4 de Febrero de 2018
PODER DE DIOS POR MEDIO DE JESUCRISTO Y EL ESPÍRITU SANTO
La vida de un verdadero cristiano
existe un cambio que se pudiera llamar metamorfosis, de la misma forma que lo
hace una mariposa, que cuando ya está completa, la mariposa comienza una nueva
vida. Jehová Dios por medio del apóstol Pablo dice en este Libro (Romanos 12:2) “No os conforméis a este
siglo, sino transformaos por medio de la renovación
de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la Buena
Voluntad de Dios, Agradable y Perfecta”. La
nueva criatura es totalmente diferente de la que vemos al principio. A
medida que madura va cambiando en muchas formas. Se transforma en algo completamente distinto. El resultado
final no se parece en nada al principio. Las Sagradas Escrituras nos dicen que
nosotros también tenemos que pasar por una transformación (un cambio, con la ayuda de Dios) y dejar de ser el “viejo hombre”, para convertirnos
en un “nuevo hombre”, el cual
siendo “creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”, “se va
renovando hasta el conocimiento pleno” (Colosenses
3:9-11) “9 No mintáis los unos a
los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y revestido del nuevo, el cual
conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento
pleno, 11
donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni
escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos”; (Efesios 4:22-24) “22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo
hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la Justicia y
Santidad de la Verdad”. En esta predicación analizaremos este asombroso cambio,
hecho posible por medio del Poder transformador del Espíritu de Dios.
Jesucristo,
prometió que vendría en una época en la cual este Poder espiritual estaría
disponible, no sólo para nosotros sino también para las personas de todas las
naciones, por medio del don de su Santo Espíritu.
La experiencia de los israelitas nos ayuda a entender que los seres humanos
están incompletos sin el Espíritu de Dios. Como lo explica el apóstol Pablo: (1 Corintios 2:11) “Porque ¿Quién de
los hombres sabe las cosas del hombre, sino
el Espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las
cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”.
Y añade en el Versículo 14: “13
lo cual también hablamos,
NO con palabras enseñadas por
sabiduría humana, sino con
las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. 14 Pero el hombre natural no percibe
las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las
puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. Sólo podemos tener este discernimiento
espiritual como un don de
Jehová Dios, por medio de su Espíritu que se manifiesta en los que, de
verdad, Jesucristo está en sus corazones, entonces, el Espíritu Santo se mueve
con libertad en el corazón del creyente.
Jehová
Dios,
cómo nuestro Padre Celestial, nos ofrece su Espíritu a los que se
arrepienten genuinamente y sepultan simbólicamente sus cuerpos con
Cristo en la sepultura acuática del bautismo.
Al cuerpo de creyentes convertidos de esta manera, Jesús les ha prometido que
el Espíritu Santo los “GUIARÁ A TODA
LA VERDAD” (Juan 16:13) “Pero
cuando venga el Espíritu de Verdad, Él os guiará a toda la Verdad; porque no
hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará
saber las cosas que habrán de venir”. Para comprender cómo el Espíritu de Jehová
Dios, nos puede transformar, debemos entender lo que es su Espíritu. Debemos empezar preguntándonos cómo es
Dios. Jesús explicó que: (Juan
4:24) “Dios es Espíritu;
y los que le adoran, en espíritu y en verdad
es necesario que adoren”. La
palabra espíritu identifica la verdadera esencia de Jehová Dios, así como amor
describe la esencia de su carácter (1
Juan 4:8,16) “8 El que no ama, no ha conocido a Dios;
porque Dios es amor. 16 Y nosotros
hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece
en amor, permanece en Dios, y Dios en él”.
Un ángel, al informarle a María que
ella daría a luz a Jesús el Mesías, se
refirió al Espíritu Santo como el medio que nuestro Padre Celestial usaría para
que se manifestara: “El Poder
del Altísimo” (Lucas 1:35) “Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y
el Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también
el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios”.
