LA
SANA DOCTRINA DE CRISTO, ES LA ÚNICA VERDAD
El mundo está
plagado de religiones que alegan ser las que tienen la verdad de Dios. Todas
alegan ser la religión verdadera y todas afirman ser las que conducen a la salvación.
No importa cuán antigua haya sido la cultura, todas de alguna forma han
practicado una religión o un rito religioso.
(Efesios
4:1-6) “1 Yo
pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con
que fuisteis llamados, 2 con toda
humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en
amor, 3 solícitos en guardar la
unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; 4 un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una
misma esperanza de vuestra vocación; 5
un Señor, una fe, un bautismo, 6 un
Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”.
La
palabra de Dios no cambia. Esto está muy claro en la Biblia.
(2Cirintios
11:13-15) "13 El cielo y la
tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. Porque éstos son falsos apóstoles,
obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. 14 Y no es maravilla, porque el mismo satanás
se disfraza como ángel de luz. 15 Así
que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de
justicia, cuyo fin será conforme a sus obras".
Dios
no es el autor intelectual de las religiones. Las religiones del mundo son
producto de un ser que odia a la humanidad. Jesús dijo:
(Juan 3:17) “Porque no envió Dios a
su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por
él”. El que viene a matar, a dividir, a sembrar la mentira es Satanás. (Juan 8:43-47) “43 ¿Por qué no
entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. 44 Vosotros sois de vuestro padre el
diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde
el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él.
Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. 45
Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. 46 ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la
verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? 47
El que es de Dios, las palabras de Dios
oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios”. Las religiones dividen a los seres humanos,
están llenas de paradigmas, de prejuicios. Así que hablar de religiones no es
sinónimo hablar de Dios, hablar del evangelio.
Las religiones
están llenas de dogmas de ritos sin sentido, de tradiciones absurdas, de
actividades de sombra y de oscuridad. Tratar de ver a Dios a través de las
religiones es un disparate, si lo hacemos ciertamente que no podemos creer. Hay
tantos incrédulos y ateos hoy, gracias a la visión religiosa que tenemos de
Dios. Dios no pude ser visto a través de la religión. (2Juan 1:9) “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina
de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo”.
Millones
dicen ser cristianos, pero viven ignorando la Sana Doctrina de Cristo.
Jesús no fundó religión alguna, el evangelio no es una religión, el evangelio
no es una amalgama de ritos, dogmas, mitos, y tradiciones. El evangelio es un
estilo de vida, es una fuerza que cambia a los seres humanos, el evangelio es
la palabra misma de Dios.
Debemos
tener claramente lo que es de Dios y lo que no es palabra de Dios,
es importante conocer lo que es Palabra de Dios y lo que es palabra de los
hombres.
Hay quienes
tienen el don de la palabra, son buenos oradores, dominan el arte de la
palabra, son capaces de presentar la mentira como una verdad y la verdad como
una mentira, estos sembradores de la mala semilla están por todas partes, son
los que distorsionan la verdad de Dios, son los que cambian el evangelio de
Cristo por tradiciones de los hombres. Es
por eso que en la Sana Doctrina de Cristo nos enseña y advierte: (2Corintios 2:17) “Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios,
sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en
Cristo”.
Hoy
hay quienes hablan de un "evangelio moderno", del "nuevo
vino", de la "nueva semilla".
Pretenden con su lógica analítica decir que uno es el evangelio de los tiempos
apostólicos y otro es el evangelio que debemos predicar hoy. No hay dos evangelios,
sólo el evangelio que Jesús predicó y ensenó a sus discípulos. Dios no cambia, no
cambia con el tiempo, ni por la geografía, ni por la cultura. El mensaje es el
mismo y ese mensaje es el que debemos predicar solo lo que está escrito por
todo el mundo. (2Ti 4:1-4) “1 Te encarezco delante de Dios y del
Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y
en su reino, 2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo;
redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. 3 Porque vendrá tiempo cuando no
sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se
amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, 4 y apartarán de la verdad el oído y se
volverán a las fábulas.
