lunes, 23 de noviembre de 2015

LA SANA DOCTRINA DE CRISTO NOS DA PALABRAS DE VIDA

LA SANA DOCTRINA DE CRISTO NOS DA PALABRAS DE VIDA
LA PARÁBOLA de los dos hijos fue seguida por la parábola de la viña. En la primera, Cristo había presentado delante de los maestros judíos la importancia de la obediencia. En la otra, señaló las ricas bendiciones conferidas a Israel, y por medio de éstas mostró el derecho que Dios tenía a su obediencia. Presentó delante de ellos la gloria del propósito de Dios, que podrían haber cumplido mediante la obediencia. Apartando el velo del futuro, mostró cómo, al dejar de cumplir su propósito, toda la nación estaba renunciando a su bendición y trayendo sobre sí la ruina.

(Mateo 21:28-30) “28 Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, vé hoy a trabajar en mi viña. 29 Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. 30 Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue”.
(Mateo  21:33,44) “33 Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña, la cercó de vallado, cavó en ella un llagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos. 44 Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará”.

La Sana Doctrina de Cristo a través del profeta Isaías describe esta viña: (Isaías  5:1,2) “1 Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. 2 La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres”. Así Dios había escogido a un pueblo de entre el mundo para que fuera preparado y educado por Cristo. Espera que este terreno, en su superioridad con respecto al desierto inculto, le honre mostrando los resultados de su cuidado y los afanes con que lo cultivó.

A través del profeta nos habla y nos dice: (Isaías 5:7) “Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor”. Sobre este pueblo Dios ha dado en abundancia grandes privilegios, bendiciéndonos ricamente con su abundante misericordia y bondad. Espera que lo honren llevando fruto. Nos ha dado la revelación de su Palabra. En medio de un mundo caído e impío tenemos que representar el carácter de Jesucristo.

Al igual que la viña del Señor, hay que producir un fruto completamente diferente al de las personas paganas. Estas personas idólatras se han entregado a la iniquidad. Sin ninguna restricción se ejercen la violencia, el crimen, la gula, la opresión y las prácticas más corruptas. La iniquidad, la degradación y la miseria son el fruto del árbol corrupto. Muy diferente debe de ser el fruto dado por la viña plantada por Dios.

El privilegio de los escogidos es el de representar el carácter de Jesucristo tal como había sido revelado a Moisés. (Exodo  33:18,19;34:6,7) “18 El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria. 19 Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. 6 Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso;  tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad;

7 que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”.
Este es el fruto que Dios desea de su pueblo. En la pureza de sus caracteres, en la santidad de nuestras vidas, en su misericordia, en su amante bondad y compasión, que siempre ha de mostrar que: (Salmos 19:7) “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo”.

El propósito de Dios era impartir ricas bendiciones a todo el mundo mediante Jesucristo. Las naciones de la tierra, al seguir prácticas corruptas, han perdido el conocimiento de la Sana Doctrina de Cristo de parte de Dios. Se propuso darnos la oportunidad de llegar a conocerlo mediante su iglesia en Jesucristo. Quiere que los principios revelados por medio de su pueblo sean los medios de restaurar la imagen moral de Dios en el hombre.
Para cumplir este propósito, Dios llamó a Abrahán a salir de su parentela idólatra, y le indicó que morara en la tierra de Canaán. (Génesis  12:2) “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición”.

Jehová Dios se reveló a sí mismo como un Dios que estaba por encima de toda autoridad y grandeza humanas. Jesucristo siempre ha dirigido a los hijos de Dios en sus peregrinaciones por el desierto. Jesucristo nos salva de los peligros del desierto. La obediencia a los principios son protección nuestra, pues nos salva de la destrucción propia por las prácticas pecaminosas.

Jesucristo es nuestro instructor de la Sana Doctrina de Cristo. En una forma muy definida Jesucristo, mediante Moisés, nos presenta el propósito de Dios, y aclara las condiciones de nuestra prosperidad: (Deuteronomio  7:6,9,11-15) “6 Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. 9 Conoce,  pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones; 11 Guarda, por tanto, los mandamientos, estatutos y decretos que yo te mando hoy que cumplas. 12 Y por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. 13 Y te amará, te bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. 14 Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá en ti varón ni hembra estéril, ni en tus ganados. 15 Y quitará Jehová de ti toda enfermedad; y todas las malas plagas de Egipto, que tú conoces, no las pondrá sobre ti,  antes las pondrá sobre todos los que te aborrecieren”.
Si guardamos sus mandamientos, Dios promete darnos el mejor trigo, y sacarnos miel de la roca. Habrá de satisfacernos con una larga vida, y mostrarnos su salvación.

Aun los paganos reconocerán la superioridad de los que servimos y adoramos al Dios viviente. (Deuteronomio  4:5-8) “5 Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella. 6 Guardadlos, pues, y ponedlos por obra;  porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los

cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido,  nación grande es esta. 7 Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? 8 Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?”.

