18 de Febrero de 2018
LA
SANA DOCTRINA DE CRISTO, SON LAS RIQUEZAS DE SU GRACIA
Atribuir
toda la gloria de nuestro servicio a la Gracia de Dios Padre, es afirmar: (Por la Gracia
de Jehová Dios, que es por medio de Jesucristo, soy lo que soy).
Asimismo, cuantos heredamos el reino y las glorias prometidas para cada uno,
reconocerán en aquel día que sólo la Gracia de Jehová Dios nos condujo allí. En
esta predicación, nos tomaremos de la mano de nuestro Señor Jesucristo y del
Espíritu Santo para ser muy bien conducidos por la Escritura Sagrada, para que
contemplemos, las primeras manifestaciones hasta su expresión más plena las
abundantes riquezas de la gracia de Jehová Dios en Cristo Jesús. Quiera nuestro Señor Jesucristo,
utilizar esta Palabra para traer un
oportuno socorro a todos los creyentes que han caído en el desaliento, como también a aquellos que vagan
hambrientos cual ovejas sin pastor. (Ef. 2:6,7) “6 y juntamente con ÉL nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en
los lugares Celestiales con Cristo Jesús,
7
para mostrar en los siglos venideros las Abundantes
Riquezas de su Gracia en su Bondad para con nosotros en Cristo Jesús”.
Si nuestro corazón
rebosa de gratitud y alabanza al Dios de toda gracia,
por nuestro bendito Señor y Salvador
Jesucristo, quien vino lleno
de Gracia y de Verdad. Tanto nos amó, que no le importó nuestra
condición miserable, de extrema insolvencia, destituidos de la gloria, y más
aún, muertos en delitos y pecados.
¿Qué
es la Gracia? Gracia expresa un rasgo inefable de nuestro Bendito Padre
Celestial y Dios que se manifiesta en sus tratos con el ser humano,
y según el cual Él ama al ser humano caído, le perdona y le
levanta; le transforma, y pone en él su propio Espíritu, capacitándole
para colaborar con su propósito eterno y compartir su Gloria.
Sin embargo, bajo el Primer Pacto tenemos más Misericordia que Gracia; Y en el Nuevo Pacto, tenemos más Gracia
que misericordia.
La
Misericordia es la compasión de Jehová Dios, hacia alguien en su desdicha, en
su necesidad e impotencia. La Misericordia mueve la mano de Dios
para socorrer esta necesidad específica. Cuando los hijos de Israel
gemían en Egipto a causa de la servidumbre, y clamaron, Dios oyó su gemido y se
acordó de ellos (Ex. 2:23-25) “23
Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de
Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor
de ellos con motivo de su servidumbre. 24
Y oyó Dios el gemido de ellos,
y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. 25 Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció Dios”. En
(Jueces 2:18) “Y cuando Jehová
les levantaba jueces, Jehová
estaba con el juez, y los
libraba de mano de los enemigos todo el tiempo de aquel juez; porque Jehová era movido a Misericordia
por sus gemidos a causa de los que los oprimían y afligían”. Dios se
duele del dolor y la aflicción de su pueblo y acude en su ayuda. Sin
embargo, la Gracia, es el favor inmerecido concedido por Jehová Dios al ser
humano, que va más allá que la Misericordia, porque le habilita para que pueda
salir de su condenación y vivir conforme a las demandas de su Palabra cómo Dios.
Por esta razón es que la Gracia y no
la Misericordia la que fue hecha por medio de Jesucristo. La gracia se ve
brillar sólo en algunos momentos de la antigüedad, como en el Primer Pacto de
Dios con Abraham (Gén. 15:5,21) “5 Y
lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes
contar. Y le dijo: Así será
tu descendencia. 17
Y sucedió que, puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una
antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos. 18 En
aquel día hizo Jehová un Pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia
daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates;”,
y con David (2 S. 7:14-16) “14 Yo le seré a ÉL Padre, y él me será a mí hijo. Y si él
hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de
hombres; 15 pero mi Misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl,
al cual quité de delante de ti. 16 Y
será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono
será estable eternamente. 17
Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló Natán
a David”; Pero en todo el período de
la ley Jehová Dios no manifestó su Gracia, excepto a un “pequeño remanente”, (Rom. 11:2-6)
“2 No ha desechado Dios a su
pueblo, al cual desde antes
conoció. ¿O no sabéis qué dice
de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: 3 Señor, a
tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; Y sólo yo he
quedado, y procuran matarme? 4 Pero ¿Qué
le dice la Divina respuesta? Me
he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal.
