martes, 27 de mayo de 2014

LA IDENTIDAD QUE RECIBES EN LA DOCTRINA DE CRISTO TE DA SEGURIDAD EN TÍ MISMO

LA IDENTIDAD QUE RECIBES EN LA DOCTRINA
DE CRISTO TE DA SEGURIDAD EN TÍ MISMO
(Efe.4:11-16) “11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,  evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12  a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto,  a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”.
Ninguna persona que sigue a Jesucristo ha desarrollado jamás verdadera madurez espiritual sin haberse enfrentado a una variedad de batallas, que son una serie de altibajos, ya que las batallas están formadas por una serie de procesos. Tales procesos espirituales o experiencias son necesarios para activar nuestra maduración. La Identidad que recibes en la Doctrina de Cristo te da Seguridad en ti mismo para enfrentar cada una de las pruebas y oportunidades para ir creciendo porque sin proceso no hay crecimiento. 

La Identidad que recibes en la Doctrina de Cristo te da Seguridad en ti mismo se define como un sentimiento de certeza y confianza porque tenemos nuestra identidad basada en Jesucristo y sustentada en la Doctrina de Cristo. Para el cristiano esta seguridad se manifiesta en la proporción de su confianza en la Palabra de Jehová Dios. La certeza indica la confianza en una persona o cosa, se enfoca en la fe. La fe es fundamental para todo cristiano ya que (Hebreos 11:6) “sin fe es imposible agradar a Dios”. La falta de fe imposibilita alcanzar el potencial que se tiene en Dios y en las relaciones personales.

La fe. (Hebreos 11:1) “Es pues la fe la certeza de lo que se espera la convicción de lo que no se ve". 
La certeza significa que es la parte real y esencial de algo, lo que es sólido y real. Es como la sustancia que habla de la realidad, la esencia y parte principal de un concepto. La convicción significa la prueba de una cosa, datos e información en los que puede basarse una conclusión para establecer la prueba de una cosa. La fe no es, pues, una idea abstracta, sino una realidad concreta.
La confianza en Dios y por lo tanto en uno mismo no se basa en sentimientos, si no en una prueba tangible, y la prueba es nuestra fe en lo que salió de la boca de nuestro Dios y que no volverá a Él bacía, (Isa 55:11) “Así será mi Palabra que sale de mi Boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”. Ahora bien, la fe es la seguridad la confirmación, el título de propiedad de las cosas que esperamos, la prueba de las cosas que no vemos y la convicción de su realidad porque Jehová Dios lo dijo. La fe es un hecho real que no se nos revela ante nuestros sentidos. 

Nuestra fe es, pues, la seguridad, y seguridad intelectual en ausencia de toda duda. Entonces tenemos: Certeza: calidad de estar completamente seguros. Convicción: acción de autentificar una cosa o corroborar su realidad.

(Num 11:23) “Entonces Jehová respondió a Moisés: ¿Acaso se ha acortado la mano de Jehová? Ahora verás si se cumple mi palabra, o no”.

La prueba autentica de que algo te pertenece legalmente es porque Dios lo ha dicho y está Escrito. La fe basada en lo que está Escrito es la prueba de la validez de una cosa. La Palabra Escrita es la prueba que significa evidencia que establece la validez de nuestra fe sustentada y cimentada en la Palabra Escrita. A la fe siempre se le define como algo abstracto e invisible, por lo tanto, intangible. Sin embargo, la prueba tiene que ver con algo real, algo que existe. La fe es una convicción, la convicción significa convencimiento o acción de convencerse. La fe pues, es un convencimiento absoluto. 

Ladrones de la fe. (Juan 10:1,10) “1 De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. 10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Nuestra fe es fundamental para nuestra madurez, es por eso que el enemigo envía constantemente una gran cantidad de su gente para impedir que desarrollemos la fe y por lo tanto evitar que estemos seguros. (Salmo 25:17,19) “Las angustias de mi corazón se han aumentado; Sácame de mis congojas. Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado, Y con odio violento me aborrecen”.

A través de la ansiedad viene el ladrón de la desesperanza, y desesperanza significa, perder toda esperanza, ser vencido por la inutilidad y la derrota.  Miremos solo tres ejemplos; En una ocasión Moisés dijo: (Números 11:15) “Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal”. David escribió: (Salmo 55:5) “Temor y temblor vinieron sobre mí, Y terror me ha cubierto. Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría”. Incluso Jesús se enfrento contra este ladrón: (Mateo 26:38) “Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo”. Y podemos mencionara muchos.

Estos pensamiento inmoderados no solo causan ansiedad, sino que alimenta a su vez a esos pensamientos, que crean una adicción y que es casi necesaria, por eso es que muchas personas están en congregaciones donde no los toman en cuenta y además los maltratan y siguen ahí aferrados. Por eso proverbios dice: (Proverbios 15:13) “Mas por el dolor del corazón el espíritu se abate”. También dice: (Proverbios 17:22) “Mas el espíritu triste seca los huesos”. La ansiedad es un estado de tristeza que debilita nuestras fuerzas.

El estar triste dice la Biblia que seca los huesos, los huesos son una parte fundamental en el sostenimiento de nuestros músculos mas sensibles e importantes y también intervienen en la producción de la sangre, lo que nos lleva a decir que si nuestro huesos envejecen al igual nuestros músculos y la producción de nuestra sangre no será buena, o sea, la ansiedad causada por la tristeza envejece todo nuestro cuerpo.
(Salmo 119:28) “Se deshace mi alma de ansiedad; Susténtame según tu palabra”. (Salmo 38:3, 6-8) “3 Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira; Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado. 6 Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera, Ando enlutado todo el día.

7 Porque mis lomos están llenos de ardor, Y nada hay sano en mi carne. 8 Estoy debilitado y molido en gran manera; Gimo a causa de la conmoción de mi corazón”.
Como la ansiedad es un estado de tristeza que debilita nuestras fuerzas, el remedio para esta es la risa o el gozo. (Proverbios 15:13) “El corazón alegre hermosea el rostro”. (Proverbios 17:22) “El corazón alegre constituye buen remedio”. (Mat 11:28) “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. (1Pe 5:7) “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”.

La capacidad de reír es la medida del ajuste del ser humano a su ambiente, mientras que la incapacidad de responder positivamente a las situaciones que hacen reír a las personas normales indica presencia de problemas. Se ha probado que la risa, junto con un sentido del humor bien desarrollado, es uno de los más seguros signos de inteligencia. Entonces, sabiendo todo esto debemos pedirle a Dios que nos bautice con una mayor dosis de gozo cada día.

Odio. (Pro 10:12) “El odio despierta rencillas; Pero el amor cubrirá todas las faltas”. (Pro 15:17) “Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, Que de buey engordado donde hay odio”. (Pro 26:26) “Aunque su odio se cubra con disimulo, su maldad será descubierta en la congregación”. El perdón es una cualidad vital para la madurez espiritual y contribuye al crecimiento de la Confianza en Dios, por lo que el enemigo tratará de causarnos problemas con el ladrón de la ira, el cual lleva a un espíritu de odio.
Con respecto a esto la Biblia dice: (Levítico 19:17,18) "17 No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado. 18 No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová”.

La palabra rencor significa: abrigar resentimiento o mala voluntad. Pronto la mente subconsciente de la persona es un depósito de rencores. Tal persona encuentra por último recurso confiar en Dios o en otras personas. Su confianza en otras personas se ha destruido, y ha perdido toda confianza en si mismo. Y normalmente actúa con ira, es la manifestación del rencor, su expresión siempre será tendiente a la ira. El remedio para el odio es la benignidad.

El primer paso para vencer al odio es la práctica del perdón, que proviene de un espíritu benigno. Como dijo Pablo: (Efesios 4:32) "Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. El odio siempre quita, pero la benignidad da. La benignidad no solo vence al espíritu de odio también lleva a muchas bendiciones personales. Por ejemplo: (Proverbios 11:17) “A su alma hace bien el hombre misericordioso; Mas el cruel se atormenta a sí mismo”. Cuando te muestras benigno tu alma se vigoriza.

Soberbia y Orgullo.  (Lev 26:19) “Y quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo, y haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce”. El enemigo tiene otro ladrón que se llama presunción. La presunción tiene que ver con un concepto excesivamente alto de uno mismo y que está lleno del espíritu de orgullo. No me refiero a la confianza personal sino a la actitud de arrogancia. 

La Biblia advierte: (Proverbios 16:18) “Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu”. La Doctrina de Cristo por medio del apóstol Pablo nos dice: (Romanos 12:16) “Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión”. Se puede describir a la soberbia como una rotunda esclavitud, pues de este pecado fue de donde surgieron los demás. La soberbia provocó la caída de lucifer. Comúnmente la persona atrapada por la soberbia no se da cuenta de que está mal.

Por ejemplo muchos cristianos que toman le echan la culpa a Jesús por haber convertido el agua en vino y la verdad es que ese vino era no fermentado. La Biblia dice: (Salmo 73:6) “Por tanto, la soberbia los corona; Se cubren de vestido de violencia”. La soberbia surge fundamentalmente, de dirigir la atención a nosotros mismos. Cuanto más quitamos nuestros ojos de las necesidades y preocupaciones de los demás, tanto más nos alimentamos de la soberbia.

El remedio para la soberbia es la humildad de reconocer que andamos mal y pedir perdón y con humildad apartarnos de ese falso camino. (Isa.28:1-3) “1 ¡Ay de la corona de soberbia de los ebrios de Efraín, y de la flor caduca de la hermosura de su gloria, que está sobre la cabeza del valle fértil de los aturdidos del vino! 2 He aquí, Jehová tiene uno que es fuerte y poderoso; como turbión de granizo y como torbellino trastornador, como ímpetu de recias aguas que inundan,  con fuerza derriba a tierra. 3 Con los pies será pisoteada la corona de soberbia de los ebrios de Efraín”.

La humildad jamás se debe de tomar como auto condenación. La humildad no consiste en rebajarse uno mismo, sintiéndose indigno. En verdad, la mejor manera de practicar la humildad es exaltar a los demás. Cuanto más exaltamos a otros desde una posición modesta, tanto más cultivamos la humildad. La Palabra de Dios dice: (Proverbios 22:4) “Riquezas, honra y vida Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová”. En la Sana Doctrina de Cristo nos dice en: (Santiago 4:6) “Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”.

Y también Jesucristo por medio del apóstol Pedro nos dice: (1 Pedro 5:5) “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad”. La humildad es más un estilo de vida que una serie de actos individuales. Francamente la persona que se esfuerza en humillarse para dar un ejemplo de humildad, está dirigiendo la mirada hacia sí mismo, lo cual es en sí una forma de soberbia. Por lo tanto, la humildad tiene que fijar su atención en los demás. Cuanto más exaltamos a otros tanto menos pensamos en nosotros, tanto más derrotamos al ladrón de la presunción. 

El Temor. (1Jn 4:18) “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”. El temor atrae el ladrón de la ansiedad, es otro enemigo enviado para destruir nuestra fe. Desde luego son imprescindibles algunas formas de temor como el temor a Dios (Pro 9:10) “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia”. Indudablemente no hay nada malo en el temor normal, como el de pisar un insecto venenoso.


Pero el “temor” al que nos referimos es aquel que consiste en estar siempre a la espera de peligros y sus posibles resultados que son grandemente exagerados que no nos permiten hacer nada porque nos da miedo iniciar algo. Dicho temor excluye la capacidad de Dios para intervenir a nuestro favor. Específicamente nos referimos a la ansiedad innecesaria. La Biblia nos manda continuamente a que evitemos el temor, se dice que las expresiones “no temas” y “no temáis” aparecen unas 350 veces en la Biblia. La Sana Doctrina de Cristo nos enseña acerca de nuestros afanes (Filipenses 4:6) “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”. Por esto nosotros tenemos seguridad porque la Palabra dice: (Proverbios 3:25) “No tendrás temor de pavor repentino”. 

Los antiguos griegos usaban la palabra “temor” para referirse al pavor, que significa “terror”. Hay centenares de temores que son las fobias, y que plagan a la humanidad. Lo malo de esto es cuando permitimos que estas fobias se desarrollen de tal manera que excluyamos la capacidad de actuar de Dios. El temor es una especie de fe, pero a la inversa. En efecto, creer que una calamidad o circunstancia adversa es mayor a la capacidad de Dios (en eso consiste el temor) es expresar más fe a la calamidad que a Dios. Por lo tanto, cultivar el temor es reducir nuestra fe o torcerla. El remedio para el temor es el valor, algo que se cultiva aprendiendo los pensamientos de Dios por medio de la Doctrina de Cristo, (2Ti 1:7) “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. No solo se cultiva preparándonos por medio de la Sana Doctrina de Cristo en la Palabra de Dios sino que se aumenta viviendo en la presencia de Dios por la obediencia. La confianza se relaciona con el acercamiento hacia a Dios, algo que se desarrolla mediante el hábito de no dejar de congregarnos como muchos tienen por costumbre lectura devocional diaria, que incluye la oración. 

Culpa. Vemos el profeta Isaías también fue preso del miedo y Jehová Dios tubo que limpiar su pecado con un carbón encendido (Isa 6:5) “Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”. Este es el más mortífero del arsenal del enemigo, la culpabilidad da origen al ladrón de la condenación. Se define a la culpabilidad como la conciencia, llena de remordimiento por haber hecho algo malo. Naturalmente podemos tener una desilusión que nos lleva a corregirla. Cuando es la conciencia podemos hacer o no hacer la corrección todo depende de la cantidad de valores humanos. En cambio cuando es el Espíritu Santo no nos deja en paz hasta que pedimos perdón y entendemos que estamos mal para poder corregir nuestro mal camino.

Por ejemplo, cualquier creyente que quiere madurar en Cristo agradece el proceso continuo de convencimiento ejercido por Espíritu Santo. La culpa lleva al creyente a la esclavitud espiritual. Esclavitud significa estado o sujeción a una fuerza o poder. ¿Cómo podemos diferenciar entre convicción y condenación? La convicción siempre atrae a una persona a Dios, en tanto que la condenación siempre nos aleja de Él. La culpabilidad es mortal sobre todo porque crea una especie de ceguera espiritual. (1Jn 1:9) “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. Pero el enemigo de nuestras almas siempre está recordándonos nuestra vida pasada y asiéndonos sentir culpables.

(Miqueas 7:19) “El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados”. Específicamente, la culpabilidad engendra ansiedad, ese ladrón que ya estudiamos. En la Palabra de Dios se refiere a la ansiedad que causa este sentimiento de culpa: (Salmo 38:4) “Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; Como carga pesada se han agravado sobre mí”. Esencialmente, el sentimiento de culpa es causado por creer las mentiras del enemigo. De modo que vencemos dicho sentimiento de colpa en nosotros: Formando una identidad que recibimos en la Doctrina de Cristo te da Seguridad en ti mismo. La seguridad es simplemente, el estado o la cualidad de estar seguro o convencido de que cierta cosa es verdad. Seguridad es sinónimo de certeza, la cual obviamente es vital para el buen desarrollo de la fe en Dios. (Isa 5:13) “Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed”.

La Sana Doctrina de Cristo nos manda a que nos acerquemos a Dios con certeza y seguridad: (Hebreos 10:22,23) “22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. 23 Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”. Podemos aumentar nuestra seguridad fijando nuestros ojos en Dios. Con respecto a la culpabilidad y la condenación es muy importante que recordemos que el centro de estas actitudes somos nosotros mismos. Y Jesucristo es el centro del perdón. Así que para vencer la culpabilidad que consiste en fijar la atención en los fracasos necesitamos mirar con más cuidado a Jesucristo. La Doctrina de Cristo dice que miremos a: (Hebreos 12:2) “Jesús, el autor y consumador de la fe”. Nunca trate de despertar la fe desde adentro. No podemos estimular la fe desde las profundidades de su corazón porque la fe es un don de Dios y como tal se lo tenemos que pedir a Dios que nos sea dado por medio del Espíritu Santo.

InferioridadFue este enemigo que casi derrotó a Gedeón antes que Dios tuviera oportunidad de usarlo en Israel. A Gedeón se le dijo que Dios quería usarlo para librar a la nación, a lo que él dijo: (Jueces 6:15) “Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre”. Dios jamás le preguntó su condición, le dijo lo que tenía que hacer con él y le dio una orden, pero puso los ojos en sí mismo.
El complejo de inferioridad, da rienda suelta al ladrón de la duda en uno mismo, es el último ladrón que el enemigo envía para despojarnos de nuestra seguridad en nosotros mismos. Hablando en términos generales, la mayoría de las condiciones de inferioridad se producen por las persistentes confesiones de fracaso. La Palabra dice: (Proverbios 15:23) “El hombre se alegra con la respuesta de su boca; Y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!”, y: (Proverbios 23:7) “Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él. Come y bebe, te dirá; Mas su corazón no está contigo”.

Gracias a Dios que Gedeón venció este sentimiento de inferioridad y reconoció que Dios lo llamaba. Después conducía un pequeño ejército de 300 hombres a una victoria porque Dios lo había llenado el corazón con una identidad y esto le dio confianza, que es remedio para todo el sentimiento de inferioridad y de duda en uno mismo.



Formando una identidad que recibimos en la Doctrina de Cristo nos da Seguridad en nosotros mismos. La seguridad en nosotros mismos es el remedio para la inferioridad, no cabe la menor duda, y no cabe la menor duda de que se puede cultivar por estudiar la Doctrina de Cristo. Y aunque la “seguridad en si mismo” y la “confianza” estén íntimamente relacionadas, si hay una diferencia.

CONCLUSIÓN.
La confianza es básicamente una convicción de que podemos tener éxito en Cristo, factor que trata mayormente del crecimiento y la madurez. Además, el centro de la confianza está en la posición de uno en Jesucristo, mientras el centro de la seguridad en sí mismo está en el “Poder” de uno en Jesucristo. Una de las promesas más grandes de toda la Palabra respecto a nuestra seguridad en Cristo fue escrita por Pablo: (Romanos 8:38,39) “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.".

Principio de la seguridad en si mismo:
Solo puedo hallar el propósito fundamental de la vida aprendiendo los aspectos esenciales de la plena confianza en Dios para mi vida. Debo aceptar su voluntad como mi voluntad, avanzando en su plan como la nube lo hace con el viento. Debo tomar fuertemente, seguro de que obtendré, cada promesa celestial como mi título de propiedad que nunca he visto. Por tanto, resuelvo adoptar diariamente esta manera de proceder, y con el Poder de Dios lo declaro ya hecho.

Pasaje del Principio de la seguridad en si mismo:
(1 Juan 5:14,15) “Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”.

PREDICA en Lerma por: PASTOR Víctor Ramón Preciado Balderrama
Hola hermanos les saludo con mucho amor en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo, y con un solo propósito de que sean edificados sus vidas y sus ministerios, me gozo el saludarles y el que Dios me dé la oportunidad de servirles si me lo permiten, y con todo respeto a su doctrina o denominación, mi único interés es que corra la Sana Doctrina de Cristo. Por favor si les interesan estos materiales escríbanme pidiéndomelos a cualquiera de los siguientes correos, y con mucho gusto y en el amor a Cristo se los enviaré inmediatamente sin cuestionar nada y que el Espíritu Santo los dirija y los lleve por buen camino, solo les pido si lo recibes de gracia dalo de gracia.
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También les invito con mucho respeto a todas sus creencias a visitar el BLOGSPOT.

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