viernes, 9 de noviembre de 2012

LA DOCTRINA DE CRISTO


LA DOCTRINA DE CRISTO
La primera de las doctrinas “leche” que todo cristiano debe conocer, como la base que le permita avanzar a la perfección, es La Doctrina de Cristo (He. 6:1-3), es un dogma; es una verdad que no puede ser contradicha, que el apóstol Pablo llama el misterio de la piedad (I Ti. 3:16).

En el Nuevo Testamento hay enumerados doce misterios, pero al ser revelados por Cristo dejan de serlo para nosotros. Las cosas ocultas son ahora notificadas a su Iglesia, o dadas a conocer (Ef. 3:9-11): Ello quiere decir que la Iglesia debe conocer a su Dios, para declararlo a los principados y potestades. Así, al conocerle, llegaremos a ser perfectos en el conocimiento de Él. La oración de Pablo es que la Iglesia tenga acceso al conocimiento espiritual de Dios y de lo que Él tiene para nosotros.

En griego, misterio quiere decir secreto, algo vetado a la razón, que no puede ser penetrado por la mente. Ahora bien, el misterio de la piedad estuvo oculto desde los siglos y las edades y en él quisieron ver los profetas del Antiguo Testamento, pero a ellos no les fue dado como hoy lo hace Dios a sus santos apóstoles y profetas en el Espíritu (Ef. 3:3-5 y 8-9; 1:9, 5:32, 6:19, Col.1:26-27, Ap. 10:7, I Co. 4:1, Mr. 4:11, Ro. 16:25, Gá. 1:12).
El apóstol Pablo establece que este misterio es el misterio de Cristo (Col. 4:3 y 2:2, Ef. 3:4).
La palabra griega eysebeías, quiere decir veneración, respeto filial, piedad, compasión amorosa. En otras derivaciones de esta raíz encontramos los significados de piadoso, consagrado, irreprochable.

En esto consiste el misterio de la piedad: es un secreto que Dios ha revelado a la humanidad. Este secreto es el amor de Dios por el hombre. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda mas tenga vida eterna” (Jn.3:16). El misterio de la piedad es Dios mostrando su amor para con nosotros en Cristo, al llevar toda la carga del pecado nuestro sobre sí mismo y darnos a cambio su justicia para que seamos justos por Él delante de Dios: “Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor suave” (Ef. 5:2, 2 Co. 2:15).
La piedad sigue siendo un misterio para los que se pierden (I Co. 2:5-8; 1:18a; 2 Ts. 2:10). Pero para los que se salvan es poder de Dios.

Enumeremos los siete diferentes aspectos que conforman el misterio de la piedad:1timoteo 3:16.
1.- Su divinidad, Él es Dios
2.- Su humanidad, Él fue manifestado en carne.
3.- Su ministerio terrenal. Fue justificado por el Espíritu, porque le respaldó en cada obra que hizo en la voluntad de su Padre.
4.- “Visto de los ángeles”, nos habla de cuatro aspectos en los que los ángeles intervinieron como testigos:
a). En su nacimiento.
b). En su muerte expiatoria en el Calvario, cumpliendo las profecías y las figuras del Antiguo Testamento.
c). La revelación de su Nombre, de su naturaleza.
d). Su resurrección y exaltación
5.- Ha sido predicado a los Gentiles.- Nos muestra los nueve principios de la Gran Comisión, para levantar a la Iglesia.
6.- Ha sido creído en el Mundo.- Nos revela la importancia del discipulado.
7.- Ha sido recibido en Gloria.- Nos habla de dos aspectos principales:
a). Su Ministerio Actual.
b). Lo que falta por cumplir: Su segunda venida.
Veamos con más detalle cada uno de estos aspectos, para conocer la doctrina eje de la vida cristiana: La Doctrina de Cristo:

I. LA DIVINIDAD DE CRISTO
1.- El Misterio de la Piedad empieza a ser revelado cuando entendemos que Cristo es Dios, comprender su divinidad es esencial para que deje de ser un misterio.
¿Quién es Cristo? ( Jn 14:6), Cristo se presentó a sí mismo como el gran Yo Soy. En el evangelio de Juan siete veces Él se declara así, revelando que Él es Dios (Jn. 1:18).

Cristo está hablando de Sí mismo quién es Él. Yo Soy es la forma en que se identificó Dios a Moisés mediante su Nombre Jehová (vocablo castellanizado por Casiodoro de Reina), o Yavéh (como es más propio por ser un término masculino) y que significa Yo Soy. Así, Cristo se identifica como el eterno Yo Soy.
Cristo es la Imagen del Dios invisible (Jn. 1:17-18, Col. 1:15). Cristo es el Unigénito Hijo de Dios.

Él ha dado a conocer a Dios. Él le declaró. Él es Dios manifestado en una manera tal que nosotros le conozcamos.
Dios quiere que ejerzamos fe en Cristo, de acuerdo a Su voluntad. En Atenas, Pablo predicó acerca del “Dios no conocido” (Hechos 17:23), porque a Dios nadie le vio jamás. Ninguna carne puede ver a Dios y vivir (I Timoteo 6:16; Éxodo 33:20).
La única manera de ver a Dios es a través de la persona de Jesucristo (Juan 1:18; Hebreos 1:3); sólo Cristo puede revelarnos al Padre celestial (Juan 6:46; 12:45 y 14:9).
Dios ha sido manifestado en carne. Cristo es Dios (Ro. 9:5): Él incluye dos naturalezas: Su Humanidad y su Divinidad. El Padre engendró en la virgen un ser Divino y Humano. Hijo de Dios es aquel a quien Dios engendró y es igual a Dios: “vosotros dioses sois, e hijos todos del Altísimo” (Is. 7:14), Mt. 1:23). Cristo es verdadero Dios, en su esencia: Él es Dios con nosotros. Su Nombre Emmanuel significa su Deidad, porque Cristo es Dios. Cristo, el Hijo de Dios, manifiesta a Dios en persona con nosotros, porque a Dios nadie le ha visto jamás; el Unigénito Hijo del Padre le ha dado a conocer (Gá. 4:4, Jn. 1:18; Dt. 4:10-12, y 33-36, Mt. 11:27; Lc. 10:22, Jn. 5:37, 6:46; I Jn. 4:12-20, I Ti. 6:16).

Atributos Divinos en Cristo
a) Por su propia naturaleza, Él es Dios (Col. 1:15-17, Jn. 1:3, I Co. 8:6, Ap. 3:14c). Él es el Creador eterno y el sustentador de todas las cosas (Gn.1:26, He. 1:3). Él es el Creador. Cristo es coigual con Dios porque, en sí mismo, Dios es Plural y es Uno. Cristo participó en la creación (Col. 1:16); Dios es el único Creador. Crear y criar no son la misma cosa. En hebreo hay una palabra: “crear”, que sólo se utiliza para describir a Dios obrando. El hombre puede inventar, diseñar, o hacer algo, pero sólo a partir de lo ya creado. Crear es hacer algo de la nada. Sólo Dios es Creador. Satanás puede manifestarse en lo ya creado, pero no puede crear; el Satanás es un ser creado y no puede crear.

b) Su eternidad. Cristo es antes de todas las cosas. Él es alfa y omega, principio y fin de todo (Jn.1:1-2; Col. 1:17; Pr. 8:22-23, Is. 41:4, 43:10 y 13; 44:5-8; 48:12; Ap. 1:8, 11, 17; 2:8; 3:14; 21:6; 22:13).
c) Él es el sustentador de todas las cosas y Él las mantiene en operación (Jn. 1:3; He. 1:2).
El Padre Celestial trató a Cristo como Dios.- (He. 1:8), Cristo se sentará en el trono de David.
Pero además, en Apocalipsis 3:21 Cristo declara haberse sentado en el trono de Su Padre.
Cristo se llamó a Sí mismo Dios (Jn. 5:18; 10:33 y 30; 17:11 y 22). “Yo y el Padre una cosa somos”. Juan, el teólogo, habla muchas veces de la Unidad manifiesta entre Cristo y el Padre.
El Espíritu Santo habló de Jesucristo como Dios.- (Mr. 12:36-37) “El Señor” es el título de Dios.
En el Antiguo Testamento, en Hebreo, Señor es ‘Adonai’, hablando Dios, el Padre, a Su Hijo.
Nadie puede llamar Cristo Señor, sino por el Espíritu Santo (I Co. 12:3). La palabra ‘Adonai’ pasa al Nuevo Testamento como ‘kurios’ con la pronunciación ‘kyrios’.
La Biblia lo Llama Dios.- (Ro. 9:5; He. 13:8; Tit. 2:13; Col. 2:9; Fil. 2:6; I Jn. 5:20). Cristo es el Dios de las edades. Él nunca dejó de ser Dios. Cristo no puede perder jamás su naturaleza Divina.
Cristo recibe adoración pues Él es Dios.- (He. 1:6; Lc. 2:11, 13-16; Ap. 5:12-14). En algunos casos, vamos a encontrar la expresión “el Señor” con relación a Dios el Padre, a Jehová (Hch. 4:26; Sal. 2). Pero “Ungido”, en hebreo es ‘Mesías’ y en Griego es ‘Cristo’. (Hch. 2:36) “Hijo de Dios” está refiriéndose a su Divinidad.
Él es el Primogénito de toda la creación, es decir, en quien se origina todo gen, no dice de la creación, sino de toda ella (Col.1:15-16, Ap. 3:14, Sal. 89:26-27).
2.- El Alfa y la omega, principio y fin de todo, es decir, en Él da inicio y en Él se cumple (Ap. 1:8, 21:6).
3.-Él es el Unigénito del Padre. El de un gen (todos somos bigénitos)(Jn. 1:14 y vs 1-3).
4.- Yo, yo Jehová el primero, yo mismo con los postreros (Is. 41:4, 48:12, Ap. 1:17, 22:13, 1 Jn. 2:13).
5.- El que sólo tiene inmortalidad (I Ti. 6:15-16, He. 1:8-12).
6.- La eterna sabiduría de Dios es Él (Pr. 8:22-30, Is. 43:13).
7.- El primogénito de la iglesia (Ro. 8:29).
8.- Su Nombre es Dios Fuerte, Padre Eterno (Is. 9:6-7).
{{Ejercicio: ¿Qué personajes de la Biblia hablan de Cristo como Dios? Respuesta Juan 1:49 Natanael; Lucas 2:26-38 Simeón y Ana; Mateo 16:16 Simón Pedro; Lucas 1:43 Elizabeth; Hechos 2:36 Pedro; Juan 20:28-29 Tomás el Dídimo; Hechos 9:27 Saulo de Tarso; Juan 11:27 Marta; Mateo 14:33 Los discípulos (la compañía del barco); Lucas 1:76 Zacarías.}}

