DEVOCIONAL CON LA FAMILIA SEMANA #13
DEVOCIONALES CON LA FAMILIA DÍA 1 (JUAN 14:18-24)
18
No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. 19
Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo
vivo, vosotros también viviréis. 20
En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y
yo en vosotros. 21 El que tiene mis
mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado
por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
22
Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor,
¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? 23 Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y
mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. 24 El que no me ama, no guarda mis palabras;
y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.
Vv.
18-24. Cristo promete que seguirá cuidando
a sus discípulos. No os dejaré huérfanos o sin padre, porque, aunque os dejo,
de todos modos os dejo este consuelo: Vendré a vosotros. Vendré prontamente a
vosotros en mi resurrección. Vendré diariamente a vosotros en mi Espíritu; en
las señales de su amor y en las visitas de su gracia. Por cierto vendré al fin
del tiempo. Sólo los que ven a Cristo con los ojos de la fe, lo verán para
siempre: el mundo no lo ve más hasta su segunda venida, pero sus discípulos
tienen comunión con Él en su ausencia. Estos misterios serán plenamente
conocidos en el cielo. Es un acto ulterior de gracia que ellos lo sepan y
tengan este consuelo.
Teniendo los
mandamientos de Cristo debemos obedecerlos. Y al tenerlos sobre nuestra cabeza,
debemos guardarlos en nuestro corazón y en nuestra vida. La prueba más segura
de nuestro amor a Cristo es la obediencia a las leyes de Cristo. Hay señales
espirituales de Cristo y su amor dadas a todos los creyentes. Cuando el amor
sincero a Cristo está en el corazón, habrá obediencia. El amor será un
principio que manda y constriñe; y donde hay amor, el deber se desprende de un
principio de gratitud. Dios no sólo amará a los creyentes obedientes, pero se
complacerá en amarlos, reposará en amor a ellos. Estará con ellos como en su
casa. Estos privilegios están limitados a los que tiene la fe que obra por
amor, y cuyo amor a Jesús los lleva a obedecer sus mandamientos. Los tales son
partícipes de la gracia del Espíritu Santo que los crea de nuevo.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 2 (JUAN 14:25-27)
25
Os he dicho estas cosas estando con vosotros. 26 Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará
en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os
he dicho. 27 La paz os dejo, mi paz
os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni
tenga miedo.
Vv.
25-27. Si deseamos saber estas cosas para
nuestro bien, tenemos que orar por ellas y depender de la enseñanza del
Espíritu Santo; así serán traídas a nuestra memoria las palabras de Jesús, y
muchas dificultades serán aclaradas, hasta las que no son claras para otros. El
Espíritu de gracia es dado a todos los santos para que les haga recordar, y
debemos encomendarle, por fe y orando, que mantenga lo que oigamos y sepamos.
La paz es dada para todo bien, y Cristo nos ha guiado a todo lo que es real y
verdaderamente bueno, a todo lo bueno prometido: la paz mental a partir de
nuestra justificación ante Dios. Cristo llama su paz a esto, porque Él mismo es
nuestra paz. La paz de Dios difiere ampliamente de la de los fariseos o
hipócritas, como se demuestra por sus efectos santos y humillantes.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 3 (JUAN 14:28-31)
28
Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. Si me amarais, os
habríais regocijado, porque he dicho que
voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo. 29 Y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda,
creáis. 30 No hablaré ya mucho con
vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí. 31 Más para que el mundo conozca que
amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago. Levantaos, vamos de aquí.
Vv.
28-31. Cristo eleva las expectativas de
sus discípulos a algo que está más allá de lo que pensaban que era su mayor
dicha. Ahora su tiempo era poco, por tanto, les habló largamente. Cuando
lleguemos a enfermarnos, y a morirnos, podemos ser incapaces de hablar mucho a
quienes nos rodeen: el consejo bueno que tengamos que dar, démoslo mientras
estamos sanos. Fíjese en la perspectiva de un conflicto inminente que tenía
Cristo, no sólo con los hombres, sino con las potestades de las tinieblas.
Satanás tiene algo en nosotros con que nos deja perplejos, porque todos
pecamos, pero cuando quiere perturbar a Cristo, nada pecaminoso halla que le
sirva. La mejor prueba de nuestro amor al Padre es que hagamos como Él nos
manda. Regocijémonos en las victorias del Salvador sobre Satanás, el príncipe de
este mundo. Copiemos el ejemplo de su amor y obediencia.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 4 (JUAN 15:1-8)
1
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel
que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. 3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. 4 Permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid,
así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y
yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 6 El que en mí no permanece, será
echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego,
y arden. 7 Si permanecéis en mí, y
mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será
hecho. 8 En esto es glorificado mi
Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
Vv.
1-8. Jesucristo es la Vid, la Vid
verdadera. La unión de la naturaleza divina con la humana, y la plenitud del
Espíritu que hay en Él, recuerdan la raíz de la vida que fructifica por la
humedad de la buena tierra. Los creyentes son los pámpanos de esta Vid. La raíz
no se ve y nuestra vida está escondida con Cristo; la raíz sustenta al árbol,
le difunde la savia, y en Cristo están todos los sustentos y provisiones. Los
pámpanos de la vid son muchos, pero al unificarse en la raíz no son sino una
sola vid; de este modo, todos los cristianos verdaderos, aunque disten entre sí
en cuanto a lugar y opinión, se unen en Cristo. Los creyentes, como los
pámpanos de la vid, son débiles e incapaces de permanecer, sino como nacieron.
