en los discípulos en, (Juan
20:19,20) “19 Cuando llegó la
noche de aquel mismo día, el primero
de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los
discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en
medio, les dijo: Paz a vosotros. 20
Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los
discípulos se regocijaron viendo al Señor”. Podemos ver que los discípulos estaban cansados. La causa
más común del desánimo es el agotamiento físico y emocional. Las cosas se ven
peor cuando estás cansado. Cuando estás cansado, tú pierdes confianza. Es así
de simple. ¿Cuál es el remedio? No hace falta ser un genio para entender esto.
El remedio para el agotamiento físico, emocional y la falta de confianza, ¡ES EL DESCANSO! (Salmos 127:1,2) “1 Si Jehová no edificare la casa, en
vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, en vano
vela la guardia. 2 Por demás es que os levantéis de
madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de
dolores; Pues que a su amado dará
Dios el sueño”. Jehová Dios da descanso a sus amados. A veces la cosa
más espiritual que puedas hacer es irte a dormir. Es increíble cómo puedes ver mucho mejor las cosas después de haber
dormido bien en la noche.
Nunca
vas a estar lo mejor que puedas, si no estás descansando.
¿Qué te está impidiendo no descansar lo suficiente? ¿Cómo podría el agotamiento
físico y emocional impedir que hagas las cosas que Dios ha planeado para ti? La
fatiga del alma, es una realidad que oprime a las personas, entre las que se
encuentran lamentablemente los cristianos, y digo “LAMENTABLEMENTE” porque
no deberíamos de estar oprimidos; sin
embargo, el diablo se las arregla para hacer penetrar dentro de nosotros,
lo que llamaremos “FATIGA DE ALMA”, la que muchas veces se confunde
con la fatiga del cuerpo. En numerosas oportunidades decimos: “¡Estoy cansado! ¡Estoy agobiado!
¡Me duele todo!” Y da la impresión de ser un cansancio físico,
pero en realidad es un cansancio del
alma que afecta el cuerpo. No tiene que ver con haber trabajado mucho, no se trata de un cansancio físico, sino
que tiene que ver con el alma y la mente, con la voluntad y las
emociones; en otras palabras, tiene que ver con todo lo que sucede en
ésta área de tu corazón y afecta la carne o el cuerpo, es por eso que aparecen
las complicaciones psicosomáticas
que es lo relacionado con mente y
el cuerpo. Dicho de otra
manera, la inestabilidad de la mente, de la voluntad y las emociones afectan
también el cuerpo. Quiero
hacer énfasis en que nosotros tenemos que saber diferenciar entre una fatiga
física y una fatiga del alma.
Por
favor acompáñenme a un ejemplo claro, en: (Génesis 26:34,35) “34
Y cuando Esaú era de cuarenta años, tomó por mujer a Judit hija de Beeri heteo,
y a Basemat hija de Elón heteo; 35 y
fueron amargura de espíritu para Isaac y para Rebeca”. No sólo las suegras
producen amargura sino también las nueras y los yernos. También dice en: (Génesis 27:46) “Y dijo Rebeca a Isaac:
Fastidio tengo de mi vida, a causa de las hijas de Het. Si Jacob toma mujer de
las hijas de Het, como éstas, de las hijas de esta tierra, ¿Para qué quiero la
vida?”. ¡Eran bravas las heteas!
Los descendientes de los heteos
formaban parte de las naciones cananeas, las que Dios decidió barrer de la faz de la tierra porque tenían
costumbres abominables. Hay
circunstancias que atravesamos que están exclusivamente diseñadas para
amargarnos la vida, para robarnos la fe, la esperanza. Hay circunstancias diseñadas para
destruirnos, hay
circunstancias que nos meten en profundas soledades, amarguras, fracasos; y
por lo visto parece ser que esas circunstancias se reciclan dentro de nuestro
corazón, de nuestra mente, para mantenernos en debilidad, en zozobra, para
mantenernos en un estado de naufragio, de
tal menara que estemos tan abocados a esos problemas que no podemos atender lo
que verdaderamente debemos atender. Dice la Palabra de Dios en (Filipenses
4:6,7) “6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros
pensamientos en Cristo Jesús”. La fatiga del alma se aloja en el corazón
y en nuestra mente, y tiene que ver con sentimientos y pensamientos.