En la Biblia, desde El Génesis hasta Malaquías se habla del Mesías Su familia, el lugar y el tiempo de su manifestación

A) En Génesis 3:15 es la primera vez que se habla del Mesías. Es la promesa dada a los padres acerca del Ungido de Dios. Este pasaje habla del Calvario, y de cómo habría de ser herido. A Adán y a Eva fue dada la promesa: a los padres; esto fue aproximadamente cuatro mil años antes del advenimiento de Cristo. En el pasaje vemos el primer conflicto con la serpiente antigua (dragón, diablo, Satanás), pero también vemos la promesa del redentor.

B) Génesis 9:26 Profecía de Noé (cerca de 2,300 a.C.). Noé fue el único que se salvó del diluvio, con siete almas más (Génesis 9:18-26). Génesis 5 muestra las generaciones de Adán y Eva, las cuales fueron destruidas por el diluvio, excepto Noé y siete almas más. A partir de ahí, se levantó una nueva línea en Sem.
C) Génesis 12:1-3 Abraham (1,900 a.C.) Nuevamente vemos la promesa del Mesías: Todas las familias serán benditas en Cristo. Génesis 11:10-26; I Crónicas 24-27; 2:1-2 Abraham desciende de Sem.
Aquí cabe reiterar la preexistencia del Señor (Jn. 8:48-58; 17:5 y 24c). Él es el eterno “Yo Soy” del Antiguo Testamento que muestra Su Divinidad. Pero Dios escogió a Abraham para que en él continuara su simiente santa.

D) Génesis 21:12 y 26:3-4, Isaac y Jacob (1,850 a.C.) Ahora bien, no por ser simiente de Abraham todos son hijos (Ro. 9:7), porque Abraham tuvo varios hijos, nacidos de Sara, Agar y los que procreó con Cetura. De todos los hijos de Abraham, Isaac fue escogido para que continuara la promesa, la cual pasó a Jacob (Gn. 28:13-14; Nm. 24:17; Is. 60:3; Mt. 1:1-2; Ap. 22:16). Isaac tuvo dos hijos: Esaú y Jacob. Ellos peleaban en el vientre de su madre por la primogenitura. Jacob no era  el primogénito, pero compró la primogenitura. Jacob engendró a los doce patriarcas (Hch.7:1-8).

E) Génesis 49:10 Judá (1,800 a.C.) A Jacob le nacieron doce hijos ¿en quién continuaría la línea mesiánica? La profecía habla de un rey: El Mesías es Rey y Señor para nosotros los redimidos. Judá fue elegido para la línea mesiánica como Rey (He. 7:12-14), de la cual no se habla del sacerdocio.
Pero vemos al Mesías, además, como Sumo Sacerdote. Génesis 35:22; 49:3-4 Rubén era el primogénito de Jacob, pero perdió la primogenitura a causa de amancillar el lecho de su padre (Gn.34:1-7 y 13-14). Simeón y Leví perdieron la primogenitura por haber hecho mortandad, ante su venganza por la deshonra de Dina. “La ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Gn. 49:8-12) Jacob habla del Mesías como Rey y Señor.
Los derechos de primogenitura cubren tres aspectos:
a) Doble porción de herencia, frente a los demás hermanos; José recibió esa doble porción en sus hijos Efraín y Manasés (Gn. 48:15-20; Dt. 21:15-17; I Cr. 5:1-2). Ellos fueron erigidos en cabezas de tribus, y sin ellos no se completarían los fundamentos.
b) La función sacerdotal; el primogénito heredaba el sacerdocio patriarcal de la familia. En los hijos de Jacob, el sacerdocio patriarcal le fue dado a Leví. La dignidad sacerdotal fue dada a Leví, por su fidelidad en el Monte Sinaí (Éx.13:14-15; 32:26-27; Nm. 3:12).
c) El Gobierno; éste recayó en Judá (Alabanza) (Gn. 29:35; 49:9) {Una notación marginal que merece mención es que cada tribu tenía su propio emblema. Jacob describió cada emblema, al bendecir a sus hijos: “Cachorro de León Judá”. Cristo es el León de la Tribu de Judá (Nm. 23:23-24; Gn. 49:9; Ap. 5:5)}

F) Deuteronomio 18:15, Moisés (1,500 a.C.) hizo referencia al Profeta que Dios levantaría.
Específicamente, no se refiere a un profeta o un grupo de profetas, ni a un profeta dentro de un grupo de profetas; Moisés se refiere a “El Profeta”. Así, Cristo es presentado por Moisés como “El Profeta de Dios”.
Dentro de la tribu de Judá se le presenta como el Rey y como Sacerdote, de acuerdo a Los Hebreos. Pero es Moisés (el Libertador de Israel) quien habla del Mesías como El Profeta de Dios (Hch. 2:20-26; 7:37). El Candelero habla del Sacerdocio Divino, lleno del Espíritu Santo (Éxodo 25:31) y el Sacerdocio Levítico apunta hacia Jesús como el Sumo Sacerdote (Levítico 1:8 y 16; Juan 5:46-47).
En Génesis 3:15 se presenta el conflicto entre la simiente de la mujer (Cristo) y la serpiente (Satanás), ésta le herirá en el calcañar (crucifixión) y Cristo le aplastará la cabeza (autoridad). Cristo fue exaltado como Gran Rey, y también se le presenta como el Gran Profeta (He. 1:1-3a).
G) Números 24:17 Balaam limitó su profecía mesiánica al Rey futuro que Dios habría de levantar de Israel, antes que Israel fuese una nación. Esta profecía fue poco antes de que el pueblo entrara a Canaán. Balaam veía al Mesías que habría de venir y mostró que en Jacob estaba naciendo un Rey, un Príncipe sobre todos los reyes (Gn. 49:10).

H) David y Nathán (1,050 a.C.) Dios introdujo a las doce tribus en la tierra prometida; pero la nación no tenía rey; por tanto, ellos hacían lo que bien les parecía (Jueces 17:6; 18:1; 19:1; 21:25).
1. Saúl viene a ser el primer rey de Israel; así el gobierno deja de ser Teocrático para convertirse en monárquico;
2. Nathán profetiza del Mesías (I Cr. 17:11-15). El Mesías nacería de la tribu de Judá, de la línea de David. El Rey Mesías Hombre sería descendiente de la nación de Israel, por la línea de Judá (Isaías 11:1). De aquí en adelante, el Mesías siempre sería descrito como el hijo de David (I Cr. 17:2-15; Ap. 5:5). Cristo es la raíz de Isaí, antes de David, y es el retoño o brote de David.
Cristo es antes de David pero, conforme a la carne, desciende de David. Entonces, aquí podemos ver la importancia de David en el Plan de Salvación.

I) II Samuel 5:13-14; I Crónicas 3:5 Salomón. El proceso de selección continúa. Aquí se escogen a dos hijos: Salomón y Nathán, hijos de Bath-Seba. De esta manera, se tiene entendimiento respecto de las genealogías descritas en los evangelios de Mateo y Lucas. Mateo 1 presenta la genealogía de José, por la línea de Salomón. Lucas 3 presenta la genealogía de María, por la línea de Nathán. José es el padre del Señor, de acuerdo a la ley. Elí es el padre de María; ella es la madre de Jesús el hombre, conforme a la Gracia. El Talmud judaico menciona a María como hija de Elí. Los derechos legales del Señor derivan de Salomón; pero Su ascendencia orgánica procede de Nathán (de él viene el nacimiento físico). Los judíos lazaban las líneas genealógicas con el varón; por eso, no aparece el nombre de María. Cristo desciende por la línea colateral de Nathán. (Isaías 9:7 se confirma en Mateo 1:1).

J) II Crónicas 36:11-23 El reino terrenal se derrumba en Sedequías (el último descendiente de David que llevó la corona). Entonces, Israel fue llevado cautivo. La nación desapareció hasta que en 1948 se volvió a erigir. El tiempo del fin llama o señala a Cristo como David. Cristo pastoreará a Israel y a las naciones (Is. 55:3-7; 11:1-10; Ez. 37:24-25; Jr. 23:5; Os. 3:5). Judá fue llevado cautivo por los babilonios y el resto de Israel por los sirios.

