DEVOCIONAL CON LA FAMILIA SEMANA #14
DEVOCIONALES CON LA FAMILIA DÍA 1 (JUAN 16:1-6)
1
Estas cosas os he hablado, para que no tengáis tropiezo. 2 Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando
cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. 3 Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí. 4 Mas os he dicho estas cosas, para que
cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho. Esto no os lo
dije al principio, porque yo estaba con vosotros. 5 Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me
pregunta: ¿A dónde vas? 6 Antes,
porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón.
Vv.
1-6. Nuestro Señor Jesús al dar a sus
discípulos la noticia de tribulaciones se propuso que el terror no fuera una
sorpresa para ellos. Puede que los enemigos reales, que están al servicio de
Dios, finjan celo por éste, lo que no aminora el pecado de los perseguidores;
las villanías nunca cambian por adosarles el nombre de Dios. Como Jesús en sus
sufrimientos, asimismo sus seguidores en los suyos deben mirar al cumplimiento
de la Escritura. No se los dijo antes, porque estaba con ellos para enseñarles,
guiarlos y consolarlos; entonces ellos no necesitaban esta promesa de la
presencia del Espíritu Santo.
Nos silencia preguntarnos
¿de dónde vienen los problemas? Nos satisfará preguntarnos, ¿adónde van? Porque
sabemos que obran para bien. Falta y necedad comunes de los cristianos tristes
es mirar sólo el lado oscuro de la nube haciendo oídos sordos a la voz de gozo
y júbilo. Lo que llenó de pena los corazones de los discípulos era un afecto
demasiado grande por esta vida presente. Nada obstaculiza más nuestro gozo en
Dios que el amor al mundo, y la tristeza del mundo que viene con aquel.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 2 (JUAN 16:7-15)
7
Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera,
el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. 8 Y cuando él venga, convencerá al
mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9
De pecado, por cuanto no creen en mí; 10
de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya
juzgado. 12 Aún tengo muchas cosas
que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. 13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la
verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que
oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. 14 El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. 15 Todo lo que tiene el Padre es mío;
por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.
Vv.
7-15. La partida de Cristo era necesaria
para la venida del Consolador. Enviar el Espíritu iba a ser el fruto de la
muerte de Cristo, que fue su partida. Su presencia corporal podía estar
solamente en un lugar a la vez, pero su Espíritu está en todas partes, en todos
los lugares, en todos los tiempos, dondequiera que dos o tres estén reunidos en
su nombre.
Véase en esto el
oficio del Espíritu, primero reprobar, o convencer de pecado. La obra de
convicción de pecado es obra del Espíritu, que puede hacerla eficazmente, y
nadie sino Él solamente. El Espíritu Santo adopta el método de condenar el
pecado primero, y luego consolar. El Espíritu convencerá al mundo de pecado; simplemente
no se limitará a decírselo. El Espíritu convence de que el pecado es un hecho;
de la falta del pecado; de la necedad del pecado; de la inmundicia del pecado,
que por eso llegamos a ser aborrecidos por Dios; de la fuente del pecado: la
naturaleza corrupta; y, por último, del fruto del pecado cuyo fin es la muerte.
El Espíritu Santo demuestra que todo el mundo es culpable ante Dios. Él
convence al mundo de justicia; que Jesús de Nazaret fue Cristo, el justo;
además, de la justicia de Cristo que nos es imputada para justificación y
salvación. Él les muestra de dónde se obtiene y cómo pueden ser aceptados por
justos según el criterio de Dios. La ascensión de Cristo prueba que el rescate
fue aceptado y consumada la justicia por medio de la cual los creyentes iban a
ser justificados. De juicio porque el príncipe de este mundo es juzgado. Todo
estará bien cuando sea roto el poder del que hizo todo el mal. Como Satanás es
vencido por Cristo, esto nos da confianza, porque ningún otro poder puede
resistir ante Él. Y del día del juicio.
La venida del
Espíritu iba a ser una ventaja indecible para los discípulos. El Espíritu Santo
es nuestro Guía, no sólo para mostrarnos el camino, sino para ir con nosotros
con ayudas e influencias continuas. Ser guiados a una verdad es más que
conocerla apenas; no es tener su noción tan sólo en nuestra cabeza, sino su
deleite, su sabor y su poder en nuestros corazones. Él enseñará toda la verdad
sin retener nada que sea provechoso, porque mostrará cosas venideras. Todos los
dones y las gracias del Espíritu, toda la predicación, y todos los escritos de
los apóstoles bajo la influencia del Espíritu, todas las lenguas y milagros,
eran para glorificar a Cristo. Corresponde a cada uno preguntarse si el
Espíritu Santo ha empezado la buena obra en su corazón. Sin la revelación clara
de nuestra culpa y peligro nunca entenderíamos el valor de la salvación de
Cristo, pero cuando se nos da a conocer correctamente, empezamos a entender el
valor del Redentor. Tendríamos visiones más plenas del Redentor y afectos más
vivos por Él si oráramos más por el Espíritu Santo y dependiésemos más de Él.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 3 (JUAN 16:16-22)
16
Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; porque yo voy
al Padre. 17 Entonces se dijeron
algunos de sus discípulos unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: Todavía un
poco y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; y, porque yo voy al
Padre? 18 Decían, pues: ¿Qué quiere
decir con: Todavía un poco? No entendemos lo que habla. 19 Jesús conoció que querían preguntarle, y les dijo: ¿Preguntáis
entre vosotros acerca de esto que dije: Todavía un poco y no me veréis, y de
nuevo un poco y me veréis? 20 De
cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se
alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá
en gozo. 21 La mujer cuando da a
luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un
niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre
en el mundo. 22 También vosotros
ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y
nadie os quitará vuestro gozo.
Vv.
16-22. Bueno es considerar cuán cerca de
su final están nuestras temporadas de gracia para que seamos estimulados a
tener provecho de ellas, porque el dolor de los discípulos serán pronto
convertido en gozo, como los de la madre cuando ve a su recién nacido bebé. El
Espíritu Santo será el Consolador de ellos y ni los hombres ni los demonios, ni
los sufrimientos en la vida y en la muerte, les quitarán para siempre su gozo.
Los creyentes tienen gozo o pena según su visión de Cristo y las señales de su
presencia. Viene un dolor al impío que nada puede aminorar; el creyente es
heredero del gozo que nadie puede quitar. ¿Dónde está ahora el gozo de los
asesinos de nuestro Señor y el dolor de sus amigos?
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 4 (JUAN 16:23-27)
23
En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo
cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. 24 Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y
recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido. 25 Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya
no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré acerca del Padre.
26 En aquel día pediréis en mi
nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, 27 pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y
habéis creído que yo salí de Dios.
Vv.
23-27. Pedirle al Padre muestra la percepción
de las necesidades espirituales, y el deseo de bendiciones espirituales con el
convencimiento de que deben obtenerse sólo de Dios. Pedir en el nombre de
Cristo es reconocer nuestra indignidad para recibir favores de Dios, y
demuestra nuestra total dependencia de Cristo como Jehová justicia nuestra.
Nuestro Señor
había hablado hasta aquí con frases cortas y de peso o con parábolas, cuya
magnitud no captaban plenamente los discípulos, pero después de su resurrección
tenía pensado enseñarles claramente cosas referidas al Padre y del camino a Él,
por medio de su intercesión. La frecuencia con que nuestro Señor pone en
vigencia la ofrenda de peticiones en su nombre, señala que el gran fin de la
mediación de Cristo es imprimir en nosotros el profundo sentido de nuestra
pecaminosidad y del mérito y poder de su muerte, por lo cual tenemos acceso a
Dios. Recordemos siempre que es lo mismo dirigirnos al Padre en el nombre de
Cristo que dirigirnos al Hijo en cuanto Dios que habita en la naturaleza
humana, y reconcilia al mundo consigo, puesto que Padre e Hijo son uno.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 5 (JUAN 16:28-33)
28
Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre. 29 Le dijeron sus discípulos: He aquí
ahora hablas claramente, y ninguna alegoría dices. 30 Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que
nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios. 31 Jesús les respondió: ¿Ahora creéis? 32 He aquí la hora viene, y ha venido
ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no
estoy solo, porque el Padre está conmigo. 33
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis
aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.