Jesús
les dijo a sus apóstoles:
(Hechos 1:8) “pero recibiréis Poder, cuando haya venido
sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda
Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Y nuestro Padre Celestial por medio del apóstol Pablo nos explica
lo siguiente: (2 Timoteo 1:7) “Porque NO nos ha dado
Dios espíritu de cobardía, sino de Poder, de Amor y de Dominio
Propio”. Pablo y otros realizaron “señales y prodigios, en el poder del
Espíritu de Dios” (Romanos 15:19) “Con
Potencia de señales y prodigios, en
el Poder del Espíritu de Dios; de manera que, desde Jerusalén, y por
los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del Evangelio de Cristo”. Si ponemos mucha atención, e inclinamos nuestro oído, a la Voz de Dios, entenderemos que, en este Versículo, es muy claro
que lo primero es que; esté
Jesucristo, en tu corazón, y después
el Espíritu Santo, entonces,
“El Espíritu de Poder de Jehová Dios”.
Las
Sagradas Escrituras nos presentan el Espíritu de Dios como manifestación de su Poder
Divino dentro de su creación, especialmente en
las personas que ha llamado y que se han convertido: (LOS SANTOS). Por
medio del “Poder del Altísimo” (Lucas 1:35) que apenas acabamos
de ver y que dice: “…El Espíritu
Santo vendrá sobre ti, y el Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra…,
ÉL puede darnos ciertos atributos de su Naturaleza y su Carácter. Estos atributos Divinos, Espirituales,
Transforman nuestra naturaleza débil hasta el punto en que somos “Participantes
de su Naturaleza Divina” (2 Pedro 1:3-8) “3 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la Piedad nos han sido dadas por su Divino Poder,
mediante el Conocimiento de aquel que
nos llamó por su gloria y excelencia, 4 por medio de las cuales
nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas
llegaseis a ser participantes de la
Naturaleza Divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo
a causa de la concupiscencia; 5 vosotros
también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6 al conocimiento,
dominio propio; al dominio
propio, paciencia; a la
paciencia, piedad; 7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. 8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os
dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor
Jesucristo”. En nuestra nueva vida es necesario que escojamos
positivamente y queramos caminar en obediencia, utilizando el Espíritu de Jehová Dios para vencer nuestra naturaleza
débil, carnal. Te recuerdo que tú no debes de ser el Gigante,
sino Jesucristo en ti.
El “Espíritu
Santo” lleva inseparablemente el Poder de Jehová Dios. Se le
conoce también cómo el “VIENTO SANTO”. Vamos a Comparar en (Apocalipsis 13:15) “Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia,
para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase”. Y ahora lo comparamos con: (Génesis
2:7) “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida,
y fue el hombre un ser viviente”.
Así como el aliento, cuando
respiramos, es esencial para la vida física, el Aliento del Espíritu
de Dios, por medio del Espíritu Santo es esencial para la vida eterna.
Y así como el viento es una fuerza invisible pero poderosa en el ámbito físico,
el Espíritu Santo es una Fuerza
Invisible pero Poderosa en nuestro desarrollo espiritual. La
comparación del Espíritu de Jehová Dios con el viento y el aliento en el Libro
de Éxodo: En cierta forma el Espíritu
de Jehová Dios es representado como un Viento Poderoso, que designa el
Viento, Aliento y Espíritu. En la
época de la salida de Egipto, Dios desplegó este viento sobre una parte del
mar, y así permitió que los israelitas pasaran a salvo en medio del mar y
escaparan del faraón y sus ejércitos (Éxodo 14:21) “Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por
RECIO VIENTO oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y
las aguas quedaron divididas”. De
todas las veces que se describe este Espíritu como viento, en muchas de ellas
se describe el viento como un instrumento de Dios, siempre fuerte e intenso.
Esta Propiedad de su Espíritu refleja claramente el Poder de Jehová Dios.