Si el Antiguo Testamento nos habla del Mesías que habría de venir: la Esperanza.de Israel, el Nuevo Testamento nos revela al Mesías como Cristo Jesús. Israel esperaba el Mesías (Cristo) pero como nación no le hallaron en Jesús. Sin embargo, la expresión “YO SOY” que se menciona siete veces en el Evangelio de Juan, muestra su Divinidad (Jn. 1:34-41; 4:25-26; Sal. 110:1). En el Calvario se cumplieron 30 profecías diferentes de profetas diferentes que profetizaron en lugares y tiempos diferentes.
Esta tabla es solamente un pequeño ejemplo de algunas profecías del Antiguo Testamento cumplidas en el Nuevo Testamento, en la persona del Señor Jesucristo como el Mesías.

CRISTO ES LA LLAVE DE LA PROFECÍA Hechos 10:43 Descripción del Señor Antiguo Testamento Nuevo Testamento
1. Como Hijo de Dios Salmo 2:7 Lucas 1:32
2. Como Simiente de la Mujer Génesis 3:15 Gálatas 4:4
3. Nacido de una virgen Isaías 7:14 Mateo 1:18
4. Ungido del Espíritu Santo Isaías 61:1 Hechos 10:38
5. Entrada Pública en Jerusalén Zacarías 9:9 Juan 12:14-16
6. Su carencia de todo engaño Isaías 53:9 I Pedro 2:21-23
7. El sufrimiento de traición por 30 monedas de plata Zacarías 11:12 Mateo 26:15
8. Traspasado en la cruz Salmo 22:16 Juan 20:25-27
9. Le dieron vinagre como bebida Salmo 69:21 Mateo 27:34
10. Resurrección al 3er. día Salmo 16:10 Hechos 2:25-31 Jesús fue hecho Señor (en griego se escribe kurios y se pronuncia kyrios) y Cristo (Hch. 2:30-31 y 36; 3:18; 8:5; 9:20-22; 17:2-3; 18:5 y 28; 19:4; 26:23).

Había certeza de que en la persona de Jesús se manifestó el Cristo. Pablo afirmaba que el Mesías ya había venido en la persona de Jesús. En Él se cumplió la promesa del Mesías. Pero los judíos no entendieron los tiempos, ni las veces que Cristo vendría.
En el Antiguo Testamento se le llamaba Mensajero de Dios (Ángel de Jehová); en el Nuevo Testamento, Él es Jesús, el Mesías. En el Antiguo Testamento, Mesías denotaba a la persona ungida con aceite, y prefiguraba al Espíritu Santo (Is. 61:1; 11:2). En el Nuevo Testamento, la palabra Hebrea ‘Messiah’ (Mesías) es traducida al Griego como ‘Khristos’ (Cristo) (Sal. 2:2; Mt.1:16, Jn.1:41; 4:25), el Mesías es el Cristo y éste es Jesús. Pero fue por la resurrección y ascensión que llegó a ser el Cristo de Dios, en toda la extensión de la palabra (I Jn. 5:1, Sal. 2:2), el Ungido de Dios y capacitado por el Espíritu Santo.

II Samuel 7:13 Se refiere a la dinastía de David, pero apunta al Mesías, el Cristo: El pasaje muestra una forma de la Unción, en el Antiguo Testamento; pero también habla del Cristo, el Ungido de Dios por el Espíritu Santo. En el Antiguo Testamento, Dios ordenó tres diferentes y principales unciones, dentro el reinado teocrático:

A) La Unción al Profeta (I Ry. 19:16; Dt. 18:15-19; He.1:1-2). Ejemplo de ello es Eliseo. El Profeta es la Palabra, y el Gran Profeta de Dios es Cristo, cuyo ministerio es hablar la Palabra de Dios, a fin de traer luz a nuestra mente (intelecto) entenebrecida. Cristo está dando a conocer la naturaleza del Padre. Él es la verdadera luz que resplandeció más que los profetas del Antiguo Testamento. A Dios se le puede conocer sólo a través de la revelación del Mesías (Jn. 1:18; 3:13, 18-21). Él, como Profeta, hace resplandecer la luz del conocimiento de Dios para iluminar la mente entenebrecida por la oscuridad del pecado (Ef. 1:18; 4:18). El alma del hombre quedó cautiva por el pecado y su entendimiento quedó entenebrecido.

B) El Sacerdote también debía ser ungido (Lv. 8:12; Éx.28:41; Sal.133:2; Lv. 16). Ejemplo: Aarón fue ungido con el óleo santo. Cristo es nuestro Sumo Sacerdote, eterno. Él entró en el Lugar Santísimo, no hecho de mano, una vez y para siempre. Cristo, por el Espíritu eterno, es el Sumo Sacerdote y, al mismo tiempo, es la víctima o el Cordero del Sacrificio (Él es el macho cabrío en el altar de bronce. Es decir, el macho cabrío en el altar –cuya suerte era por Jehová- es figura del cuerpo del Señor puesto en la cruz. Y el macho cabrío llevado al desierto -cuya suerte era por Azazel- es figura del Alma del Señor en el infierno). Cristo ofreció su cuerpo y su alma en ofrendas por la purificación de nuestros pecados (I Jn.2:2; He. 5:1-6). Él, como Sumo Sacerdote, afecta nuestras emociones y sentimientos. A causa del pecado, los sentimientos se convirtieron en vehículos de tristeza; a causa de la culpa del pecado y de la separación de Dios, la opresión hizo estragos en nuestros sentimientos. Pero Cristo presentó el Sacrificio perfecto por nuestros pecados y, de esta manera, anuló la culpabilidad y la tristeza (Romanos 8:33-39). Además, en su ministerio sacerdotal, Él nos une a Dios. Romanos 8 empieza diciendo que “Hay ninguna condenación” y termina declarando que “hay ninguna separación en Cristo”.

C) El Rey era otro personaje en quien posaba la unción (I Sm. 10:1; 9:16; 16:13). El Rey es el gobernante y tiene que ver con la voluntad. Cristo es el Rey exaltado con honra y con gloria (He. 1:3; 2:9; Sal. 24:7-10). La voluntad del hombre se volvió perversa a causa del pecado, pero Cristo, en la posición de Rey, dirige nuestra voluntad y nos guía por senderos de santidad y de verdad (Jn. 3:19).
El ministerio de Profeta es para encaminarnos a Santificación. El Profeta, en Nombre de Dios, guiaba al Rey y al pueblo. El Profeta es para que no nos desviemos del camino del Señor. Sólo Cristo nos puede revelar a Dios en plenitud. Como Sacerdote, Cristo también es el Cordero provisto para el sacrificio. Como Rey, gobierna nuestra voluntad. El reino de Dios es Su Iglesia. La Unción con aceite simbolizaba la recepción del Espíritu Santo (ministrar sin unción es ministrar muerte) para capacitarlos para una obra determinada.
Lugar de nacimiento.- Miqueas 5:2 Lugar: La promesa fue dada cerca del año 725 a.C., y se cumplió (Mt. 2:1 y 6; Jn. 7:42 y 37-41; Lc. 2:11 y 4). Beth-lehem significa Casa de Pan y Cristo es el pan de vida.
Tiempo de nacimiento (Dn. 9:24-27): Príncipe Mesías en latín es el Principal Rey (por eso Él es Rey de reyes) que está sobre todos. El profeta Daniel habla de un periodo de siete semanas, más sesenta y dos semanas, lo cual arroja un total de sesenta y nueve semanas (7+62=69). El Mesías Príncipe estará en la tierra y será muerto en su primer venida; esto nos habla de Su humillación: Él fue humillado. Entonces, en la primer semana de tribulación (Dn. 9:27) será la segunda venida de Cristo. Son siete años de gran tribulación: tres años y medio para refinamiento de la iglesia dormida, y tres años y medio para refinamiento del pueblo de Israel. {{Daniel es el reloj profético de Dios; él vivió, aproximadamente 500 a.C., y es el reloj profético para los últimos tiempos}} Antes de la primera fase, los vencedores serán levantados; al término de esta primera fase, e inicio de la segunda fase de grande tribulación, los cristianos carnales serán reunidos junto con los vencedores.
Levítico 25:8 y 4; Daniel 4:16, 24-25 y 32 En el caso de Daniel, las semanas de los judíos son en años. De esta manera, interpretamos sesenta y nueve semanas de años; es decir, tenemos 483 años (69x7=483 años). La profecía de Daniel inicia a partir de la reedificación de Jerusalén. Para ello, hubo dos expediciones; las de Esdras y Nehemías. La primera expedición fue para reconstruir el templo, en época el rey Ciro (536 a.C.); fue hecha por Zorobabel, Esdras y los profetas Haggeo y Zacarías (Esd. 1:1-3; 5:1-2). La segunda expedición fue en época del rey Artajerjes I (457 a.C.) y se reconstruyeron las doce puertas con sus muros, bajo el sacerdote Esdras, junto con el gobernador Nehemías y el profeta Malaquías (Esd. 7:11-23).
Hubo una tercera expedición, bajo Nehemías (465-424 a.C.) para fundamentar. {{La suma algebraica de 483-457=26; 483 son los años profetizados por Daniel en 69 semanas de años; 457 es el año en el cual se presenta la segunda expedición. Ello significa que el Señor nació en el año 5 ó 4 a.C. Es decir, hay cuatro años perdidos en el calendario gregoriano. Por eso 26+4=30. El Señor inició Su ministerio cuando vino al Jordán para ser bautizado (Lc. 3:21-23). Entonces, el Señor era como de treinta años de edad; esto sucedió entre el año 25 y 26 de nuestra era. Cristo nació cuando murió Herodes, e inició Su ministerio en época de Herodes el Grande, durante el reinado de Tiberio César, emperador de Roma. De acuerdo a la cronología romana, Herodes murió en el año 749, por tanto, Victoriano de Quitania y el Abad romano Dionisio Eligio, autores del calendario gregoriano, se equivocaron con cuatro años}}.