Estos se instalan y se reciclan y dan vueltas y vueltas, y nosotros creemos que
la solución está aquí o allá, pero las Sagradas Escrituras, dicen que debemos
venir a Jesucristo, con nuestras cargas. (Mateo
11:28) “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar”. Estoy muy feliz de que
Dios me haya mandado a predicar acerca de este tema, el cual dice en: (Mateo 11:29,30) “29 Llevad mi yugo sobre
vosotros, y aprended de mí,
que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30 porque mi yugo
es fácil, y ligera mi carga”.
Quiero
decirte,
qué hace un creyente que se encuentra en error: Cree que el fin de
semana tiene que dormir un poco más, así que mejor se queda en la casa,
se toma unos minutos más por la noche del Sábado y ve un poco de
televisión porque está abrumado, está cansado, y le duele todo.
Entonces cree que por el hecho de
estar delante del televisor cuatro a cinco, horas su alma encontrará descanso.
El mundo está convencido que
tomándose vacaciones es como se halla descanso para el alma, pero les resulta
como con la droga o con el alcohol, que se siente un cierto alivio, pero cuando
se terminan las vacaciones o el fin de semana, ya sienten el ladrido del día
lunes: ¡Ahí está el lunes,
queriéndonos robar toda la paz que logramos el fin de semana en que nos
fuimos a divertir!
Buscamos
en varias cosas ese descanso del alma, pero Jesús sigue diciendo: “Venid a mí
todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”
¡Esta declaración es universal, es
para chicos y grandes! No
importa el origen de la crisis, puede ser de orden económico, por
alguna enfermedad, por la muerte de un ser querido; el asunto es
que uno entra en una terrible fatiga porque ha estado deseando o esperando
algo, o ha estado apoyándose en algo
que se le derrumbó. Entonces
entramos en una crisis de fatiga en el alma, pero el Señor Jesucristo
dice: Y te lo voy a repetir éste
Versículo, a ver si logro que
te grabes las Palabras de Jesús en tu corazón, porque hasta que no
vengas a Él, no vas a encontrar descanso para tu alma. (Mateo 11:29) “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis
descanso para vuestras almas”. ¡Hasta
que no estés completamente entregado o entregada en las manos de Jesús, no
habrá paz para tu alma!
Las
enfermedades producen fatiga en el alma, a la persona se le cambian todos los valores, cambia
la perspectiva en cuanto a la vida. La enfermedad viene para destruir,
para introducir angustia, la enfermedad viene para robar la fe, viene
para producir desesperación. Hay muchas cosas que producen turbación
en el alma. A esto le llamo “FATIGA”
porque esta turbación te impide que
tu alma se concentre a lo que se tiene que enfocarse; le llamo fatiga porque el alma está muy
cansada para lo que tiene que hacer y está muy absorbida por la crisis.
Las Sagradas Escrituras dicen:
(Filipenses 4:6,7) “6 Por nada
estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en
toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará
vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. ¡Que nada te quite la paz! No
dicen las Sagradas Escrituras: Acaso dice: “Tómate tres días de descanso”
o “Vete 15 días de vacaciones” dice: “Venid a mí…” ¿Puedes ver la diferencia?
Acompáñenme a leer (Juan 7:37,38) “37 En el último y gran día de la fiesta,
Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y
beba. 38 El que cree en mí, como
dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. Todo el que esté atribulado, cansado,
agobiado, perseguido, atemorizado, presionado, encarcelado,
“Venga a mí” dice Jesucristo.
Así
dice el Señor Jesucristo: Tú estás vivo(a) porque Él te ama.
