3 de Septiembre de 2017
AVIVAR
EL FUEGO ES EJERCITARTE EN LA PIEDAD QUE TIENE PROMESA
La
Virtudes son (1Timoteo 4:7,8) “7 Desecha las fábulas profanas y de
viejas. Ejercítate para la piedad;
8 porque el ejercicio corporal para
poco es provechoso, pero la piedad
para todo aprovecha, pues
tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera”.
Piedad es: La virtud de un cristiano en su vida diaria, formada a
través de la Sana Doctrina de Cristo (1Tim.6:3-5)
“Si alguno enseña otra cosa, y no se
conforma a las Sanas Palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la Doctrina que
es conforme a la Piedad, 4 está
envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras,
de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, 5 disputas
necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la Verdad, que toman la piedad como fuente de
ganancia; apártate de los
tales”. Piedad es: El ejercicio Espiritual que vamos hacer
constantemente (2 Pedro 1:3) “Como
todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su Divino Poder, mediante el conocimiento de
aquel que nos llamó por su gloria y excelencia”.
PIEDAD se refiere a
la compasión,
la clemencia o la lastima o condolencia que se tiene hacia algo o alguien. La piedad es una VIRTUD y se refiriere a
una manera de ganar el favor o el perdón de Dios. Según diversa
gente puede entender su significado diferentemente, se utiliza generalmente
para referirse a la dedicación religiosa o a la espiritualidad o a menudo, a
una combinación de ambos. Un
elemento común en la mayoría de las concepciones de la piedad es la humildad
que habla de un sentimiento de pena
o dolor que se tiene hacia quienes sufren. Compasión y misericordia. Virtud
que inspira, por el amor a Dios, devoción a las cosas santas, y por el amor al
prójimo, actos de abnegación y compasión.
Si
alguien te dice que avives el fuego es porque seguramente ve que las bazas de
la piedad en ti, se están apagando. Les invito que
abran sus Sagradas Escrituras en: (2
Timoteo 1:6,7) “6 Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. 7 Porque no nos ha dado Dios espíritu
de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. Quiero hacer un pequeño paréntesis para orar… Bendito sea el Señor Jesucristo, que nos
permite estar ante la presencia de nuestro Padre Celestial. ¡Qué bueno es saber
que estamos en la Presencia de Jehová Dios por medio de Jesucristo! Servimos un
Dios que atiende a nuestro clamor, nos ama… Padre Celestial, gracias por esta
Palabra, gracias por esta oportunidad de escudriñar tu Palabra y al mismo
tiempo, ser escudriñados por esta Poderosa Palabra, invito al Espíritu Santo para
que se manifieste en Poder sobre esta Palabra para que cobre vida en cada uno
de nosotros. En el Nombre de Jesucristo. Amen.
Lo primero, que vamos a resolver es,
esta pregunta: ¿Cómo se aviva el don de Dios que está en nosotros? Y, mis
hermanos ¿Saben que se aplica también a cada uno de ustedes? ¿Saben que cada uno de ustedes tiene un
don? Que Jehová Dios puso un don,
antes de que nacieras, cada uno nació precisamente para ejercer el don de Dios
sobre esta tierra. Debemos de
ejercer el don de Dios en esta tierra, porque Jehová Dios tiene el propósito
para su iglesia, entonces tú eres parte de esto, y Jehová Dios quiere bendecir
este mundo a través de tu vida y a través del don que Él puso en ti. Este
don, en toda tu vida, Ha sido inerte hasta el momento que viniste a recibir a
Jesucristo como tu Señor. Y como una
resurrección espiritual, esta brasa encendida, pasa… transmite, el fuego de
Dios sobre esta brasa fría e inerte. Esto es una de las cosas más Poderosas
y más preciosas que se hace en la Iglesia de Jesucristo. De brasa a brasa se
enciende el fuego de Dios en tu vida. Y
este don, que era potencial, ahora por imposición de manos, el
Espíritu Santo ahora morando en ti, porque eres ya templo del Espíritu
Santo cubierto por la sangre del cordero; ahora el Señor Jesucristo
puede poner en acción y operar ese don.