{{Ejercicio: En los siguientes textos se presenta a Cristo como: 1. Miqueas 5:2 R.- Señor en Israel; 2. Jeremías 23:5-6 R.- David, Renuevo Justo; Jehová JUSTICIA NUESTRA; 3. Malaquías 3:1 R.- El Señor, el Ángel del Pacto; 4. Proverbios 8:22-30 R.- La Sabiduría (eterna) de Dios; 5. Isaías 4:2 y 9:6 R.- Renuevo de Jehová, Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Todos estos pasajes muestran Su Divinidad Malaquías 3:1 En el Antiguo Testamento, la palabra ‘Señor’ es propia del Padre Celestial. Los textos antes citados no hablan del Padre sino del Mesías. Miqueas 5:2 El Señor en Israel. En Israel, el Señor es equivalente al Nombre del Padre Celestial. El Mesías es desde antes. Jeremías 23:5-6 Él es Rey para siempre. El Señor es el Ángel del Pacto. Ángel significa mensajero, enviado. Ángel y mensajero se conjugan en Apocalipsis, donde ángel viene a ser siervo o ministro en la Iglesia (Mal.3:1; Sal.104:4; He. 1:14 y 7; Ap. 1:20; 2:1, 8, 12 y 18; 3:1, 7 y 14). Ángel es 1. Un ser creado; y 2. Un mensajero (de acuerdo a Apocalipsis); ya no es un ángel en la escala celestial; ahora es un varón; es un hombre; es un ministro de Dios en la Iglesia. Ángeles mensajeros no son seres creados por Dios sino ministros de Dios, (pastores) que darán cuenta de las almas. Pero el Señor es el Ángel del Pacto (del Nuevo Pacto). Dios no escogió a Cristo (Su Hijo) de entre los ángeles, sino que lo engendró del Espíritu Santo. Dios escogió a Su Hijo como ministro Siervo-Hombre, Jesucristo-Hombre; el Hijo del Hombre. Él como Hombre es el ministro del Nuevo Pacto. Y en su Deidad, Cristo es superior a los ángeles, aún cuando en Su humanidad es inferior a los ángeles. Él fue hecho ministro (siervo) semejante a los hombres (nunca igual). Proverbios 8:22-30 La Sabiduría Eterna de Dios (Is. 9:6; 4:2), Él es el Renuevo, el Pimpollo. Él es antes de David y de Abraham (Jn. 8:58; 17:1-5; Col. 1:17). Y lo que es antes de la creación es eterno. Por tanto, Cristo es eterno. Cristo es antes de su raíz (antes de Abraham y de David). Juan el Bautista dijo “Él es antes que yo”; sin embargo, en la carne, Juan era mayor por seis meses de edad.}}

Gálatas 4:4 En el cumplimiento del tiempo, vino el Hijo de Dios. Génesis 3:15 Vemos una promesa y la profecía cumplida, cuando Dios así lo dispuso.
Su Nombre es Salvador (Hch. 4:12; Mt. 1:21; Hch. 15:14):

A) Él salvará a su pueblo. Él es el único que puede salvar; Él es el único Salvador; y cuando nos salva nos reúne como su pueblo. Su salvación es para nosotros.
B) Él salvará a su pueblo de sus pecados. Nos ha salvado de TODOS nuestros pecados. El pecado es el origen de todos los males.
C) Su salvación nos ha librado las consecuencias del pecado; nos ha librado de la pena eterna del pecado.
I. Él pagó por todos nuestros pecados;
II. Nos ha librado del poder del pecado que ejerce en cada uno de nosotros; y
III. Un día, el Señor nos librará de la presencia del pecado PARA SIEMPRE (ya no nos asediará el pecado).

II. HUMANIDAD DE JESÚS
Nosotros creemos en Él sin haberle visto. Dios engendró un ser Divino y Humano en la virgen María. Sin contradicción alguna, grande es el misterio de la Piedad; Dios (la Divinidad) ha sido manifestado en carne (Humanidad). La encarnación es igual a “Dios se ha manifestado en carne”.
Cristo nunca dejó de ser Dios, pero Él entró en los límites de tiempo, materia y espacio, los cuales corresponden a la criatura. Dios, el Hijo, vino a habitar entre nosotros (Emmanuel: Dios habitando entre nosotros).
Nació de mujer para recibir la naturaleza humana (Gn. 3:15; Gá. 4:4). Él se limitó en tiempo: vivió treinta y tres años y medio; se limitó a la materia: siendo creador de toda la materia, vino a ocupar un cuerpo (He. 10:5); y se limitó al espacio: habitó en un lugar determinado, en Israel. Esto es la encarnación. “Aquel Verbo (logos; verbo es palabra en acción o movimiento; Cristo) fue hecho carne y habitó (literalmente, hizo tabernáculo) entre los hombres”.
Por cuanto los hijos participaron de carne y de sangre, Él también participó de lo mismo paran identificarnos con Él ((Ro. 8:3; Jn.1:14, He. 2:14; 10:5).
· Encarnación: Unión de lo Divino con lo humano.
· Encarnación: Unión de la Eternidad con el tiempo.
· Encarnación: Unión de lo Infinito con lo finito.
La encarnación es la manifestación misma de Dios en un cuerpo físico. Su nombre de humillación, en Hebreo es ‘Jeshúa’ (I Cr. 24:11, Sal.113:5-9) y quiere decir “Dios es Salvación”. Le fue dado por Dios a través del ángel, a la virgen María (Mt.1:18-23, Lc. 1:30-31). En el nombre Jesús encontramos la naturaleza humana perfecta (2a Co. 4:10-11, Fil. 2:8-10). En las epístolas paulinas encontramos seis referencias que hablan de su humillación (Lc. 1:44-47). Él es el único, y en ningún otro hay salvación (Hch. 4:10-12).
Dios ha sido manifestado en carne para salvar a su pueblo (He.10:5). El Hijo de Dios se sujetó a Dios que le apropió cuerpo mediante una virgen, sin intervención de un esperma y un óvulo humanos. De haber intervenido José y/o María, la naturaleza de Adán habría pasado a Cristo (Ro.5:12). Por eso dice la Escritura: “en semejanza de pecado”, pero nunca con la semilla que Adán heredó a la humanidad (He. 7:26-28, 10-11; Ap. 15:4; He. 4:15; I Co. 15:45). El Espíritu Santo hizo sombra en María, y lo nacido de la virgen fue limpio y sin mancha, pero con las características humanas que Adán tuvo al principio. Fue semejante al hombre en sus limitaciones, pero no igual porque no participó del pecado de la naturaleza adámica. Él fue el único Hombre perfecto que no tenía malicia de pecado.
Características del cuerpo de Jesús. Jesús tomó la forma del siervo sufriente de Dios (Fil. 2:6-8; Is. 52:13-53:12). “Y hallado en la condición de hombre tuvo todas las características humanas:
a) Lucas 1:31 Fue concebido.
b) Lucas 2:6-7 Nació como ser humano.
c) Lucas 2:21 Fue circuncidado conforme a la ley.
d) Marcos 11:12 Tuvo hambre.
e) Juan 4:7 Tuvo sed.
f) Juan 4:6 Tuvo cansancio.
g) Lucas 8:23 Tuvo sueño.
h) Juan 11:35 Lloró.
i) Juan 19:1-3 Sufrió dolor físico.
j) Marcos 15:37 Murió físicamente.
Características del alma de Jesús: Su alma fue llevada al infierno para sufrir el castigo nuestro (Hch. 2:31). En cierta ocasión, dijo un predicador: “Yo no sé cómo lo hizo, pero el señor comprimió en tres días y tres noches mi eternidad en el infierno”. Además de ser llevada su alma al infierno, el cuerpo del Señor Jesucristo fue puesto en una tumba. Él era Hombre y Dios. Pero el hecho de que Él fuese Dios, no quiere decir que, en su condición humana, lo supiese todo porque como humano tuvo que entrenar a su alma; la sujetó a disciplina (He. 5:8 y 2:14). El Señor Jesús fue un Hombre perfecto en su condición humana (He. 4:15-16), pero no era un superdotado, ni lo sabía todo; por tanto fue necesario que se alimentase de “mantequilla y miel” (es decir, se alimentó de la Palabra de Dios) para poder discernir lo bueno de lo malo (Is. 7:14-15).
Cuando uno nace, no trae el alma perfecta pues, de ser perfecta, no pecaría. Pero Cristo mostró que en un cuerpo de carne y hueso sí se puede vencer la tentación y también al diablo (He. 2:18). Nos podemos acercar a Cristo con confianza porque Él se compadece de nuestras flaquezas. Él fue tentado en todo en su alma, pero sin pecado. Cristo vivió una vida vencedora contra el pecado, contra el mundo y contra Satanás. Cristo venció en la posición de Hombre.

Características del Espíritu de Cristo: Él tuvo su alma y su cuerpo sujetos a Su Espíritu. Cristo venció al diablo, en su terreno, en el mundo, y derrotó a la carne y al pecado.
a) Encomendó Su Espíritu al Padre (Lc. 23:46).
b) Gemía en su Espíritu (Mr. 8:12).
c) Se alegró en su Espíritu (Lc. 10:21).
d) Se conmovió en su Espíritu (Jn. 11:33).
e) conoció en su Espíritu (Mr. 2:8).
f) Dio el Espíritu (Jn. 19:30).
Cristo se nos presenta como la Verdad, la cual debemos aprender poco a poco como Doctrina, eso nos hará libres para que conozcamos a Dios y hagamos su voluntad (Jn. 14:6, 8:32). En la medida en que conozcamos a Cristo, nuestra vida va a cambiar. Cristo es el modelo de nuestra vida hacia el cual todos debemos apuntar. No nos comparemos entre nosotros o con otros santos; comparémonos con el modelo que es Cristo. Él es la divinidad en nosotros.
Al aceptar a Cristo, Él penetra profundamente en nuestro ser, su Espíritu en nuestro espíritu, y se constituye en un modelo a seguir, y en la fuerza para cumplir ese modelo (1 Co. 6:17).

La Salvación obrada por Cristo Jesús es triple:
1. Nos salvó de la pena eterna del pecado; de principio a fin, nos salvó de TODOS nuestros pecados (Mt. 1:21).
2. Nos salvó del poder del pecado; éramos esclavos del pecado, como naturaleza (Ro. 6:6), ahora, el viejo hombre ha sido crucificado con Jesús y el creyente es liberado del poder presente del pecado.
3. Nos salvará de la presencia del pecado (Ap. 21:27): estaremos salvos o libres de la presencia del pecado cuando resucitemos y estemos para siempre con Él. {{Ejercicio de comprensión bíblica: ¿Qué parte de Su alma (del alma de Jesús, hablando de voluntad, emociones e intelecto) se manifiesta en Lucas 2; Juan 12; y Lucas 22? Respuesta: Lucas 2:52 Intelecto; Juan 12:27 Emociones; Lucas 2:42-43 Voluntad.}}

III. EL MINISTERIO TERRENAL DE CRISTO
Ha sido justificado por el Espíritu Para desarrollar este tercer principio, es relevante considerar el Ministerio del Señor Jesús. Juan el Bautista conoció, por señal del descenso de la paloma, que Jesús era el Cristo (Jn. 1:14, 19, 30 y - 12 - 32). Este es el testimonio de Juan. Esto fue revelado por Dios, confirmando la Verdad y el Pacto hecho a los padres (Ro. 15:8). Cuando el Señor fue bautizado por el Espíritu Santo, Cristo empezó a hacer milagros (Lc. 3:22; Hch. 2:22; 10:38). El Espíritu Santo justificó a Cristo como el Hijo de Dios. Esto fue vindicado por el Espíritu Santo (Ro. 1:4). El Espíritu Santo ratificó o justificó plenamente la pretensión de Jesús de ser el Hijo de Dios.
Acepciones de Justificar.- Salmo 19:9 En este pasaje, la palabra ‘Justos’ quiere decir “admirables y absolutamente perfectos”. Salmo 51:4 ‘Justificados’ Alabanza de justicia. Mateo 11:19 y Lucas 7:35 ‘Justificado’ da la intención de que “ellos le han honrado”: Nosotros, sus hijos. Lucas 7:29 ‘lo Justificaron’ “reconocieron con la debida reverencia y gratitud la Gracia de Dios que contemplaron en Cristo”.
“Justificado por el Espíritu” se refiere a un reconocimiento Divino de nuestro Señor Jesucristo. “Justificación” es el reconocimiento que el Espíritu Santo hizo de quién era Jesucristo como el Hijo de Dios hecho hombre. Juan el Bautista hablaba y testificaba de Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios (Jn. 1:6, 15, 19 y 29-34). La señal que él debía identificar en quien lo fuera, es que el Espíritu Santo posaría sobre Él, haciendo el reconocimiento público del Señor Jesucristo. Además, los cielos se abrieron y el Padre Celestial también lo declaró: “Éste es mi Hijo amado ...” Él es el enviado de Dios; es el Mesías; Él es Emmanuel, Dios con nosotros. Al iniciar Su ministerio, debía ser lleno del
Espíritu Santo, pero además, Cristo daría el Espíritu Santo a todo aquel que lo pidiese.
El Espíritu Santo vino sobre el Señor Jesús ratificándolo como el Cristo, hasta que cumplió los 30 años e iba a iniciar su ministerio (Ro. 1:4); por eso, ni en su niñez ni en su juventud hizo milagros.
Cristo tuvo que esperar hasta el tiempo señalado por Dios para cumplir su voluntad (Is. 61:1-3; Lc.4:17-21; Jn. 1:32; Hch. 10:38). El Espíritu Santo estaba dentro y sobre Cristo, como corona.
{{Ejercicio bíblico: 1. ¿Cuál evangelio habla de la humanidad del Señor, de su nacimiento y su genealogía? R.- Lucas. ¿A partir de cuál capítulo se inicia la última semana? R.- Lucas 22. 2. ¿Cuál evangelio habla de la Deidad del Señor? R.- Juan. 3. ¿Cual evangelio empieza de lleno a describir el ministerio terrenal del Señor Jesús? R.- Marcos. 4. ¿En cuál evangelio se habla más de la última semana? R.- Juan. ¿A partir de cuál capítulo empieza a hablar de la última semana? R.-Juan 13.}}
Un segundo aspecto a entender es que Cristo fue justificado por el Espíritu porque nunca se halló pecado en Él. ¿Cuál fue el propósito de Su venida? R.- CUMPLIR SU MINISTERIO

DE MUERTE PARA DARNOS VIDA.
En realidad podemos ver ocho propósitos de su ministerio:
1. Él vino del cielo para mostrar las cosas celestiales (Jn. 16:28; 17:3-8, Jn. 3:12-13, 31-33).
2. Él vino a revelar al Padre (Jn. 8:26-27; 17:25-26). Vino a manifestar al Padre, porque en Él habita corporalmente la plenitud del Padre (Lc. 10:22; Jn. 15:15; 1:18).
3. Él vino a predicar Buenas Nuevas (Mt. 4:17; Mr. 1:15).
4. Él vino a liberar a los oprimidos del diablo; dar a los cautivos libertad (Lc. 4:16-21; Mt. 11:4-6). La enfermedad es una opresión, es esclavitud y cautividad: “Vayan y digan que estoy liberando ...”
5. Él vino a cumplir la ley (Mt. 5:17; Jn. 18:38; He. 4:15; Mt. 26:54; Lc. 24:25-26, 44-46; I P.2:22). El varón perfecto sí cumplió la ley. Pilato no encontró crimen en Él. No hubo falta en Él. Vino a hacer la cosa correcta. Vino a morir por nosotros. Sólo Cristo satisfizo la voluntad de Dios.
6. Él vino a vencer a Satanás (Jn. 12:31-33; Col. 1:12-13; I Jn. 3:8). Cristo venció al diablo en su propio terreno.
7. Él vino a dejarnos ejemplo (Jn 13:15; Mt. 11:29). El modelo perfecto al cual estamos siendo conformados hasta su semejanza. La mansedumbre es interna (Jn. 14:2; I P. 2:21; I Co. 11:1; He.12:2-3).
8. Él vino a morir por los pecadores (Ro. 4:25, 6:23, I P. 2:24, Jn. 11:49-52, He. 9:27-28, I P. 3:18, II Co. 5:21; Ro. 8:3). Él ya nos sanó; nadie puede ir al Padre, sino por el Hijo (Él es el camino). Cristo condenó al pecado en su propia carne (en el cuerpo de Jesús, el Hombre). Su muerte fue humillante y maldecida por Dios mismo (Gá. 3:13).

IV. LOS TESTIGOS DE SU OBRA
Ha sido visto de los ángeles En este punto, los aspectos relevantes son los siguientes:
a) Su Nacimiento;
b) Su ministerio y muerte;
c) Su Resurrección, y
d) Su exaltación: Jesús es el Señor,
a). Nacimiento de Cristo.- En primer lugar, el advenimiento del Mesías fue anunciado por ángeles: (Lc. 1:26-37; Lc. 2:6-15, Mt. 1:18-25). Una vez nacido en la tierra, los ángeles hicieron el anuncio público a un grupo de pastores (Lc. 2:6-17). Dieron testimonio de su niñez (Mt. 2:13 y 19-22).
b). Ministerio y muerte de Cristo.- El ministerio de Cristo empieza a concluir con su entrada triunfal a Jerusalén, y enseguida viene la última semana de su vida terrenal. La última semana inicia con la entrada pública y triunfal de Cristo a Jerusalén (Zac. 9:9). Otro aspecto relevante de esa semana es la Pascua celebrada por el Señor. En esa noche de Pascua, el Señor instituye la Santa Cena. Finalmente, viene la Pasión y muerte del Señor.
La muerte de Cristo fue un consejo y providencia o provisión de Dios. La Trinidad fue quien así lo determinó. Esta muerte de Jesús fue planeada por la Trinidad; así lo mostró Dios, de manera velada. Fue una muerte voluntaria, y Dios la mostró también de forma revelada. Fue una muerte sustitutoria; finalmente Dios lo habló claramente. Fue también una muerte expiatoria; Dios lo mostró en figuras. Con su muerte, Cristo nos hace partícipes de Su Divinidad.
Cristo no murió víctima de las circunstancias (Hch. 2:23-26). Su muerte fue planeada por Dios mismo. Estaba escrito que Cristo habría de venir (I Co. 15:3). Cristo sabía a qué venía a esta tierra: a morir, porque estaba escrito y así sucedió. En Su infinita sabiduría, en el Concilio eterno, antes de la creación, Dios (la Trinidad) acordó la muerte del Señor, para la Redención del hombre. Su muerte fue voluntaria. Es falso creer que ya no le quedaba otra salida al Señor, excepto la de morir. (Lc. 22:22; I P. 1:19-20).
Ya estaba determinado, desde antes de la fundación del mundo, que Cristo habría de morir. Era necesario que él muriera; sólo así se cumplirían las Escrituras (todo el Antiguo Testamento: Moisés, los Profetas y los Salmos (Lc. 24:25-26, 44-46, Hch. 3:18; 4:27-28).
En el Antiguo Testamento se estableció que Cristo habría de morir. Él no murió por mala suerte ni por casualidad. Ya estaba determinada su muerte. Nosotros no somos salvos por casualidad, sino por predeterminación de Dios.

