Lerma, Miércoles,
16 de enero de 2013
APRENDIENDO
A SERVIR COMO JESUCRISTO
(2
Corintios 8:1-15) “1 Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha
dado a las iglesias de Macedonia; 2 que en grande prueba de tribulación, la
abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su
generosidad. 3 Pues doy testimonio
de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus
fuerzas, 4 pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de
participar en este servicio para los santos. 5 Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al
Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios; 6 de manera que exhortamos a Tito para que tal como comenzó antes,
asimismo acabe también entre vosotros esta obra de gracia. 7 Por tanto, como en todo
abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor
para con nosotros, abundad también en esta gracia. 8 No hablo como quien manda, sino para poner a prueba, por medio de la diligencia de otros,
también la sinceridad del amor vuestro. 9
Porque ya conocéis la gracia de nuestro
Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que
vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos; 15 como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no
tuvo menos”.
CUANDO
COMPARTIMOS GENEROSAMENTE LO NUESTRO CON LOS DEMÁS, ESTAMOS DEMOSTRANDO
GRATITUD Y APRECIO POR LAS DÁDIVAS DE DIOS.
(2 Corintios 9:6)
“El que siembra escasamente; también segará escasamente;
y el que siembra generosamente, generosamente también segará”.
EN
ESTE ESTUDIO APRENDEREMOS RESPECTO A LA GENEROSIDAD CRISTIANA:
1.
Evaluar la mayordomía que cada cristiano
debe desempeñar sobre todas las cosas que Dios le ha dado: su tiempo, sus
talentos y su dinero.
2.
Tener en cuenta el hecho de que para dar
como a Dios le agrada es necesario darse primeramente a sí mismo al Señor
en una genuina y total consagración.
3.
Discernir el hecho de que el ser
"rico en Cristo" no significa necesariamente ser rico en lo
material.
Tocaremos
solo tres de los más importantes en este
tema de acuerdo al respaldo bíblico y a la doctrina de Cristo,
porque en la sanidad de la Doctrina de Cristo, solo así podemos llegar a tener
un verdadero equilibrio en nuestra manera de vivir en Cristo Jesús, y así
imitar la generosidad de Jesucristo por medio de sus enseñanzas.
I. UN LLAMADO A LA GENEROSIDAD
CRISTIANA
A. La
generosidad de los macedonios
B. Un
desafío para los corintios
II. LA DEMOSTRACIÓN DE UN AMOR
GENUINO
A. La prueba
del amor
B. Un
espíritu voluntario
III. DIOS AMA AL DADOR ALEGRE
A. La ley de
la siembra y la cosecha
B. La
superabundante gracia de Dios
INTRODUCCIÓN
La
generosidad cristiana ha sido siempre un distintivo especial del creyente. El
amor de Cristo y el impulso del Espíritu Santo son elementos que facilitan en
el creyente la actitud dadivosa. Por cierto que
uno de los resultados más sobresalientes del derramamiento del Espíritu Santo
en el día de Pentecostés fue este nuevo espíritu de generosidad ayuda voluntaria que caracterizó a la Iglesia
primitiva. Durante el ministerio terrenal de Cristo, multitudes iban tras
de Cristo Jesús mirando qué podían recibir. Ahora son miles de creyentes los
que se interesaban más en lo que pudieran dar. Esa actitud generosa se manifestaba con la misma intensidad hacia Dios
y hacia los demás creyentes y necesitados. Los pobres entre ellos no tenían
necesidad de sufrir las calamidades de la vida. Al mismo tiempo la obra de Dios
contaba con todos los recursos humanos y materiales necesarios para seguir
adelante.
