UNA
FE SIN LIMITES Y VERDADERA
(Heb
11:6-11)
“6
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se
acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. 7 Por la fe Noé, cuando fue advertido
por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que
su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la
justicia que viene por la fe. 8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció
para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a
dónde iba. 9 Por la fe habitó como extranjero en la
tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob,
coherederos de la misma promesa; 10
porque esperaba la ciudad que tiene
fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza
para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había
prometido”.
INTRODUCCIÓN
La Biblia nos
dice que: “sin fe es imposible agradar a
Dios”. Es por esto que nos urge entender lo que es la fe, para poder
agradar a Dios. En nuestro recorrido de la Biblia hemos llegado a la vida de un
hombre que es el ejemplo por excelencia de la fe. Al conocer su vida, podemos descubrir lo que es la fe verdadera
para poder imitarla y experimentar sus bendiciones en nuestra vida también.
(Génesis
12:1-4) 1 Pero Jehová había dicho a Abram:
Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que
te mostraré. 2 Y haré de ti una
nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré
tu nombre, y serás bendición. 3 Bendeciré
a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas
en ti todas las familias de la tierra. 4
Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad
de setenta y cinco años cuando salió de Harán”.
El hombre en el
pasado decidieron construir una torre para hacerse famosos, para hacerse un
nombre, pero el resultado fue que Dios confundió su lenguaje y los dividió para
que no lograran sus propósitos.
Observemos
ahora lo que Dios le dice a Abraham:
engrandeceré tu nombre... Por medio de ti serán bendecidas todas las
familias de la tierra. Cuando la humanidad decide hacerse un nombre famoso,
el resultado es la confusión; pero cuando Dios encuentra a una persona humilde, una persona de fe, El hace grande a la
persona y le da un nombre.
Tan famoso le
hizo Dios a Abraham que ahora, unos
4.000 años después de su vida, seguimos estudiándole. Con Abraham llega un nuevo comienzo para la humanidad. Dios empieza
a restaurar lo que se había destruido debido al pecado de Adán y Eva. La vida
de Abraham es como una enorme curva en la trayectoria del mundo, donde la
humanidad que se había estado alejando cada vez más de Dios ahora es llamada a regresar a Él, por medio
del autor y consumador de la fe.
(Heb
12:1,2) “1Por tanto, nosotros también,
teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo
peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que
tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de
la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz,
menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”.
Abraham
llegó a ser el padre humano de la nación
judía, y fue por medio de esta nación
que Dios trajo al mundo al Salvador Jesucristo, el que trajo bendición a todas
las naciones. Esas mismas naciones que habían sido esparcidas y confundidas
debido a su soberbia en Babel un día serían bendecidas gracias a lo que Cristo
vendría a hacer.
Observemos
también que Dios toma la iniciativa con Abraham.
La Biblia no nos habla de la excelencia de Abraham como lo primero, sino más
bien es el llamado de Dios el que viene primero. Dios es el que decidió
rescatarnos; nosotros sólo podemos responder a ese llamado. Él se lleva el crédito pues a Jehová Dios
toda la honra.
¿Cómo respondió
Abraham cuando Dios lo llamó? El partió, tal como el Señor le había ordenado.
Si consultamos un mapa, descubrimos que Abraham partió hacia el oeste. ¿Se
acuerdan de la dirección en la que viajaron los hombres para construir la torre
de Babel? Fue hacia el este, indicando así su rebelión contra Dios. Ahora
encontramos a Abraham viajando en obediencia hacia el oeste, cosa que traerá
bendición.
Avancemos
un poco más en la vida de Abraham para encontrar la revelación.
(Génesis
15:1-6) “1 Después de estas cosas vino la
palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera
grande. 2 Y respondió Abram:
Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi
casa es ese damasceno Eliezer? 3 Dijo
también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un
esclavo nacido en mi casa. 4 Luego vino
a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será
el que te heredará. 5 Y lo llevó
fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes
contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. 6 Y creyó a Jehová,
y le fue contado por justicia”.
Dios le prometió
gran bendición a Abraham, pero había un problema - él ya era viejo, y no tenía
ningún hijo. Siguiendo las costumbres de su día, pensaba adoptar a uno de sus
siervos - Eliezer de Damasco - para quedarse con sus bienes. Sin embargo, Dios le declara que sucedería lo
imposible - él tendría un hijo, quien sería su heredero.
En el versículo 6 encontramos la clave de la
vida de Abraham. "Abraham creyó al
Señor, y el Señor lo reconoció a él como justo." En otras palabras,
Dios no trató a Abraham como un hombre justo y digno de recibir sus bendiciones
porque fuera perfecto; de hecho, tuvo muchas fallas. Más bien, fue porque Abraham creyó la palabra de
Dios que él fue tratado como justo.