Somos nosotros
los que presentamos las más variadas versiones de lo que debería ser la única y
unida iglesia evangélica. Iglesias metodistas, presbiterianas, luteranas,
wesleyanas, bautistas, aliancistas o pentecostales, entre otras, son algunas de
las denominaciones que destacan aún más el horrible espectáculo cuyo
protagonista es el pecado de la división del pueblo de Dios. (Gal 1:8,9) “8 Mas si aun nosotros, o
un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos
anunciado, sea anatema. 9 Como antes
hemos dicho, también ahora lo repito: Si
alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema”.
Podremos acusar a
satanás aquel que siempre ha tenido su mirada y blanco en nosotros para sembrar
la discordia y división entre los hermanos; es cierto, pero no es menos cierto
que la principal causa de esta condición triste y decadente mana de nuestra
propia concupiscencia. (Santiago 4:1,4)
“1 ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de
vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? 4
¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra
Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser
amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.”
Esta pregunta en
la Sana Doctrina de Cristo a través del apóstol Santiago esta dirigida a los
hermanos de la iglesia, por lo tanto, debemos apropiarnos de esta reprensión
porque es nuestro testimonio en cuanto a ser solícitos en guardar la unidad. (1Co 1:10) “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo,
que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino
que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer”.
Viendo la
historia de la iglesia, descubro que las causas de la división son las
denominaciones y religiones con sus propias maneras de interpretar la Palabra,
que ha
quebrado la
unidad dentro del pueblo de Dios, y están en las religiones todos los asuntos
de carnalidad y pasiones que en nada se sustentan en la sagrada escritura.
(Romanos
16:17)
“Mas os ruego, hermanos, que os
fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que
vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos”.
Una de las
primeras cosas que Jesús les dijo a sus discípulos era de la llegada de falsos
profetas, de falsos maestros, de falsos cristos, de falsos ministros, de
hombres y mujeres quienes afirman que vienen en su nombre, pero ciertamente son
mensajeros de satanás. Lo triste de todo esto es que muchos son engañados por
estos mensajeros del mal. Jesús
profetizó esa verdad. Vendrían muchos llamados cristianos, con sus títulos de
apóstoles, discípulos, profetas, ministros, rabinos, sacerdotes, pastores,
profetas, evangelistas, y maestros que hablarían de las mentiras de sus corazones,
que venían en su nombre.
Nadie que se
aparte de su palabra será su discípulo, Jesús no reconoce a estos farsantes no
importa que hablen de él, pues hablan de sí mismo y predican sus propias
opiniones.
(Judas
1:19) “Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al
Espíritu”. (Tito 3:10,11) “10 Al hombre que cause divisiones, después de una y
otra amonestación deséchalo, 11 sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y
está condenado por su propio juicio”.
En
lo personal, no creo conveniente ante la solicitud de guardar la unidad, este
tipo de actitudes o declaraciones que somos de una u otra religión, mencionando
a su denominación como ejemplo ante los demás como la verdadera.
Eso es sectarismo que debe erradicarse de nuestro vocabulario cristiano
evangélico. Si debemos identificarnos frente a los demás, solo debería bastar
con decir ¡¡¡soy cristiano evangélico, y
punto!!!
Otro ejemplo
durante el ministerio de Jesús, se evidencia en la actitud de Pedro cuyo
carácter y personalidad difiere diametralmente al de Juan citado anteriormente.
(Juan
21: 20-21) “20 Volviéndose Pedro, vio que les
seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había
recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de
entregar? 21 Cuando Pedro le vio,
dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste?” Pedro
en lugar de preguntar sobre el significado de lo que Jesús le había dicho,
estaba mas preocupado de que le iba a acontecer en el futuro a Juan. Ante esa
pregunta, Cristo le responde de una manera extraordinaria: (Juan 21:22) “Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta
que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.” La respuesta del Señor, le enseña a
Pedro y a cada uno de nosotros como sus escogidos, que debemos de centrarnos en
el trato personal y directo que el Salvador establece con cada individuo sin
anular al del otro.
