Predica; 27 de Enero de 2019
EL
ESCUCHAR NO ES IGUAL A OÍR
Quiero
empezar, haciendo una aclaración en las Sagradas Escrituras, y El
Autor de ellas NO
HABLAN DE ESCUCHAR SINO DE OÍR,
aunque son palabras similares,
pero NO son iguales en su significado,
porque tú puedes escuchar mientras oyes con atención la Palabra de Dios; ¿Qué
es lo que puedes escuchas? Quizás los carros transitando por la calle, el
silbato o bocina de algún radio otras gentes platicando, cuando están pasando
cercas de donde estás, los ruidos del exterior de la Palabra de Dios es lo que
se escucha, pero lo que OYES es lo
que está bajando a tu corazón. En el Libro de (Santiago 1:19 al 27) Lo vamos
a desglosar en tres partes. En
nuestra vida estamos acostumbrados a que: Como nadie demanda nada de nosotros, no hacemos nada. Es fácil escuchar las palabras, sin tener
que prestar atención al contenido. Un
OYENTE APÁTICO es alguien que
puede escuchar un discurso, o una charla, o un sermón, sin proponerse a hacer
nada al respecto. Un OYENTE APÁTICO e INDIFERENTE
puede cometer el error de pensar que “OÍR y APRENDER” es
lo mismo que obedecer a Dios. Nuestro Padre Celestial por medio del
apóstol Santiago, nos advierte que no debemos de ser oyentes apáticos… e
indiferentes. Hemos oído muchos mensajes de la Palabra de Dios, hemos aprendido
nuevas Verdades, y hasta ¡HEMOS
NACIDO DE NUEVO! En este contexto, nuestro Padre Celestial por medio de
Santiago quiere saber si, somos estudiantes solamente… o si nos hemos
convertido en practicantes… A Jehová
Dios NO le gusta, que la gente simplemente vaya a una charla cristiana
y salga diciendo que estuvo bonito,
y cundo se le pregunta de que se
trató, solo contesta hay…, no sé pero estuvo muy bonita la
Palabra. Él quiere que absorbamos Su Mensaje, y que cambiemos nuestras
vidas como resultado. OYENTES
APÁTICOS e INDIFERENTES… Que
no producen ningún cambio, es una desgracia en la vida de la cristiana.
EMPECEMOS EN ORACION: Padre
Celestial, en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, nos acercamos ante tu
Presencia, para exaltar y glorificar tu Nombre Jehová Dios. Eres Dios, y como
Tú, no hay nadie. Queremos oír tu Palabra con nuestros oídos espirituales
abiertos… deseosos de oír lo que tienes que decirnos. Señor Jesucristo, no
queremos ser oyentes apáticos e indiferentes. Queremos aplicar tus Verdades a
nuestras vidas. Porque si no ponemos Tu Palabra a la práctica, no habrá
transformación en nuestras vidas. Señor Jesucristo, no queremos ser estudiantes
solamente, sino convertirnos en practicantes de la Palabra de Jehová nuestro
Dios. En el Nombre de Jesucristo. Amén. En
éste contexto, por medio de Santiago nos dice que el “nuevo
nacimiento” se debe de revelar, a sí mismo, en la forma
como actuamos. La Palabra de
Dios, no solo nos da vida al nacer de nuevo, sino que también nos
guía a vivir la vida de forma práctica, como hijos de Dios. El
título de este mensaje es “EL
ESCUCHAR NO ES IGUAL A OÍR” y lo vamos dividir en tres fundamentos: (1) OÍR A OTROS; (2) APLICAR LA
PALABRA;
(3)
AYUDA AL NECESITADO. Así que, comencemos con el primer fundamento…
1. OÍR A OTROS (Santiago 1:19-21) “19
Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para
hablar, tardo para airarse; 20
porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. 21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia,
recibid con mansedumbre la Palabra implantada, la cual puede salvar vuestras
almas”. La expresión “deben de estar
dispuestos a oír”, es una
bella forma de captar la idea de que debemos oír activamente. No
debemos simplemente de abstenernos de hablar. Debemos estar listos y dispuestos
a oír. Obviamente, el oír se debe de hacer con DISCERNIMIENTO. Debemos de asegurarnos de que lo que oímos, está de
acuerdo con la Palabra de Dios en las Sagradas Escrituras. Si no oímos, de
forma activa y cuidadosa, nos expondremos a ser guiados a toda clase de
errores, y enseñanzas falsas. Estar dispuestos a oír, pero ser lentos para
hablar, debieran de ser tomadas, como dos caras, de la misma moneda. Lentos
para hablar significa hablar con humildad y paciencia, no con palabras
alocadas, ni cotorreando… sin parar. La persona que habla “constantemente” no
deja que la otra persona hable. Sabiduría no es siempre tener algo que decir.