Su muerte fue voluntaria (Hch. 2:23). Aquel Consejo de Dios determinó su voluntad de morir.
Esto puso a Cristo en la determinación de morir: “Abba Padre, todas las cosas son a ti posibles. Si es posible pasa de mi esta copa, pero no sea como yo quiero sino como tú quieres”. Por ello, entendemos que no fue una sorpresa para el Señor. El Padre le dijo “pon tu vida”, y el Señor afirmó “tengo poder para poner mi vida” (Jn. 10:17-18), esto habla de su Divinidad. Él tiene poder para poner su vida. Él tenía la posibilidad de no ir a la cruz (Mt. 26:53-54), pero su muerte era necesaria ¡Porque estaba haciendo un trabajo de Dios! Dios no tenía más alternativa para que su justicia quedara satisfecha. Es decir, era necesario que los pecados fueran castigados y saldados para acercarnos libremente a Dios. Cristo caminó con su voluntad libre. Tenía una opción, pero no la usó
¡Bendito sea el Señor! (Jn. 10:17-18) “Tengo poder para volverla a tomar” también habla de su Divinidad. En otra versión de este pasaje leemos “esta vida mía la tengo sobre mis hombros...” (Mt. 27:50, Jn. 19:30). Él dio su Espíritu. Literalmente, “dejó ir su Espíritu”. En griego, ‘paridoni’ quiere decir “dejó ir”, “soltó”. Cristo sabía que después de su muerte física vendría el juicio (iría al infierno): la ira de Dios y la ira del diablo se cernieron sobre el alma del Señor, en el infierno. Su angustia no era por la cruz, sino por el infierno. Cristo sabía que al soltar su Espíritu, todas las consecuencias del pecado serían sobre Él.

Dar significa entregar algo a otra persona. Cristo dio (entregó) su Espíritu al Padre Celestial. Siendo Dios, Cristo estaba poniendo su vida y nadie se la estaba quitando. Su Espíritu fue al Padre Celestial; su alma fue llevada al infierno; y su cuerpo fue puesto en una tumba. Nadie le presionó para morir. Su muerte fue voluntaria. En su cuerpo y en su alma, llevó el pecado de toda la humanidad, pero en su Espíritu, él se movió en su Divinidad. En lo humano es imposible llevar el pecado.
Su muerte fue sustitutoria (Gá. 2:20d). “El cual me amó y se entregó a sí mismo...” Aquí aparece la entrega voluntaria de Cristo (Ef. 5:25 y 2). Él sabía lo que le habría de suceder y lo mostró en figuras (Is. 53:6; II Co.1:10, Jn. 2:4), él tomó nuestro lugar y TODOS nuestros pecados e iniquidades. Ésta es la descripción velada de Su muerte. El Padre Celestial puso TODOS nuestros pecados e iniquidades en la humanidad de Jesús, porque Él vino a dar su vida en rescate por muchos (condenados por el pecado y la enfermedad. Mt. 20:28). Ésta es la base de la salvación Divina. El Buen Pastor su vida da por las ovejas.
La vida eterna que Él nos da es incondicional (Jn. 3:14-15). Él sabía que habría de ser levantado en la cruz, y lo dice en figura (Jn. 4:34). Él dice o refiere algo que está llevando a cabo y que va a terminar. La gente no lo entendía, pero Él hacía referencia a la obra de Dios y el final de su misión y las consecuencias de ello.
Habla veladamente de que el esposo será quitado (Mt. 9:15,12:40). El Señor conocía la historia de Jonás y habló en figura de cómo habría de ir al Calvario y al infierno. Lo que estaba en el Antiguo Testamento era figura de lo que habría de sucederle.
Al hablar del Bautismo, habla de sepultura (Lc. 12:50). Muestra en su figura que va a morir y a consumar la obra de Dios (Lc. 13:32).
Su muerte fue expiatoria (Ro. 1:18). Cristo es el único que pudo cumplir la justicia de Dios. Él odia o abomina el pecado. Él ya juzgó severamente todos nuestros pecados en la cruz, en la persona de Cristo.
Su Nombre (Hch. 1:44, Jn. 14:26). El Espíritu Santo obra todas las cosas en el Nombre de Jesús. El Espíritu Santo es el representante legal de Cristo en esta tierra.

En todo esto, los ojos de los ángeles estaban puestos sobre el Mesías ¿Quién da testimonio de la ley? Los ángeles (Hch. 7:52-56, Gá. 3:19).
¿Cómo dieron testimonio de Cristo? Durante la tentación del Señor, los ángeles estuvieron como testigos, y después de que Cristo venció la tentación en sus tres niveles (físico, moral y espiritual), vinieron los ángeles y le servían (Mt. 4:11). Mirando al Señor Jesucristo en su posición humana (en su humillación), los ángeles vienen y le cuidan y le guardan y le sirven.
Los ángeles dieron testimonio del ministerio del Señor y de su relación con Dios (Jn. 1:51). Cristo hablando a Natanael le declara que los ángeles vienen y van continuamente a y de Él. Los ángeles estaban participando en el tiempo de humillación del Señor y traían testimonio al verdadero y único Sumo Sacerdote eterno. Cristo, el Sumo Pontífice o Puente para llevarnos a Dios que está en el cielo y Cristo en la tierra.
¿Qué pasó durante Sus sufrimientos, en los momentos difíciles, en Gethsemaní? (Lc. 22:43).
Vemos a los ángeles sirviendo en todo al Señor.
c). Su Resurrección.- La doctrina de Resurrección de Muertos nos llevará ampliamente por este sendero de la vida sobrenatural, pero en esta parte sólo veremos lo relevante de la resurrección de Cristo. El testimonio del ángel trae claridad a la confusión de los discípulos (Mr.16:5-8; Lc. 24:4-7 y 23; Jn. 20:11-13). El cuerpo no había sido robado. Los ángeles son testigos oculares de ello. Ellos son testigos de la resurrección del Señor (I Co. 15:20-22).
La resurrección de Cristo confirma que la justicia de Dios quedó satisfecha con el perfecto sacrificio de Cristo, ya que al no ser hallado pecado propio, al agotar nuestros pecados, se levantó de los muertos (1 Co. 15:14-19, 22, Col. 1:21-22, He. 9:28). La resurrección de Cristo garantiza nuestra resurrección. En Adán todos mueren. Nosotros llevamos una naturaleza adámica. Por tanto, estamos condenados a muerte. Pero estando en Cristo Jesús, seremos vivificados; seremos resucitados juntamente con Él. Cristo es el primogénito de los muertos; Él es el primero que resucitó de los muertos, para nunca jamás volver a ver muerte. Así, al resucitar nosotros, jamás volveremos a ver muerte.
Los apóstoles y discípulos del Señor testificaron la resurrección de Jesucristo. Nosotros también somos testigos de esa resurrección. ¡¡¡NO ESTÁ MUERTO. HA RESUCITADO!!! (Hch. 1:3-5, 13:33-34, Hch. 5:32).
El Arca del Pacto representa a Cristo (Éx. 25:18-22). Sobre el propiciatorio había dos querubines de oro mirando hacia la plancha de oro, donde era derramada la sangre por el Sumo Sacerdote salpicada siete veces sobre el asiento de misericordia, el día de la expiación (Lv. 16:14). La madera es un tipo de su humanidad. El oro es figura de su Divinidad. Los ojos de los querubines siempre estuvieron puestos en Cristo Jesús (Lc. 1:36-38).
No debemos caer en el error de la doctrina de los ángeles o doctrina angelical, pero tampoco debemos negar su existencia. De acuerdo a la Biblia ellos son ahora servidores de los creyentes que son herederos de la salvación (He. 1:14).
d). La exaltación de Cristo (Ro. 14:9). Él ha sido exaltado a la diestra de la Majestad en las alturas para cumplir todas las cosas (Ef. 4:10).

Dios se levantó de su trono y tomó el alma muerta de Cristo y le resucitó (Sal. 18). Después de resucitado, predicó cuarenta días con sus noches. Caminó al monte de los Olivos y, de ahí, fue tomado por el Padre Celestial a su diestra. Y Dios fue recibido en Gloria, Cristo Jesús, Él es el Rey de la Gloria”. Todos los ejércitos celestiales fueron conmovidos al ver al Bendito Hijo de Dios atravesar los cielos en señal de victoria (Sal. 24:7-10). Hubo una recepción muy especial para su Hijo, el Unigénito del Padre, lleno de Gracia y de Verdad; ahora también es lleno de Gloria. Cristo regresó vencedor a los cielos. Nunca nadie, después de haber muerto, había logrado entrar a los cielos de Dios. Enoc y Elías fueron traspuestos para no ver muerte. Pero Jesús había muerto y ahora estaba resucitado. Y en los cielos había una gran expectación. Cristo atravesó los mismos cielos. El Apóstol Pablo, al escribir la epístola a Los Hebreos, declara que Cristo penetró los cielos; es decir, desgarró los cielos y fue más allá.
Efesios 4:10, dice que Cristo se asentó sobre los cielos.
En la exaltación del Señor, hay varias cosas que se cumplieron:
a) El derramamiento del Espíritu Santo sobre toda carne
     (Jn. 7:37-39, Hch. 2:32-33).
b) La manifestación de los dones del Espíritu Santo (1 Co. 12:4, 7-11).
c) Dones Ministeriales; dones a los hombres (Ef. 4:11).
d) El sacerdocio inmutable de Cristo (He. 7:24-25, Ro. 8:34).