Los hombres y mujeres no toman buenas decisiones si no tienen a Jesucristo en su
corazón. (Proverbios 14:12) “Hay
camino que al hombre le parece derecho pero su fin es camino de muerte”. ¡Si no tienes a Cristo en tu corazón,
no tienes esperanza, no tienes luz, ni tienes vida! No
hay vidas difíciles para Dios. “¿Habrá algo imposible para Él?”. ¿Estás sufriendo amargura, soledad,
frustración, temor, cansancio, agobio? ¿La
muerte de un ser querido te está impidiendo ser feliz? ¿Un quebranto
económico te impide ser feliz?
¡Existen
muchas personas que tienen un enredo en su cabeza!
Porque; Saben generar deudas, pero no saben salir de ellas. Hay dos caminos posibles que toman este
tipo de personas: uno es
sacar un préstamo, y el otro
es pedirle la firma a algún pariente, así ya no sufre esa persona sola, sino que también tiene a toda la familia en filo. ¡Porque hora tendrá las deudas viejas,
más las nuevas! El endeudarse
es una cuestión demoníaca, las personas que tal hacen tienen un espíritu de
endeudamiento. Las deudas, también meten en aflicción al alma. Si tu alma
está fatigada, si tu carga es pesada, si aunque la cruz que llevas es más
chiquita que las historias que conté, pero no te deja dormir, Jesús te dice (Mateo 11:28) “Venid a mí todos los que
estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. El que tenga sed, venga a Jesús y beba; (Juan
7:37) “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la
voz, diciendo: Si alguno tiene sed,
venga a mí y beba”. Por favor, no busques la solución en otro
lado, busca a Jesucristo. Después vendrán las soluciones, pero primero ven a
Jesús. Si necesitas que Cristo se haga cargo de la opresión que tienes repite
esta oración y dile: Señor, Jesucristo, he oído tu voz y he creído; vengo a ti
Señor Jesucristo porque en tu Palabra me dices: Que Venga a ti, todos los que estamos trabajados y cargados, y que tú nos
darás el descanso. No tengo mi esperanza puesta en nada ni en nadie, sólo en ti
Padre Santo Jehová Dios de los Ejércitos y en el Señor Jesucristo. Tómame en
tus manos y dame descanso, te lo pido en el Nombre de Jesucristo, Padre Santo.
Llévate mi opresión, mi carga, mi angustia; llévate mi impotencia Padre de
Gloria, y toma mi vida en tus manos. Llena mi ser interior de tu Presencia, de
tu consejo, de tu Poder. Lávame y límpiame, con tu Poderosa Palabra y la Sangre
de Jesucristo, te lo pido en el nombre de Jesús, amén.
Tenemos
el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, cuando la Sagrada Escritura dicen: (Hebreos
12:3,4) “Considerad
a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta
desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo
contra el pecado”. Podemos preguntarnos: ¿A qué se debe que haya tantos
cristianos cansados? ¿Te incluyes en esa categoría? Quiero aquí cerrar sobre el
cansancio. Una cosa es el cansancio
físico o mental, y otra muy diferente es el cansancio espiritual que afecta
nuestra vida de comunión con Dios.
En
el agitado mundo en que vivimos es fácil cansarse.
Las exigencias y los conflictos cada vez son mayores en todos los ámbitos de
trabajo. Es casi inevitable para la mayoría llegar al fin de semana con las
fuerzas agotadas. Y ¿Cómo evitarlo?
Según los especialistas, hay varios
tipos de fatiga que van desde la simple necesidad de descansar, hasta llegar al
desinterés por la vida, a la depresión (ansiedad), o a tener ideas suicidas. Repasaremos alguna de estas fatigas para
ver si te identificas con alguna: FATIGA
PASAJERA O GENERAL: Aparece al final del día cediendo después de una
noche de sueño.
FATIGA
AGUDA:
Es consecuencia de un largo periodo de esfuerzo y necesita de una reducción del
horario de trabajo, es decir unos días de reposo o de vacaciones.
FATIGA
CRÓNICA:
Se relaciona con una situación estresante. No cede al reposo y exige un retorno
a un ritmo de vida más equilibrado. En caso de hiperactividad suele existir un
problema subyacente del que se huye a través del trabajo.