Y, mis hermanos, déjenme decirles, como nunca antes, esta iglesia, la
Congregación Iglesia en Cristo Jesús “Mi Libertador”, que radica en Lerma
Estado de México… Sí, la Iglesia de Jesucristo, pero ahora te hablo a ti y a
esta Iglesia, como nunca antes, se necesita que usted, y usted, y usted y todos
aquí en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, que te ha llamado a este Cuerpo,
caminen en sus dones y operen en sus dones. Y que sea lo que estaba enseñando
el miércoles pasado; esta identidad que cada uno de nosotros tenemos, por
ejemplo: Y te pido tu atención,
por favor, porque lo que te voy a decir es muy
importante para ti, porque
delante de Jehová Dios, Jesucristo,
Espíritu Santo y del Gobierno Federal, soy tu
cobertura, entonces es
importante saber cuál es mi identidad; Identidad que con tus ojos lo puedes comprobar, porque Dios
me la dio, la cual he venido
transmitiendo, acompáñenme por
favor a las Sagradas Escrituras en:
(2Timoteo 1:11) “Del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles”. Quiero reconocer que este don no me excluye de enfermedades ni
tampoco soy diferente a ti, “fíjate
que cómo Pastor estoy hecho de carne y huesos y soy humano, y tengo el derecho
de enfermarme y de cansarme”.
Y,
¿Saben? El
Señor Jesucristo no espera que cómo pastor lo haga todo y por esto es que
Jesucristo, nuestro Señor me
ha rodeado de una iglesia y ha poblado con hermanos y hermanas con dones,
ministros que el Señor Jesucristo quiere que broten y se activen. Si alguien de Ustedes tiene un don, quiero
decirte que este don nos hace falta ahora más que nunca. Es un hecho de
que ustedes tienen que avivar el don de Dios que está en ustedes. Permíteme prender de nuevo las llamas de
esta brasa que un día ardía en el primer amor en tu vida, pero que por la imposición de mis manos
puede encenderse nuevamente.
¡Qué
bueno sería si todos nosotros lo practicáramos!
Bueno, ¿Cómo se hace esto? Vamos al manual de vida las
Sagradas Escrituras: Esto no solo se limita meramente a la imposición de manos sobre
ministros, ordenándolos, aunque esto es cierto. Cómo lo podemos
comprobar en los siguientes versículos: (Deut
34:9) “Y Josué hijo de
Nun fue lleno del espíritu de
sabiduría, porque Moisés
había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron,
e hicieron como Jehová mandó a Moisés”. (Hch
6:6) “A los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos”.
(1Tim 4:14) “No descuides el don que
hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio”. (1Tim 5:22) “No impongas con ligereza las manos a ninguno, ni participes
en pecados ajenos. Consérvate puro”. Pero
en una ordenación, fíjate, lo que se está haciendo, es reconociendo los
dones que ya Jehová Dios, está operando sobre la vida de cada uno de su
pueblo, y que está apartando para usarlo en el ministerio que ya está
ejerciendo. Una vida vivificada por
el Poder de Dios imponiendo manos sobre otra vida, deseando ser vivificado por
el Poder de Dios.
El apóstol Pablo, señala también que
este Evangelio que predicaba no lo había inventado él, sino que era el
cumplimiento de "la promesa"
que Dios había hecho durante siglos a la nación judía (2 Tim 1:1) “Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios,
según la promesa de la vida que es en
Cristo Jesús”. No olvidemos que Pablo había sido perseguido ferozmente
por algunos de sus antiguos correligionarios judíos que le acusaban de haber
abandonado la fe de sus padres, por eso vuelve a reafirmar que el Señor
Jesucristo es el cumplimiento de las promesas hechas a la nación judía, y que
él seguía sirviendo al Dios de sus padres, sin haber tenido que renunciar a
nada de lo que las Escrituras decían (2
Tim 1:3) “Doy gracias a Dios, al cual sirvo
desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de
ti en mis oraciones noche y día”. Y
por otro lado, mira también hacia el pasado para considerar algunos
hechos fundamentales que habían unido a Pablo y Timoteo de forma inseparable.
En
primer lugar, vemos que ambos habían aprendido las Escrituras por medio de sus
antepasados judíos. Ya hemos dicho que Pablo servía a
Dios desde sus mayores que eran judíos, y de la misma manera Timoteo había
aprendido desde niño a confiar en las Escrituras que le habían enseñado su
madre y su abuela, que también eran judías piadosas (2 Tim 1:5) “Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu
abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también”. (2 Tim 3:14,15) “14 Pero persiste tú en lo
que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; 15 y que desde la niñez
has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio
para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”. Pero aun había mucho más, y Pablo añade que "nos salvó y
llamó" de acuerdo al propósito divino que se había originado antes de los
tiempos de los siglos (2 Tim
1:9) “Quien nos salvó y llamó con
llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el
propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los
tiempos de los siglos”. Por supuesto,
la salvación es algo que todos los cristianos auténticos comparten, y que les
une en el cuerpo de Cristo que es la Iglesia, pero en el caso de Pablo
y Timoteo, además de la salvación, ambos
habían recibido también un llamamiento muy especial al ministerio.