Y
así como el apóstol Pablo debemos de orar:
(Efesios 1:17-20) “17
Para que el Dios de nuestro Señor
Jesucristo, el Padre de
Gloria, os dé Espíritu de
Sabiduría y de Revelación en el Conocimiento de ÉL, 18 alumbrando
los ojos de vuestro
entendimiento, para que
sepáis cuál es la Esperanza a que ÉL os ha llamado, y cuáles las Riquezas de la Gloria de su
herencia en los santos, 19 y
cuál la Supereminente Grandeza de su
Poder para con nosotros los que creemos, según la operación del Poder de su Fuerza, 20 la
cual operó en Cristo, resucitándole
de los muertos y sentándole a su diestra en los Lugares Celestiales”.
Jehová
Dios empleó directamente esta comparación de “La operación del Poder de su fuerza”,
con un Viento Poderoso cuando
dio por primera vez El Espíritu Santo
a los discípulos de Jesucristo.
En el Libro de Lucas escribió:
(Hechos 2:1-4) “1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un Viento Recio
que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas
repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4 Y
fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”. Si con revelación
del Espíritu Santo, y detenimiento observamos éste suceso, es cundo
son llenos del Espíritu Santo, entonces el Poder se manifiesta según El Padre
Celestial quiere dar. Cuando el apóstol Pedro dio un poderoso sermón en el
que explicó por qué Jesús había sido crucificado y lo que significaba el
derramamiento del Espíritu Santo a sus discípulos. Muchos de los que le
oían exclamaron: (Hechos 2: 37-39) “37
Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros
apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 38
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el Nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el Don del Espíritu Santo. 39 Porque para vosotros es la promesa,
y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor
nuestro Dios llamare”. Por primera
vez en la historia de la humanidad, Jehová Dios estaba haciendo su Espíritu
disponible para todos aquellos que estuvieran dispuestos a arrepentirse de sus
pecados y comenzaran a obedecerle (Hechos
5:32) “A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos”.
Y también dice en: (Hechos 2:41,42)
“41 Así que, los que recibieron su Palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil
personas. 42 Y perseveraban en la Doctrina de los
apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y
en las oraciones”. ¡Nunca antes había
sucedido algo semejante! El Poder transformador de Jehová Dios está
trabajando Poderosamente desde el día, que los apóstoles lo recibieron por primera
vez, y lo sigue haciendo en todos aquellos que ÉL está llamando.
En
una ocasión anterior
(Juan 7:37-39) “37
En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz,
diciendo: Si alguno tiene sed, venga
a mí y beba. 38 El que cree en MÍ, como dice la
Escritura, de su interior correrán ríos de Agua Viva. 39 Esto dijo del Espíritu que habían de
recibir los que creyesen en ÉL; pues
aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”. Aquí Jesús
explicó que podíamos recibir el Espíritu del Padre Celestial y que éste fluiría
de nosotros para producir “El fruto
del Espíritu que es: En toda Bondad, Justicia y Verdad”
(Efesios 5:8-10) “8 Porque en
otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos
de luz 9 (porque el fruto del Espíritu
es en toda bondad, justicia y verdad), 10
comprobando lo que es agradable al Señor”. El
Espíritu Santo, es la manifestación del Poder de Jehová Dios, por
ésta razón es imprescindible el contacto constante con la fuente del Poder de
nuestro Padre Celestial. Nosotros
no tenemos la capacidad de almacenar permanentemente el Poder del Espíritu de
Jehová Dios, pero el Espíritu
Santo sí. Si nos desconectamos de nuestra relación con nuestro Padre y Dios,
nos cortamos de su Poder que obra en
nosotros. Por lo tanto, es necesario que nuestro hombre interior se
renueve “de día en día” (2 Corintios
4:16) “Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior
se va desgastando, el interior no
obstante se renueva de día en día”; comparémoslo con (Tito
3:5) “Nos salvó, NO por obras de
justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el
Espíritu Santo”. Una de las
razones por las que necesitamos el Espíritu Santo es para ayudarnos a controlar
nuestra naturaleza humana.