Pero el pueblo de Dios no está cumpliendo su propósito. (Jeremías  2:21) “Te planté de vid escogida, simiente verdadera toda ella; ¿cómo, pues, te me has vuelto sarmiento de vid extraña?”. (Oseas 10:1) “Israel es una frondosa viña, que da abundante fruto para sí mismo; conforme a la abundancia de su fruto multiplicó también los altares, conforme a la bondad de su tierra aumentaron sus ídolos”.
(Isaías  5:3-7) “3 Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. 4 ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella?   ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres? 5 Os mostraré, pues,  ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. 6 Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella. 7  Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor”.

La advertencia no ha sido tomada en cuenta por el pueblo de Dios. Se olvidan de Dios, y pierden de vista su elevado privilegio como representantes suyos. Las bendiciones que hemos recibido no proporcionan ninguna bendición al mundo. Todas sus ventajas son empleadas para su propia glorificación.
Así muchos falsos cristianos hacen aparecer como una farsa las cosas sagradas, diciendo: (Jeremías 7:3,4) “3 Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar. 4 No fiéis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es este”. Mientras que al mismo tiempo representan indebidamente el carácter de Jesucristo, deshonrando su nombre y profanando su santuario.

Los labradores que han sido encargados de la viña del Señor, son infieles a la confianza depositada en ellos. Los que ministran la Palabra y los maestros no son fieles instructores de la Sana Doctrina de Cristo al pueblo. No mantienen delante de Jesucristo la bondad y la misericordia de Dios y su derecho a su amor y servicio. Estos labradores buscan su propia gloria. Deseaban apropiarse de los frutos de la viña. Tienen el propósito de atraer la atención y el homenaje hacia sí.

Dios soporta a su pueblo con corazón paternal. Pacientemente le presentó sus pecados, y con tolerancia esperó su reconocimiento. Fueron enviados profetas y mensajeros para que insistiesen ante los labradores en las demandas de Dios; pero en vez de ser bienvenidos, fueron tratados como enemigos. Los labradores los persiguieron y los mataron. Dios todavía envió otros mensajeros, pero ellos recibieron el mismo trato que los primeros, sólo que los labradores mostraron aún un odio más resuelto.

La forma de enseñar que Jesucristo tiene es muy superior a todos. Jesucristo ha desenmascarado la hipocresía, y muestra los resultados seguros de su proceder. Esto irrita hasta la locura a los que desprecian la Sana Doctrina de Cristo.

Aborrecen la elevada norma de justicia que Jesucristo presenta continuamente. Muchos malos pastores ven que sus enseñanzas a la luz de la Sana Doctrina de Cristo los están colocando en el lugar en donde su egoísmo está quedando al descubierto, y por esto mismo determinaron matar a Jesús. Aborrecen su ejemplo de veracidad y piedad, y la elevada espiritualidad revelada en todo lo que hace en nuestras vidas.
La vida entera de Jesucristo es y ha sido siempre un reproche para el egoísmo de todos los que andan en religiones, y cuando se presenta la prueba de obedecer la Palabra Escrita se defienden diciéndonos que somos muy legalistas, pero esta prueba que significaba obediencia para vida eterna o desobediencia para muerte eterna, rechazan al Santo de Israel.

En una ocasión cuando se les pidió que escogieran entre Cristo y Barrabás, clamaron: (Lucas  23:18) “Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo: ¡Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás!”.  Y cuando Pilato preguntó: (Mateo  27:22) “Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado!”.    Preguntó Pilato, y de los sacerdotes y magistrados se elevó la respuesta: (Juan  19:15) “Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César”.  Cuando Pilato se lavó las manos diciendo: (Mateo  27:25) “Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos”.

Así se siguen haciendo su elección los dirigentes de muchas iglesias y también muchos que predican su iglesia en lugar de Jesucristo, defienden a su pastores en lugar de Jesucristo, creen en profecía falsa y creen en las fabulas en lugar de la Sana Doctrina de Cristo. Su decisión fue registrada en el libro que Juan vio en la mano de Aquel que se sienta en el trono, el libro que ningún hombre podía abrir. (Ap 5:9) “y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación”.

Acuérdense que los judíos abrigaban la idea de que eran los favoritos del cielo, y que siempre habían de ser exaltados como iglesia de Dios. Eran los hijos de Abrahán, declaraban, y tan firme les parecía el fundamento de su prosperidad, que desafiaban al cielo y a la tierra a que los desposeyeran de sus derechos. Sin embargo, mediante sus vidas de infidelidad, se estaban preparando para la condenación del cielo y su separación de Jehová Dios.

En la parábola de la viña, después que Cristo hubo descrito delante de los sacerdotes su acto culminante de impiedad, les hizo la pregunta (Lucas 20:15,16) “15 Y le echaron fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña? 16 Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros. Cuando ellos oyeron esto, dijeron:  ¡Dios nos libre!”. Los sacerdotes habían seguido la narración con profundo interés, y sin considerar la relación que el tema tenía con ellos, se unieron con el pueblo en la respuesta: (Lucas 20:19)  “Procuraban los principales sacerdotes y los escribas echarle mano en aquella hora, porque comprendieron que contra ellos había dicho esta parábola; pero temieron al pueblo”. Así mismo sucede con muchos que les predicamos la Sana Doctrina de Cristo, se ofenden porque son confrontados con la Verdad Escrita.


Solemne y sentidamente Cristo les preguntó: (Mateo  21:42-44) “42 Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:  La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos? 43 Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él. 44 Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará”.

Jesucristo puede impedir la condenación de todo aquel que cree y se arrepiente y acepta que lo que está Escrito es la única Verdad absoluta. Pero la envidia y los celos hacen implacables a los hijos de Dios. Determinan no recibir a Jesucristo de Nazaret como el Mesías que nos trajo la Sana Doctrina de Cristo de parte del Padre Celestial. Siguen rechazando la luz del mundo, y es por esto que sus vidas siempre están rodeadas de tinieblas, como las tinieblas de media noche.
Sus propias pasiones feroces e indómitas producen su ruina. En su ira ciega se destruyen mutuamente. Su terco orgullo rebelde trae sobre ellos la ira de sus conquistadores demoniacos.

ESTE MENSAJE ES PARA LA IGLESIA DE HOY DÍA
La parábola de la viña se aplica no sólo a la nación judía. Tiene una lección para nosotros. La iglesia en esta generación ha sido dotada por Jehová Dios de grandes privilegios y bendiciones, y Jehová Dios espera los resultados correspondientes.

Hemos sido redimidos mediante un rescate costoso. Sólo por la grandeza de este rescate podemos concebir sus resultados. En la vida de los hijos de Dios, las Verdades de la Sana Doctrina de Cristo en su Palabra nos revelan su Gloria y Excelencia. Mediante su pueblo, Cristo ha de manifestar su carácter y los principios de su reino.

El diablo trata de obstruir la obra de Dios, e insta constantemente a los hombres a aceptar sus principios de mentiras. Presenta al pueblo escogido instruido en la Sana Doctrina de Cristo, como a gente engañada. Es un acusador de los hermanos, y su poder de acusar lo emplea contra los que obran justicia. Jesucristo desea, mediante su pueblo, contestar las acusaciones de Satanás mostrando los resultados de la obediencia a los principios rectos en sus Sanas enseñanzas.

Esos principios se han de manifestar en el cristiano individualmente, en la familia, en la Iglesia establecida en la Sana Doctrina de Cristo. Todos éstos han de ser símbolos de lo que se puede hacer para el mundo. Han de ser representaciones del Poder salvador de las Verdades del Evangelio. Todos son agentes en el cumplimiento del gran propósito de Dios para la especie humana.

Los dirigentes judíos consideraban con orgullo su magnífico templo y los imponentes ritos de sus servicios religiosos; Tal como hasta en este tiempo les falta la justicia, la misericordia y el amor de Dios. La gloria del templo, el esplendor de sus servicios y ritos, no pueden recomendarlos a Dios; pues no le ofrecen lo único que es de valor a su vista. No le presentaban el sacrificio de un espíritu humilde y contrito.


Cuando los principios vitales del reino de Dios se pierden, las ceremonias se aumentan y se hacen extravagantes. Cuando se descuida la edificación del carácter, cuando faltan los adornos del alma, cuando se pierde de vista la sencillez de la piedad, entonces el orgullo y el amor a la ostentación demandan magníficos templos, espléndidos adornos, y ceremonias imponentes llenas de rituales y escenarios teatrales. En todo esto no se honra a Dios. Una religión a la moda que consiste en ceremonias, exterioridades y ostentación, no es aceptable ante él. Los servicios de tal religión, no obtienen respuesta de los mensajeros celestiales.

La iglesia es muy preciosa a la vista de Dios. Jesucristo anhela recibir de su viña el fruto de santidad y abnegación. Busca los principios de amor y bondad. Toda la belleza del arte no puede compararse con la belleza del temperamento y del carácter que se han de revelar en los que son representantes de Cristo. La atmósfera de la gracia que rodea el alma del creyente, el Espíritu Santo que trabaja en la mente y el corazón, son los que hacen de él un sabor de vida para vida, y permiten que Dios bendiga su obra.

El Señor desea que mencionemos su bondad y hablemos de su poder. (Salmos  50:23) “El que sacrifica alabanza me honrará; y al que ordenare su camino, le mostraré la salvación de Dios”. (Juan 4:23) “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren”.
Así debería ser también hoy. Los habitantes del mundo adoran dioses falsos. Han de ser apartados de su falso culto, no porque oigan acusaciones contra sus ídolos, sino porque se les presente algo mejor. Han de ser pregonadas las bondades de Dios porque todo lo que le quita el primer lugar es ídolo. (Isaías 43:12) “Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios”.

Dios nos imparte sus dones para que podamos también dar, y hacer así que el mundo conozca su carácter. Dios nos pide también ofrendas voluntarias y ofrendas de gratitud. Todo esto ha de ser dedicado para la propagación del Evangelio hasta los confines de la tierra. El servicio que se hace para Dios incluye el ministerio personal. Mediante el esfuerzo individual, hemos de cooperar con Jesucristo en la salvación del mundo. La orden de Jesucristo: (Marcos 16:15) “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. Se dirige a cada uno de sus seguidores. Todos los que sean investidos para una vida semejante a la de Cristo, han de trabajar por la salvación de sus prójimos.

Todos los que reciben a Cristo como un Salvador personal, han de manifestar la Verdad del Evangelio que es la Sana doctrina de cristo y su poder salvador en la vida. Dios no pide nada sin hacer provisión para su cumplimiento. Por medio de la gracia de Cristo podemos realizar todo lo que Dios requiere. (Juan 15:8) “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”.

Dios reclama toda la tierra como su viña. ¿Y qué se da en cambio al gran Dador?  ¿Cómo consideran los hombres las demandas de Dios? ¿A quién rinden el servicio de su vida las multitudes?


El pecado del mundo de hoy día es el mismo que acarreó la destrucción de Israel. Las lágrimas que Cristo derramó sobre el Monte de las Olivas al contemplar la ciudad escogida, no lo derramó solamente por Jerusalén. En la esta ciudad, Cristo contempló la destrucción del mundo. (Lucas 19:42) “diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos”. Casi ha terminado el tiempo de misericordia y privilegios. Se están reuniendo las nubes de venganza. Los que han rechazado la gracia de Dios, están por ser envueltos en una ruina súbita e irreparable. Sin embargo, el mundo duerme. Sus habitantes no conocen el tiempo de su visitación.
¿Dónde se ha de encontrar la iglesia en esta crisis? ¿Están cumpliendo sus miembros con las demandas de Dios? ¿Están cumpliendo la comisión divina y presentando el carácter de Dios al mundo? ¿Están llamando con insistencia la atención de sus prójimos al último misericordioso mensaje de amonestación?

La Sana Doctrina de Cristo, NO se mescla con las tradiciones humanas, y fue presentada por Jesucristo como la gran norma de obediencia. Esto despertó la enemistad de los rabinos. Ellos habían puesto las enseñanzas humanas por encima de la Palabra de Dios, y habían apartado al pueblo de sus preceptos.
No estaban dispuestos a renunciar a sus mandamientos hechos por hombres, a fin de obedecer los requerimientos de la Palabra de Dios. No querían sacrificar, por causa de la verdad, el orgullo de la razón y la alabanza de los hombres. 
Los mensajeros de Dios mandados por el Maestro seguimos yendo y predicado la Sana Doctrina de Cristo a toda criatura. Demandando obediencia a la Palabra de Dios. Piden los frutos de la viña, los frutos del amor, la humildad y el servicio abnegado. ¿Acaso no hay muchos labradores que, a semejanza de los dirigentes judíos, se mueven a ira? Cuando se presentan delante del pueblo las demandas de la Sana Doctrina de Cristo, ¿no usan su influencia esos maestros para inducir a los hombres a rechazarlas? A tales maestros Dios llama siervos infieles.

Esta Palabra es para todos los que no está en la Sana Doctrina de Cristo (Oseas 8:12) “Le escribí las grandezas de mi ley, y fueron tenidas por cosa extraña”. Y Dios declara a los maestros que enseñan falsas doctrinas: (Oseas 4:6) “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos”. ¿No se hará caso de las reprensiones de Dios? ¿No se aprovecharán las oportunidades de servir? ¿Impedirán la mofa del mundo, el orgullo de la razón, la conformidad a las costumbres y tradiciones humanas, que los profesos seguidores de Cristo le sirvan? ¿Rechazarán la Palabra de Dios como los dirigentes judíos rechazaron a Cristo? Delante de nosotros está el resultado del pecado de Israel. ¿Aceptará la amonestación la iglesia de Dios hoy día? (Romanos 11:17-21) “17 Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas,  y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, 18 no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. 19 Pues las ramas, dirás,  fueron desgajadas para que yo fuese injertado. 20 Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. 21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará”.
Predica por: Pastor Víctor Ramón Preciado Balderrama
viclaly_57_57@yahoo.com

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