FATIGA
PSICOLÓGICA:
Esta unida a problemas afectivos, provenientes de la dificultad para
comunicarse o adaptarse al entorno. La ayuda médica y un adecuado apoyo
psicológico son necesarios.
AGOTAMIENTO: Es el estado extremo de la fatiga.
Aparece cuando las reservas personales, se agotan tras periodos de trabajo
físico o intelectual muy intenso, o bien debido a un accidente. Especialmente cuando llegamos a estos
últimos escalones, es cuando estamos en riesgo de sufrir del mayor de los
peligros; LA “FATIGA
ESPIRITUAL”. Su consecuencia
más visible es el desánimo y su costo suele ser la pérdida de la vida eterna.
Cuando el desaliento nos invade y parece que el Señor Jesucristo se olvidó de
nosotros; cuando todo se ve negro por delante y ya no nos quedan fuerzas para
seguir; es fácil ceder a la idea de
arrojar todo por la borda y darnos por vencidos. Muchos son los que
dicen: (Salmos 61:1-5) “1 Oye, oh Dios, mi clamor; A mi
oración atiende. 2 Desde el cabo de
la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare. Llévame a la roca que es
más alta que yo, 3 Porque tú has
sido mi refugio, y torre fuerte delante del enemigo”. A todos nos tocan a veces momentos de intensa desilusión y profundo
desaliento, días en que nos embarga la tristeza y es difícil creer que Dios sigue siendo
el bondadoso benefactor de sus hijos terrenales; Días en que las dificultades acosan al alma, en que la muerte
parece preferible a la vida.
Hasta
que nuestro amado Señor venga a buscarnos, mi deber y el tuyo será trabajar por
su causa, orar y confiar en su providencia. Cuando piensas que ya luchaste bastante, recuerda el
ejemplo de Caleb. Este
admirable siervo de Dios había sido de los primeros que pisó la tierra de
Canaán; a pesar de su fidelidad le tocaron 40 años en el desierto como a los
demás israelitas que no creyeron. Luego de entrar en la tierra
prometida, se presenta ante Josué y le dice: (Josué 14:10,11) “Jehová me ha hecho vivir, como ÉL dijo, estos
cuarenta y cinco años... y ahora, he aquí, hoy soy de edad de ochenta y cinco
años. Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi
fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para
entrar”. ¡Qué admirable entrega! Con
sus 85 años a cuestas todavía estaba con ganas de luchar, y pedía
conquistar la parte más difícil. Su constancia en obedecer la Voluntad
de Dios y cumplir con las leyes de la salud habían conservado su cuerpo y mente
sanos y fuertes, pero solamente porque estaba dispuesto a usarlos para servir a
la causa que amaba.
Pero
hay un ejemplo mayor al de Caleb. Contemplarlo subiendo la cuesta del
Calvario; tan agotado que ya no era capaz de cargar su cruz, pero todavía con
ánimo para orar por aquellos que lo crucificaban, y para bendecir con la
salvación a un arrepentido ladrón. Mira a Jesús en su agonía cuando encomendaba
su madre a Juan y persistía en confiar en su Padre aun cuando las tinieblas lo
envolvían. Por favor acompáñenme a: (Hebreos 12:2) “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de
la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando
el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”. Recuerda además el consejo inspirado: (Gálatas 6:9) “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su
tiempo segaremos, si no desmayamos”. Si
tus fuerzas se acabaron, considera a Jesús. Siéntate tranquilo a sus pies y encontrarás allí pleno reposo y
nuevas fuerzas para hacer el bien.
Si
te sientes agotado,
confía en el Dios que no se cansa y que conoce la salida de cada
problema en que estás metido. Si estás muy cansado, combate tu
agotamiento sirviendo a Aquel que no se cansó de trabajar por nosotros, sino
que se esforzó al límite de sus fuerzas y sufrió hasta la más horrible
muerte a fin de salvarnos. Que tengan una descansada semana en el Señor
Jesucristo, bajo las Alas de Dios Todo Poderoso.
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