lunes, 2 de septiembre de 2013

LAS FORMAS ALREDEDOR DE LA SANA DOCTRINA DE CRISTO

LAS FORMAS ALREDEDOR DE LA SANA DOCTRINA DE CRISTO
 (Juan 7:23-24) “23 Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿Os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre? 24 No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”. El temor de Dios filial es aquel por el que se detesta el pecado o se aparta de él, no por las penas con que son castigados los pecadores, sino porque aquello es una ofensa a Dios, algo que le desagrada a Él. Por otra parte, temor servil es el que evita el pecado por la pena que lleva consigo.
Es decir: hay tres estados en los que se puede agradar a Dios.
1)  Hacemos lo que agrada a Dios por temor al castigo y entonces estamos en la condición de esclavos.
2)  Buscando la ventaja de un salario cumplimos las órdenes recibidas en vista de nuestro propio provecho, asemejándonos así a los mercenarios.
3)  Finalmente, hacemos el bien por el bien mismo y estamos así en la condición de hijos".
SERVIL se aplica a la persona que, para obtener algún beneficio o favor, se humilla ante otra. Por lo tanto, la obediencia no es una actitud servil sino una conformidad voluntaria que sirve con atención y diligencia.

De hecho, es un avance revolucionario frente al enfoque judío de la ley mosaica. "El temor de Dios" no es "el temor a Dios" y si (Proverbios 9:10) “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia”. Deja muy claro que se refiere al poder de hombre de "desear" el conocimiento divino del bien y del mal.
(Salmos 111:10) “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; Su loor permanece para siempre”.
(Proverbios 1:7) “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. Amonestaciones de la Sabiduría”.

Desde siempre el hombre se ha esmerado en elevar las formas por sobre los principios. No importa tanto el objetivo, sino que las formas de alcanzarlo, sería la premisa más arraigada en nuestros corazones y naturalezas caídas por causa del pecado. El texto que encabeza esta predicación habla de los principios sobre las formas. El Señor Jesús, autor y consumador de todas las cosas, aparece reivindicando los principios por sobres las formas, situación que genera un intenso ardor en las religiones en ese tiempo y en este tiempo. Frente al texto selecto de las santas escrituras citado arriba, se deja ver que a los religiosos más les importaba las tradiciones que la salvación de un individuo.
Eran los religiosos judíos, aquellos altivos de espíritu y celosos de la liturgia y ceremonias, pero que no lograban ver más allá de las formas, y es por eso que su juicio solo quedaba en la cáscara (apariencia) y no en la esencia del fruto.
(Mateo 23:24-33) “24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello! 25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia.

26 ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio. 27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. 28 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad. 29 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, 30 y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas. 31 Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. 32 ¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres! 33 ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?”.

El apóstol Pablo define muy bien el sentir de aquellos fariseos que con el esmero de guardar las formas y el ritualismo (inclusive “extra” escritural), pensaban que estaban agradando a Dios: (Filipenses 3:4-7) “4 Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: 5 circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; 6 en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. 7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.”


Los fariseos eran y son la facción del judaísmo más legalista y formalista que nadie jamás ha conocido. El apóstol Pablo fue uno de ellos, por tanto, sabía como pensaban y con que “celo” defendían sus postulados religiosos por sobre los legítimos intereses de Dios. Para ellos lo más importante era el envase más que el contenido. Era más preponderante los sacrificios que la misericordia (Oseas 6:6) “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos”.
Cuando llegó Jesucristo y estableció la Sana Doctrina de Cristo, como única enseñanza válida para tener al Padre y al Hijo, cayeron muchas formas y estableció el principio celestial. (Mat 22:37-40) “37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”.

La Biblia presenta con claridad a un pueblo que es tomado y establecido en medio de formas, de ceremonias y rituales que deben de ser cumplidas cabalmente. Me refiero al pueblo de Jehová Dios. En el transcurso de su historia, este pueblo celoso por cumplir aquel inventario ceremonial, fue constantemente olvidando los principios por debajo de las formas, llegando al extremo de volverse a mas de una religión, cuyo síntoma es el mismo de todas; presentar méritos delante de Dios para recibir sus favores. En otras palabras, si yo hago esto o aquello, recibiré como recompensa eso o aquello.
En contraste la Biblia dice: (Romanos 11:33-36) “33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! 34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?

35 ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? 36 Porque de él, y por él, y para él,  son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.”
Las religiones son el prototipo de los defensores de las formas por sobre los principios. Tan solo recordemos el contenido de la ley; los principios estaban en el decálogo (10 mandamientos) y las formas en la ceremonia y los ritos. (Hechos 15:1) “Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos”.

Sin duda, que el pueblo se jactaba de cumplir las ceremonias, pero olvidaban constantemente los principios. Ellos ponderaban más los ritos que la relación con Dios y con su prójimo. Se preocupaban de las vestimentas y de los emblemas, pero dejaban atrás los principios elementales de la ley. En ese evidente fracaso, se deja ver que, no solo el pueblo de Israel, sino que en todo corazón humano se asila en forma férrea, aquel apego solo por la liturgia y el olvido de los principios de la misma.