HUMILLACIÓN Y EXALTACIÓN DE CRISTO
En Filipenses 2:5-11 vemos siete pasos de descenso y siete pasos de exaltación de nuestro Señor.
El Hijo de Dios dejó su trono de Gloria y, como Dios en sí mismo, se manifestó en carne en esta tierra: Se humanó. Él vivió una vida santa. Su ministerio principal se dirigía a la cruz del Calvario.
Aquella cruz lo vio morir, y de ahí fue desprendida Su alma para ser llevada al infierno. Su Espíritu fue al Padre y su cuerpo quedó clavado en la cruz y después fue puesto en la tumba.
En la esencia misma del misterio de la Piedad, el Señor muestra la humillación de Su Hijo. Cristo vino en humillación; se manifestó en carne para ser humillado, pero el otro extremo es su Gloria.
Hay un intervalo entre la humillación y la exaltación del Verbo Encarnado: Su muerte, sepultura y resurrección.
En nuestra vida debe haber humillación, muerte al ‘yo’, sepultura y, entonces, Dios nos dará resurrección. La Gloria de Dios nos dará resurrección. También somos hijos como nuestro hermano Primogénito, Cristo.
Pedro menciona el nombre de humillación (Jesús, al cual Dios ha levantado de entre los muertos, para ser exaltado) (Hch. 2:32-33 y 24, Hch. 5:31; Fil. 2:8-9). A Jesús, Dios lo ha resucitado y lo ha ensalzado porque Cristo se humilló. En estas tres referencias bíblicas podemos ver la humillación de un hombre: Jesús, vemos su muerte humillante, pero también su exaltación (Fil. 2:5-11).
Veamos los siete pasos de su descenso y los siete pasos de su exaltación: Filipenses 2:5-8 Filipenses 2:9-11
Se anonadó: se hizo nada; se vació. V. 7a 1º Dios le ensalzó a lo Sumo. V. 9a
Tomó forma de siervo. V. 7b 2º Diole un hombre que es sobre todo nombre. V. 9b
Se hizo semejante a los hombres. V. 7c 3º Para que en el Nombre de Jesús se doble
toda rodilla de lo que está en los cielos. V.10a
Hallado en condición como hombre. V. 8a 4º De los que en la tierra. V. 10b
Se humilló a sí mismo. V. 8b 5º de los que debajo de la tierra. V. 10c
Hecho obediente hasta la muerte. V. 8c 6º Que toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor. V. 11a
Y muerte de cruz. V. 8d 7º A la Gloria de Dios Padre. V. 11b

V. LA GRAN COMISIÓN
Ha sido predicado a los gentiles En este punto, debemos considerar los nueve aspectos de La Gran Comisión Predicación desde el principio.- La predicación de Cristo ha sido desde antes de su advenimiento, En Génesis 3:15, Dios anuncia al que habría de venir. Abel conoció este Mesías y creyó a Cristo sin conocerle y confió que habría de venir a redimirle de sus pecados. Por ello, Abel ofreció un corderode su rebaño, para identificar al Mesías (Gn. 4:4).
Abraham recibió la promesa del Mesías y vio la gloria de Cristo (Jn. 8:58). Cristo fue anunciado desde el Antiguo Testamento. Moisés recibió los planos del tabernáculo, y éste habla de Cristo en todos sus muebles: Cristo es la puerta; Él es la víctima perfecta del Altar de Bronce; Él es la Palabra que nos limpia, a la manera de la fuente de metal; Él es el Sumo Sacerdote que ministra por nosotros ante Dios. Cristo es la tienda del Tabernáculo con sus cubiertas de pieles de tejón, mostrando su humanidad, y las pieles de cabra mostrando su sacrificio por nosotros; y el cielo del Santuario, azul, nos habla de su Divinidad. La mesa de los panes muestra a Cristo, el Pan de Vida, el verdadero maná que descendió del cielo. El Candelero de oro nos habla de su luz alumbrando nuestro camino y alumbrando a través de nosotros a este mundo. En el altar de incienso, Cristo se muestra como el ejemplo perfecto de alabanza (tal y como lo muestra el Salmo 22). El velo es figura de su cuerpo desgarrado para abrirnos un camino nuevo y vivo al Padre Celestial (He.10:20). Finalmente, el Arca del Pacto muestra diferentes figuras de Cristo: Una de ellas es el propiciatorio recibiendo la sangre de la expiación. También, sobre el arca posaba la columna de fuego y en ella estaba el Ángel de Jehová, el cual es Jesucristo. (Sal. 68:24; He. 4:2; I Co. 10:11 y 4). El pueblo de Israel fue evangelizado como nosotros, ellos conocieron el evangelio en figuras y nosotros en verdades reveladas.

Job conoció de su Redentor: “Yo se que mi Redentor vive y aún desecha esta mi carne le he de ver con estos ojos y no otro” (Job 19:25). Job habla de Jesucristo porque desde el Antiguo Testamento, el Señor ya era predicado como el Redentor o Salvador. El Salmista se refiere al Salvador también como su roca y su redentor. En el Salmo 78:35 se menciona a Dios como el Redentor de Israel. El profeta Isaías tuvo la visión del Salvador en el Siervo doliente del capítulo de oro de la Biblia: Isaías 53. Los versículos 1 y 2 muestran el anuncio del evangelio de Cristo como el renuevo o pimpollo, pero al mismo tiempo como la raíz de tierra seca. En Isaías 61:1-2 se hace el anuncio del Mesías que viene a cumplir siete propósitos y el cumplimiento de esta escritura se da en Lucas 4:16-21. Antes de Isaías, David recibe el anuncio del Cristo que habría de nacer de sus lomos (Mt. 22:42-45; 1:1). David también anunció al Mesías, a través de los Salmos mesiánicos. Ejemplos de ello los encontramos en los Salmos 16, 18, 22, 23, 24, 69 y 88. En ellos, el Salmista anuncia los sufrimientos que habría de padecer el Cristo, pero también hace referencia a su Gloria.
Cristo Jesús es quien divide la historia de la humanidad. Él vino a lo suyo y los suyos no le recibieron, mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Jn. 1:12).
Pedro nos habla de los espíritus encarcelados, que son los santos del Antiguo Testamento que creyeron en el que habría de venir (I P. 3:19). Balaam, el profeta gentil, profetizó (y su profecía fue una predicación) de Jesucristo (Nm. 24:17). De hecho, todos los profetas del Antiguo Testamento predicaron del Mesías que habría de venir (Hch. 3:18, 24; 13:29; 26:22-23).
a) La Gran Comisión.- Al finalizar su ministerio, Cristo establece la Gran Comisión (Mt. 28:18-20, Mr. 16:15-16), de ir y anunciar el Evangelio a toda criatura. De anunciar las nuevas de gran gozo “que ha nacido en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lc. 2:10-11). Este ministerio de anunciar al Verbo Encarnado empezó, con una nueva dirección, el día de Pentecostés (Hch. 2:22-38). Antes, Cristo fue predicado en figuras; hoy es predicado que Cristo se ha humanado, ha muerto, fue sepultado, pero se ha levantado de entre los muertos para nunca jamás volver a ver muerte. Y Él es Señor Cristo por la eternidad.
La Gran Comisión se forma de nueve principios, separados en dos grandes grupos: Cinco
Beneficios y Cuatro Mandamientos (Mt. 28:18-20 y Mr. 16:15-20).
Los cinco Beneficios: 1. Echar fuera demonios (Hch. 16:18). 2. Hablar nuevas lenguas (Hch.2:1-12; 4:31; 10:44-46; 19:6). 3. Quitar serpientes (Hch. 28:3-6). 4. Beber cosa mortífera sin que nos dañe. 5. Poner las manos sobre los enfermos y que estos sanen (Hch. 27:8; Stg. 5:14).
Los cuatro Mandamientos:
1. Ir y predicar a todos los gentiles (Hch. 13:42-49; 15:7-9, 12).
2. Adoctrinarlos (Hch. 2:42 y 46; 6:2 y 7; 11:19-26; 14:21-22).
3. Bautizarlos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Hch. 8:38-39).
4. Enseñándoles que guarden todas las cosas que el Señor nos ha mandado (Hch. 20:27; II P. 1:12; I Jn. 1:1-5; 2:7, 21 y 28; Fil. 3:1).

VI. EL DISCIPULADO
Ha sido creído en el mundo Este principio nos muestra el camino del Discipulado con sus tres propósitos para la Iglesia de Jesucristo:
a) Habitación de Dios en el mundo;
b) Revelación de Su Palabra, y
c) Propagación del Evangelio.
En el Antiguo Testamento hubo quienes creyeron en el Mesías y fueron guardados en el Seno de Abraham o Paraíso, hasta en tanto viniese el verdadero Sumo Sacerdote que habría de morir por ellos y de redimirles de sus pecados (I P. 3:19). El Seno de Abraham era el lugar de refugio de los redimidos del Antiguo Testamento (Lc. 16:23-26).