Digamos que tú y
yo saliéramos caminando para ir a la Ciudad de México. Vamos caminando a la
orilla de la carretera cuando se detiene un carro lujoso, espacioso y con aire
acondicionado, y el conductor nos dice: ¿Van a la Ciudad de México? Si quieren,
yo los llevo.
En ese momento,
tenemos que tomar una decisión. ¿Le creemos? Si le creemos, nos subiremos al
carro y llegaremos sin esfuerzo a la Ciudad de México. En cambio, si no le
creemos, nunca vamos a llegar caminando. La situación de Abraham fue similar. Dios le habló y le dijo: Voy a hacer algo
espectacular, y te voy a usar a ti. La decisión de Abraham fue simplemente la
de creer o no creer.
EL
APÓSTOL PABLO ANALIZA ESTA REALIDAD.
(Romanos
4:1-5)
“1
¿Qué, pues, diremos que halló Abraham,
nuestro padre según la carne? 2
Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero
no para con Dios. 3 Porque ¿qué dice
la Escritura? Creyó Abraham a Dios,
y le fue contado por justicia. 4
Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; 5 mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe
le es contada por justicia”.
(Luc.
6:46) “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?”.
(Hech.
16:31) “Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”.
La
Palabra nos habla de la forma de estar bien con Dios.
No podemos quedar bien con Dios haciéndole favores. Sin embargo, esto es lo que hace la mayoría de la gente. Hasta
dicen que Dios dijo: AYUDATE QUE YO TE
AYUDARÉ. Piensan que, si van a la iglesia de vez en cuando, dan un poco de
dinero para ayudar a los pobres y se tratan de portar bien la mayor parte del
tiempo, quedarán bien con Dios.
Pero
con Dios las cosas no funcionan así.
El mismo Abraham, el hombre con el que empezó el plan restaurador de Dios, no
fue aceptado por Dios por los favores que le hizo. Más bien, fue por la respuesta de fe de Abraham frente al llamado de
Dios que Dios lo aceptó como justo.
El
patrón para ti y para mí es el mismo.
Dios no nos va a aceptar porque le hacemos favores, sino simplemente si creemos
lo que El nos dice Y LE OBEDECEMOS.
Si nosotros confiamos en su Palabra así como Abraham confió en la palabra que
le llegó, Dios nos trata como justos.
En
cambio, si nosotros estamos tratando de ganar el favor de Dios por medio de lo
que hacemos, no lo vamos a poder hacer. Sólo
la fe nos hace aceptables ante Dios. ¿Qué, entonces, es la fe verdadera?
Hablemos primeramente de lo que no es.
La
fe verdadera no es legalismo o religiosidad.
No se trata de hacer ciertas cosas religiosas, de ir a cierta iglesia o prender
cierto número de velas. La fe no es
algo que se hace.
La
fe verdadera no es conocer ciertas cosas.
El apóstol Santiago habla a los que creen que con conocer ciertas cosas de Dios
ya están bien aclarando que el diablo mismo también las cree - y tiembla. (San. 2:19) “Tú crees que Dios es uno; bien
haces. También los demonios creen, y tiemblan”. Tener fe no es simplemente
conocer la Biblia, poder citar
versículos o conocer algo acerca de la vida de Jesucristo. No es simplemente
poder recitar la biblia, y por más bueno que sea eso. (Mat 7:20,21) “20Así que, por sus frutos los conoceréis. 21No todo el
que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace
la voluntad de mi Padre que está en los cielos”.
La
fe verdadera tampoco es el simple optimismo.
Es bueno ser optimista, pero no debemos
de confundir el simple optimismo con la fe bíblica. A veces la gente dice: Tengo mucha fe de que todo va a salir
bien. Esperemos que así sea,
pero el optimismo no es lo mismo que la fe.
La
verdadera fe no es la presunción. No es
decir: Dios me tiene que dar esto o
aquello porque lo creo con todo mi corazón, y si insisto, El se va a encontrar
obligado a dármelo. Satanás le invitó a
Jesús a lanzarse del templo confiando en que su Padre lo salvaría, pero Jesús
respondió que no podemos poner a Dios a prueba. La fe no es presumir.
(Mat
4:6,7) “6y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará
acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie
en piedra. 7Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios”.
¿QUÉ,
ENTONCES, ES LA FE VERDADERA? La fe verdadera es confianza en Cristo que crea
un cambio en cada uno que cree en Él. Abraham creyó lo que Dios le
dijo, y esto produjo un cambio en su vida; él se mudó a otro lugar, esperando
que el Señor cumpliera su promesa - y
tuvo que ser muy paciente en esperar.