Involucra oír detenidamente, considerando lo que se dice en oración, y hablando
con suavidad. Cuando hablamos mucho, y oímos poco, les comunicamos a otros que
pensamos que nuestras ideas, son mucho más importantes, que las de ellos. Nuestro
Padre Celestial por medio de Santiago nos dice sabiamente, que cambiemos
completamente esta manera de actuar. Necesitamos poner un cronómetro mental a
nuestras conversaciones, y mantener control de cuanto hablamos, y cuanto oímos.
Cuando la gente te habla, ¿Siente que sus ideas y puntos de vista tienen valor
para ti? Algunas veces, nosotros mismos somos duros de oído. Hay momentos que “mentalmente” estamos en otra
parte, y las palabras, que la gente nos dice, nos entra por un oído y nos sale
por el otro a esto se le llama escuchar, porque el oír es prestar atención. ¿No
hemos contestado “todos” con un vago “aja, aja” a una charla que realmente NO
estábamos oyendo sino escuchando? O durante la comida, dicen nuestras esposas
un “superficial” “qué bueno, mi amor”, ¿En contestación a una de las vivencias cómo
esposos acerca del trabajo? Con respecto a escuchar a Dios, cuantas veces
nosotros también hemos sido duros de oído. Frecuentemente, estamos tan ocupados
pensando en lo que queremos decirle a Dios, que no prestamos atención a lo que
Él nos está diciendo. En, Santiago 1:20
dice: “porque la ira del hombre
no obra la Justicia de Dios”. También debemos de ser lentos para
enojarnos. El enojo, cierra nuestras mentes a la Verdad de Dios. (Proverbios 13:3) dice: “El que guarda su boca guarda su alma;
Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad”. La ira estalla cuando
“nuestro yo” es lastimado. Es esta clase de ira que crece debido a nuestro
mucho hablar… y poco oír. No nos debemos de molestar cuando no ganamos un
argumento, o cuando nos sentimos ofendidos o descuidados. La cólera egoísta
nunca ayuda a nadie. (Efesios 4:2,26,27)
dice, “2 con toda humildad y
mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor. 26 Airaos,
pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, 27 ni deis lugar al diablo”. El enojo, que resulta de un carácter
desconsiderado y descontrolado, lleva a palabras impulsivas e hirientes que no
honran a Dios nuestro Padre Celestial. La explosión de ira tiende a ser
incontrolable. ¡Es como un volcán que hace erupción! Derrite todo lo que está a
su paso. Por esta razón, un arrebato de cólera puede sentirse tan intensamente,
como un volcán, cuando está dirigido directamente a otro miembro de la familia.
Aunque este mal momento puede pasar rápido, dejará atrás un desastre emocional,
y sentimientos bien amargos.