Si Cristo
determina si alguien va a servirle de tal modo ¿Por qué ha de querer establecer
lo mismo para los demás?, por lo tanto, nuestro deseo no debe ser la egoísta
búsqueda de la exclusividad, como si El
Señor tuviera discípulos preferidos o con categorías, sino que debemos entender
que todos somos hermanos y cada uno de nosotros con un propósito definido.
Jesucristo en su Sana Doctrina nos enseña que aparte de él no hay jerarquías ni
denominaciones separatistas. Él dijo: (Mateo
23:8) “Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois
hermanos”.
Al olvidar este
principio de igualdad e importancia de cada uno de nosotros, es el inicio de la
ruptura de la unidad y de la importancia de conservarla.
Pedro y Juan
aprendieron muy bien la lección, ya que a pesar de ser muy distintos entre sí,
los vemos trabajando juntos y compenetrados en la obra de la iglesia primitiva.
(Hechos 3:1) “Pedro y Juan subían juntos
al templo a la hora novena, la de la oración”.
El mensaje del
evangelio de la Sana Doctrina de Cristo fue dado a los discípulos, el mensaje
esta completo, no necesita de ninguna frase más; (Juan 21:25) “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las
cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los
libros que se habrían de escribir. Amén”. Así que todos los llamados
seguidores de Cristo tienen la responsabilidad de sembrar la misma semilla, no
importa el lugar, la época, La semilla que debemos sembrar es la semilla del
evangelio que nos enseñó nuestro Salvador.
El evangelio es
una fuerza transformadora, una fuerza que rompe las cadenas del pecado, una
fuerza que libera al hombre, el evangelio no es una religión más, no admite
dogmas, ritos, tradiciones. El evangelio e una conducta recta, es una forma de
vida que armoniza con Dios. Las religiones son invento de los hombres, por eso
hay tantas, por eso son huecas, vacías. De nada sirven, no salvan. El evangelio es acción, es amor, perdón,
justicia, libertad. Los que predican la Sana Doctrina de nuestro Maestro
Jesucristo no hacen negocio, no están pendientes de ganancias materiales,
no buscan la fama, el poder, la adoración. Los creyentes en el evangelio de
Cristo son servidores y no admiten ser servidos como lo son todos aquellos que
aceptan un liderazgo en las congregaciones.
El evangelio es
la herramienta contra las mentiras de Satanás. (Juan 10:10) “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir;
yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. El
diablo es el autor intelectual de todas las religiones del mundo, satanás
divide como dividen las religiones a los seres humanos como si fueran países. El
enemigo satanás vino a destruir y utiliza a las religiones para ese propósito.
En nombre de las religiones se han cometido los asesinatos más horribles de la
humanidad. Si miramos a Dios a través de las religiones de la humanidad jamás
podríamos creer en Dios.
Así que debemos
permanecer en las palabras de Cristo en su Sana Doctrina si deseamos ser sus
discípulos. Aquí no se trata de si somos piadosos o no, si las religiones son buenas
o malas, esa no es la cuestión, la cuestión es que sólo el evangelio que Jesús
nos dio es el verdadero. (2Jn 1:9)
“Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene
a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al
Hijo”. El evangelio no admite mezclas con otras religiones, no enseña
muchos caminos al cielo. El evangelio enseña que sólo hay un camino, una puerta
un intermediario: Jesús. (Juan 14:6)
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre,
sino por mí”.
La Sana Doctrina
de Cristo no admite alianzas con la ciencia, no admite a la sicología, no a la
psiquiatría, ni a la medicina de los hombres, el Evangelio que Cristo predicó
es una fuerza de Poder de su Iglesia. El mundo necesita de la ciencia, de la
medina, la sicología, de todos los métodos de la lógica, más la iglesia de
Cristo tiene el arma más poderosa.
La Iglesia de
Cristo fue dotada del poder del Espíritu Santo, la iglesia fue dotada de la
espada de la Palabra Poderosa de Jehová Dios y el escudo de la fe. La iglesia
no necesita de las herramientas del mundo, y si el mundo necesita de las
herramientas de la iglesia.
(Isa
54:17) “Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que
se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y
su salvación de mí vendrá, dijo Jehová”.