Recordemos un pasaje muy ilustrativo al respecto: (Deuteronomio 6:4-9) “4  Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. 5 Y amarás a Jehová tú Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. 6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. 8 Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 9 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas”.
Cuando revisamos las tradiciones y formas del judaísmo respecto a pasajes como estos, descubrimos que ellos bajo “interpretación literal” adoptaron el uso de las afamadas “filacterias o tefilín” que eran pequeñas cajitas o envolturas de cuero que contenían pequeños pasajes de las escrituras y que los religiosos judíos se colgaban en sus manos y en sus cabezas como señal de cumplimiento ortodoxo del mandamiento de Dios.
También incluyeron, y que hasta en la actualidad es practicado por todos los judíos en todo el mundo, el uso de la “mezuzá” que es una pequeña cajita que contiene un pasaje de las escrituras y que se instalaba en las puertas de las casas. De este modo, cumplían la segunda parte del mandamiento.
Sin duda, que esta tradición del judaísmo ponderó solo las formas por sobre el principio del mandamiento, el cual versa así:

Con justa razón el Señor Jesucristo les decía a los religiosos defensores de formas: (Mateo 23:4-5) “Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos”.

Los fariseos, como promotores y defensores de las formas por sobre los principios, eran expertos en poner cargas y pesadas listas de códigos religiosos sobre sus feligreses, aún sabiendo que ni ellos mismos las cumplían. Exigían, pero no daban nada, predicaban, pero no practicaban. De ahí que sus religiosos, vistosos y distinguidos atuendos, incluyendo sus filacterias, no eran más que una inmensa máscara de hipocresía. No en vano el Señor les echaba en cara: (Mateo 24:27) “Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia”.

CRISTO EL EXTERMINADOR DE LAS FORMAS
A diferencia del pecaminoso corazón humano que insiste insolentemente en agradar a Dios cumpliendo ritos y tradiciones, el Señor Jesús nos muestra en su enseñanza, que los principios siempre deben ser considerado por sobre las formas. Justamente es esa la actitud que tanto repudian los religiosos de todas las épocas.
Cristo sanó en día de reposo (Juan7:23-24) “Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre?”, comió con pecadores (Mateo 9:9-13) “9 Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió. 10 Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. 11 Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? 12 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 13 Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento”, conversó en extenso con una mujer samaritana (Juan 4:20-26) “20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. 21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23 Mas la hora viene, y ahora es,  cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. 25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.”, escogió a un publicano (Mat.9:9) “9  Pasando Jesús de allí,  vio a un hombre llamado Mateo,  que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió”, sanó a una sirofenicia (Marcos 7:24-30) “24  Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse. 25 Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies. 26 La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. 27 Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. 28 Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. 29 Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. 30 Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama”, salvo a un criminal. (Lucas 23:43) “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” y perdonó a una adúltera (Juan 8:11) “Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”.

Que mas podemos decir del Hijo de Dios que vino a elevar los principios por sobre todas las cosas. Él hizo lo que “no se debía hacer” En lugar de observar el día sábado, había que descubrir al Señor del sábado que otorga el verdadero reposo, y en lugar de condenar a los pecadores, había que clamar “ni yo te condeno” frase que desactivó las fuerzas de los hipócritas defensores de formas por sobre los principios.


Cristo fue el más grande demoledor de formas y por tal razón, se ganó el repudio de los fariseos quienes preferían guardar las tradiciones y eliminar los fundamentos de Dios.
A estos, El Señor les dice: (Mateo 15:7-9) “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”.
Esta punzante declaración del Señor, surgió luego de que los fariseos legalistas estaban preocupados del porque los discípulos de Cristo no se lavaban las manos al comer pan, quebrantando la tradición de los ancianos. Jesús, les indica que ellos guardando las tradiciones, infringían la ley por la hipocresía, ya que pretendiendo agradar a Dios por obras (formas) anulaban los principios fundamentales y trascendentales. Este y otros pasajes, nos indican con claridad que El Señor jamás enseñó la importancia de las formas por sobre los principios.

EL CRISTIANISMO Y LAS FORMAS
Bien sabemos que las formas en el cristianismo tienen una importancia más allá que la que deberían tener. El pretexto de ser “celoso” por El Señor, muchos se ven envueltos en medio de las telas del formalismo religioso, defendiendo tradiciones, dogmas humanos y visiones parciales extraídas de la biblia, las cuales son defendidas por frases tales como: “siempre se ha hecho así” o “así me enseñaron”, lo cual no dista mucho de los “pioneros” del legalismo que tratamos en la parte anterior.
Existe una sola Sana Doctrina de Cristo que analiza lo que debemos hacer cuando la pandemia del legalismo formalista quiere invadir nuestros pensamientos e iglesias.