Muchas veces, es bien triste, que las
personas que más queremos, terminan siendo el blanco de nuestras palabras
hirientes. Pero aun cuando sentimos que hemos sido provocados, siempre podemos
elegir entre… ¿Responder con cólera, o con bondad… Muchas veces actuamos y
decimos cosas que si pudiéramos retroceder el tiempo, y poder hacerlo de nuevo,
no hubiéramos dicho esas palabras, o herido a esa persona, o cometido ese
error. Pero nosotros no podemos deshacer el camino andado. Y los pecados una
vez cometidos, no se pueden anular. Por esta razón en las Sagradas Escrituras
en el Libro de: (Efesios 4:32) dice:
“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros,
como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. Y también en el Libro de: (Eclesiastés 7:9) “No te apresures en
tu espíritu a enojarte; Porque el enojo reposa en el seno de los necios”. Y
también en el Libro de: (Proverbios
16:32) “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se
enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad”. Si estás luchando con el enojo crónico, que está dañando tus
relaciones, ENTREGA estos sentimientos y estas emociones al PODER
de Jesucristo. Pídele a Jehová Dios que te perdone por tu ira
incontrolable, y que te muestre como poder moderar tus emociones, y que te
enseñe a honrar, y mostrar respeto hacia los demás. Cuando busquemos amar a
otros sinceramente, y agradar a Dios, para honrarlo como sus hijos podremos
obtener la victoria sobre un temperamento volcánico. En, Santiago 1:21 dice: “Por lo cual, desechando toda inmundicia y
abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la Palabra implantada, la cual
puede salvar vuestras almas”. La palabra, “desechando” indica “hacer algo” DE
UNA VEZ POR TODAS. Porque no puede haber progreso en nuestra vida espiritual,
si no vemos al pecado, por lo que es. Debemos de dejar de justificarlo, y
debemos rechazarlo de una vez por todas. Una vez que nos deshacemos de nuestros
malos hábitos, entonces necesitamos aceptar el mensaje de Dios, con humildad,
buscando vivir de acuerdo a Su Palabra, PORQUE ESTA HA SIDO SEMBRADA EN
NUESTROS CORAZONES, para que puedan ser parte de nosotros mismos. La tierra de
nuestro corazón, donde la Palabra es plantada, tiene que ser acogedora para que
la Palabra pueda crecer. Para hacer nuestra tierra acogedora, debemos
deshacernos de las impurezas de nuestra vida. Tal vez NO PUEDAS OÍR la Palabra
de Jehová Dios, PORQUE YA TIENES DECIDIDO “EN TU MENTE” LO QUE QUIERES HACER. Por
esta razón es que nuestro PADRE CELESTIAL por medio de Santiago nos dice que
recibamos su Palabra Escrita, con humildad, como diciendo: “Padre, estoy
pasando por esta prueba, o esta tentación, o esta dificultad, y necesito
dirección de tu parte. Necesito que tu Palabra me dirija, si no, no voy a poder
hacer BIEN. Por eso vengo a Ti, mi Padre Celestial, no con mi propio plan, pero
humildemente. Lo que Tú me digas, eso haré. Mucha gente NO oye a Jehová Dios
cuando lee las Sagradas Escrituras, porque les falta un espíritu de
mansedumbre… un espíritu de humildad… ante Dios. Cuando nos apropiamos de las
características, que nos enseñan las Sagradas Escrituras, estas se manifestarán
en nuestro diario vivir. Las pruebas y tentaciones nos pueden derrotar, si no
aplicamos las verdades de Dios, a nuestras vidas. Así que, ya vimos que es
importante “oír a otros,” ahora vayamos a nuestro segundo fundamento…
2. APLICAR LA PALABRA (Santiago 1:22)
“Pero sed hacedores de la Palabra, y
no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”. Es obvio, que por el simple hecho de que estar sentados en un
parque, no nos convierte en un árbol. Y el hecho de estar sentados en una iglesia, no nos convierte en
cristianos. Del mismo modo, oír buenos sermones, no nos hacen
seguidoras de Jesucristo…. ni tampoco el hecho de leer la Palabra de Dios religiosamente.
Después de todo, Nuestro Padre Celestial por medio de Santiago dice, que el
conocimiento, sin acción, es inútil. Saber quién es Dios, y cuanto nos ama,
pero no amarlo y obedecerlo a cambio, no sirve para nada. Saber lo que Dios
demanda y desea de Su gente, pero no hacer nada al respecto, no tiene sentido.
El saber requiere tomar una decisión práctica. No es suficiente oír la Palabra,
debemos practicarla. Hay muchas personas, que tienen el concepto equivocado… de
que el oír un buen sermón, o estudio bíblico, los hará crecer y obtener las
bendiciones de Dios. ¡NO!!! No es el oír solamente, SINO EL HACER, lo que trae
bendición. Muchas las hay, que marcan las Sagradas Escrituras, pero las
Sagradas Escrituras no las marcan a ellas. Si uno piensa que es muy espiritual,
solo porque oyes la Palabra, te estás engañando a tí mismo. Jesús dice en (Mateo 7:24 al 27) “24 Cualquiera,
pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente,
que edificó su casa sobre la roca. 25
Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra
aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26
Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un
hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y
dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”. La vida
cristiana es trabajo arduo. El cristianismo involucra esforzarse metódicamente
para implementar las verdades de la Palabra de Dios a nuestra vida. La
profundidad y madurez espiritual no vienen sin esfuerzo continuo. Jesús acababa
de dar el Sermón del Monte, donde había enseñado verdades muy profundas.