Es de suma importancia saber y comprobar
que el guía espiritual lo haya constituido Dios por medio de Jesucristo, el
apóstol Pablo, recuerda también el momento en el que Timoteo había recibido su
propio llamamiento especial por medio de la imposición de las manos del apóstol
(2 Tim 1:6) “Por lo cual te aconsejo
que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis
manos”. Había sido Dios quien los había unido de esta forma en el ministerio. Hasta ese momento Pablo y Timoteo habían
pasado largos años sirviendo al Señor juntos, pero la próxima partida
del apóstol indicaba que había llegado el momento de separarse. Tuvo que ser
difícil para Pablo exhortar a Timoteo a "participar de las aflicciones por
el Evangelio" (2 Tim 1:8) “Por
tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso
suyo, sino participa de las aflicciones por el Evangelio según el Poder de Dios”.
El apóstol se lo pide porque tiene plena confianza en Timoteo, puesto que está
seguro de su "fe no fingida",
y de su disposición para el servicio, de lo cual sus lágrimas sinceras para
llenarle de gozo eran una prueba indudable.
Ahora bien, los recursos que Timoteo
tenía a su disposición para cumplir estas exhortaciones eran más que
suficientes. En primer lugar,
Pablo le recuerda que contaba con "el Poder de Dios" (2 Tim 1:7,12) “7 Porque no nos ha dado
Dios espíritu de cobardía, sino de Poder, de amor y de dominio propio. 12 Por lo cual
asimismo padezco esto; pero no me
avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso
para guardar mi depósito para aquel día”. En
segundo lugar, tenía a su disposición la "Gracia en Cristo
Jesús" (2 Tim 1:9) “quien nos
salvó y llamó con llamamiento santo, no
conforme a nuestras obras, sino
según el propósito suyo y la
gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los
siglos”. Y en tercer lugar,
tenía el "Espíritu Santo" (2
Tim 1:14) “Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en
nosotros”.
Nuestro
ministerio es; "Por la Voluntad de Dios".
No ha sido nuestra propia elección, sino que es un encargo Divino que le ha
llegado directamente de Jesucristo (Gal
1:1) “Pablo, apóstol (no de
hombres ni por hombre, sino
por Jesucristo y por Dios el
Padre que lo resucitó de los muertos)”. (1 Juan 2:25) " Y esta es la promesa
que Él nos hizo, la vida eterna". Fuimos
constituidos en este ministerio, con el fin de, fundar, predicar, y enseñar la
Sana Doctrina de Cristo, en las Sagradas Escrituras, que nos traen la vida a
través de Jesucristo y que ha sido antes prometido por medio de los profetas, y
el mismo Señor Jesucristo. Si no hubiera habido tal promesa, nosotros no habríamos
sido constituidos como ministerio.
Así pues, las exhortaciones e
instrucciones que Timoteo estaba a punto de recibir provenían de un apóstol, que,
en cierto sentido, era como un padre espiritual. Todo esto nos da una idea del respeto y solemnidad con las que
Timoteo recibiría, leería y conservaría esta carta. Si no se entiende y respeta el principio
de autoridad, la relación está condenada al fracaso, pero ocurrirá lo
mismo si falta el amor y la amistad. Y esto es válido no sólo en cuanto a
nuestras relaciones familiares entre padres e hijos, sino también en las
relaciones con los servidores en la iglesia. Debemos poner énfasis, en la inmerecida bondad de Dios hacia el
hombre pecador que no merece nada. Pero
no debemos asociar la gracia únicamente con el momento en que somos recibidos
al convertirnos, sino que es una corriente constante que nos capacita
para afrontar cada nueva necesidad que se presenta.
Las
Sagradas Escrituras hablan de la, "gracia sobre gracia" (Jn 1:16)
“Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia
sobre gracia”. Y por esto
sabemos que es suficiente para superar las dificultades y los tiempos de prueba
(2 Cor 12:9) “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi Poder se perfecciona en la
debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis
debilidades, para que repose sobre mí el Poder de Cristo”. Un poco más adelante
en esta misma carta vuelve a recordarnos que la salvación y llamamiento ha sido
por medio de “LA GRACIA” (2 Tim 1:9) “quien nos salvó y llamó con llamamiento
santo, no conforme a nuestras
obras, sino según el
propósito suyo y la gracia
que nos fue dada en Cristo Jesús antes
de los tiempos de los siglos”, y que para cumplir adecuadamente nuestro
ministerio es necesario que nos esforcemos en la Gracia que es en Cristo Jesús (2 Tim 2:1) “Tú, pues, hijo mío,
esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”.