Por supuesto, en el Nuevo Testamento
no sólo se promueve el aporte de dinero o de cosas materiales. También se exige
una correcta administración de nuestro tiempo y de los talentos que nos han
sido encomendados. En nuestra vida cristiana se espera que podamos hacer uso de
lo que tenemos, lo que somos y lo que podemos llegar a ser. Dios es el
verdadero y original dador de todas las cosas buenas porque Él es el único
bueno que pone en los corazones el ser generosos. Nosotros solamente somos
mayordomos o encargados de todo lo que Jesucristo ha puesto en nuestras manos.
UN
LLAMADO A LA GENEROSIDAD CRISTIANA. (2 Corintios 8:1-7)
Cuando Pablo y Bernabé se reunieron
con los apóstoles en Jerusalén y les presentaron los detalles del evangelio que
estaban predicando entre los gentiles, aquellos les dieron su aprobación y les
extendieron la diestra de compañerismo. Pero
también les pidieron una cosa en especial: que Pablo y Bernabé se acordaran
siempre de los necesitados. (Gálatas
2:10) "Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual
también procuré con diligencia hacer".
Pablo demostró su preocupación por
cumplir con esta recomendación cuando él y Bernabé trajeron, de parte de la
iglesia de Antioquía de Siria, una ofrenda para los necesitados de Jerusalén,
después de que les fue revelado por una profecía que habría una fuerte hambre
en aquella región (Hechos 11:28-30) “28
Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu,
que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en
tiempo de Claudio. 29 Entonces los
discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los
hermanos que habitaban en Judea; 30
lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de
Saulo”.
¿Por
qué les escribió Pablo a los corintios acerca de la forma sacrificial en la que
daban los creyentes de Macedonia?
Es muy probable que la petición
presentada en (1 Corintios, 16:1, 2)
“1 En cuanto a la ofrenda para los
santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de
Galacia. 2 Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo,
según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan
entonces ofrendas”. Y ya lo estaban pasando por alto por los corintios. En
esa ocasión Pablo les había dado instrucciones de apartar algo cada primer día
de la semana con este fin, de acuerdo a como Dios les hubiese prosperado. Pero es evidente que con tanto problema que
empezó a surgir dentro y fuera de la iglesia, los corintios dejaron de
practicar tales recomendaciones del apóstol. En cambio, las iglesias del
norte, incluyendo a Tesalónica, Filipos y Berea, habían tomado la delantera en
esto y ya estaban preparadas para enviar una buena ofrenda para los santos en
Jerusalén y esto nos hace reflexionar acerca de lo que nosotros apartamos de
despensa para el necesitado, pues estamos en los mismos problemas diciéndonos a
nosotros mismos que no tenemos ni para nosotros mismos, ¿Cómo vamos a tener
para los demás?.
¿Fueron
más generosos los macedonios en sus ofrendas para los santos porque gozaban de
mayor prosperidad que los de Corinto?
DE
NINGUNA MANERA. Según las informaciones que tenemos
de parte de Pablo, los creyentes de Macedonia dieron en un tiempo bastante
difícil, en medio de aflicciones y persecución. Pero había en ellos abundancia de amor, de tal manera que de la
profunda pobreza en la que se encontraban dieron abundantes riquezas para
ayudar a otros que estaban en mayores necesidades. Es más, Pablo ni
siquiera tuvo que pedirles nada. Espontáneamente ellos dieron de acuerdo a la
medida en que Dios los había ayudado, y aun más allá de sus limitaciones esto
nos pone a pensar que también a nosotros lo que nos hace falta es amor, porque si de verdad tuviéramos amor de
nuestra profunda pobreza aportaríamos para los aun más necesitados que nosotros.
Aparentemente,
el apóstol Pablo vaciló en aceptar una ofrenda tan grande de parte de un pueblo
que estaba atravesando un período tan difícil en lo financiero.
Pero ellos le suplicaron no solamente que recibiera esta ofrenda sino que
también se hiciera partícipe con ellos en esta gracia de dar, llevando las
donaciones y distribuyéndolas de la mejor manera entre los hermanos necesitados
en Jerusalén.
