lunes, 12 de noviembre de 2012

DEVOCIONAL CON LA FAMILIA SEMANA #14


DEVOCIONAL CON LA FAMILIA SEMANA #14

 DEVOCIONALES CON LA FAMILIA DÍA 1 (JUAN 16:1-6)
1 Estas cosas os he hablado, para que no tengáis tropiezo. 2 Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. 3 Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí. 4 Mas os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho. Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros. 5 Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? 6 Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón.
Vv. 1-6. Nuestro Señor Jesús al dar a sus discípulos la noticia de tribulaciones se propuso que el terror no fuera una sorpresa para ellos. Puede que los enemigos reales, que están al servicio de Dios, finjan celo por éste, lo que no aminora el pecado de los perseguidores; las villanías nunca cambian por adosarles el nombre de Dios. Como Jesús en sus sufrimientos, asimismo sus seguidores en los suyos deben mirar al cumplimiento de la Escritura. No se los dijo antes, porque estaba con ellos para enseñarles, guiarlos y consolarlos; entonces ellos no necesitaban esta promesa de la presencia del Espíritu Santo.
Nos silencia preguntarnos ¿de dónde vienen los problemas? Nos satisfará preguntarnos, ¿adónde van? Porque sabemos que obran para bien. Falta y necedad comunes de los cristianos tristes es mirar sólo el lado oscuro de la nube haciendo oídos sordos a la voz de gozo y júbilo. Lo que llenó de pena los corazones de los discípulos era un afecto demasiado grande por esta vida presente. Nada obstaculiza más nuestro gozo en Dios que el amor al mundo, y la tristeza del mundo que viene con aquel.

DEVOCIONALES CON LA FAMILIA DÍA 2 (JUAN 16:7-15)

7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. 8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9 De pecado, por cuanto no creen en mí; 10 de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. 12 Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. 13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. 14 El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. 15 Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.
Vv. 7-15. La partida de Cristo era necesaria para la venida del Consolador. Enviar el Espíritu iba a ser el fruto de la muerte de Cristo, que fue su partida. Su presencia corporal podía estar solamente en un lugar a la vez, pero su Espíritu está en todas partes, en todos los lugares, en todos los tiempos, dondequiera que dos o tres estén reunidos en su nombre.
Véase en esto el oficio del Espíritu, primero reprobar, o convencer de pecado. La obra de convicción de pecado es obra del Espíritu, que puede hacerla eficazmente, y nadie sino Él solamente. El Espíritu Santo adopta el método de condenar el pecado primero, y luego consolar. El Espíritu convencerá al mundo de pecado; simplemente no se limitará a decírselo. El Espíritu convence de que el pecado es un hecho; de la falta del pecado; de la necedad del pecado; de la inmundicia del pecado, que por eso llegamos a ser aborrecidos por Dios; de la fuente del pecado: la naturaleza corrupta; y, por último, del fruto del pecado cuyo fin es la muerte. El Espíritu Santo demuestra que todo el mundo es culpable ante Dios. Él convence al mundo de justicia; que Jesús de Nazaret fue Cristo, el justo; además, de la justicia de Cristo que nos es imputada para justificación y salvación. Él les muestra de dónde se obtiene y cómo pueden ser aceptados por justos según el criterio de Dios. La ascensión de Cristo prueba que el rescate fue aceptado y consumada la justicia por medio de la cual los creyentes iban a ser justificados. De juicio porque el príncipe de este mundo es juzgado. Todo estará bien cuando sea roto el poder del que hizo todo el mal. Como Satanás es vencido por Cristo, esto nos da confianza, porque ningún otro poder puede resistir ante Él. Y del día del juicio.
La venida del Espíritu iba a ser una ventaja indecible para los discípulos. El Espíritu Santo es nuestro Guía, no sólo para mostrarnos el camino, sino para ir con nosotros con ayudas e influencias continuas. Ser guiados a una verdad es más que conocerla apenas; no es tener su noción tan sólo en nuestra cabeza, sino su deleite, su sabor y su poder en nuestros corazones. Él enseñará toda la verdad sin retener nada que sea provechoso, porque mostrará cosas venideras. Todos los dones y las gracias del Espíritu, toda la predicación, y todos los escritos de los apóstoles bajo la influencia del Espíritu, todas las lenguas y milagros, eran para glorificar a Cristo. Corresponde a cada uno preguntarse si el Espíritu Santo ha empezado la buena obra en su corazón. Sin la revelación clara de nuestra culpa y peligro nunca entenderíamos el valor de la salvación de Cristo, pero cuando se nos da a conocer correctamente, empezamos a entender el valor del Redentor. Tendríamos visiones más plenas del Redentor y afectos más vivos por Él si oráramos más por el Espíritu Santo y dependiésemos más de Él.

DEVOCIONALES CON LA FAMILIA DÍA 3 (JUAN 16:16-22)

16 Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre. 17 Entonces se dijeron algunos de sus discípulos unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: Todavía un poco y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; y, porque yo voy al Padre? 18 Decían, pues: ¿Qué quiere decir con: Todavía un poco? No entendemos lo que habla. 19 Jesús conoció que querían preguntarle, y les dijo: ¿Preguntáis entre vosotros acerca de esto que dije: Todavía un poco y no me veréis, y de nuevo un poco y me veréis? 20 De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo. 21 La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo. 22 También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo.
Vv. 16-22. Bueno es considerar cuán cerca de su final están nuestras temporadas de gracia para que seamos estimulados a tener provecho de ellas, porque el dolor de los discípulos serán pronto convertido en gozo, como los de la madre cuando ve a su recién nacido bebé. El Espíritu Santo será el Consolador de ellos y ni los hombres ni los demonios, ni los sufrimientos en la vida y en la muerte, les quitarán para siempre su gozo. Los creyentes tienen gozo o pena según su visión de Cristo y las señales de su presencia. Viene un dolor al impío que nada puede aminorar; el creyente es heredero del gozo que nadie puede quitar. ¿Dónde está ahora el gozo de los asesinos de nuestro Señor y el dolor de sus amigos?