5 Así también aun en este tiempo ha
quedado un remanente escogido por Gracia. 6 Y si por Gracia, ya
no es por obras; de otra
manera la Gracia ya no es Gracia. Y si por obras, ya no es Gracia; de
otra manera la obra ya no es obra”, porque la ley no es de fe, sino de obras. (Gálatas 3:11-14) “11 Y que por la ley
ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; 12 y
la ley no es de fe, sino que
dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. 13 Cristo nos redimió de la maldición de
la ley, hecho por nosotros maldición (porque está Escrito: Maldito todo el que es colgado en un
madero, 14 para que en
Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del
Espíritu”.
Incluso
la Misericordia,
en los días del Primer Pacto, aparece condicionada. En (Éxodo
20:6) “5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque Yo Soy Jehová tu Dios, Fuerte,
Celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la
tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6 y hago Misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”, Por
ejemplo; A los que obedecen
su ley (Dt.7:12) “Y por haber
oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios
guardará contigo el Pacto y la Misericordia
que juró a tus padres”; (Dt.30:2,3)
“2 y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy,
tú y tus hijos, con
todo tu corazón y con toda tu alma, 3 entonces Jehová hará
volver a tus cautivos, y tendrá
misericordia de ti, y volverá
a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido
Jehová tu Dios”.
(1R.
8:23) “Dijo:
Jehová Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el Pacto y la Misericordia a tus siervos, los que andan delante de ti con todo su
corazón”; Nosotros cómo hijos, Dios espera, que seamos
misericordiosos (2 S.22:26)
“Con el misericordioso te mostrarás
Misericordioso, y recto para con el hombre íntegro”. Y cada vez que
Dios habla de Misericordia es para que tú y cada uno de nosotros entendamos que
ha reservado de la más ricas Misericordias solo para este tiempo: (Miqueas 7:18-20) “18 ¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida
el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en Misericordia. 19 El volverá a tener
misericordia de nosotros; sepultará
nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros
pecados. 20 Cumplirás la
verdad a Jacob, y a Abraham la Misericordia, que juraste a nuestros padres
desde tiempos antiguos”. Tanto la
Gracia como la Misericordia se aplican en especial a la relación de Dios y su
pueblo, pero también a la
relación del hombre con su prójimo, cuando uno de ellos está en una situación de solvencia y otro
en situación de necesidad.
Así que, los que conocen la Gracia de Jehová Dios tienen amor, y
también misericordia. Dios demanda la misericordia. La misericordia se extiende desde aquel que ha recibido misericordia
hacia aquel que aún no la ha recibido. En éste Libro, dice: (Oseas 6:6)
“Porque misericordia quiero,
y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos”. Nuestro Señor Jesucristo toma esta Palabra
en más de una oportunidad para aplicarla a los fariseos que se escandalizaban
porque el Jesús comía con publicanos y pecadores (Mt. 9:13) “Id, pues, y aprended
lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a
pecadores, al arrepentimiento”, además condenaban a los discípulos porque
cogían espigas en día de reposo (Mt.
12:7,8) “7 Y si supieseis qué
significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los
inocentes; 8 porque el Hijo del
Hombre es Señor del día de reposo”. Nuestro Señor Jesucristo nos enseñó a
perdonar misericordiosamente a quienes nos ofenden (Mt. 18:33-35) “33 ¿No debías tú también tener misericordia de
tu consiervo, como yo tuve
misericordia de ti? 34
Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo
que le debía. 35 Así también mi Padre
celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su
hermano sus ofensas”, y por
supuesto que debemos de usar de misericordia, además de diezmar –como hacían, exclusivamente, los escribas
y fariseos (Mt. 23:23) “¡Ay de vosotros,
escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el
comino, y dejáis lo más importante de
la ley: la justicia, la misericordia
y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello”. Pablo y los demás apóstoles también lo
enseñaron (Rom. 12:8) “el que
exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside,
con solicitud; el que hace misericordia, con alegría”; (Col. 3:12) “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y
amados, de entrañable misericordia,
de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia”. De modo que en las
Sagradas Escrituras, tenemos la misericordia, pero sobre todo tenemos la Gracia,
que expresa aún mejor el maravilloso carácter de Jehová Dios, manifestado en el
Señor Jesucristo. Que nuestro Señor Jesucristo, nos ayude a conocer su Gracia
mejor, y a vivirla.
Lo
primero que la gracia nos permite es conocer a Dios como el Dios de toda Gracia (1 Ped. 5:10)
“Mas el Dios de toda Gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo,
después que hayáis padecido un poco de tiempo, ÉL mismo os perfeccione, afirme,
fortalezca y establezca”. Jehová Dios se revela a sí mismo en su Gracia, por
medio de Jesucristo. En Jesucristo, Jehová Dios nos reveló completamente su
forma de ser, hasta donde nos es posible a nosotros percibirla, dadas nuestras
limitaciones. El Señor Jesús tubo
ésta platica con Felipe: (Jn. 14:7-11) “7 Si me conocieseis,
también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. 8 Felipe
le dijo: Señor, muéstranos el
Padre, y nos basta. 9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo
hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto
al Padre; ¿Cómo, pues,
dices tú: Muéstranos el Padre? 10 ¿No crees que yo soy en el
Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no
las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, ÉL
hace las obras. 11 Creedme
que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las
mismas obras”. Ahora veamos estos
Versículos en el Libro de: (Jn.
1:6-13) “6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 7 Este vino por testimonio, para
que diese testimonio de la luz, a
fin de que todos creyesen por él. 8
No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. 9 Aquella
luz verdadera, que alumbra a
todo hombre, venía a este mundo. 10
En el mundo estaba, y el mundo por él
fue hecho; pero el mundo no
le conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no le
recibieron. 12 Mas a todos los que le recibieron, a
los que creen en su Nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de
Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”, y: (Jn. 1:17,18) “17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la Gracia y la Verdad vinieron por medio de Jesucristo.
18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que
está en el seno del Padre, ÉL le ha dado a conocer”. De manera que ahora, por medio de
Jesucristo, conocemos al Dios de Gracia. Nuestro Padre Celestial.
La
Gracia se refiere,
entonces, al Carácter inherente de Jehová Dios.
Porque Dios, por causa de su
grandeza y de su plenitud, no necesita de nadie ni de nada; Él se complace,
en cambio, en dar. Cuando
nosotros damos algo, estamos expresando el carácter de Dios; Cuando recibimos algo, estamos demostrando el carácter y la
forma de ser normal de un ser humano. Porque Dios da y el hombre recibe. Por esta razón nuestro
Señor Jesucristo dijo: (Hch. 20:35)
“En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir”.
La Gracia muestra, entonces,
lo que Dios es, en su grandeza,
y no lo que nosotros somos, en nuestra pequeñez. Las parábolas usadas por el Señor Jesús
tenían el propósito de declarar cosas escondidas desde la fundación del mundo
(Mt.13:34,35) “34 Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin
parábolas no les hablaba; 35 para
que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca; Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo”. Y de estas cosas, una de las más
gloriosas era dar a conocer el corazón, los pensamientos y los
caminos de Jehová Dios. Porque
dice Jehová Dios en este Libro: (Isaías 55:8,9) “8 Porque mis pensamientos
no son vuestros pensamientos, ni
vuestros caminos mis caminos, dijo
Jehová. 9 Como son más altos los cielos que la
tierra, así son mis caminos
más altos que vuestros caminos, y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos”. Antes que nuestro Señor Jesucristo,
revelara al Padre y Dios mediante su preciosa Persona y sus Enseñanzas, los
hombres no conocían a Jehová Dios, y tenían una concepción equivocada de su Persona.
El Carácter de nuestro Padre Celestial y Dios estaba escondido desde la
fundación del mundo, pero ahora es revelado en toda su maravillosa Gracia. La grandeza del corazón de Dios y la
pequeñez de nuestro propio corazón se muestran claramente en tres parábolas.
Jehová
Dios no envió a su Hijo al mundo a cobrar deudas, sino que lo ENVIÓ a PERDONAR,
para que por medio de su sangre fuéramos limpios de todo pecado. Cómo
nuestro Dios conocía nuestra pobreza, así que, sin más, nos
perdonó. El
perdón de esta deuda no fue un acto realizado por decreto que hubiera sido
fácil, sino por medio de la
muerte de su propio Hijo. Ahora
veámonos, en el ejemplo de ésta Parábola: En la parábola de los dos deudores (Mt. 18:23-34) “23 Por lo cual el reino
de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.
24 Y comenzando a hacer cuentas, le
fue presentado uno que le debía diez
mil talentos. 25 A éste,
como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. 26 Entonces
aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor,
ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 27 El señor de
aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. 28 Pero saliendo aquel siervo, halló a
uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba,
diciendo: Págame lo que me debes. 29
Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten
paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 30
Mas él no quiso, sino fue y le echó
en la cárcel, hasta que pagase la deuda. 31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y
fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. 32 Entonces, llamándole
su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me
rogaste. 33 ¿No debías tú
también tener MISERICORDIA de tu consiervo, como yo tuve
MISERICORDIA de ti? 34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los
verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía”. 10.000 talentos; Un
talento valía 6.000 dracmas, y una
dracma era lo que ganaba un jornalero al día. De manera que 10.000 talentos era el equivalente a 60 millones de
días de trabajo de un jornalero. Esto
es aproximadamente unos 34 millones de dólares. Una cantidad impagable. Pero
el rey le perdonó todo.
Así
es el corazón del ser humano. Se olvida fácilmente cuánto le fue
perdonado, y se llena de juicio contra el prójimo. El corazón
del ser humano es inmisericordioso
y olvida cuánto Dios le perdonó.
Veamos un último ejemplo: La parábola
del hijo pródigo (Lc.15:11-13) “11
También dijo: Un hombre tenía dos
hijos; 12 y el menor de
ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y
les repartió los bienes. 13 No
muchos días después, juntándolo todo
el hijo menor, se fue lejos
a una provincia apartada; y allí
desperdició sus bienes viviendo perdidamente”. El padre de la parábola
nos muestra cómo es el amante corazón de Dios, que perdona sin condiciones, que
cubre la desnudez de su hijo necio, y más encima hace fiesta para recibirle. Al
Padre no le importó oír las explicaciones de su hijo mayor, que quedaron
incompletas, porque su corazón se conmovió y se inflamó toda su compasión. Lo
que el hijo pródigo recibió fueron dones, no reprensiones. Y luego, se hizo
fiesta en su honor. (Lc. 15:29-32) “29 Mas él, respondiendo, dijo al padre:
He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has
dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con
rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 31 El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis
cosas son tuyas. 32 Mas era
necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha
revivido; se había perdido, y es hallado”. ¡Cuántas
veces nosotros nos hemos extraviado de la sincera fidelidad a nuestro Padre
Celestial, y nos ha recogido con amor, sin reproches, para agraciarnos de
nuevo, y cubrir nuestra desnudez! El hijo mayor, en cambio, muestra el
corazón del hombre, lleno de justicia propia y severidad, que no se alegra con
el perdón concedido al hermano, sino que se duele por lo que él considera una
injusticia cometida en su daño, y un derroche inmerecido. Aunque todas las cosas de su padre eran suyas, en su mezquindad, no
les aprovechaban, ni tampoco quería que les aprovecharan a nadie.
Predicador de la Sana Doctrina de Cristo: Víctor. Si usted no tiene la
intención de guardar esta hoja, tenga la amabilidad de entregarla a otra
persona interesada. Para la difusión gratuita entre cristianos, se permite fotocopiar
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