LA
IGLESIA NECESITA SANA DOCTRINA PARA PODER ENFRENTAR LAS COMPLEJIDADES DE LA
VIDA Y DE LA FE.
¿Qué es la sana doctrina?
La doctrina es “enseñanza escritural
de verdades teológicas”[1]. Añadir el
término sano a doctrina aguza la definición con las ideas de
“saludable” o “adecuado”[2]. Por tanto,
una definición de lo que la Biblia quiere decir cuando habla de sana doctrina
es la siguiente:
La sana doctrina es la enseñanza
bíblica y adecuada de verdades teológicas que llevan a la salud espiritual y a
vidas transformadas tanto de los individuos como de la iglesia.
La sana doctrina debe ser el contenido
de cada sermón, de cada estudio bíblico, de cada canción y de cada libro que
leamos en la iglesia. Y debemos amarla. Aquí hay 8 razones por qué hacerlo:
1. Debemos amar la sana doctrina
porque Dios ama la sana doctrina.
Las Escrituras ordenan que los
líderes “retengan la palabra fiel que es conforme a la enseñanza” y que
“sean capaces también de exhortar con sana doctrina y refutar a los que
contradicen” (Tito 1:9). La sana doctrina fluye de las palabras de Dios y
de su voluntad revelada en las Escrituras. Dios nos dio Su Palabra y sana
doctrina para que podamos conocerle, amarle, obedecerle, y enseñar a otros
acerca de Él y de lo que Él ha hecho por nosotros en Cristo. Amémosla porque le
amamos a Él.
2. Debemos amar la sana doctrina
porque hace madurar tanto a los individuos como a la iglesia.
La doctrina que no es sana trastorna
la fe, extravía a la gente, y finalmente nos hace perder el tiempo, como le
sucedió al pastor Fernando. Enseñar sana doctrina lleva a la madurez
espiritual, tanto en individuos como en la iglesia en su conjunto (Efesios
4:11-14). Conforme nos alimentamos de sana doctrina, vamos teniendo menos
gusto por la teología que da comezón de oír pero que luego nos deja
insatisfechos y necesitados de lo que verdaderamente necesitamos. La sana
doctrina hace crecer nuestra fe y nos lleva a invertir el tiempo sabiamente
para Cristo y Su Reino, haciendo madurar a la gente y a la iglesia a la imagen
de Cristo.
3. Debemos amar la sana doctrina
porque fluye del evangelio.
En 1
Timoteo 1:11, Pablo dice que la sana doctrina es “según el glorioso
evangelio del Dios bendito”. El evangelio es un mensaje para ser proclamado y
enseñado. La sana doctrina es la sustancia de la verdadera enseñanza del
evangelio. Nuestro amor por el evangelio debería estar fuertemente atado con el
amor por la sana doctrina, ya que comunica las verdades del evangelio que traen
salvación a los oyentes (1
Timoteo 4:16).
4. Debemos amar la sana doctrina
porque nos lleva a la santidad.
1
Timoteo 1:10 nos dice que existe una forma de vivir que es contraria a
la sana doctrina. La doctrina correcta está ligada a la manera correcta de
vivir, y esto es lo que quiere decir Pablo cuando habla del “pleno conocimiento
de la verdad que es según la piedad” (Tito
1:1). La sana doctrina nos enseña acerca de un Dios santo y que está airado
con el pecado, pero que nos ama lo suficiente como para sacrificar a Su Hijo en
nuestro favor, para librarnos de ese pecado. La sana doctrina de un Dios santo
produce gente santa.
5. Debemos amar la sana doctrina
porque nos guarda de la falsa doctrina.
Las Escrituras apuntan a tres
fuentes de doctrina: los demonios (1
Timoteo 4:1), los hombres (Mateo
15:9), y Dios mismo (Tito
2:10). La sana doctrina fluye de Dios mismo, y es incorruptible
y dadora de vida. La sana doctrina es un ancla de verdad que nos guarda de ser
“llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina” (Efesios
4:14). El amor por la sana doctrina será un “escudo de verdad” contra las
mentiras y las doctrinas del enemigo, que son rampantes hoy día, incluso en
muchas iglesias.
6. Debemos amar la sana doctrina
porque nos lleva a la acción.
Las Escrituras preparan a los
hombres y a las mujeres para toda buena obra (2
Timoteo 3:17). Del mismo modo, una enseñanza sana de las doctrinas de las
Escrituras cataliza tanto el servicio como el testimonio, al instalar una
convicción profunda y un gozo real en la vida de los cristianos. Escuchar la
verdad de las Escrituras enseñada claramente exaltará la misericordia y la
gracia de Dios, lo cual hará que estemos agradecidos y obedezcamos Sus
mandamientos para ser luz en el mundo y proclamar el evangelio, “adornando la
doctrina de Dios nuestro Salvador” (Tito
2:7-10).
7. Debemos amar la sana doctrina
porque esto significa amar a Cristo mismo.
Nada me hace tener que contenerme
como cuando escucho a los cristianos decir: “no necesito doctrina, ¡solamente
quiero amar a Jesús!”. Esta gente no entiende que la doctrina es la que nos
habla de Jesús, que es la Verdad hecha carne (Juan
14:6). Jesús vino a predicar (Marcos
1:38). Su predicación incluía comunicar doctrina que proclamaba quién es Él
y cómo deben vivir sus discípulos en relación con Él y con el mundo.
8. Debemos amar la sana doctrina
porque al final nos lleva a la adoración.
Contemplar las verdades acerca de
Dios y Sus obras entre los hombres nos hace maravillarnos con asombro de su
bondad (Salmos 107). La adoración no es solamente el resultado de la doctrina:
es la razón por la que la doctrina existe. Pablo ejemplifica esto concluyendo
una de las porciones más ricas de las Escrituras en cuanto a doctrina con la
siguiente doxología: ”¡Oh, profundidad de las riquezas y de la
sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e
inescrutables sus caminos!” (Romanos
11:33).
Dios quiere que la sana doctrina
llene la iglesia con creyentes santos, que exalten y proclamen a Cristo y que
maduren diariamente en el conocimiento de Dios y la obediencia a Él.
El pastor Fernando ha aprendido
mucho desde que dejó de predicar el mensaje de prosperidad y comenzó a
centrarse en enseñar las Escrituras. Aunque mucha gente ha abandonado la
iglesia, nuevas personas han venido, ansiosas por escuchar la vedad. Los
adolescentes que solían sentarse en la parte de atrás de la iglesia y enviar
mensajes de texto durante el servicio se han movido ahora a las filas de
adelante y han comenzado a servir y a alcanzar su comunidad. Este es un cuadro
de la sana doctrina en acción. Enseñar sana doctrina es importante.
El lugar donde comienza la sana
doctrina
Aunque estudiar doctrina en la
iglesia local es una forma fantástica de crecer, quizás lo más importante que
podemos hacer diariamente es estudiar las Escrituras con fidelidad y cuidado.
Conforme hemos entrenado a pastores en el programa Pastores
Entrenando a Pastores, hemos visto que a menudo el crecimiento en la sana
doctrina viene cuando la Palabra derriba las doctrinas que no son sanas, que
están enraizadas en un marco teológico defectuoso, en valores culturales
específicos, o simplemente en no leer las Escrituras en su adecuado contexto
histórico, bíblico y literario.
Prestemos atención al mandamiento de Pablo en 2
Timoteo 1:13 y “retengamos la norma de las sanas palabras que hemos
oído, en la fe y en el amor en Cristo Jesús”.
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