13 de Agosto de 2017
¿TE
GUSTARÍA OÍR LO QUE TÚ QUIERES OÍR O LO QUE DIOS QUIERE DECIRTE?
Nos
gusta mucho que nos hablen del amor de Dios hacia nosotros porque nos amamos
demasiado a nosotros mismos. (Santiago 1:21-27) “21 Por lo cual, desechando toda
inmundicia y abundancia de malicia, recibid
con mansedumbre la Palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.
22 Pero sed hacedores de la Palabra,
y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. 23 Porque si alguno es oidor de la
palabra, pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en
un espejo su rostro natural. 24 Porque
él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. 25 Mas
el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en
ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste
será bienaventurado en lo que hace. 26
Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua,
sino que engaña su corazón, la
religión del tal es vana. 27 La
religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas
en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”. Hay por lo menos cuatro cosas
importantes en este pasaje. Y quiero que los veamos desde esta
perspectiva: (1) Lo que debemos hacer, (2) Lo que debemos evitar (3)
Cómo hacer lo que debemos hacer
(4) La bendición de hacer nuestro deber.
1.
LO QUE DEBEMOS HACER. Debemos ser hacedores de la palabra
de Dios y no solo oidores de ella. V. 22
“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores”. He ahí nuestro
deber, bien sencillo. Dios nos ha dado su palabra para instruirnos, en primer
lugar, sobre qué debemos creer para ser salvos. Pero también nos ha dado su
palabra para enseñarnos cómo vivir la vida cristiana luego de ser salvos. Jesús mismo lo enseñó una y otra vez no
solo como la manera correcta de vivir la vida cristiana sino la marca que
distingue a uno que le ama de veras o no meramente de palabra. (Mateo 7:21, 24) “21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
24 Cualquiera,
pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente,
que edificó su casa sobre la roca”. Tan
fundamental es esto que Jesús nos dice que su familia se caracteriza por la
obediencia a sus mandamientos. (Lucas
8:21) “El entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los
que oyen la palabra de Dios, y la hacen”. Y
Pablo hablándoles a los romanos les dice lo mismo en (Romanos 2:13) “porque
no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley
serán justificados”.
2.
LO QUE DEBEMOS EVITAR. Debemos evitar el engañarnos a nosotros mismos.
V. 22 “Pero sed hacedores de la
palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”. ¿Qué quiere decir con engañarnos a
nosotros mismos? La palabra engañarnos en el griego, significa: razonar falsamente o incorrectamente.
¿Qué quiere decir entonces nuestro Padre Celestial a través de Santiago? Que no estás pensando correctamente, te
estás engañando a ti mismo si crees que agradas a Dios con ser un mero oidor de
la Palabra y no un hacedor de la Palabra. Si haces esto: si eres un
oidor meramente y no un hacedor de la Palabra: vives engañado. No has aprendido
bien el cristianismo. Vives en ignorancia. Y
lo triste no es esto solamente. Es que te haces daño a ti mismo. ¿De
qué manera? Bueno si eres un mero
oidor y nunca un hacedor de la Palabra demuestras que no eres cristiano.
Demuestras que no amas a Jesucristo. Vives
engañado si crees que eres cristiano. Mira las palabras de Jesús. (Juan 14:21) “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése
es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le
amaré, y me manifestaré a él”. (Juan
14:23) “Respondió Jesús y le dijo: El
que me ama, mi Palabra
guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con
él”. Y lo opuesto es cierto también.
(Juan 14:24) “El que no me ama, no
guarda mis palabras; y la Palabra que habéis oído no es mía, sino del
Padre que me envió”. (1 Juan 2:4,5) “4 El que dice: Yo le conozco, y
no guarda sus mandamientos, el
tal es mentiroso, y la Verdad
no está en él; 5 pero el que
guarda su Palabra, en éste
verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos
que estamos en él”.
3.
CÓMO LO DEBEMOS HACER. V. 25 “Mas el que mira
atentamente en la perfecta ley, la de la libertad”. Lo primero que debemos hacer es mirar atentamente a la perfecta ley.
Es decir, debemos esforzarnos no meramente en leer las Sagradas Escrituras sino
en mirar atentamente en ella. Hay que escudriñar la Palabra Escrita de Jehová Dios.
Hay que sacar tiempo para poder
entenderla. Hay que sacar tiempo para poder memorizarla. El llamado es
a no ser lectores casuales de las Sagradas Escrituras sino a ser verdaderos
conocedores de la Palabra de Dios. La
palabra mirar atentamente significa: doblarse para mirar algo más de cerca. Entonces, acércate a
mirar de cerca el significado de la Palabra Escrita de Jehová Dios. Para sacarle verdadero provecho usa de
diccionarios, y no faltes los miércoles y viernes, a los estudios de las Sagradas
Escrituras y verás si no aprendes con profundidad en la Palabra de Dios.