DEVOCIONALES CON LA FAMILIA DÍA 4 (JUAN 16:23-27)

23 En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. 24 Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido. 25 Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré acerca del Padre. 26 En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, 27 pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios.
Vv. 23-27. Pedirle al Padre muestra la percepción de las necesidades espirituales, y el deseo de bendiciones espirituales con el convencimiento de que deben obtenerse sólo de Dios. Pedir en el nombre de Cristo es reconocer nuestra indignidad para recibir favores de Dios, y demuestra nuestra total dependencia de Cristo como Jehová justicia nuestra.
Nuestro Señor había hablado hasta aquí con frases cortas y de peso o con parábolas, cuya magnitud no captaban plenamente los discípulos, pero después de su resurrección tenía pensado enseñarles claramente cosas referidas al Padre y del camino a Él, por medio de su intercesión. La frecuencia con que nuestro Señor pone en vigencia la ofrenda de peticiones en su nombre, señala que el gran fin de la mediación de Cristo es imprimir en nosotros el profundo sentido de nuestra pecaminosidad y del mérito y poder de su muerte, por lo cual tenemos acceso a Dios. Recordemos siempre que es lo mismo dirigirnos al Padre en el nombre de Cristo que dirigirnos al Hijo en cuanto Dios que habita en la naturaleza humana, y reconcilia al mundo consigo, puesto que Padre e Hijo son uno.

DEVOCIONALES CON LA FAMILIA DÍA 5 (JUAN 16:28-33)

28 Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre. 29 Le dijeron sus discípulos: He aquí ahora hablas claramente, y ninguna alegoría dices. 30 Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios. 31 Jesús les respondió: ¿Ahora creéis? 32 He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo. 33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.
Vv. 28-33. He aquí una clara afrimación de la venida de Cristo desde el Padre y de su regreso a Él. En su venida el Redentor fue Dios manifiesto en carne, y en su Partida fue recibido en gloria. Los discípulos aprovecharon el conocimiento diciendo eso; también, en fe: “ahora estamos seguros”. ¡Sí! No conocían su propia debilidad.
La naturaleza divina no desertó de la naturaleza humana, pero la sostuvo y dio consuelo y valor a los sufrimientos de Cristo. Mientras tengamos la presencia favorable de Dios estamos felices y debemos estar tranquilos, aunque todo el mundo nos abandone.
La paz en Cristo es la única paz verdadera, los creyentes la tienen en Él solamente. A través de Él tenemos paz con Dios y, así en Él tenemos paz en nuestra mente. Debemos animarnos porque Cristo ha vencido al mundo ante nosotros, pero mientras pensemos que resistimos, cuidemos de no caer. No sabemos cómo debemos actuar y entramos en tentación: estemos alertas y orando sin cesar para que no seamos dejados solos.

DEVOCIONALES CON LA FAMILIA DÍA 6 (JUAN 17:1-5)

1 Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; 2 como le has dado potestad sobre toda carne,  para que dé vida eterna a todos los que le diste. 3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. 4 Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. 5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.
Vv. 1-5. Nuestro Señor oró como hombre y como Mediador de su pueblo, aunque habló con majestad y autoridad, como uno e igual con el Padre. La vida eterna no podía ser dada a los creyentes a menos que Cristo, su fiador, glorificara al Padre y fuera glorificado por Él. Este es el camino del pecador a la vida eterna y cuando este conocimiento sea perfeccionado, se disfrutarán plenamente la santidad y la felicidad. La santidad y la felicidad de los redimidos son, en especial, la gloria de Cristo y de su Padre, que fue el gozo puesto delante de Él, por el cual soportó la cruz y despreció la vergüenza; esta gloria era el fin del pesar de su alma y al obtenerla se satisfizo completamente. Así somos enseñados que es necesario que glorifiquemos a Dios como prueba de nuestro interés en Cristo, por quien la vida eterna es la libre dádiva de Dios.

DEVOCIONALES CON LA FAMILIA DÍA 7 (JUAN 17:6-10)

6 He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. 7 Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; 8 porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. 9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, 10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.
Vv. 6-10. Cristo ora por los que son suyos. Tú me los diste, como ovejas al pastor, para ser cuidados; como un paciente es llevado al médico, para ser curado; como niños al tutor, para ser enseñados: de este modo Él entregará su carga. Para nosotros es una gran satisfacción, en nuestra confianza en Cristo, que sea de Dios Él, todo lo que Él es y tiene, y todo lo que dijo e hizo, todo lo está haciendo y hará. Cristo ofreció esta oración por su pueblo solo en cuanto a creyentes; no por el mundo en general. Aunque nadie que desee ir al Padre y sea consciente de que es indigno de ir en su propio nombre, tiene que desanimarse por la declaración del Salvador, porque es capaz y está dispuesto para salvar hasta lo sumo a todos los que vayan a Dios por Él. Las convicciones y los deseos fervorosos son señal esperanzadora de una obra ya efectuada en el hombre; empiezan a demostrar que ha sido elegido para salvación a través de la santificación del Espíritu y la creencia de la verdad.
Ellos son tuyos, y los tuyos son los míos. Esto dice que Padre e Hijo son uno. Todo lo mío es tuyo. El Hijo no considera a nadie como suyo que no sea dedicado al servicio del Padre.

ESTUDIO en Lerma por él
Pr. Victor R. Preciado Balderrama

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