El pasaje es muy elocuente: el joven rico podía ver el Seno de Abraham, donde se encontraba Lázaro recibiendo consolación. Sin embargo, entre el Seno de Abraham y el infierno había una sima profunda. De esta manera, podían verse estas dos secciones del Inframundo, pero no había comunicación o camino entre ambas). Este Seno de Abraham es la cautividad de la cual habla el Apóstol Pablo en Efesios 4:8-10 y profetizada en el Salmo 68:18. Cristo llevó cautiva la cautividad: El Seno de Abraham estaba cautivo en el Inframundo.
El Seno de Abraham no era un lugar de tormento, sino un lugar de reposo y consolación, a la manera de las seis ciudades de refugio del Antiguo Testamento dadas por Dios a Israel (Éx. 21:13; Nm. 35:6, 11 y 14; Dt. 19:2-6; Jos. 20).
Estas ciudades fueron dadas en una dispensación de la Gracia dentro de la ley. A ellas acudían los homicidas por yerro. Aquellos que no tenían enemistad con el muerto, ni deseaban su muerte pero, por accidente les quitaban la vida, debían huir a la ciudad de refugio más cercana y dar a conocer su causa a los ancianos de la ciudad. Una vez admitido en la ciudad de refugio, el homicida debía permanecer en ella hasta la muerte del Sumo Sacerdote. Entonces, todos eran libres y podían regresar a sus hogares.

Esto es figura de la ciudad de refugio llamada Seno de Abraham, donde permanecían todos los que habían creído al Señor antes de que viniese a esta tierra. Evidentemente, el Sumo Sacerdote es Jesucristo, quien al morir, subió a lo alto y llevó, ante el Padre Celestial, cautiva la cautividad del Seno de Abraham. Fue un hermoso Jubileo para aquellos santos. Cristo, por Su Espíritu Eterno, llegó al Seno de Abraham y se presentó como el Redentor en el cual habían creído sin conocerle y sin aún haberse encarnado. Entonces, el Seno de Abraham se llenó de gran gozo y alegría, era su Jubileo, ellos iban a casa, a morar con el Padre Celestial.
Después de su glorioso ministerio en esta tierra, miles de millones de gente han entregado su vida a Cristo. El personaje más mencionado en toda la Historia de la humanidad es Jesucristo. Él aún es predicado y es creído de las gentes. Pedro predicó el día de Pentecostés y fueron añadidas a la Iglesia como tres mil personas (Hch. 2:41). Después, al subir a la puerta del templo La Hermosa, a orar, Pedro y Juan, Dios obró un milagro. El cojo que se sentaba a mendigar fue sanado de sus piernas; y era cojo de nacimiento. Entonces, Pedro volvió a predicar y se convirtieron como cinco mil varones, sin contar mujeres y niños (Hch. 4:4). Después, a raíz de la intolerancia religiosa, los hermanos oraron a Dios y fueron llenos del Espíritu Santo y hablaron la Palabra con confianza y el número de los discípulos creció (Hch. 4:31; 6:1).
Después vino la persecución declarada a la Iglesia; así que muchos creyentes salieron de Jerusalén anunciando el Evangelio por las ciudades (Hch. 8:4) y Felipe, el Evangelista, descendió a Samaria predicando a Cristo, y toda Samaria fue conmovida (Hch. 6:5-8) y se levantaron muchas iglesias locales en Samaria gracias a que creyeron en el Nombre del Señor.
El mismo Felipe fue y le predicó a un Etíope, eunuco, Gobernador de Candace, reina de los Etíopes, y el eunuco creyó y se bautizó (Hch. 8:26-39). Después, el Espíritu Santo llevó a Felipe a predicar en Azoto y por todas la ciudades de la región hasta llegar a Cesarea (Hch. 8:39-40). Cornelio, el centurión, junto con su familia, amigos y vecinos, fue visitado por Pedro, y al escuchar el Evangelio de Jesucristo, creyeron y fueron llenos del Espíritu Santo (Hch.10:44, 47-48). Los demás esparcidos, por la persecución, anduvieron la Fenicia, Chipre y Antioquía, y anunciaron el Evangelio de Jesucristo en Antioquía y gran número creyó y se convirtió al Señor (Hch. 11:19-23). Después de ser liberado milagrosamente de la cárcel, Pedro tuvo que andar las regiones del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bithinia (Hch. 12:17, I P. 1:1-2), donde obviamente predicó el Evangelio y Dios levantó muchas iglesias de santos fieles que creían a esta Palabra. Saulo de Tarso, después de perseguir a la Iglesia del Señor y de atrapar a los santos para llevarlos a la cárcel, fue a su vez atrapado por el Señor (Hch. 9:3-6, 17-18). Entonces, la actitud de Saulo cambió y él mismo empezó a predicar a Jesucristo, causando confusión entre los judíos que se oponían a la Iglesia (Hch. 9:20-22). Pablo vino a ser uno de los misioneros de la primera centuria.
Sus viajes y sus cartas ilustran en gran manera cómo era creído el Señor en todo el mundo conocido en aquella época: Seleucia, Chipre, Salamina, Papho, Perge de Panphilia, Antioquía de Pisisdia e Iconio (Hch. 13 y 14), Listra y Derbe. En todas estas ciudades, se levantaron iglesias cristianas
Neotestamentarias, por la predicación de los apóstoles. Posteriormente, Bernabé junto con Juan Marcos, navegaron hacia Chipre. En tanto, Pablo y Silas recorrieron Siria, Cilicia, Derbe, Troas, Samotracia, Neápolis y Filipos (Hch. 15:39-41; y 16).
En Filipos, Lidia y su casa creyeron al Evangelio; también el carcelero y toda su casa (Hch. 16:13-15; 30-34, 40). Enseguida Amphípolis, Apolonia, Tesalónica (Hch. 17:1), Berea (Hch. 17:10), Atenas (Hch. 17:16-34), Corinto (Hch. 18:1), Efeso (Hch.19:1), Macedonia, Acaya y Grecia (Hch.19:21; 20:1-2). Al escribir a la iglesia de Roma, Pablo hace mención de cómo, desde Jerusalén hasta Ilírico él había llenado del evangelio de Cristo (Ro. 15:17-20), sin considerar todos los lugares visitados por los demás Apóstoles, los cuales también habían estado trabajando en la obra del Señor. De igual manera, debemos considerar la obra del ministerio quíntuple. La Biblia no describe cómo se levantaron muchas otras iglesias por la predicación de los demás Apóstoles, Profetas,
Evangelistas, Pastores, Maestros, Ancianos, Diáconos, Ayudas y Gobernaciones. Además de la predicación y el testimonio de todos los fieles seguidores de Cristo.
La historia de la iglesia cuenta que Pedro realizó trabajo evangelístico y misionero entre los judíos y llegó hasta Babilonia. De Juan, el discípulo amado, se dice que trabajó entre las iglesias de Asia Menor. Andrés predicó en Escita, Grecia y Asia Menor. Felipe predicó en Frigia y murió en Hierápolis como mártir. Bartolomé fue misionero en Armenia. Tomás trabajó en Partia, Persia e India; y sufrió martirio cerca de Madrás. Mateo (Leví) murió como mártir en Etiopía. Jacobo, el Menor, predicó en Palestina y Egipto. Judas Lebeo predicó en Asiria y Persia. De Matías, se dice que predicó en Etiopía, donde sufrió el martirio.
Falta espacio para hacer mención de la gran obra misionera que Dios ha extendido a lo largo de la Historia y del mundo. Países completos se han conmovido ante la predicación del Evangelio. ¡¡¡DIOS HA SIDO CREÍDO EN EL MUNDO!!!

VII. SU SACERDOCIO ACTUAL Y SU SEGUNDA VENIDA
Ha sido recibido en gloria Este último principio nos muestra la Autoridad Divina y la Gloria de Dios, así como su retorno por su iglesia, cuando se hayan cumplido las cosas en ella.
Cristo fue levantado al cielo. Actualmente, Él habita el tercer cielo y vive siempre para interceder por todos los santos (He. 7:25, 8:1-2, 6, 9:24, 10:12-13).
Cristo exaltado está en capacidad de cumplir todas las cosas (Ef. 4:10).
Está exaltado en gloria como cabeza de la Iglesia (Ef. 1:20-23).
Esta en dominio en su trono, esperando que la iglesia ponga a todos sus enemigos por estrado de sus pies (1 Co. 15:22-28, Ef. 6:10-13).
El fue a preparar el lugar para la iglesia gloriosa que reinará con Él (Jn. 14:1-3).
El volverá a esta tierra por su iglesia (Hch. 1:9-11).

Este retorno se verificará en tres fases: El rapto de las primicias (Mt. 24:27-28), la gran cosecha de creyentes (Mt. 24:29-31), y su retorno para pisar la tierra y salvar a las reliquias de Israel y establecer su reino milenial (Ap. 7:2-4).

La Iglesia debe tener expectación: el Señor viene otra vez (I Co.16:22; Fil. 4:5).
Maranatha es una expresión del griego antiguo que significa “¡¡El Señor Viene!!” (1 Co. 16:22-23).

La Santa Cena es un Sacramento instituido por el Señor para anunciar su muerte, hasta que Él venga, es decir, para prepararse para su venida (I Co. 11:24-26, I Ts. 4:16; Ap. 1:7; Dn. 7:13; Zac. 12:10-14).
La iglesia que es su Esposa, junto con el Espíritu Santo, ora y dice: Ven Señor Jesús. Porque eso traerá a cumplimiento todas las cosas que están pendientes para que la iglesia esté lista para ir a lasnubes al encuentro de su Señor (Ap. 22:17, 20).





Estudio en Lerma por él:
Pr. Victor R. Preciado Balderrama.
         sanadoctrinavictor@gmail.com

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