El Padre es el
Dueño de la vid. Nunca hubo un dueño tan sabio, tan cuidadoso con su viña como
Dios por su Iglesia que, por eso, debe prosperar. Debemos ser fructíferos.
Esperamos uvas de una vid, y del cristiano esperamos un temperamento, una
disposición y una vida cristiana. Debemos honrar a Dios y hacer el bien, esto
es, llevar fruto. Los estériles son cortados. Hasta las ramas fructíferas
necesitan poda, porque, en el mejor de los casos, tenemos ideas, pasiones y
humores que requieren ser quitados, cosa que Cristo ha prometido hacer por su
palabra, Espíritu y providencia. Si se usan medios drásticos para avanzar la
santificación de los creyentes, ellos estarán agradecidos por ellos. La palabra
de Cristo se da a todos los creyentes; y hay en esa palabra una virtud que
limpia al obrar la gracia y deshacer la corrupción. Mientras más fruto demos,
más abundaremos en lo que es bueno, y más glorificado será nuestro Señor.
Para fructificar
debemos permanecer en Cristo, debemos estar unidos a Él por la fe. El gran
interés de todos los discípulos de Cristo es mantener constante la dependencia
de Cristo y la comunión con Él. Los cristianos verdaderos hallan, por
experiencia, que toda interrupción del ejercicio de su fe hace que mengüen los
afectos santos, revivan sus corrupciones y languidezcan sus consolaciones. Los
que no permanecen en Cristo, aunque florezcan por un tiempo en la profesión
externa, llegan, no obstante, a nada. El fuego es el lugar más adecuado para
las ramas marchitas; no son buenas para otra cosa. Procuremos vivir más
simplemente de la plenitud de Cristo, y crecer más fructíferos en todo buen
decir y hacer, para que sea pleno nuestro gozo en Él y en su salvación.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 5 (JUAN 15:9-17)
9
Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. 10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis
en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco
en su amor. 11 Estas cosas os he
hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. 12 Este es mi mandamiento: Que os améis
unos a otros, como yo os he amado. 13
Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. 14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis
lo que yo os mando. 15 Ya no os
llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he
llamado amigos, porque todas las cosas
que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. 16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros,
y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca;
para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. 17 Esto os mando: Que os améis unos a
otros.
Vv.
9-17. Aquellos a quienes Dios ama como
Padre pueden despreciar el odio de todo el mundo. Como el Padre amó a Cristo
que fue digno hasta lo sumo, así amó a sus discípulos, que eran indignos. Todos
los que aman al Salvador deben perseverar en su amor por Él, y aprovechar todas
las ocasiones para demostrarlo. El gozo del hipócrita dura sólo un momento,
pero el gozo de los que permanecen en Cristo es una fiesta continua. Tienen que
demostrar su amor por Él obedeciendo sus mandamientos. Si el mismo poder que
primero derramó el amor de Cristo en nuestros corazones, no nos mantuviera en
ese amor, no permaneceríamos en ese amor por mucho tiempo.
El amor de Cristo
por nosotros debe llevarnos a amarnos mutuamente. Él habla como si estuviera
por encargar muchas cosas, pero nombra sólo a esta: abarca muchos deberes.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 6 (JUAN 15:17-25)
18
Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. 19 Si fuerais del mundo, el mundo
amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por
eso el mundo os aborrece. 20
Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor.
Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado
mi palabra, también guardarán la vuestra. 21
Más todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha
enviado. 22 Si yo no hubiera venido,
ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su
pecado. 23 El que me aborrece a mí,
también a mi Padre aborrece.24 Si yo
no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían
pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre. 25 Pero esto es para que se cumpla la
palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron.
Vv.
18-25. ¡Qué poco piensan muchas personas
que al oponerse a la doctrina de Cristo como Profeta, Sacerdote y Rey, se
muestran ignorantes del único Dios vivo y verdadero, al cual profesan adorar!
El nombre en el cual son bautizados los discípulos de Cristo es aquel por el
cual vivirán y morirán. Consuelo es para los grandes dolientes si sufren por
amor al nombre de Cristo. La ignorancia del mundo es la causa verdadera de su
odio por los discípulos de Jesús. Mientras más claros y plenos sean los
descubrimientos de la gracia y verdad de Cristo, más grande es nuestro pecado
si no le amamos ni creemos en Él.
DEVOCIONALES
CON LA FAMILIA DÍA 7 (JUAN15:26-28)
26
Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu
de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. 27 Y vosotros daréis testimonio
también, porque habéis estado conmigo desde el principio.
Vv. 26, 27. El Espíritu
bendito mantendrá la causa de Cristo en el mundo, a pesar de la resistencia que
encuentra. Los creyentes enseñados y exhortados por sus influencias deben dar
testimonio de Cristo y su salvación.
Ya hemos visto
que orar con entendimiento hace que nuestras oraciones sean eficaces. Ahora
veremos cómo orar correctamente por la salvación de nuestros seres queridos y
amigos. Manténgase en fe confesando lo que Dios dice y no lo que dicen las
circunstancias. Póngalo en práctica y enséñelo al resto de su familia y la
gloria de Dios fluirá rápidamente. Oración:
Padre gracias por Tu estrategia divina
para llevar a mis seres queridos a tus pies. Seré eficaz al llevarlo a cabo. En
el nombre de Jesús. Amén.
ESTUDIO
en Lerma por él
Pr.
Victor R. Preciado Balderrama
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