Jesús fue claro
cuando les dijo a sus seguidores que esperaran la llegada del Consolador. (Juan 14:26) “Mas el Consolador, el
Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”.
Sin la presencia de este poder del cielo hubiese sido imposible que; a la
iglesia hubiera sobrevivido a las persecuciones, a los crímenes, al odio de
Satanás. Satanás hubiera hecho desaparecer a la iglesia de Cristo si la misma
no hubiera sido llena del Espíritu Santo. (Hechos
1:8) “pero recibiréis poder, cuando
haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en
Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.
Las religiones
del mundo son organizaciones sociales, carecen de poder del cielo. Pueden decir
que son instituciones poderosas en la tierra, pero su poder es nulo ante el
poder del evangelio. (Mat 12:25) “Sabiendo
Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo,
es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá”.
Las religiones del mundo están divididas en fragmentos, el Evangelio siempre ha
estado unido, la Iglesia de Cristo jamás ha sido dividida, no hay en el
jerarquías de poder, todos somos servidores, todos predicamos el mismo
evangelio, nuestra misión es rescatar a las ovejas perdida, a la oveja
quebrada, nuestra misión es dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, dar
de beber al sediento. (Juan 13:15)
“Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también
hagáis”.
Si
la humanidad adoptara la Sana Doctrina de Cristo donde en todo se puso Él mismo
como ejemplo en cada una de sus enseñanzas, con Jesucristo este mundo fuera uno
mejor, pero han rechazado al evangelio y se han abrazado a falsas religiones,
religiones que aparentan ser buenas, piadosas, pero apartan a la humanidad del
verdadero camino. (1Pe 2:21-24) “21 Pues para esto
fuisteis llamados; porque también Cristo
padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; 22 el cual no hizo pecado, ni se halló
engaño en su boca; 23 quien cuando
le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino
encomendaba la causa al que juzga justamente; 24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el
madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la
justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”. El evangelio fue dado por Dios a la humanidad, las religiones son un
invento del mismo satanás. El vino a robar, a dividir, a matar, a sembrar el
odio, la venganza, la iniquidad, la injusticia.
Quien crea que ha
de ser salvo practicando una religión está muy equivocado. El precio de la
salvación ya fue pagado en la cruz del calvario. No hay otro medio, no nos salvamos por lo que hacernos, sino porque
creemos en Jesús, en su sacrificio, en su perdón, en su amor. Sólo podemos
ser salvos aceptando este maravilloso sacrificio de vida. La muerte entró por
Adán, más la vida entró por Jesús.
La Palabra de
Dios es muy precisa. (Salmos 19:7-11) “7
La ley de Jehová es perfecta, que
convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.
8 Los mandamientos de Jehová son
rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los
ojos. 9 El temor de Jehová es
limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos
justos. 10 Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más
que miel, y que la que destila del panal. 11 Tu siervo es además amonestado con ellos; En guardarlos hay grande
galardón”. La relación del ser humano con su Creador no está basada en una
práctica religiosa.
La
Sana Doctrina de Cristo nos da un equilibrio en nuestra vida y una buena
relación con Jehová Dios y no está basada en ritos, en dogmas, en tradiciones,
en ceremonias, en prácticas de sacrificios.
La relación con Dios es una hermosa, una que nos hace sentir la presencia
divina, que nos hace mejor cada día, que nos limpia del pecado, del orgullo, de
la vanidad, de la venganza, de la injusticia, de la soberbia, de la lujuria.
Dios no es un ser
ausente de la humanidad, siempre ha estado presente, pendiente, atento. Jesús
es la clave, Jesús vino al mundo para restablecer esa relación divina, es Jesús
el lazo con Dios, es el Intermediario, no hay otro, no hay otra puerta, otro
camino, otra senda. Sin Jesús no hay retorno al Padre, sin Jesús no hay
salvación.
Jesús dijo: (Marcos 16:16) “El que creyere y fuere
bautizado, será salvo; mas el que no creyere,
será condenado”.
En
cuanto a la Sana Doctrina de Cristo, la humanidad vive ignorando la verdad de
Dios revelada en su Palabra, Este mundo está bajo la influencia de satanás,
Jesús lo llamó el "Príncipe de este mundo".