Verdades jamás antes dichas. El Hijo de Dios había explicado claramente la
clase de vida que le agrada al Padre. Y aun así, Jesús sabía que cuando
terminara Su sermón, habría algunos que se irían, y jamás aplicarían la Palabra
que acababan de oír. Jesucristo dice
que el hombre o mujer, que toma las palabras de Dios, y las aplica a su vida,
es como una persona sabia, que construyó su casa en la roca. Las rocas son
fuertes para construir sobre ellas. Toma mucho esfuerzo poner los cimientos de
la casa sobre una roca. En cambio, construir una casa en la arena es muy fácil,
y se construye en un dos por tres. Construir
en una roca es trabajo serio y TEDIOSO. Sin embargo, el que construye
en la arena está en una posición muy vulnerable. El que construye en la roca, hace la casa segura. Quiero
preguntarles en este momento ¿Cómo evaluarías tú “la clase de cimientos” con
que estás construyendo tu propia vida? Simplemente mira lo que pasa cuando
viene una tormenta a tu vida. Una vida edificada en la Palabra de Dios
aguantará la misma tormenta que barrerá la vida de la que no obedece la Palabra
de Dios. No hay ningún atajo, ni
método rápido, para obtener la madurez espiritual. La madurez solo viene a través de trabajo duro, y de obediencia a lo
que Dios dice. La próxima vez que oigas a Jesús hablar, comienza a
aplicar Su VERDAD a tu vida inmediatamente para que ninguna tormenta perturbe o
inquiete tu vida. Por eso Jesús dice en (Juan
3:21) “Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea
manifiesto que sus obras son hechas en Dios”. (Santiago 1:23,24) “22
Pero sed hacedores de la Palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a
vosotros mismos. 23 Porque si alguno
es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que
considera en un espejo su rostro natural. 24
Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. 25 Mas el que mira atentamente en la
Perfecta Ley, la de la Libertad, y persevera en ella, no siendo oidor
olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será Bienaventurado en lo que hace”. Todos
los espejos tienen una cosa en común: NO MIENTEN. Así que, aun si nuestro
peinado no está muy bonito en ese momento, o si tenemos una linda sonrisa, los
espejos reflejan fielmente la verdad. Nuestro
Padre Celestial por medio de Santiago, nos Enseña que su Palabra es un
espejo sobrenatural que puede ver “muy por encima de la superficie”
y exponer al corazón. En vez de preguntar, ¿Estoy bien arreglado
para salir? Deberíamos de estar descubriendo, ¿Soy yo fiel con mis palabras y
mis acciones? El espejo de Dios revela las contradicciones que hay en nuestra
vida religiosa. Así que pregúntate: ¿Oigo la Palabra de Dios? ¿Estoy haciendo
lo que Dios me dice? Al mirarnos al espejo de la Palabra de Dios, nos vemos tal
como somos. Por medio del apóstol Santiago nos habla de los errores que la
gente comete, al mirarse en el ESPEJO
DIVINO. En primer lugar, estas personas solo echan un vistazo. No se
examinan cuidadosamente al leer la Palabra de Dios. Muchos creyentes sinceros
leen un capítulo de las Sagradas Escrituras diariamente, PERO ES SOLO UN RITO
RELIGIOSO, que no les hace ningún bien. Es más, sus conciencias las acusan… si
no hacen su lectura diaria, cuando en realidad, las deberían de acusar por
haber leído la Palabra de Dios, tan negligentemente. Una lectura superficial de
las Sagradas Escrituras no nos puede revelar nuestras necesidades cruciales. Es
la misma diferencia que hay… entre mirar una foto instantánea y una
radiografía. Si se fijaran atentamente, en lo más profundo de sus corazones,
nunca olvidarían lo que han visto. Y en este Versículo dice: (Santiago 1:25) “Mas el que mira atentamente en la Perfecta Ley, la de la Libertad,
y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste
será Bienaventurado en lo que hace”. Si
vamos a usar provechosamente el espejo de Dios, debemos de fijarnos en ÉL
completamente. Un simple vistazo no es suficiente. Debemos examinar
nuestro corazón y nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios. Este acto requiere tiempo, cuidado y
entrega sincera. Así que,
cinco minutos diarios a solas con Dios no son suficientes para un examen
espiritual completo. Después
de examinarnos, debemos recordar lo que somos… y lo que Dios dice… y luego,
ponerlo a la práctica. La Bendición no viene con solo leer la Palabra,
sino con hacerla. ¿Por qué llama Santiago a la Palabra de Dios la ley perfecta,
la ley de la libertad? La respuesta es que al obedecerla, Jehová Dios NOS
LIBERA de la esclavitud del pecado. El
(Salmo 119:45) dice: “Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos”.
Y Jesús mismo dice en el libro de: (Juan
8:34) “Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel
que hace pecado, esclavo es del pecado”. El espejo de la Palabra, no solo nos
examina y nos muestra nuestros pecados, sino que también nos limpia. Nos da la
promesa de limpieza en el Libro de: (1
Juan 1:9) “Si confesamos nuestros pecados, ÉL es FIEL
y JUSTO para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
¿Se acuerdan cuando David cometió adulterio con Betsabé, y trató de encubrir su
pecado? Entonces el profeta Natán fue a visitar a David y le contó la historia
del corderito robado. David se puso
furioso contra la maldad cometida. Entonces Natán le dijo, “¡Tú
eres ese hombre David!” Y le levantó el espejo de la Palabra para que
David se mirara así mismo. Esto
hizo que David confesara su pecado y se arrepintiera: “¡He pecado contra Jehová
Dios!” dijo David. El espejo de la Palabra hizo el examen. ¡Y
ahí no quedó la cosa! Natán usó la Palabra para restaurar a David
también. En el Libro de: (2 Samuel
12:13) “Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a
David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás”. Esta promesa, que vino de la Palabra de Dios, le dio seguridad de
perdón y limpieza a David.
Después de que Dios nos restaura, Él
quiere que comencemos a cambiar para que crezcamos en Gracia, para no volver a
cometer el mismo pecado. Muchas creyentes confiesan su pecado y piden perdón,
pero no crecen espiritualmente, para poder vencer a la carne y al pecado. (2 Timoteo 3:16,17) dice “16 Toda la Escritura es inspirada por
Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en
justicia, 17 a fin de que el hombre
de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. ¡Toda la Escritura es útil!
Sabiendo esto, nos robamos a nosotros mismos, cuando no vamos a cada Libro, a
cada Verdad, a cada versículo, a cada página de las Sagradas Escrituras para
leer las promesas y mandatos, que Jehová Dios tiene para nosotros. Porque cada
verso de las escrituras es inspirado por Dios, y es útil para nosotros. No
debemos escoger solo los versículos que queremos leer y estudiar. No debemos
afirmar solo los versos que nos gustan, e ignorar aquellos que nos condenan. Si
vamos a poder ser discípulos maduros de Jesucristo, debemos de permitir que
cada Escritura nos hable, y nos Enseñe lo que Dios quiere que aprendamos. A lo
que llenas tu mente con las Escrituras, y a lo que obedeces Sus instrucciones,
Él te guiará por los caminos de justicia. La Escritura te preparará para
cualquier buena obra, a la que Dios te llame. Si te sientes inadecuado para la tarea
que Dios te ha dado, escudriña las Escrituras, porque dentro de ellas
encontrarás la sabiduría que necesitas para llevar a cabo tu misión. Permite que la Palabra de Dios te IMPREGNE,
te guíe… y que enriquezca tu vida. Y por último, después de
estudiar los fundamentos… “Oye a Otros”; Y Aplica la Palabra”, vayamos a
nuestro tercer y último fundamento:
3. AYUDA AL NECESITADO (Santiago 1:26)
“Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que
engaña su corazón, la religión del tal es vana”. Debemos de poner en práctica
la LEY PERFECTA de Dios con
nuestro lenguaje. SABER HABLAR BIEN – como lo haría un gran orador o un maestro
-- no es tan importante ¡COMO CONTROLAR NUESTRA LENGUA! ES SABER QUE DECIR, A
DONDE, Y CUANDO DECIRLO. LA FORMA COMO OTROS PUEDEN VER, si tu fe es verdadera
o no, es por lo que hablas, y la forma como lo hablas. Nos engañamos, a nosotros
mismos, cuando tenemos prácticas religiosas que no nos llevan a un estilo de
vida ético. SIN OBEDIENCIA,
hasta nuestras prácticas más religiosas, no tienen valor. Y NO PODEMOS SER OBEDIENTES, si no podemos controlar nuestra
lengua. Aunque, por medio del apóstol Santiago no nos específica, como la
lengua ofende, nos podemos imaginar cómo deshonramos a Dios con nuestra lengua –
con el chisme, los arrebatos de ira, las duras críticas… las quejas… y hasta
como juzgamos a otros. Nuestras palabras muestran si somos compasivos o
criticones. Amorosos u odiosos. Generosos o codiciosos. La conversión no tiene sentido, a menos que nos lleve a un cambio de
vida. Y una vida cambiada, no lleva a nada, si no sirve a otros. (Santiago 1:27) “La religión pura y sin
mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas
en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”. Después de mirarnos, a
nosotros mismos, y Jesucristo en el espejo de la Palabra, debemos de mirar a
las necesidades de otros. Las
palabras “Que Dios te bendiga, hermanito. O estoy orando
por ti”, no son ningún substituto a las obras de amor y caridad,
que debemos de hacer. Un hijo de Dios debe de tener contacto
personal con el sufrimiento del mundo, y los problemas, que la gente de este
mundo, tiene. Aquí es donde los políticos son muy astutos. Salen a las calles y se encuentran con la gente y les dan la mano.
Hacen contacto personal con ellos.
De la misma forma, los cristianos
deberíamos ir a donde la gente dónde está. Siento que hay un gran
peligro en tener “una religión de la iglesia”, pero no “una religión de la
calle”. Necesitamos una religión de la calle también. Debemos de tener contacto con el mundo… de forma personal… de
servirlos con amor, ternura, bondad. Una persona que practica la
RELIGION PURA, como la llama nuestro Padre Celestial por medio del apóstol
Santiago, se sacrifica así misma, usando tu tiempo y tu dinero para cuidar de
los necesitados. En el siglo primero, los huérfanos y las viudas eran los más
necesitados. Hoy en día, hay mucha gente en el mundo que quiere este toque
personal. Tú puedes llevar el toque cristiano a esta gente con dulzura y amor…
con consideración y bondad.
Y
PARA CONCLUIR…
Nosotros también debemos de seguir las instrucciones de Dios, devotamente, si
queremos vivir una vida, que honra a Dios. Obedecer la Palabra de Dios requiere
Oír a Otros, Aplicar la Palabra, y Ayudar al Necesitado. ASI QUE TE PREGUNTO… ¿Oyes tú a otros, o eres siempre el que
tiene que estar hablando? ¿Te molestas por todo? Cuando oyes la Palabra de
Dios, ¿la obedeces? ¿Controlas tu lengua? ¿Honras a Dios con tus palabras, o
eres chismoso(a), criticón, y hasta quejoso? ¿Sirves a otros
desinteresadamente? ¿Con compasión y amor? ORÉMOSLE
a nuestro Padre Celestial por medio del Señor Jesucristo: Padre, por
medio de nuestro Señor Jesucristo, nos acercamos ante tu Poderosa Presencia, primeramente,
para darte las gracias que Tu Palabra es el espejo espiritual que necesitamos
para mirar nuestro propio corazón, y ver en qué áreas necesitamos cambiar.
Señor Jesucristo, no nos permitas que solo estemos oyendo sin vivir la Palabra
de Dios, y tampoco queremos solo oír Tu Palabra, sino aplicarla a nuestras
vidas para que ésta nos limpie de toda contaminación. Padre, perdónanos por
hablar tanto, y por no oír a otros. Ayúdanos a tener más paciencia con otros, y
a superar nuestros arrebatos de cólera. Queremos honrarte con nuestra lengua.
No queremos ser chismosas, criticones, duros… ni ser quejumbrosos. Danos un
corazón compasivo para amar a los necesitados. Queremos servir a otros con la
misma humildad con que Jesús vino a servir al mundo. Queremos dar, no solo de
nosotros mismos, sino de los recursos que Tú nos has dado. En el Nombre de
Jesucristo. Amén. Predicador de la Sana Doctrina de Cristo: Víctor Preciado. Si usted no tiene la intención de guardar esta hoja, tenga la amabilidad de
entregarla a otra persona interesada. Para la difusión gratuita entre
cristianos, se permite fotocopiar esta hoja (por favor no cambiar el texto).