¿Qué
cosa era aun más importante que la ofrenda en dinero que ellos habían dado?
El
amor con el cual los macedonios habían ofrendado
era solamente el resultado del hecho de que primero se habían entregado ellos mismos al Señor y a la obra de
Dios que administraba Pablo y sus colaboradores. Lo que pasó fue que Dios había usado a Pablo de una manera muy especial
para traer un avivamiento espiritual a las iglesias de Macedonia. La reacción
de los creyentes a la predicación y las enseñanzas del apóstol fue una
consagración personal a Dios. De la abundancia de su amor al Señor surgió esta
generosidad que los motivó a dar abundantemente a pesar de la pobreza en la que
se encontraban.
Por otra parte podemos estar seguros
de que no había ni sombra de egoísmo en su actitud para ofrendar. Debido a que primeramente se habían
entregado ellos mismos al Señor, ahora estaban dispuestos a entregarlo que
tenían para bendición de otros, sin esperar nada como recompensa de su
actitud. Los creyentes de esas iglesias
estaban rebosando de felicidad en Cristo y no podían hacer menos que rebosar
también de deseos de dar para los necesitados.
Los capítulos 35 y 36 del libro de
Éxodo nos dan un gran ejemplo de liberalidad en esto de dar ofrenda a Dios y para
su obra. En (Éxodo 35:5) “Tomad de entre
vosotros ofrenda para Jehová; todo generoso de corazón la traerá a Jehová; oro,
plata, bronce,” Moisés apeló a corazones de los israelitas para que dieran
una ofrenda voluntaria. La respuesta fue tan grande y espontánea versículo (Éxodo 35:29) “De los hijos de Israel, así hombres como mujeres, todos los que
tuvieron corazón voluntario para traer para toda la obra, que Jehová había
mandado por medio de Moisés que hiciesen, trajeron ofrenda voluntaria a
Jehová”. Que pronto le llegó a Moisés un informe en el que se le decía que
el pueblo había traído más de lo necesario. Tan abundante fue la ofrenda del
pueblo que Moisés tuvo que decirles que ya era suficiente y que no trajeran
nada más (Éxodo 36:5-7) “5 y hablaron a Moisés, diciendo: El
pueblo trae mucho más de lo que se necesita para la obra que Jehová ha mandado
que se haga. 6 Entonces Moisés mandó
pregonar por el campamento, diciendo: Ningún hombre ni mujer haga más para la
ofrenda del santuario. Así se le impidió al pueblo ofrecer más; 7 pues tenían material abundante para
hacer toda la obra, y sobraba”. ¿Qué
pastor del día de hoy no quisiera solucionar los problemas económicos de su
iglesia de la manera en la que le sucedió a Moisés en el desierto?
El
pueblo se dio a sí mismo, un ejemplo para nosotros de amor a nuestro Dios
Jehová (tanto talentos como habilidades) a fin de que se construyera un lugar
para adorar a Dios. No es de extrañarnos, pues, de que
cuando se terminó la obra de construcción, una nube cubrió el tabernáculo de
reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo. (Éxodo 40:33-38) “33 Finalmente erigió el atrio alrededor del
tabernáculo y del altar, y puso la cortina a la entrada del atrio. Así acabó
Moisés la obra. 34 Entonces una nube
cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo. 35 Y no podía Moisés entrar en el
tabernáculo de reunión, porque la nube
estaba sobre él, y la gloria de Jehová lo llenaba. 36 Y cuando la nube se alzaba del tabernáculo, los hijos de Israel
se movían en todas sus jornadas; 37
pero si la nube no se alzaba, no se movían hasta el día en que ella se alzaba. 38 Porque la nube de Jehová estaba de
día sobre el tabernáculo, y el fuego estaba de noche sobre él, a vista de toda
la casa de Israel, en todas sus jornadas”.
Un desafío para los corintios pero
principalmente para nosotros que estamos viviendo en los últimos tiempos donde
debemos sobreabundar en el amor los unos con los otros volviendo a la senda
antigua del primer amor que Jehová Dios demanda de nosotros en (Apocalipsis 2:4) “Pero tengo contra ti, que has dejado tu
primer amor”.
¿Expresa
el apóstol Pablo palabras de reproche o condenación contra los corintias por
haberse descuidado en cuanto a la ofrenda que les había solicitado?
Por el contrario, sus palabras
encierran expresiones de elogio por todas las cosas buenas que estos creyentes
habían hecho. Sus palabras registradas en (2
Corintios 8:7) son elocuentes: "Por tanto, como en todo abundáis, en fe,
en palabra, en ciencia y en vuestro amor para con
nosotros, abundad también en esta gracia." Las virtudes que
se mencionan aquí son dones de la
gracia de Dios en los cuales esta iglesia siempre había abundado. Ahora
él hace uso de todo lo positivo para invitarlos a extender su esfera de acción
y demostrar su amor no solamente por él que era quien les había ministrado el
evangelio, sino también hacia otros creyentes que estaban pasando por
necesidades en ese momento.
Notemos
que el dar como lo daban los macedonios es considerado aquí como una gracia de
parte del Señor, y estoy seguro que de esas mismas virtudes son dones de la
gracia de Dios en cada uno de nosotros que pertenecemos al pequeño
remanente, en el amor a Cristo demostremos que de verdad somos esos escogidos
por Dios. (Gálatas 6:7) “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo
lo que el hombre sembrare, eso también segará”.
LA
DEMOSTRACIÓN DE UN AMOR GENUINO (2 Corintios 8:8-15)
Con esta prueba de amor del apóstol se
ve aquí conmovido al ver la generosidad y el amor de los creyentes de
Macedonia. El deseaba que también los corintios reaccionaran de la misma manera,
y Jesucristo espera que su Iglesia reaccione igualmente.
¿Qué
virtud esperaba ver Pablo como la motivación principal en las ofrendas de los
corintios? ¿Qué virtud espera ver Jesucristo en ti y en mí?
Jesucristo
hablándonos a través del apóstol Pablo no quiere que nosotros como creyentes
demos solamente porque él nos está haciendo ver nuestras responsabilidades.
Tampoco desea que se sientan motivados a dar únicamente porque otros están
dando. Lo que Cristo nos está hablando por
medio de Pablo es el deseo de ver que así como los hermanos de Corinto también
los hermanos en Cristo se sientan impulsados a dar por una corriente profunda
del sincero y genuino amor cristiano. Esta campaña de recolección de
ofrendas para los santos de Jerusalén sería utilizada por él como un
instrumento de prueba, como una demostración del amor que había en sus
corazones, y ahora sigue esa misma
prueba de parte de nuestro Señor Jesucristo porque Él quiere ver si este amor
existe en nuestros corazones.
¿Podía
considerarse el amor y solicitud de los macedonios como el mayor ejemplo de
bondad que puede usarse para animar a una iglesia a dar para el Señor?
No.
El más grande ejemplo de amor que el mundo ha conocido es el que se verificó
en el hecho consumado por Cristo Jesús cuando fue llevado a la cruz a morir por
nosotros. Este amor de Cristo brotó de la pura
gracia de Dios, una bondad inmerecida y concedida sin tomar en cuenta los
méritos del pecador (Romanos 5:6-8) “6
Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
7
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que
alguno osara morir por el bueno. 8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros,
en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.
Aunque Cristo era rico y ha disfrutado por la eternidad de todas las glorias
del cielo, El se despojó de todo ello y se hizo pobre en extremo para poder
tomar nuestro lugar. (Filipenses 2:5-8)
“5 Haya, pues, en vosotros este
sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios
como cosa a que aferrarse, 7 sino
que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz”.