(Juan 16:11) “y de juicio, por
cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado”. (Efesios 2:2,3) “2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo,
siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del
aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3 entre los cuales también todos
nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la
voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de
ira, lo mismo que los demás”.
El mundo no tiene
defensa alguna contra estos seres de los aires, contra estos demonios, contra
estos inicuos, contra estos servidores de satanás. Nada puede hacer el mundo
contra este reino de maldad. En cambio para aquéllos que creen en el Evangelio
de Jesús, para los que le reciban como Salvador hay una promesa de protección.
Todo creyente verdadero será bautizado con el Espíritu Santo y éste le
protegerá. No hay otra forma de vencer a los seres, no hay práctica religiosa
que nos proteja del mal.
Las religiones
son baluartes del mismo satanás, es él el autor intelectual de todas las
religiones del mundo, las religiones del mundo están llenas de mentiras, de
prácticas que niegan al mismo Dios, Nadie podría ser creyente si busca a Dios a
través de una religión.
Hay una alternativa
que nos conduce a la verdad, que nos lleva por la senda correcta, Cristo nos
dio su palabra, su evangelio. No hay nada más que buscar, sino creer en lo que
él nos dijo. Jesús nos ensenó a amar, a compartir, a ser justos, a ser
piadosos, a respetar al prójimo. Esa es la verdad de Dios. Si no permanecemos
en las palabras de Jesús no seremos sus discípulos y no alcanzaremos la vida
eterna.
Las religiones
del mundo andan en un camino de oscuridad, más la senda del evangelio está
iluminada por la luz de Jesucristo. Pero retomando el asunto de las
denominaciones, que no son otra cosa que un rotulo que acentúa la actitud
separación y sectaria de las congregaciones, hay mucho que comentar.
En la actualidad
casi nadie se identifica con el simple nombre de “cristiano”, sino que dicho
titulo debe ir acompañado de la denominación que lo patrocina.
Si
hasta parece que se mira raro a quien simplemente diga: “soy cristiano y no
pertenezco a ninguna denominación” En la actualidad, eso es de lo más raro,
practicar y vivir la Sana Doctrina de Cristo.
Por
tal razón, es necesario hacer un breve recorrido por las escrituras y descubrir
las huellas que dejo la iglesia primitiva. Cuando nace la iglesia en el siglo
primero, los creyentes se identificaban con Cristo y con el testimonio
apostólico, reuniéndose por las casas con alegría y sencillez de corazón.
(Hechos 2:42,46) “42 Y perseveraban
en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el
partimiento del pan y en las oraciones. 46
Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas,
comían juntos con alegría y sencillez de corazón”.
La
Biblia así lo enseña: (Hechos 11:26)
“Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y
a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía”. Nunca
la iglesia de Jesucristo tuvo un rotulo denominacional. Las denominaciones han
sido la expresión mas clara de la carnalidad de nosotros los hombrecitos, los
que siempre queremos poner por sobre los intereses y los principios de Dios,
nuestras formas, tradiciones y costumbres. (1
Corintios 3:11) “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está
puesto, el cual es Jesucristo”
Para eso, es
menester reconocer que solo somos vasos de barro y que la excelencia del poder
sea de Dios y no de nosotros (2 Cor.
4:7) “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del
poder sea de Dios, y no de nosotros”. (Rom.
12:3) “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre
vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que
piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada
uno”. Y ponderando siempre que el poder
y la vida no esta en el sembrador, sino que en la semilla.
(1
Corintios 3:3-7) “3 porque aún sois
carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no
sois carnales, y andáis como hombres? 4 Porque
diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no
sois carnales? 5 ¿Qué, pues, es
Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso
según lo que a cada uno concedió el Señor. 6
Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. 7 Así que ni el que planta es algo, ni el
que riega, sino Dios, que da el crecimiento”.
Que
la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos dé luz y voluntad para
actuar en este importante tema, Que así sea, Amen.
Pastor,
Víctor Ramón Preciado Balderrama
Viclaly.57.57@gmail.com
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