Tenemos
que ser conscientes de la Presencia de la Gracia de Dios en nuestras vidas.
De esta forma sabemos que los orígenes de estas bendiciones no son humanas,
sino Divinas: "DE DIOS PADRE".
También es muy importante señalar el medio por el que llegan: "DE JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR". Asociamos
el nombre de Jesucristo con el de Jehová Dios como la fuente conjunta de estas
bendiciones, son una alusión clara a la deidad de Jesucristo.
Pero, en cualquier caso, también
debemos resaltar la importancia de instruir a nuestros hijos en las verdades de
la fe cristiana. ¡Cuántos excelentes
siervos de Dios han recibido su primera enseñanza de las Sagradas Escrituras,
por medio de sus madres! Y así fue como Timoteo llegó a ser la tercera
generación en aquella familia que servía a Dios con una fe genuina. El don y el llamamiento recibido de Dios (2
Tim 1:6) “Por lo cual te aconsejo que
avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos”.
Y aquí encontramos la primera
exhortación para que siga constante en nuestro ministerio. Por un lado, la hostilidad hacia el Evangelio está creciendo,
de tal modo que muchos cristianos están muriendo por esta causa, y el mismo
Pablo estaba encarcelado por esta misma razón.
Frente a este escenario en cual
vivimos no debemos desalentarnos, y Por esta razón te animo a avivar el fuego
del don de Dios que está en ti. Timoteo
había recibido un don que le capacitaba para desarrollar cierto ministerio,
y ahora se le exhortaba para que lo desarrollara por medio de su uso diligente.
Aclaro que con esto no estaba
reprochando a Timoteo que estuviera siendo negligente o perezoso en el
desarrollo de su ministerio. Pero como sabemos, la tendencia del fuego
es a apagarse, y las circunstancias que nos rodean al igual que a Timoteo bien
pueden asfixiarte, así que quiero
introducir nuevo oxígeno para que la combustión se reavive aún más y que siguas
haciendo frente valerosamente a las serias dificultades con las que te vas a
encontrar. Podemos decir que
se trata de una exhortación preventiva, no correctiva.
Y por supuesto, nosotros también
debemos recibirla. Tenemos que vigilar el fuego en el altar de nuestro corazón,
alimentar constantemente nuestra relación con Dios, ejercitar los dones
recibidos, para así no perder el celo y el entusiasmo por la obra del Señor
Jesucristo, ni apagar su Espíritu en nosotros (1 Tes 5:19) “No apaguéis al Espíritu”.
Jehová Dios nos ha repartido
diferentes dones (1 Co 12:11) “Pero todas estas cosas las hace uno y el
mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como Él quiere”. Estos dones
sirven para capacitar al cristiano para servir al Señor Jesucristo en las áreas
específicas del ministerio al que hemos sido llamados. Necesitamos el amor de Dios en nosotros, que sin duda es la fuerza
más poderosa del universo y que puede vencer toda nuestra resistencia a
darnos por los demás sin importarnos el costo. El "dominio propio", que tiene que ver con el autocontrol,
la sobriedad, la autodisciplina, el ejercicio de una mente sana y equilibrada.
Todo esto resulta necesario en cada circunstancia. En tiempos de persecución se requiere calma y buen juicio para no
reaccionar con fanatismo ni violencia. Pero igualmente en cada
situación se necesita la presencia moderadora del Espíritu Santo en nosotros.
Poder,
amor y dominio propio, unidos, harán que el siervo de Jesucristo sea firme e
inconmovible en sus convicciones, pero también
limará sus aristas, haciendo de él alguien bondadoso y entregado a los demás, celoso por la obra de Dios, pero sin
fanatismos ni exageraciones desproporcionadas.
Y
tenemos que reconocer que estos no son una capacidad natural en nosotros. No
nacemos con ellos, ni se pueden conseguir estudiando, son fruto del Espíritu
Santo.
Predicador de la Sana Doctrina de Cristo: Víctor. Si usted no tiene la
intención de guardar esta hoja, tenga la amabilidad de entregarla a otra
persona interesada. Para la difusión gratuita entre cristianos, se permite fotocopiar
esta hoja (por favor no cambiar el texto).
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