viernes, 20 de noviembre de 2015

GUARDA EL BUEN DEPÓSITO POR EL ESPÍRITU SANTO (2 Timoteo 1:1-18)

GUARDA EL BUEN DEPÓSITO POR EL ESPÍRITU SANTO (2 Timoteo 1:1-18)
(2 Timoteo 1:14) “Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros”.
El apóstol Pablo aconseja al amado hijo espiritual, Timoteo. En aquel tiempo, Timoteo estaba enfrentándose a las dificultades tanto exteriores como interiores por ser un joven pastor de la iglesia de Éfeso. Había grupo de gente dentro de la iglesia que negaba la eficacia del evangelio (1Timoteo 1:4).
Había persecución del emperador romano. Por otro lado, Timoteo tenía fe sincera pero era débil y tenía poca experiencia. Por eso, le era fácil temer (7).
Aún en esta situación, el apóstol Pablo le aconsejó que avivara el fuego del don de Dios. En el pasado, Timoteo tenía el don de enseñar la palabra de Dios (1 Tim 4:14-16). Pero, se estaba apagando ese fuego del don de Dios por estar enredado de muchos problemas.
Lo urgente para él era el avivamiento del don. Los dones que Dios le dio eran el poder, el amor y el dominio propio. Cuando se avivaban estos dones, Timoteo podía vencer las dificultades.
Cuando estos dones se avivan y se desarrollan, no solamente Timoteo sino también la iglesia entera podían ser avivados.
Cuando nos enfocamos en avivar el don que nos ha sido dado por Dios, podemos vencer las circunstancias.
Pablo, mandó a Timoteo que no se avergonzara de dar testimonio del evangelio sino que sufriera con el evangelio. (8).
Más allá de esto, le aconsejó a Timoteo que retuviera las sanas palabras que de Pablo había oído (13).
Es por la gracia de Dios que nos salvó y nos llamó (9-11).
Además es porque Pablo sabía a quién había creído y estaba seguro de que era poderoso para guardarlo para el día final (12).
Para guardar el evangelio hermoso, un cristiano necesita la ayuda del Espíritu Santo (14).
Cuando uno guarda el evangelio por la voluntad humana, o el esfuerzo humano, el evangelio vuelve en legalismo sin vida solo por tradición.
No lo podemos guardar por el pecado y Satanás. Solamente, con la ayuda del Espíritu Santo, podemos guardar la hermosa Sana Doctrina de Cristo.

 Cuando vemos la historia del cristianismo, podemos concluir que los cristianos de la iglesia primitiva, los reformadores y nuestros antepasados de la fe pudieron guardar el Evangelio por la ayuda del Espíritu Santo.

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