Ustedes
y yo conocemos más de lo que conoció Abraham;
tenemos la revelación de todo lo que Cristo vino a este mundo a hacer. Jesucristo es el cumplimiento de esa
promesa que Dios le hizo a Abraham, y es en Jesucristo que tenemos que confiar.
Confiar en Jesucristo significa arrepentirse y hacer lo que Jesús nos manda, creer que Jesús hará lo que ha prometido
hacer; que si confiamos en Jesús, nos perdonará, que estará con nosotros, y que
nos bendecirá si le obedecemos.
Cuando
tenemos un encuentro con Cristo, crea un cambio en nuestro estilo de vida.
No podemos seguir viviendo de la misma
forma. Abraham dejó su hogar y se mudó a otro lado por la fe que tuvo en
Dios. Nosotros también cambiaremos se tendrá que dar frutos dignos; (Mat 3:8) “Haced, pues, frutos dignos de
arrepentimiento”, tomaremos decisiones que otros no entienden, porque Dios
nos ha llamado y confiamos en Jehová Dios el Santo de Israel.
Si
tú tienes esa clase de fe, estás bien con Dios.
Esto es lo que significa ser justificado por fe; es llegar a estar bien con
Dios obedeciendo lo que Jesucristo nos manda hacer. Y así Jehová Dios te ve como si nunca hubieras pecado, como si no le
debieras nada. Así se empieza la vida cristiana, y así se vive también. Empezamos aceptando a Cristo por fe, y
seguimos viviendo la vida cristiana por fe.
(Lc.6:43-49)
“43 No es buen árbol el que da malos frutos,
ni árbol malo el que da buen fruto. 44
Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los
espinos, ni de las zarzas se vendimian
uvas. 45 El hombre bueno, del buen
tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su
corazón saca lo malo; porque de la
abundancia del corazón habla la boca. 46
¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no
hacéis lo que yo digo? 47 Todo aquel
que viene a mí, y oye mis palabras y las hace,
os indicaré a quién es semejante. 48
Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el
fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu
contra aquella casa, pero no la pudo mover,
porque estaba fundada sobre la roca. 49 Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su
casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y
luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa”.
MARCANDO
LA DIFERENCIA
Muchos
corren por todos lados, a todos lados
pero sin rumbo fijo y sin meta segura. Muchos
buscan, de todo, pero nada en particular, Muchos saben que necesita algo, pero no sabe qué. Muchos tienen la inquietud de que necesitan
saber, pero, ¿qué es lo que necesita saber? Y ¿quién se lo dirá? Muchos necesitan un cambio en su vida, pero,
¿cuál cambio y en qué? La cosa es, ¿quién le indicará cuál cambio y como lo
hará? Muchos necesita invocar,
clamar al único que tiene la solución a sus problemas, pero, ¿quién se los
presentará? Usted y yo podemos marcar la
diferencia en la vida de las personas.
Usted sabe bien
que solo Jesús es la completa respuesta a todas las necesidades de todo el
mundo. Porque en ningún otro hay
salvación, en ningún otro hay perdón de pecados, en ningún otro hay paz
verdadera, en ningún otro hay salud de corazón; hasta el grado que se quite, se
extirpe toda raíz de amargura; en ningún otro hay verdadera libertad de las
prisiones en que se encuentran miles de personas. Solo Jesús sana los
corazones heridos, dañados y enfermos. Solo Jesús liberta a los encadenados de
los vicios. Solo Jesús restaura las vidas, familias, etc.
Si
Usted nunca has tenido un encuentro con Jesucristo, y esto se nota porque la
verdad todavía hay muchas obras de la carne en ti,
entonces no has tenido un encuentro con Jesús todavía aunque tengas mucho
tiempo en el evangelio y solo tú puedes examinarte con la ayuda del Espíritu
Santo te invito en este día a tomar esa decisión de creer lo que Dios te dice.
Escucha lo que El te dice en Romanos
10:8-10: "Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu
boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre
los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado,
pero con la boca se confiesa para ser salvo." Ven hoy para aceptarle.
Si tú ya has
tomado esa decisión, no dejes de confiar en Cristo por medio de obedecerle. La forma en que comenzaste tu vida con Jesús
es la misma forma en que debes continuar.
DIME:
¿Cuáles cosas te está llamando Dios a hacer que te parecen imposibles? ¿Cuáles
son esas áreas de tu vida que Dios quiere transformar, si tan sólo puedes
confiar en Jesús? ¿Cuáles cosas te está llamando Dios a continuar con tu
proceso?
Yo sé que Dios
quiere cosas grandes para esta iglesia y para tu vida. Se volverán realidad
sólo si, como Abraham, aprendemos a confiar en la Palabra de Dios. ¿Me
acompañas en este viaje de fe?
PREDICA
en Lerma por él
Pr.
Victor R. Preciado Balderrama
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