Además
de transformar nuestro pensamiento y perspectivas, el Espíritu de Dios nos
fortalece para que podamos tener Dominio Propio y vivir de acuerdo con las
enseñanzas de las Sagradas Escrituras. ¿Por qué
necesitamos algo más que sólo conocimiento de la Sana Doctrina de Cristo, para
someter y controlar nuestra naturaleza humana? La Sagrada Escrituras tiene la respuesta: (Romanos 8:3,4) “3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne,
Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del
pecado, condenó al pecado en
la carne; 4 para que la justicia de la ley se
cumpliese en nosotros, que no
andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Y también
en: (Romanos 7:14-17) “14 Porque
sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. 15 Porque lo que hago, no lo entiendo;
pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. 16 Y si lo que no quiero, esto hago,
apruebo que la ley es buena. 17 De
manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí”. Pablo nos dice que entender lo que es el
pecado, el cual debe ser definido por la ley de Dios, no es
suficiente para sobreponerse y controlar los deseos y el engaño de nuestra
naturaleza humana. Conocer
simplemente la ley de Dios no resuelve nuestro problema.
La
ley de Dios nos da el “conocimiento del pecado” (Romanos 3:20)
“ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de
ÉL; Porque por medio de la ley es el
conocimiento del pecado”. Tal conocimiento es fundamental para nuestro
crecimiento espiritual. Y por medio del apóstol Pablo nos lo confirma: (Romanos 8:4) “para que la justicia de
la ley se cumpliese en nosotros, que no
andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Pero este no es el tema principal de
estos versículos. Más bien,
debido a la debilidad de nuestra carne, Dios por medio de Pablo hace énfasis en
que no podemos alcanzar la verdadera justicia por nosotros mismos, por nuestros propios esfuerzos.
Sólo cambiando nuestra naturaleza pecaminosa por la naturaleza de Dios podemos
sobreponernos al pecado. Necesitamos que
nuestro Redentor, Jesucristo, el Mesías y nuestro
Salvador, viva en nosotros (Gálatas 2:20) “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios,
el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”, para que nos libere de nosotros mismos y nos haga justos.
El
fruto del Espíritu refleja la bondad, la fidelidad y el dominio propio
inherentes a la naturaleza de Dios. Si su Espíritu
está en nosotros, estas características que son parte del fruto del Espíritu
deben también ser parte fundamental de nuestra naturaleza, esto es, en tanto
permanezcamos “en Cristo” y
continuemos sirviendo a Dios con todo nuestro corazón. Con estas ocho virtudes
en nuestra vida; (2 Pedro 1:5-7) “fe;
virtud, conocimiento; dominio propio; paciencia; piedad; afecto fraternal; amor”.
Aquí Por medio del apóstol Pedro
resalta la importancia de nuestro crecimiento espiritual para poder mantener
una relación obediente a Jesucristo ahora y en el futuro, cuando heredemos la
vida eterna.
NUESTRA
TRANSFORMACIÓN FINAL. Si tenemos el Espíritu de Jehová Dios, ¿qué nos sucederá
cuando Jesús regrese? (Filipenses 3:20,21) “Mas
nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador,
al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra,
para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual
puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”. De nuestra transformación
final, cuando nuestro cuerpo “corruptible”
se convertirá en un cuerpo glorioso, inmortal, espiritual.
Por medio del apóstol Pedro Dios resumió
la transformación de los santos, con estas palabras: (2 Pedro 1:3,4) “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a
la piedad nos han sido dadas por su Divino Poder, mediante el conocimiento de
aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha
dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser
participantes de la Naturaleza Divina, habiendo huido de la corrupción que hay
en el mundo a causa de la concupiscencia”.
Predicador de la Sana Doctrina de Cristo: Víctor. Si usted no tiene la
intención de guardar esta hoja, tenga la amabilidad de entregarla a otra
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