3 de Junio de 2018
LA VOLUNTAD DE DIOS ES CONOCER Y APLICAR
Para estar
seguros de que Jehová Dios cumplirá su especial propósito por medio de
Jesucristo, en nosotros deberemos seguir sin reservas las Sagradas Escrituras: (1Juan 4:1) “Amados, no creáis
a todo espíritu, sino probad
los espíritus si son de Dios; Porque muchos falsos profetas han salido
por el mundo”. (Hechos 17:11) “Y
éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la
palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si
estas cosas eran así”. Para esto es de vital importancia que estemos muy
seguros que nuestro guía espiritual sea un verdadero siervo de Dios, que se
apega a su Palabra Escrita, y que además sea un buen ejemplo de la Palabra que
predica. Tendremos en cuenta en
PRIMER lugar, su relación con Jehová Dios: Por medio de su entrega y buena disposición. En SEGUNDO lugar, su relación con el entorno: Que son las personas y las
circunstancias. Y, en TERCER
lugar, su relación interior,
que es con nosotros mismos: Que nos
mantiene en un buen equilibrio en nuestros sentimientos y convicciones.
Veamos un consejo de nuestro Padre Celestial: (Proverbios 14:15) “El simple todo lo cree; Mas el avisado mira bien sus pasos”. La ansiedad por creer lo
que dicen los demás siempre ha resultado engañosa. Así fue arruinado todo
el mundo al comienzo. Debemos de estar alertas contra los enemigos de
nuestra salvación obedeciendo solo la Sana Doctrina de Cristo que es la Palabra
de Dios. La relación del cristiano con el Padre Celestial comprende tres requisitos elementales: Entrega incondicional, una
relación con las Sagradas Escrituras, y una vida de oración. La
buena relación con Jehová Dios es uno de los objetivos más gloriosos que
encontramos en sus Planes Eternos. Pensar
que, si Jehová Dios es nuestro Padre, debemos de mantener a la vez una
buena relación con Él. Esto se alcanza principalmente cuando entregamos todo nuestro
corazón a Jehová Dios. Rendir nuestra voluntad a la de Jesucristo, es el primer
paso. No hay otra fórmula para conseguir una buena relación con el Creador, que
no sea entregándole nuestro ser. ¿Cómo saber, pues, que nos hemos entregado a
Dios de verdad y no es solamente una decisión hecha a la ligera basados en la
emoción? Veamos seguidamente algunas condiciones –indicaciones en las Sagradas
Escrituras– que nos ayudarán a saber si verdaderamente hemos entregado nuestra
vida a Dios, y como resultado caminamos en su Perfecta Voluntad.
UNA VERDADERA ENTREGA A JEHOVÁ DIOS es desprenderme de
todos mis gustos: (Isaías 55:8y9) “8 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo
Jehová. 9 Como son más altos
los cielos que la tierra, así son mis
caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”. Éste es uno
de los requisitos más importantes. La voluntad de Dios no es para en primer
término satisfacer mis necesidades particulares. (Santiago 4:3) “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para
gastar en vuestros deleites”. La finalidad de los Planes Divinos no se
dirige principalmente hacia mis intereses personales, profesionales, familiares,
e inclusive eclesiales. En lo que a propósito de vida se refiere, los «ME» «MI» «YO» han
de quedar desterrados del corazón: (Lucas
6:45) “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; Y el
hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; Porque de la abundancia del corazón habla la
boca”. De no ser así, la entera sumisión del alma al Señor Jesucristo
no representaría una actitud verdadera. (Gálatas
2:20) “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas
vive Cristo en mí; Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe
del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Afirma el
apóstol Pablo en actitud de desprendimiento personal. De sobre todas las cosas
que tenemos que pedirle a nuestro Padre Celestial es que nos libre de nosotros
mismos. Luego, el yo-ismo es enemigo acérrimo de la Perfecta Voluntad de Jehová
Dios. «Ya no vivo yo»
TÚ DISPOSICIÓN CÓMO CREYENTE es aceptar la Voluntad de Jehová
Dios no ha de ser ego-céntrica, sino Teo-céntrica, por esta razón se le llama la Voluntad de… Dios, Jesús
dijo: (Juan 6:38) “Porque he
descendido del Cielo, no para hacer
mi Voluntad, sino la Voluntad
del que me envió”. Esto no quiere decir que nos anulemos a nosotros
mismos, ni que tal decisión vaya encaminada hacia el auto desprecio de nuestro
ser. En palabras del Señor Jesús: (Mateo
6:21) “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro
corazón”. ¿Para quién vivimos, y con qué propósito lo hacemos? El modelo es Jesucristo,
y su ejemplo aleccionador para poder seguirlo: (Marcos 14:36) “Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles
para ti; Aparta de mí esta copa; Mas
no lo que YO quiero, sino lo
que TÚ”. No fue fácil para Jesús beber la copa amarga del juicio de
nuestros pecados, pero… era la Perfecta Voluntad de Jehová Dios. Aquí hemos de hacer un paréntesis y
preguntarnos, ¿hacía donde se
dirigen mis verdaderos objetivos en esta vida, hacia mí mismo o hacia
Dios? En sinceridad. La entrega del corazón a Jehová Dios ha de ser
sincera. A veces cómo creyentes verdaderos, podemos tener cierto deseo de
servir a Jehová Dios, pero con el tiempo los intereses del corazón se dirigen
hacia otros objetivos que, en verdad, se sitúan fuera del Propósito Divino.
Este es el requisito en las Sagradas Escrituras: (Jeremías 29:12 y 13) “12
Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; 13 y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro
corazón”. En cualquier caso, la
doble intención no es válida para nuestro Padre Celestial, OMNIPRESENTE.
ES DE SUMA IMPORTANCIA que te des cuenta y no te engañes
a ti mismo, porque algunos pretenden vivir para Dios, pero en realidad lo hacen
para ellos mismos, y así es como se auto engañan. Jehová Dios, recriminó al pueblo antiguo por su
hipocresía: (Isaías 29:13) “Dice,
pues, el Señor: Porque este pueblo se
acerca a mí con su boca, y con
sus labios me honra, pero su
corazón está lejos de mí, y su
temor de MÍ no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”. De
manera que lo que el cristiano exprese con los labios, ha de permanecer acorde
con la intención de su corazón; Y con mayor razón si se trata de nuestra
relación con Jehová Dios, nuestro Padre Celestial. Una entrega a Jehová Dios debe de cambiar nuestra actitud de
obediencia.
SI SOMOS SINCEROS CON JEHOVÁ DIOS, deseando además
cumplir con su Voluntad, desarrollaremos en consecuencia una actitud de
obediencia a su Palabra. Es la recomendación por medio del
profeta Samuel para nuestras vidas: (1 Samuel 15:22y23) “22 Y
Samuel dijo: ¿Se complace Jehová
tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de
Jehová? Ciertamente el
obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la
grosura de los carneros. 23 Porque
como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la Palabra de Jehová, ÉL también te
ha desechado para que no seas rey”. Aunque, observemos también el sentido
inverso, porque si la resolución de nuestro corazón se resiste a obedecer,
entonces, ¿Para qué queremos conocer
su Voluntad? La recomendación de Jesucristo es notablemente práctica: (Juan 13:17) “Si sabéis estas cosas,
bienaventurados seréis si las hiciereis”. Y también acompáñenme a leer en el
Libro de: (Santiago 1:25) “Mas el
que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”.
Es cierto que la obediencia absoluta no existe, dado que el creyente habita
todavía en naturaleza pecadora, y por ende la perfección en esta tierra es
inalcanzable.
PESE A TAL INCAPACIDAD, en todo ha de haber una verdadera disposición a
obedecer la Voz de Dios. (Salmo 119:10
al 12 y 34 al 40) “10 Con todo mi corazón te he buscado;
No me dejes desviarme de tus
mandamientos. 11 En mi corazón he guardado tus dichos,
para no pecar contra TI. 12 Bendito
tú, oh Jehová; Enséñame tus
estatutos. 34 Dame entendimiento,
y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón.
35 Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad. 36 Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia. 37 Aparta mis ojos, que no vean
la vanidad; Avívame en tu camino. 38 Confirma tu Palabra a tu
siervo, que te teme. 39 Quita de mí el oprobio que he temido,
porque buenos son tus juicios. 40 He aquí yo he anhelado tus
mandamientos; Vivifícame en tu justicia”. Tal vez en la práctica
vamos a fallar muchas veces, pero no obstante el corazón ha de estar claramente
dispuesto a obedecer a Jehová Dios. (Salmo
108:1) “Mi corazón está dispuesto,
oh Dios; Cantaré y entonaré
salmos; Esta es mi gloria”.
¿QUÉ OCURRE SI PECAMOS UNA Y OTRA VEZ…? La respuesta Divina es clara: (Salmo 55:22) “Echa sobre Jehová tu carga, y ÉL te sustentará; No
dejará para siempre caído al justo”. Lo importante en este asunto es
«no permanecer caído». En la medida
que cómo cristiano creces espiritualmente, también decrece su natural inclinación al mal. Para nuestra
restauración espiritual, la fórmula está en las Sagradas Escrituras: (1 Juan 1:8 al 10) “8 Si decimos que no tenemos pecado, nos
engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. 9 Si
confesamos nuestros pecados, ÉL
es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 10 Si decimos que no
hemos pecado, le hacemos a ÉL
mentiroso, y su Palabra no está en nosotros”. Si le entregas tu
alma al Padre y Dios, no te va hacer
impecable, resulta imprescindible una disposición interior a creer y
obedecer su Palabra. Si caemos, nos levantamos confesando todo pecado (Dios nos
levanta) y, confiando en su Palabra Escrita que hemos leído, debemos de
proseguir nuestro camino. ¿Estamos dispuestos a oír la voz de nuestro Padre Celestial
y en consecuencia a obedecerla? Una
entrega a Jehová Dios demuestra santidad. Tal disposición llevará al
cristiano de forma natural a rechazar el pecado, y de esta manera a crecer en
santidad.
LA CONDICIÓN de las Sagradas Escrituras, para ser receptores de la Perfecta Voluntad de Jehová Dios,
resulta determinante. «No os conforméis a este siglo…» (Romanos 12:1 al 3) “1 Así
que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que
es vuestro culto racional. 2
No os conforméis a este siglo,
sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la Buena Voluntad de Dios, Agradable y Perfecta. 3 Digo, pues, por la gracia que me es
dada, a cada cual que está entre vosotros, que
no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense
de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”. Si
queremos comprobar –no solamente saber– la
Agradable y Perfecta Voluntad de Dios en nuestra vida personal,
entonces haremos bien en no conformarnos con los valores de esta sociedad,
ciertamente corrompida por el pecado. Un
hombre y una mujer de Dios no puede vivir como los del mundo. (1 Juan 2:15) “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si
alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. A saber, no es
compatible el tener un corazón entregado al Señor y al tiempo una vida de
libertinaje espiritual, adaptada a los valores de esta sociedad sin Dios. (Santiago 4:4) “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es
enemistad contra Dios? CUALQUIERA, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”. Según la indicación de las
Sagradas Escrituras, si algún cristiano desea apegarse a las cosas de este
mundo, al tiempo se estará
constituyendo enemigo de Dios. Y de ser así, como es natural, no
podemos pensar que Jehová Dios Justo vaya a aplicar su Voluntad Especial en tal
cristiano. Debemos de preguntarnos:
¿Cuál es la Voluntad de Dios para mi
vida? (1 Tesalonicenses 4:3) “Pues
la Voluntad de Dios es vuestra
santificación; Que os apartéis de fornicación”, esto expone la Revelación Divina. La santificación no es otra cosa, más que el crecimiento espiritual,
por medio de la Sana Doctrina de Cristo para un: Buen desarrollo
personal, madurez, superación, progreso, perfeccionamiento. Porque, en la
medida que nos vamos despojando del pecado, a la vez vamos creciendo en Santidad y la Santidad se obtiene con la
obediencia.
LA SANA ENSEÑANZA SE HALLA AQUÍ EN ESTE LIBRO SAGRADO-(Biblia), que te impulsa
a seguir adelante, pero no por nuestra cuenta, sino unidos a Jehová Dios en una
íntima comunión con Él. Sólo Él es Santo y el que santifica. (1 Pedro 5:10) “Mas el Dios de toda Gracia,
que nos llamó a su Gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un
poco de tiempo, ÉL mismo os
perfeccione, afirme, fortalezca y establezca”. Vivir la vida en Dios (bajo su Voluntad) hace que toda nuestra
existencia cobre un significado profundo y además equilibrado. En este aspecto, la santidad en ningún
modo reprime la libertad de la persona, sino que la encamina para disfrutar de la vida con mayor grado de
intensidad, con excelencia, y en su perspectiva correcta (en Dios);
también nos ayuda a contemplar el sufrimiento con mayor serenidad y verdadero
sentido de eternidad.
UNA ENTREGA A JEHOVÁ DIOS CON UNA ACTITUD DE HUMILDAD. Aun viviendo
en santidad, y con la disposición de rechazar el pecado, no
creamos que somos mejores que los demás. El orgullo religioso frena la
intervención del Espíritu Santo, para la aplicación de los Planes Divinos más
esenciales. Nuestra dignidad está en Jesucristo,
no en nosotros mismos. Y
no podemos ir a Dios con reclamación o exigencias, porque no tenemos derecho a nada, dado que no merecemos lo bueno. Es solamente por la Obra Perfecta
de Jesucristo en la Cruz del Calvario, que
a nuestro Hacedor le place santificarnos y capacitarnos para poder vivir bajo
su Buena Voluntad. Somos y siempre seremos insuficientes para tan
sublime tarea. (2 Corintios 2:15y16)
“15 Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se
salvan, y en los que se pierden; 16
a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para
vida. Y para estas cosas, ¿Quién
es suficiente?”.
Porque NUESTRA MANERA DE PENSAR Y DE CAMINAR son muy
diferentes a los de nuestro Padre Celestial: (Isaías 55:8)
“Porque mis pensamientos no son
vuestros pensamientos, ni
vuestros caminos mis caminos, dijo
Jehová”. Hemos de creer y confiar en que el Buen Pastor nos mostrará el
camino. Pero, si bien el camino sea
recto, hemos de saber que tal vez podemos estar equivocados en muchos de
nuestros pensamientos. Hacemos
bien, por lo tanto, en dejar la terquedad de pensamiento, los absolutos en
cuestiones relativas, el dogmatismo de las formas doctrinales, los
triunfalismos personales o eclesiales, y el complejo de sabelotodo.
Reconocer nuestras limitaciones humanas es el primer paso que abre las puertas
a la intervención del Cielo. (Salmo
138:6) “Porque Jehová es Excelso,
y atiende al humilde, más al altivo mira de lejos”.
Siendo el creyente incapaz de realizar el proyecto de Jehová Dios por sí mismo,
necesitamos incuestionablemente la Luz, la guía, y el Poder del Espíritu Santo.
ABSOLUTAMENTE ENTREGARNOS A JEHOVÁ DIOS con toda
confianza. (Hebreos 11:6) “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; Porque es necesario
que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que
le buscan”. La fe es la medida de
todas las cosas en la vida cristiana. Y la Perfecta Voluntad de Jehová Dios demanda que nuestra vida se
rija únicamente por fe y no por vista, y nunca por sentimientos: (Romanos 1:17) “Porque en el Evangelio la Justicia de Dios se
Revela por fe y para fe,
como está Escrito: Mas el justo por la fe vivirá”. Jehová Dios es Fiel, y todas sus promesas se cumplen en Jesucristo.
(2 Corintios 1:20) “porque todas las
promesas de Dios son en ÉL Sí,
y en ÉL Amén, por medio de
nosotros, para la Gloria de Dios”. Encontramos un sinfín de promesas en las
Sagradas Escrituras, que forman parte de la Voluntad de Jehová Dios para sus
hijos; Por esto hemos de conocerlas,
recibirlas, y confiar en ellas: Son los dichos del TODOPODEROSO.
SI HASTA AQUÍ CONCLUIMOS que efectivamente nos hemos
entregado a Dios, en decisión no egocéntrica, sincera, obediente, santa,
humilde… habremos entonces de confiar en sus promesas establecidas. Promesas que
hablan de la Providencia Divina; Del cuidado, la guía, y la protección de Jehová
Dios para todo creyente fiel.
POR EJEMPLO, si algún creyente, con buena disposición,
pregunta: No sé qué
camino escoger en esta situación confusa e indecisa, que se me presenta. ¿Me enseñará Dios a tomar la decisión
correcta? No hay lugar para
las dudas: (Salmo 32:8) “Te haré entender, y te enseñaré el
camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos”. Es aplicable perfectamente para nuestros
días, puesto que toda la
Escritura se Escribió para nuestra enseñanza y ejemplo.
CON LA MISMA DETERMINACIÓN el Libro de Los Proverbios nos
invita a confiar plenamente en Jehová Dios: (Proverbios 3:5
al 8) “5 Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. 6 Reconócelo en todos tus caminos, y ÉL enderezará tus veredas. 7 No seas sabio en tu
propia opinión; Teme a Jehová,
y apártate del mal; 8 Porque será medicina a tu cuerpo,
y refrigerio para tus huesos”.
Podríamos destacar aquí infinidad de promesas en las Sagradas Escrituras,
especialmente diseñadas por Jehová nuestro Padre Celestial y Dios, para nosotros
sus hijos amados.
UNA VEZ ACEPTADAS LAS CONDICIONES DE ENTREGA, alguno todavía se puede preguntar: ¿Cómo sé cuál es la Voluntad de Jehová Dios en éste u otro especial
asunto? La respuesta se determina bajo otra pregunta: ¿Te has entregado verdaderamente a Él?
Predicador de la Sana Doctrina de Cristo: Víctor. Si usted no tiene la
intención de guardar esta hoja, tenga la amabilidad de entregarla a otra
persona interesada. Para la difusión gratuita entre cristianos, se permite fotocopiar
esta hoja (por favor no cambiar el texto).
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