Vv.
28-33. He aquí una clara afrimación de la
venida de Cristo desde el Padre y de su regreso a Él. En su venida el Redentor
fue Dios manifiesto en carne, y en su Partida fue recibido en gloria. Los
discípulos aprovecharon el conocimiento diciendo eso; también, en fe: “ahora
estamos seguros”. ¡Sí! No conocían su propia debilidad.
La naturaleza
divina no desertó de la naturaleza humana, pero la sostuvo y dio consuelo y
valor a los sufrimientos de Cristo. Mientras tengamos la presencia favorable de
Dios estamos felices y debemos estar tranquilos, aunque todo el mundo nos
abandone.
La paz en Cristo
es la única paz verdadera, los creyentes la tienen en Él solamente. A través de
Él tenemos paz con Dios y, así en Él tenemos paz en nuestra mente. Debemos
animarnos porque Cristo ha vencido al mundo ante nosotros, pero mientras
pensemos que resistimos, cuidemos de no caer. No sabemos cómo debemos actuar y
entramos en tentación: estemos alertas y orando sin cesar para que no seamos
dejados solos.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 6 (JUAN 17:1-5)
1
Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora
ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; 2 como le has dado potestad sobre toda
carne, para que dé vida eterna a todos
los que le diste. 3 Y esta es la
vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a
quien has enviado. 4 Yo te he
glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. 5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al
lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.
Vv.
1-5. Nuestro Señor oró como hombre y como
Mediador de su pueblo, aunque habló con majestad y autoridad, como uno e igual
con el Padre. La vida eterna no podía ser dada a los creyentes a menos que
Cristo, su fiador, glorificara al Padre y fuera glorificado por Él. Este es el
camino del pecador a la vida eterna y cuando este conocimiento sea
perfeccionado, se disfrutarán plenamente la santidad y la felicidad. La
santidad y la felicidad de los redimidos son, en especial, la gloria de Cristo
y de su Padre, que fue el gozo puesto delante de Él, por el cual soportó la
cruz y despreció la vergüenza; esta gloria era el fin del pesar de su alma y al
obtenerla se satisfizo completamente. Así somos enseñados que es necesario que
glorifiquemos a Dios como prueba de nuestro interés en Cristo, por quien la
vida eterna es la libre dádiva de Dios.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 7 (JUAN 17:6-10)
6
He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me
los diste, y han guardado tu palabra. 7
Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; 8 porque las palabras que me diste, les
he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti,
y han creído que tú me enviaste. 9
Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque
tuyos son, 10 y todo lo mío es tuyo,
y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.
Vv.
6-10. Cristo ora por los que son suyos.
Tú me los diste, como ovejas al pastor, para ser cuidados; como un paciente es
llevado al médico, para ser curado; como niños al tutor, para ser enseñados: de
este modo Él entregará su carga. Para nosotros es una gran satisfacción, en
nuestra confianza en Cristo, que sea de Dios Él, todo lo que Él es y tiene, y
todo lo que dijo e hizo, todo lo está haciendo y hará. Cristo ofreció esta
oración por su pueblo solo en cuanto a creyentes; no por el mundo en general.
Aunque nadie que desee ir al Padre y sea consciente de que es indigno de ir en
su propio nombre, tiene que desanimarse por la declaración del Salvador, porque
es capaz y está dispuesto para salvar hasta lo sumo a todos los que vayan a
Dios por Él. Las convicciones y los deseos fervorosos son señal esperanzadora
de una obra ya efectuada en el hombre; empiezan a demostrar que ha sido elegido
para salvación a través de la santificación del Espíritu y la creencia de la
verdad.
Ellos son tuyos,
y los tuyos son los míos. Esto dice que Padre e Hijo son uno. Todo lo mío es
tuyo. El Hijo no considera a nadie como suyo que no sea dedicado al servicio
del Padre.
ESTUDIO
en Lerma por él
Pr.
Victor R. Preciado Balderrama
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