Para comprender esa clase de amor,
basta notar el enorme contraste que hay entre las glorias eternas del cielo con
la terrible pobreza y miseria en la que nació Jesús en un establo de Belén. Pero todo lo hizo para que a través de su
extremada pobreza nosotros pudiésemos ser extremadamente ricos. Para llevar
esta enseñanza a la práctica necesitamos que el llamado a los corintios a
demostrar su amor cristiano lo tomemos muy personal porque la realidad es que
Cristo es el que nos está llamando a demostrar este amor, el apóstol Pablo hizo
uso de varios argumentos que son directamente para cada uno de nosotros.
EN
PRIMER LUGAR,
como ya lo señalamos, él hizo mención de la generosidad de las iglesias de Macedonia. Esos creyentes eran muy pobres y estaban pasando por momentos de
tribulación, y sin embargo, dieron con toda liberalidad. En SEGUNDO LUGAR él hizo mención
del ejemplo maravilloso de Cristo Jesús.
La bondad de Jesús empezó a manifestarse
en el cielo cuando se despojó de toda la gloria de la que estaba revestido. Pero
su amor no dejó de manifestarse cuando entregó su vida para salvarnos, porque
hasta hoy El sigue dándonos abundantemente desde la diestra del Padre.
EN
TERCER LUGAR el apóstol hizo mención de las virtudes que ya poseían los
corintios y las cosas en las que ellos ya abundaban. Todo lo que había hecho
era digno de elogios; solamente les
faltaba poner en práctica ese espíritu de generosidad que es el resultado de la
consagración y de la espiritualidad de los creyentes.
¿Está usted de acuerdo con esta
explicación? Que la mayoría de los comentarios bíblicos dan por sentado el
hecho de que en este pasaje se enseña que Cristo Jesús se hizo pobre para
darnos riquezas espirituales.
La
palabra "enriquecidos" (2 Corintios 8:9)
es la misma que encontramos en (1
Corintios 1:5) “porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él,
en toda palabra y en toda ciencia”. De esta manera vemos con toda
claridad que Cristo da al creyente riquezas abundantes en todas las cosas. Pero
el mayor énfasis lo notamos en las cosas espirituales, los dones del Espíritu
Santo y las demás virtudes que Cristo nos confiere. La posesión de estas cosas es el resultado de la comunión que el
cristiano mantiene con su Señor.
Esta
relación, por supuesto, está basada en la fe. Esto mismo nos hace recordar que
las riquezas de Cristo no están necesariamente limitadas al ámbito material ni
pueden medirse analizando el grado de prosperidad temporal.
De hecho, lo contrario quizá sea la verdad en esto. La Biblia registra el
ejemplo de Moisés quien consideró que sufrir desprecios y reproches por parte
del rey de Egipto era de más valor los tesoros celestiales que todos los tesoros
y las incontables riquezas de los egipcios (Hebreos
11:26) “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo
como viendo al Invisible”.
Es decir, Moisés captó una vislumbre
de los planes y de las promesas de Dios para los suyos. El pudo entender que por medio de la fe, de la verdadera simiente de
Abraham, todas las familias de la tierra recibirían abundante bendición. Las
promesas de Dios eran para él de más significado y valor que todas las cosas
que había en Egipto. Este es un magnífico ejemplo para nosotros.
En
un espíritu voluntario: ¿Qué podemos reflexionar cuando Cristo
nos está hablando a través de Pablo en donde los corintios recordaban el
ejemplo de Jesús quien se hizo pobre para que nosotros fuésemos enriquecidos?
Jesús y Pablo creen que será muy
beneficioso tanto para los corintios como para la Iglesia en Cristo Jesús no
sólo participar en las ofrendas que se estaban recogiendo para los pobres sino
también despertar en ellos la misma disposición que habían demostrado un año
antes o cuando estábamos en el primer amor. La primera vez que el apóstol les
habló acerca de esta ofrenda ellos manifestaron mucha alegría y parecían estar
dispuestos a cooperar. Ahora nos insta Jesucristo
a que hagamos realidad lo que deseábamos hacer antes. En otras palabras, quiere ver en todas esas buenas disposiciones y
buena voluntad de dar parte de las cosas que Dios les había dado. Cuando hay voluntad de dar, lo importante
es dar de lo que uno tiene, no de lo que no se tiene. Esto quiere decir que
Dios no pone tanta atención en la cantidad de lo que uno da, sino en la actitud
con la que se da.
Tanto como el apóstol Pablo no tenía
la intención de obligar a los corintios a quedarse escasos con tal de suplir
las necesidades de los pobres de Jerusalén, también nuestro Señor Jesucristo no desea que nos quedemos sin comer y sin
vestir por dárselo a los demás. Sólo desea que haya igualdad. Ahora era
oportuno que los corintios abrieran su corazón para suplir las más urgentes
necesidades de los hermanos de Judea; ya vendría el momento en que los
creyentes de aquellas regiones pudieran demostrar el mismo amor y dar de la
misma manera.
Dios
suplió las necesidades de los israelitas en el desierto dándoles el maná del
cielo. Pero en su providencia divina Jehová les
dio alimento en tal forma que aquellos que acapararon mucho no tuvieron exceso,
y a los que recogieron poco no les faltó qué comer. (Éxodo 16:18) “y lo medían por gomer, y no sobró al que había recogido
mucho, ni faltó al que había recogido
poco; cada uno recogió conforme a lo que había de comer”. Nosotros no
sabemos cómo ocurrió esto en los días de Moisés. Pero sí vemos claramente que el apóstol esperaba que ocurriera lo mismo
entre los cristianos de todo el mundo en cuanto a su manera de dar. Es
decir, si Dios había permitido que los corintios tuvieran más era para darles
la oportunidad de compartirlo con los de Jerusalén a quienes les faltaba. Quizá llegara la ocasión en que, si a ellos
les faltaba algo, Dios utilizaría a otros para que les eran de lo suyo.
DIOS
AMA AL DADOR ALEGRE. (2 Corintios 9:6-15)
La ley de la siembra y la cosecha,
nos afectan a todos, siempre cosecharemos lo que sembremos, y Pablo no les
ordenó a los creyentes de corintios que dieran una cantidad determinada. Por el contrario, esperaba que la
liberalidad cristiana fuera una expresión de la gracia de Jesucristo en ellos y
del desarrollo de su carácter cristiano. Además, la ofrenda que dieran
tenía que ser una consagrada expresión de la gratitud de ellos a Dios por todas
las bendiciones dispensadas. Como un incentivo adicional él les hizo recordar
la ley de Dios de la siembra y la cosecha. Compare esto con (Proverbios 11:24, 25.) La generosidad
cristiana es bendecida de parte de Dios cuando se da un poquito más, cuando se
va con el prójimo una segunda milla.
¿Qué
otra característica debe haber en la generosidad cristiana?
Debemos dar según lo hayamos
propuesto en nuestro corazón. Eso quiere decir que en lugar de responder
emocionalmente a una petición en la iglesia o en una campaña, debemos analizar
cuidadosamente el propósito de la ofrenda que hemos de dar y las necesidades
que dicha ofrenda va a suplir. Además
debemos considerar bien nuestra capacidad para ofrendar. La Biblia también nos
enseña que el hombre que no se preocupa en proveer lo necesario para el
bienestar de su familia es peor que un impío (1 Timoteo 5:8).
Cuando el creyente da, previa
consideración cuidadosa de lo que ha de dar, jamás tiene que lamentar o
entristecerse por lo que ha hecho. Los padres no ayudan a sus hijos de mala
gana o con dolor. Ellos reconocen las necesidades de su hijo y hacen lo posible
por suplirlas sin quejarse de ello. De la misma manera, el creyente que está
consciente de las necesidades de la obra del Señor da para ella sin murmuraciones.
Esto significa que nuestras ofrendas
no deben provenir de la presión o a fuerza de la necesidad. Algunos ofrendan
solamente porque ven que otros lo hacen y piensan que se vería mal si ellos no
hicieran lo mismo. Otros dan porque lo consideran un deber del que no pueden
escapar, o algo así como el pago de los impuestos. Pero Dios quiere que
nuestras ofrendas sean voluntarias y espontáneas. (Éxodo 25:2; por ejemplo.)
Es más, Dios ama al que da con
alegría. Nadie experimenta la gracia de generosidad cristiana hasta que llega
al punto de regocijarse al ofrendar. A Dios le agrada ver felices a los
creyentes cuando ofrendan. Lo que busca el Señor en nosotros es que nuestra
ofrenda se dé con un espíritu de adoración, colmado de gozo. (Romanos 12:6, 8.)
Todos conocemos a creyentes que se
han consagrado a Dios con todo lo que tienen, menos su billetera. Cuando estos
hermanos dan su ofrenda lo hacen debido a la presión que pesa sobre ellos, y
dan la menor cantidad posible.
Nuestra actitud hacia el
sostenimiento financiero de la obra del Señor dice mucho sobre nuestro carácter
cristiano y nuestra devoción a Dios. La superabundante gracia de Dios.
¿En
qué sentido el dar es un privilegio y por qué debemos regocijarnos en ello?
En primer lugar el ministerio de dar
nos concede la oportunidad de confiar en Dios. Al dar tenemos que confiar en
que el Señor ha de suplir nuestras necesidades y así aprendemos por experiencia
que la gracia y las bendiciones del Señor son ilimitadas. El puede hacer que
abunde en nosotros todo lo necesario para que podamos abundar en toda buena
obra. Es decir, si realmente queremos servir a Dios y saciar las necesidades de
los que sufren, el Señor nos concede abundante gracia y poder para que lo
hagamos.
Por otra parte veremos que la
generosidad cristiana hará que aquellos que son beneficiados por ella alaban a
Dios. De esta manera el mundo se dará cuenta de que los cristianos estamos
sujetos a las enseñanzas del evangelio de Cristo. Al mismo tiempo nuestro
corazón generoso es un testimonio de nuestra gratitud a Dios por sus
bendiciones.
Finalmente, la generosidad cristiana
que satisface las necesidades de los demás creyentes es una manera correcta de
expresar nuestro agradecimiento a Dios por su don inefable. ¿Cuál es el
"don inefable" de Dios? El regalo inexplicable de Dios es el que se
presenta en Juan 8:16, el don del
Hijo unigénito de nuestro Dios. Si El nos amó tanto, al grado de dar a su único
Hijo, ¿qué más podemos hacer nosotros sino dar todo lo que somos y lo que
tenemos para Dios y para el desarrollo de su obra? (1 Juan 4:19.) La mejor manera de mostrar nuestro amor a un Dios
que nos amó a nosotros primero es dando en forma sistemática, premeditada,
voluntaria y llena de alegría. (Mateo
25:34-40.)
Una de las definiciones que se
suelen dar para "mayordomía" consiste en que "es la
responsabilidad que cada individuo tiene de administrar su vida y sus
propiedades con la propia consideración de los derechos de los demás".
Después de haber estudiado esta lección nosotros podemos recalcar nuestra
responsabilidad delante de Dios.
La verdadera generosidad cristiana
es el resultado de una vida cristiana fiel. Esta actitud no proviene de la
matemática ni de la filosofía personal, sino del amor de Dios que fluye de
dentro del corazón. Cuando se ha consagrado por completo a Dios esta manera de
dar es espontánea.
ESTUDIO en Lerma
por:
Pr. Víctor R.
Preciado Balderrama
http://viclaly5757.blogspot.com/?spref=fb
viclaly5757.blogspot.com
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