HAY COSAS BÍBLICAS, NO BÍBLICAS Y ANTI BÍBLICAS.
Esta sencilla trilogía nos permite, cual antídoto, frenar los efectos nocivos del legalismo formalista que ataca a las iglesias. De los tres conceptos, el único que nos debe hacer sonar la “alarma” es el tercero, es decir, las cosas ANTI BIBLICAS.
Evidentemente aquellos que defienden las formas por sobre los principios, también darán énfasis al segundo punto y para que mencionar el primero.
Ciertamente hay puntos de la biblia que son abiertamente doctrinal, por ejemplo, la Deidad del Señor Jesús, su resurrección, su muerte vicaria, su segunda venida, etc. Puntos que son indiscutibles e inflexibles.

Sin embargo, hay temas que no son bíblicos ni menos doctrinales, por ejemplo, la realización de reuniones de niños, de jóvenes, etc., pero que de ninguna manera son anti bíblicos, por el contrario, son de provecho para la iglesia. Ahora bien, en estos puntos, defender formas es un grave error ya que lo único que se produce es desacuerdo derivado de la carnalidad y egoísmos de los hombres.

Por consiguiente, descubrimos que defender formas en la iglesia es la muestra más clara de inmadurez y religiosidad. Es lo contrario de la gracia de Dios y la libertad en Cristo. Es poner yugo sobre la cerviz de los hermanos y es enfatizar el envase y la cáscara por sobre el contenido y esencia.
El apóstol Pablo hablando de las formas judías que estaban invadiendo las iglesias fundadas sobre la base de la gracia de Dios, declara: (Gálatas 3:3) “¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?”.


Esta pregunta de Pablo, está diciendo, después de haber conocido la verdad misma de las cosas y haber disfrutado de “los principios” de Dios, ¿vais a terminar defendiendo formas nuevamente?.
¡Hermanos! Ya pasó el tiempo en que juzgábamos según los ritos y formas, ahora es el principio que nos convoca; no debemos retroceder hacia los rudimentos de la religión, sino que debemos proyectarnos hacia la madurez en la Sana Doctrina de Cristo. Mirar las formas por sobre los principios, nos llevará a la triste práctica de “colar el mosquito y tragarnos el camello”.

Pablo agrega algo más al respecto: (Colosenses 2:16-23) “16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo,
17  todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo. 18  Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal, 19 y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos,  crece con el crecimiento que da Dios. 20 Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos 21 tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques 22 (En conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? 23 Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne”.
El texto es extremadamente afirmativo respecto al tema tratado.
Aunque el contexto apunta a las prácticas judías, el valor del mismo es perfectamente aplicable a las formas del cristianismo actual.
El mandamiento apostólico apunta a no juzgar en cuanto a formas, y por el contrario, la importancia ha de ser puesta en el fundamento y principio, el cual es Jesucristo. Lo demás es solo sombra. Pablo razona de manera que nos enseña que defender formas es como si aún viviésemos en el mundo, sometidos a preceptos humanos y a prohibiciones de los hombres que buscan ganarse el favor divino a cambio de buenas obras.
El cristianismo legítimo basado en la Sana Doctrina de Cristo a diferencia de las religiones, no es un centro de reclutamiento religioso que debe cumplir un inventario de normas, reglas y prohibiciones legalistas. Por el contrario, el legítimo cristianismo enseñado por Cristo es una relación que establece Dios con el pecador en un íntimo lazo Paternal y de continua enseñanza y crecimiento. No es el hombre que crece para Dios, sino que Dios es el que da el crecimiento y al madurez.

FORMAS CONTRA PRINCIPIOS BÍBLICOS
Evidentemente que no se trata de una rivalidad entre estos conceptos. Las formas son importantes siempre y cuando estén bajo los principios de Dios. Es decir, yo no leo la biblia por que debo leerla, sino porque quiero leerla. Ahí se cumple la instrucción apostólica que dice: (Filipenses 2:13) “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”  Por lo tanto, las formas solo deben ser las consecuencias de los principios, pero jamás la causa u objetivo de los mismos. Por ejemplo, un niño que tiene como principio el respetar a los adultos, se comportará de “forma” respetuosa con los tales.


Si a este ejemplo le invertimos el orden, tendremos un actor que fingirá respetar, pero que no tiene arraigado el “principio” del respeto. Toda organización o sociedad, se reúne en torno a estos conceptos de “formas y principios”. La Iglesia, siendo un organismo cuya cabeza es solo Cristo, también necesita formas y principios.
Las formas son básicamente el acuerdo de los modos o maneras de reunirse, pero los principios son el fundamento de la reunión. De manera que el legítimo celo por Dios no ha de encenderse en la formas, cual fariseos de antaño, sino que en los principios y fundamentos de la Sana Doctrina de Cristo en las escrituras.

Los defensores de las formas por sobre los principios, suplantan la gloria de Dios por los meritos de los hombres, suprimen la gracia y desatan las obras y generan esclavitud a aquellos que han sido libertados en Cristo.
Que la gracia soberana del Señor Jesucristo nos ayude a defender los principios por sobre las formas. Que así sea. Amén.

Predica en Lerma por: Pastor Víctor Ramón Preciado Balderrama
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