En segundo lugar, no solo
mires atentamente en la perfecta ley, la Palabra de Dios sino mira que ella es
la ley de la libertad. Acércate a las
Sagradas Escrituras no como una ley que viene a esclavizarte sino todo lo
contrario. La ley de Dios produce libertad. Jesucristo nos hizo libre
de la maldición de la ley cuando El mismo fue hecho maldición por nosotros. Nos
libertó del poder condenador de la ley para que ahora seamos libre en Cristo
bajo la guía y dirección de la ley. Por
esta razón Dios nuestro Padre Celestial dice en este Salmo: (Salmo 119:97)
“¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación”.
En tercer lugar, persevera en ella.
“mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella,
no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra”. Es decir, no te canses en ser hacedor de la ley, persevera
en ello. No desmayes en estudiar la
palabra y en obedecerla. Sigue adelante. No te quites. Piensa que cada vez que así lo haces, perseverando en obedecer más feliz serás.
4.
LA BENDICIÓN DE HACER NUESTRO DEBER. Nuestro Padre Celestial; Por
medio de Santiago nos da una Bendición. Pero es una
bendición que nos enseña un principio más acerca de la vida cristiana. Dice: V. 25 “éste será bienaventurado en lo
que hace”. ¿Qué significa esta frase?
Significa que obedecer a Jehová Dios trae en sí mismo su propia recompensa.
Fíjate que dice que será
bienaventurado en lo que hace, no
dice: por lo que hace.
En otras palabras, el creyente obedece a Jehová Dios no por
la recompensa de hacer la Voluntad de Dios sino por el placer de hacerla
Voluntad de Dios nuestro Padre Celestial. Obedecer a Dios trae por sí mismo su propia recompensa. Es
como el esposo que le hace bien a su esposa no para ganar su favor sino por
amor a ella. Servirle a ella es en sí
mismo su propia recompensa. Es
un placer y un gozo hacerlo
así. De igual manera el
creyente, obedecer a Dios es
una recompensa en sí mismo. Trae
placer y felicidad y bien para nuestra vida el ser hacedores de la Palabra de
Dios. Jesús mismo dijo en
(Lucas 11:28) “Y Él dijo:
Antes bienaventurados los que oyen la
Palabra de Dios, y la guardan”
Así que tu felicidad en la vida
depende de tu obediencia a la Palabra de Dios. ¿Quieres ser feliz? Se hacedor de la palabra y no tan solo oidor. ¿Quieres que
te vaya bien la vida? Pon en práctica
la Palabra de Dios. Pero
hazlo no para ganar el cielo porque Jesucristo lo ganó por ti y para ti sino
por el placer de servir a Dios. A nuestro Padre y Dios quien nos ha
dado a Jesucristo como nuestro galardón y como la fuente de la vida eterna. Quiera Dios que seamos cada un día una
iglesia celosa de buenas obras, negándonos
a nosotros mismos para hacer la obra de Dios por el solo de hecho de que le
amamos y deseamos serle
agradables en todo.
Aunque el Evangelio es un mensaje para
toda persona en todo el mundo, diferentes culturas
reaccionan a diferentes aspectos
del Evangelio de forma diferente.
Si crees lo que te gusta del
evangelio, pero rechazas lo
que no te gusta de él, no
crees en el Evangelio sino en ti. Creo que para nadie es un secreto que
nuestra cultura mexicana es muy NARCISISTA
(que quiere decir: Admiración excesiva que alguien siente
por sí mismo), y EGOCÉNTRICA.
Así que cuando predico “¡CRISTO TE AMA!”
nos encanta gritar “AMÉN” hermano
Víctor, “AMÉN” a esto. Lo que vamos a leer a continuación; Quiero que por favor NO
sean NIÑOS espirituales y que en lugar de levantarte e irte aguantes el reto y
que si tienes dudas házmelo saber, porque no soy el que lo dice sino El Padre a
través de Jesús: (Lucas 12:49-53) “49 Fuego vine
a echar en la tierra; ¿Y qué
quiero, si ya se ha encendido? 50 De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio
hasta que se cumpla! 51 ¿Pensáis que he venido para dar paz en
la tierra? Os digo: No, sino disensión. 52 Porque de aquí en adelante, cinco en una familia estarán divididos,
tres contra dos, y dos contra tres. 53
Estará dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre
contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la
nuera contra su suegra”. Pero
esta es la exigencia del Evangelio. Esta es la Voluntad del Padre sobre nosotros. Somos o no somos. Estamos casados o no estamos. Nada de andar jugando a aventuras
sentimentales. Somos o no
somos creyentes. Nada de
creer cuando nos conviene y ser ateos cuando nos es más rentable. Somos o no somos sacerdotes. Nada de sacerdotes que no sienten vibrar
su corazón por el Evangelio. Necesitamos
de este fuego: Que queme los
rastrojos de nuestras vidas. Que
queme las cosas que estamos haciendo a medias de nuestras vidas. Que queme las tibiezas del ser o ser a
medias.
NO
IMPORTA:
Si esto nos crea problemas con los demás.
Si esto nos hace diferentes al resto. Si
esto nos hace raros ante los demás. Si esto no es compartido con los
demás. Ni siquiera si no lo comparten nuestros padres. Ni siquiera si nos crea
problemas con nuestros hermanos. EL
FUEGO TODO LO ARRASA. El
fuego acaba con todo. El
fuego del Evangelio tiene que arrasar todo lo que llevamos de viejo. El fuego del Evangelio tiene que arrasar
todo lo que llevamos de miedo. El
fuego del Evangelio tiene que arrasar todas nuestras cobardías. Necesitamos este fuego capaz de dar todo
lo que tenemos. Necesitamos
este fuego capaz de dar nuestra vida por Jesucristo. Este es el fuego que enciende nuestra
decisión de buscar la santidad en el corazón.
Un
Evangelio diluido
y a medias es una abominación a Jehová Dios. Como ves, puedo
predicarte, diciendo: (Jesucristo te ama y desea
bendecirte. Jesucristo quiere que disfrutes tu vida. Jesucristo
desea concederte milagro tras milagro).
Pero,
esto es solo la mitad de la Verdad del Evangelio. El evangelio completo también
incluye advertencias contra el engaño del pecado.
Incluye arrepentimiento y tristeza según nuestro Padre y Dios, preparación para
la persecución y un anhelo por la venida de Jesucristo. Las Sagradas Escrituras nos dicen en términos muy claros:
(Hebreos 12:12-15) “12 Por lo
cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas;
13
y haced sendas derechas para vuestros
pies, para que lo cojo no se
salga del camino, sino que
sea sanado. 14 Seguid la paz
con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la
gracia de Dios; que, brotando alguna raíz de amargura,
os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”.
El Evangelio de Jesucristo siempre:
Edifica, por medio de confrontar al hombre y luego le trae consuelo. Nunca se acomodará a los gustos del
hombre pecador.
Sí,
Jesús ministró milagros. Concedió pan y carne a las multitudes. Pero, el día
vino, en el que ya no realizó ni predicó milagros. En lugar de ello, dijo a Sus
discípulos: (Juan 6:53-58) “53
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no
tenéis vida en vosotros. 54 El
que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el
día postrero. 55 Porque mi carne es verdadera
comida, y mi sangre es
verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre,
en mí permanece, y Yo en él.
57 Como me envió el Padre viviente,
y Yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. 58 Este
es el pan que descendió del cielo; no
como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente”. No soy profeta, pero el Espíritu Santo
me ha dirigido para entregar algunos mensajes proféticos que muchos han
considerado demasiado duros. Algunas
personas y algunos de Ustedes me han llamado el predicador del juicio final.
Admito que he predicado algunos
mensajes que me han causado mucho dolor, y en mi casa el llorar en la presencia
de mi Padre Celestial. Sin embargo, todo esto se debió a estos
versículos: (Proverbios 17:15) “El
que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos son igualmente
abominación a Jehová”. (Prov.24:23,24)
“”. (Ezequiel 22:26-29) “26 Sus
sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron
mis santuarios; entre lo santo
y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio; y de mis días de
reposo apartaron sus ojos, y Yo he
sido profanado en medio de ellos. 27
Sus príncipes en medio de ella son
como lobos que arrebatan presa, derramando sangre, para destruir las almas,
para obtener ganancias injustas. 28
Y sus profetas recubrían con lodo
suelto, profetizándoles
vanidad y adivinándoles mentira, diciendo: Así ha dicho Jehová el Señor; y Jehová no había hablado. 29 El pueblo de la tierra usaba de
opresión y cometía robo, al afligido y menesteroso hacía violencia, y al
extranjero oprimía sin derecho”.
Dice
la Santa Palabra de Dios en: (Gálatas 1:6–10) “6
Estoy maravillado de que tan pronto
os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un
Evangelio diferente. 7 No que
haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el
Evangelio de Cristo. 8 Mas si aún nosotros, o un ángel del
cielo, os anunciare otro Evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.
9 Como antes hemos dicho, también
ahora lo repito: Si alguno os predica
diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. 10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O
trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres,
no sería siervo de Cristo”. Uno
de los problemas que enfrentó la iglesia de los primeros años, fue la entrada
de falsas doctrinas que querían desvirtuar el valor del Evangelio que los
discípulos de Jesús estaban colocando como bases de la Sana Doctrina de Cristo.
Tal fue el caso de los GNÓSTICOS (Según esta doctrina los iniciados no
se salvan por la fe en el perdón gracias al sacrificio de Cristo, sino que se
salvan mediante la gnosis, o conocimiento introspectivo de lo divino, que es un
conocimiento superior a la fe. Ni la sola fe ni la muerte de Cristo bastan para
salvarse. El ser humano es autónomo para salvarse a sí mismo),
los DOCETISTAS (Herejía que niega la realidad carnal
del cuerpo de Cristo. Sirve
para designar el error de los que se niegan a admitir que Jesucristo ha sido
hombre verdadero, con cuerpo de carne como el nuestro. Por consiguiente, sería
pura ilusión o apariencia todo lo que el santo Evangelio cuenta y la Iglesia
enseña sobre la concepción humana de Cristo, su nacimiento y su vida, sobre su
pasión, muerte y resurrección), LOS ADOPCIONISTAS (En el pensamiento judío, el mesías es
un ser humano elegido por Dios para llevar a cabo su obra espectacular:
En este sentido, el
mesías no es el Hijo de Dios tal como lo considera el cristianismo),
LOS NICOLAÍTAS (doctrina que anuncia las especulaciones, creen en el liderazgo que designa a
quienes establecen el domino y las jerarquías sobre la iglesia y se refiere a
un grupo de personas que se consideran a sí mismas superiores a los creyentes
comunes. Otros en cambio piensan que los nicolaítas se oponen a toda norma o
autoridad), LOS JUDAIZANTES (Religión monoteísta que se basa en la
Torá, que recogen el contenido de la revelación de Dios al pueblo de Israel; se
caracteriza por respetar la voluntad de Dios para la humanidad, que se expresa
en los mandamientos de la Ley dada a Moisés, y por esperar la venida de un
Mesías, del que vendrá la salvación y el triunfo del pueblo judío)
y MUCHÍSIMOS MÁS. Todos ellos, quieren desvirtuar la divinidad de Jesucristo, además
de dañar el santo caminar de la iglesia según las enseñanzas de Jesús en la
Sana Doctrina de Cristo. El problema está en que estos hombres viven o
salen de la misma iglesia, de los mismos hombres y mujeres que una vez han
confesado a Jesucristo como Señor y salvador y quienes en sus inicios, han
creído en la verdadera fe y Doctrina de los Apóstoles.
Cuando
la iglesia está unida y vive en amor, entonces el diablo
trabaja en algunos corazones y empiezan con murmuraciones, de esta forma entra
el mal por hombres y mujeres, llenos de codicia y ansias de poder hasta que la
iglesia se debilita. Hoy vemos un panorama similar al que se fue implementando
con el paso de los siglos: hombres y
mujeres corruptos de espíritu que negocian con la fe de los incautos creyentes,
que codician el poder y llenan sus bolsillos del dinero de los pobres fieles
que esperan, a través de ellos, los favores de Dios. Como dice nuestro Padre
Celestial por medio del Apóstol en el Libro de Judas: (Judas 1:4) “Porque
algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían
sido destinados para esta condenación, hombres
impíos, que convierten en
libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a
nuestro Señor Jesucristo”, pero
lo han hecho para buscar su provecho terrenal y de paso, destruir la iglesia de
Señor Jesucristo.
Esta
iglesia Santa no podrá ser destruida por ellos, porque Jesús mismo dijo que (Mateo
16:15-19) “15 Él
les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que
soy Yo? 16 Respondiendo Simón
Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el
Hijo del Dios viviente. 17
Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado
eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
18 Y Yo también te digo, que tú eres
Pedro, y sobre esta roca edificaré mi
iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. 19 Y
a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares
en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra
será desatado en los cielos”, pero
necesita que quienes estamos aquí y ahora trabajemos por la unidad de la fe,
por la unidad del cuerpo de Cristo, por la unidad
del amor, por la unidad de la
Sana Doctrina de Cristo y por el establecimiento de una unidad con Dios, de tal manera que los corruptos tengan
que salir de ésta iglesia y reciban la retribución que Dios tiene para nosotros.
Predicador de la Sana Doctrina de Cristo: Víctor. Si usted no tiene la
intención de guardar esta hoja, tenga la amabilidad de entregarla a otra
persona interesada. Para la difusión gratuita entre cristianos, se permite fotocopiar
esta hoja (por favor no cambiar el texto).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario