miércoles, 20 de noviembre de 2019

CÓMO RESISTIR LA TENTACIÓN POR MEDIO DEL SOMETIMIENTO A DIOS


Predica; 6 de Octubre de 2019
CÓMO RESISTIR LA TENTACIÓN POR MEDIO DEL SOMETIMIENTO A DIOS
¿QUÉ ES LA TENTACIÓN? La tentación es el impulso que nos mueve a hacer algo, especialmente algo malo. Por ejemplo, mientras usted va de compras, ve algo que le gusta y piensa que sería fácil robarlo sin que nadie lo viera. Pero El Espíritu Santo, (muchos lo entienden como la conciencia) le dice que no lo haga, así que rechaza este pensamiento y se va. En este momento, le has ganado la batalla a la tentación. Debido a que el tentador gana existen: Familias destrozadas, enfermedades, y una conciencia atormentada... estas son solo algunas de las consecuencias de ceder al tentador que sabe cómo poner delante de nosotros la tentación seductora. Pero… ¿Cómo podemos evitar caer en ella? (Mateo 4:3) “Y vino a ÉL el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, dí que estas piedras se conviertan en pan”. Si hacemos gala de nuestra propia fuerza, desafiamos al diablo a tentarnos, y provocamos a que Dios, para que nos deje libres a nosotros mismos. (1 Tesalonicenses 3:5) “Por lo cual también yo, no pudiendo soportar más, envié para informarme de vuestra fe, no sea que os hubiese tentado el tentador, y que nuestro trabajo resultase en vano”. Cómo cristianos corremos un grave peligro de ser tentados por esta razón la advertencia; Porque así seremos mejor resguardados para no ser conmovidos con algunas artimañas del tentador. Esto es lo que dicen las Sagradas Escrituras. Que alguna vez nos sintamos tentados a hacer algo malo no nos convierte en malas personas. Las Sagradas Escrituras reconocen que todos nos enfrentamos a tentaciones (1 Corintios 10:13)No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; Pero fiel es Dios, que NO os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”. Lo que de verdad importa es cómo reaccionamos ante las tentaciones. Algunas personas se recrean en este mal deseo y, tarde o temprano, terminan cediendo; Mientras que otras lo rechazan de inmediato porque saben que está mal. (Santiago 1:14) “Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo”. El origen del mal y de las tentaciones está en nuestros propios corazones.

¿Por qué debemos actuar con rapidez ante una tentación? Las Sagradas Escrituras explican los pasos que llevan al pecado. (Santiago 1:15) dice: “Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”. El deseo, cuando se ha hecho fecundado, comienza el proceso de gestación, entonces podemos todavía abortarlo para que no dé a luz la muerte. En pocas palabras, cuando no rechazamos un mal deseo, llega un punto en el que llevarlo a cabo es tan inevitable como que una mujer embarazada dé a luz. Sin embargo, no somos esclavos de los malos deseos; Podemos dominarlos: (2Corintios 10:5) “Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. ¿Cómo nos ayuda las Sagradas Escrituras? Del mismo modo que podemos alimentar la mente con deseos incorrectos, también podemos arrancarlos de raíz. Para lograrlo, concentrémonos en otras cosas por ejemplo: Realizar alguna actividad, conversar con un amigo o reflexionar en pensamientos buenos (Filipenses 4:8) “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; Si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”. También es útil meditar en las consecuencias emocionales, físicas o espirituales de caer en la tentación (Deuteronomio 32:29) “¡Ojalá fueran sabios, que comprendieran esto, y se dieran cuenta del fin que les espera!”. Por otra parte, la oración puede ser de gran ayuda, Jesucristo dijo: (Mateo 26:41) “Velad y orad, para que no entréis en tentación; El Espíritu a la Verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. En otras palabras, Oremos de continuo, para que no entremos en tentación, y de esta manera no extraviarnos queriendo recibir algo que no hemos sembrado: (Gálatas 6:7,8) 7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: Pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. 8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; Mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”. Nuestro tiempo es tiempo de siembra; En el otro mundo segaremos lo que sembramos ahora. Hay dos clases de siembra, una para la carne, y otra para el Espíritu: Así será la rendición de cuentas en el más allá. Los que llevan una vida sensual y carnal, no deben esperar otro fruto de este camino que no sea miseria y ruina.

¿Cómo podemos prepararnos para vencer la tentación? La realidad acerca del tentador el diablo, NO nos engañemos: La tentación es su arma preferida del diablo, para tendernos trampas y sabe muy bien que carnada poner, además la apropiada para cada uno de los seres humanos, según sus pasiones y los más propensos a caer atrapados en el anzuelo que pone en peligro son los ingenuos, inexpertos y confiados (Santiago 1:14) “…al ser provocado y cautivado por su propio deseo”. Esto es especialmente cierto en el caso de las tentaciones relacionadas con la inmoralidad sexual, que producen consecuencias terribles (Proverbios 7:21-23) 21 Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras, le obligó con la ZALAMERÍA (Demostración de cariño exagerada y a veces empalagosa, generalmente para conseguir algo) de sus labios. 22 Al punto se marchó tras ella, Como va el buey al degolladero, y como el necio a las prisiones para ser castigado; 23 Como el ave que se apresura a la red, y no sabe que es contra su vida, hasta que la saeta traspasa su corazón”.

En este punto, por ejemplo, nos pueden ayudar las Sagradas Escrituras, porque, Jesucristo dijo: (Mateo 5:29) “Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; Pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno”. Obviamente, Jesús no hablaba en sentido literal. Quería decir que, si deseamos agradar a Dios y obtener la vida eterna, debemos controlar nuestro cuerpo para no pecar (Colosenses 3:5-7) “5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; 6 Cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, 7 en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas”. Todo esto debemos de rechazarlo con mucha firmeza porque esto significa rechazar con firmeza una tentación. Tenemos un buen ejemplo en esta versión del Libro: (Salmo 119:37 NVI)Aparta mi vista de cosas vanas, dame vida conforme a TU Palabra”. Claro que, controlarse no es fácil porque, como dicen las Sagradas Escrituras, “la carne es débil” (Mateo 26:41) “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. De modo que todos estamos expuestos a fallar. No obstante, si nos arrepentimos de corazón y procuramos que esta mala acción no se convierta en una práctica, nuestro Creador, Jehová Dios, será “Misericordioso y Clemente” con nosotros (Salmo 103:8)Misericordioso y Clemente es Jehová; Lento para la ira, y Grande en Misericordia”. ¡¡Cómo nos consuelan estas palabras!!! Porque si nuestro Padre Celestial estuviera vigilando nuestros pecados, ¿quién podría estar de pie? (Salmo 130:3,4) “3 JAH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse? 4 Pero en TI hay perdón, para que seas reverenciado”. Jesucristo es el gran Rescate; Él es siempre nuestro Abogado y, por medio de Él, esperamos obtener perdón.
Comprendamos un poco más acerca de la tentación, por medio del Libro de Santiago: (Santiago 1:12) Bienaventurado el varón que soporta la tentación; Porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”. La verdadera felicidad, si se quiere emplear este término, sin duda es la que el cristiano obtiene por ser más que vencedor en las diversas pruebas o tentaciones (Romanos 8:37) “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”. Esta felicidad, jamás quedará exenta de sufrimiento en su proceso de victoria, por lo tanto, será una felicidad conforme a Dios; Nada tendrá que ver con el placer de la carne, o meramente el aspecto natural de la misma.

De esta manera se cumple lo que dice nuestro Padre Celestial en este Salmo que tenemos este ejemplo de la vida de David que le llegó a agradar la Voluntad de Dios, no en base al placer sensorial, sino según el Espíritu: (Salmo 40:8) “El hacer tu Voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón”. Sabemos por la Palabra Escrita, que Job padeció en su propia carne para ganar, no para perder, y la tentación fue parte de todo su proceso espiritual. Con todo ello, él alcanzó la corona de vida. Si como creyente has pasado por tus pruebas con éxito y victoria, lo cual indica que eres genuino porque tu fe ha resistido la prueba como la de Job. Entonces, podemos entender la tentación como una oportunidad de hacer lo correcto ante Dios, siempre rechazándola. La tentación en sí misma no es pecado, pero es el vehículo para llevar a uno al pecado. La tentación es lo que está peleando contra nuestra alma, y casi siempre es así, porque conlleva un elemento más o menos intenso de atracción. Nos podrá parecer más o menos vergonzoso, pero lo cierto es que el poder de la tentación radica en el aspecto atractivo que conlleva.

Entonces, la pregunta es, ¿por qué una tentación es una prueba? La tentación es una prueba porque requiere del tomar una decisión. Siempre habrá que tomar una decisión cuando nos veamos ante la tentación. Esa decisión, como cristianos, deberá ser la correcta ante Dios: (Joel 3:14)Muchos pueblos en el valle de la decisión; Porque cercano está el día de Jehová en el valle de la decisión”. Por otra parte, la tentación nos sirve para saber cómo en realidad somos, y como estamos ante Dios: (Deuteronomio 30:19,20)19 A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; ESCOGE, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; 20 Amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a ÉL; Porque ÉL es vida para ti, y prolongación de tus días; A fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar”. La fuerza de la tentación es una atracción, que opera si fuera un imán que se pone de acuerdo con el corazón del ser humano como lo dice en: (Santiago 1:13,14) 13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni ÉL tienta a nadie; 14 Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido”. La fuerza de la tentación, y el poder de la misma tentación, radica básicamente en dos bases y aspectos fundamentales: 1) La concupiscencia de la persona. 2) La necesidad y el deseo legítimo de la persona. LO PRIMERO tiene que ver con la carne del individuo (veremos más sobre esto); LO SEGUNDO no tiene que ver con algún aspecto pecaminoso en sí, sino con lo inherente en la naturaleza humana y su consecuente debilidad.
Ahora veamos la tentación y la debilidad humana; Por la necesidad y deseo legítimos. Nos será siempre necesario tomar decisiones en esta vida. Busquemos las que sean conforme a la voluntad de Dios, y nos daremos cuenta de cuántas veces esas decisiones contradecirán nuestra carne, con sus deseos y “sueños”. Contemplando el ejemplo cuando Jesús fue tentado en el desierto: (Mateo 4:1,2)1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. 2 Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, TUVO HAMBRE”. Jesús en su naturaleza humana fue ahí tentado, por tanto, estuvo bajo el poder de la tentación, nada más y nada menos que por obra y mano del mismo diablo, el tentador. Jesús jamás pecó, y jamás participó de la naturaleza caída como todos nosotros, y sin embargo también fue tentado, esta vez, basándose el poder de esa tentación sobre todo en su necesidad y debilidad como criatura, pero también –(error del diablo)– en su inexistente concupiscencia. Por esta razón las Sagradas Escrituras nos aseguran que Jesús nos dejó su ejemplo para que sigamos sus pisadas: (1Pedro 2:21) “Pues para esto fuisteis llamados; Porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas”. En este versículo del Libro de Hebreos, leemos que Jesús fue tentado en todo, y que el poder real de la tentación radicó en su semejanza de hombre, es decir, en la nuestra. (Hebreos 4:15) “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”.
Conforme a estos dos primeros versículos de Mateo 4, vemos que Jesús fue tentado en tres aspectos básicamente: 1) Según su necesidad natural (Mateo 4:3) “Y vino a ÉL el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, dí que estas piedras se conviertan en pan”. En cuanto a su necesidad de comer, la tentación fue clara y expresa; Jesús tuvo hambre (V-2). Esta fue una tentación dirigida a su naturaleza humana, pero el diablo –osadamente– fue más lejos, e intentó también tentarle acerca de su poder, por Jesús ser Dios, al decirle: “…di que estas piedras se conviertan en pan” (V-3).  Aquí aprendemos un principio fundamental para cada uno de nosotros: Que, aunque tenga la apariencia de bueno, pero que provenga de parte del diablo, y no importa que NO tenga un motivo malo. Jesús fue tentado en todo, pero salió victorioso en todo.
2) En cuanto a su fe y confianza en su Padre (Mateo 4:5,6)5 Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, 6 y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; Porque ESCRITO ESTÁ: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra”. La treta del tentador aquí era doble. Por una parte, el diablo al desafiarle de esta manera, pretendía que Jesús dudará de su confianza y fe en su Padre; Algo así como: “Veamos si eres capaz de confiar tanto en tu Padre, lanzándote al vacío, creyendo que Él enviará a Sus ángeles”. Fue una tentación a su naturaleza humana, donde la “FE” de Jesús debía ser PROBADA”; pero esto no fue una prueba de Dios, sino del diablo, justamente –por otra parte- para lo siguiente: Al desafiarle de este modo, satanás pretendía que cualquier soberbia, altivez, presunción, vanidad, ostentación de poder, autosuficiencia, etc. fueran puestas en acción por Jesús, al tentarle de esta manera. De una u otra manera, el diablo pretendía que Jesús se desvinculara de su obediencia al Padre. En cuanto al segundo aspecto, también se equivocó el diablo en cuanto a Jesús. Se equivocó, porque pretendió tentar a Jesús en su NATURALEZA DIVINA. Por esta razón Jesús le respondió: (Mateo 4:7) “Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios”. Claramente aquí Jesús habló como Dios que es.
3) En cuanto a su dependencia (si del Padre, o del diablo). (Mateo 4:8,9) 8 Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, 9 y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares”. Vemos que el diablo, como tentador, fue perdiendo poder conforme Jesús resistía las tentaciones. Este mismo principio se aplica a nosotros, cada vez que resistimos una tentación, frente a la siguiente. En su desesperación, directamente el diablo le quiso llevar a que renunciará a su dependencia y amor al Padre, para depender del maligno, tentándole con lo valioso material de este mundo (esto el diablo lo conseguirá con el Anticristo). No tuvo en cuenta ya ninguna estrategia de engaño, considerando la naturaleza doble de Jesús, sino que lo atacó con su última andanada. Como dije, esta fue señal de su impotencia como tentador. El deseo carnal aceptado es la jaula de oro que encierra a los que así viven. El tentador se extralimitó en su afán de tentar. El diablo sabía que Jesús no sólo era un hombre como todos nosotros, sino que también tenía la NATURALEZA DIVINA. Era verdadero Hombre y Verdadero Dios (Filipenses 2:6,7)6 EL cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres”. Aun y con esto, el área de su tentación abarcó mucho más que la simple y rutinaria acción con la que el maligno tienta a los hombres. El diablo se equivocó porque las Sagradas Escrituras claramente aseguran que Dios no puede ser tentado: (Santiago 1:13) “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni ÉL tienta a nadie”. Así que vemos que el tentador y su poder son limitados por su propia naturaleza caída, siendo como es, además, UNA CRIATURA. La otra razón por la cual sabemos que su poder para el mal es inferior al PODER de Jehová Dios, es porque nuestro Señor Jesucristo nos ha prometido que bajo la condición de arrepentimiento: (Romanos 5:20,21)20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; Más cuando el pecado abundó, sobreabundó la GRACIA; 21 Para que así como el pecado reinó para muerte, así también la GRACIA reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro”. Fue muy tonto, por parte del diablo buscar el tentar a Jesús como Hijo de Dios, pero sabemos que el diablo a pesar de en su día haber conocido y visto a Dios cara a cara.
Ahora veamos la TENTACIÓN y CONCUPISCENCIA: (Santiago 1:14) “Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido”. Este es el primer motivo peligroso de la tentación: LA CONCUPISCENCIA. Por ella se produce la atracción que pretende llevarnos a ser seducidos. La seducción según el diccionario se describe así: (Fascinación o atracción de una cosa o una persona que provoca su deseo).
La seducción es una jaula de oro y brillantes… ¡¡PERO ES UNA JAULA!!! Es la trampa del diablo, en la que uno cae, y cuando alguien es atrapado significa que, ha sido, ligado, yugado, encarcelado y encadenado, y queda a merced de las consecuencias de la misma. Moralmente esta consecuencia es el pecado, con sus consecuencias. Las ligaduras, (Salmo 18:4,5)4 Me rodearon ligaduras de muerte, y torrentes de perversidad me atemorizaron. 5 Ligaduras del Seol me rodearon, me tendieron lazos de muerte”. El diablo usa mucho a la mujer insensata para atrapar a un hombre de Dios: (Eclesiastés 7:26) “Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; Más el pecador quedará en ella preso”. El yugo es opresión en la cual uno vive en su propia casa: (Gálatas 5:1) “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. Cuando se cae en la tentación el diablo lo encadena: (Lam 3:6-9)6 Me dejó en oscuridad, como los ya muertos de mucho tiempo. 7 Me cercó por todos lados, y no puedo salir; ha hecho más pesadas mis cadenas; 8 Aun cuando clamé y di voces, cerró los oídos a mi oración; 9 Cercó mis caminos con piedra labrada, torció mis senderos”. El tentador no pierde el tiempo porque inmediatamente al que cae en la tentación lo meta en la cárcel: (Isaías 14:16,17)16 Se inclinarán hacia ti los que te vean, te contemplarán, diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos; 17 Que puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades, que a sus presos nunca abrió la cárcel?”. Todo esto sucede cuando uno es atraído por la tentación. En cuanto al asunto de la atracción concupiscente de la mujer necia, es una mujer que no teme a Dios, que es soberbia y desperdiciadora, se da a la comodidad, ciertamente arruina a su familia, como si derribara su casa: (Proverbios 14:1) “La mujer sabia edifica su casa; Mas la necia con sus manos la derriba”. Para describir la tentación en animales para cazarlos se necesita poner algo irresistiblemente atractivo, en la trampa para que sean seducidos y caigan en diversas trampas. Y el tentador el diablo, sabe muy bien la debilidad que existe en el ámbito sexual de los seres humanos, por esta razón pone en su trampa la mejor carnada que como tentador sabe que con nuestra concupiscencia caeremos otra vez más. Así como una presa puede ser llevada a una muerte, cierta por medio de carnadas atractivas, la tentación promete algo bueno al ser humano, que en realidad es dañino. Es evidente que el poder de la tentación radica en la concupiscencia de cada uno. (Santiago 1:15,16) “15 Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. 16 Amados hermanos míos, no erréis”. El asunto de la tentación es menester entenderlo en toda su dimensión, para estar mejor preparados ante los ataques del tentador el diablo, la carne y el mundo, enemigos estos, que sin duda y mientras existan, no cejarán en su empeño de destruirnos. Se refiere a los deseos pecaminosos que brotan del alma humana para disfrutar o adquirir algo que satisfaga a la carne. La naturaleza caída del hombre tiene la propensión fuerte a desear cualquier pecado que la deje satisfecha. Y así es. En este caso, la tentación actúa directamente por la concupiscencia, y por la concupiscencia del individuo. Evidentemente, esa concupiscencia o estimación lujuriosa, variará de individuo a individuo, en función a las tendencias heredadas (y eso tiene mucho que con la acción de espíritus inmundos y sus estímulos). Tendrá que ver también con el ambiente donde esté o haya estado dicho individuo; Lo que recibiera como niño; Y sobre todo, con sus elecciones por sus preferencias personales: (2 Juan 1:10,11) “10 Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! 11 Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras”. Nuestro padre Celestial quiere que nos guardemos de toda tentación al cuidar mucho con quienes nos juntamos: (2 Tesa 3:14) “Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence”.  Y por último esta advertencia de parte de nuestro Creador, porque son muchas las justificaciones que debido a nuestra concupiscencia se manifiestan: (1Corintios 5:9 al 13)9 Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; 10 no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. 11 Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. 12 Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? 13 Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros”. Los cristianos tienen que evitar la familiaridad con los que desprestigian el nombre cristiano. Los tales son compañía apta para sus hermanos de pecado, y en esa compañía deben ser dejados, cada vez que sea posible hacerlo. ¡Ay, que haya muchos llamados cristianos cuya conversación es más peligrosa que la de los paganos! Predicador de la Sana Doctrina de Cristo: Víctor Preciado. Si usted no tiene la intención de guardar esta hoja, tenga la amabilidad de entregarla a otra persona interesada. Para la difusión gratuita entre cristianos, se permite fotocopiar esta hoja (por favor no cambiar el texto).

No hay comentarios.: